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DÍA DE LA DERROTA

DÍA DE LA DERROTA

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Durante 36 años se estuvo celebrando en España el «Día de la Victoria», en recuerdo al último parte de guerra emitido por Franco el 1 de abril de 1936 anunciando el final de la guerra incivil, con el desarme y cautividad del ejército constitucional, sin percibir que en realidad se conmemoraba el «Día de la Derrota», porque en una guerra civil los dos bandos salen derrotados, dejando miles de padres, hermanos y vecinos, muertos en las trincheras y cunetas.

También hace hoy setenta y cuatro años que firmaba el general Franco el decreto urgente de construcción en Cuelgamuros de una gran cruz que desafiara el tiempo y el olvido, para perpetuar la memoria de los “nacionales” que cayeron en la gloriosa Cruzada de Liberación, con el fin de recordar a las generaciones futuras la obligación de rendir tributo de admiración a quienes lucharon por una España mejor, como rezaba el decreto.

Años después, el miércoles 1 de abril de 1959, para festejar el veinte aniversario de la victoria, fue inaugurado el monumento por el «caudillo», ante cuarenta mil personas que le oyeron decir: “En todo el desarrollo de nuestra Cruzada hay mucho de providencial y milagroso. ¿De qué otra forma podríamos calificar la ayuda decisiva que recibimos de la protección divina”, advirtiendo amenazante que la anti-España fue vencida y derrotada, pero que no estaba muerta.

La enorme Cruz del Valle que marida política y religión, enlaza amor y muerte, une cruz y espada en alarde victorioso, es un gran monumento a la derrota y al fracaso, porque tan triste es una guerra perdida como una batalla ganada, especialmente si los familiares de uno y otro bando ponen los muertos.

Urge, pues, pasar página a la barbarie, pero sin olvidarla para evitar repetirla como avisó ayer frívolamente Ronco Varela. Es perentorio imponer el acuerdo político, mediático y vecinal. Apremia el esfuerzo unido en causas comunes. Es hora de dar descanso en su sitio a los muertos desmemoriados. Es el momento de enterrar para siempre radicales discrepancias, porque es mucha la sangre derramada sobre la piel de toro en discordias civiles a lo largo de la historia.

INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA

INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA

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Pudo ser el 29 de octubre de 1876 la fecha de nacimiento de la Institución Libre de Enseñanza, que vino al mundo por rebeldía de un grupo de profesores krausistas, liberales y humanistas, retirados de sus puestos de trabajo por discrepar contra la supresión de la libertad de cátedra decretada por el ministro Orovio.

Cossío, Montero, Salmerón, Azcárate y Moret, capitaneados por Francisco Giner de los Ríos, se propusieron llevar a cabo la más profunda renovación cultural y pedagógica que imaginarse pueda, sin antecedentes ni consecuentes  similares en la historia de España y rechazando toda ayuda del Estado para preservar su libertad.

Pretendió este grupo regenerar el país de su degradación a través que la Institución Libre de Enseñanza, forjando hombres nuevos, íntegros, liberales, abiertos al conocimiento y alejados de tentativas religiosas, políticas y morales, respetando la conciencia individual y aplicando métodos educativos promotores de mentes críticas y despiertas, en el marco de una escuela neutra, mixta, tolerante y abierta al exterior.

Frutos de la Institución surgieron: el Museo Pedagógico Nacional (1882), la Junta para la Ampliación de Estudios (1907), la Escuela Superior de Magisterio (1909), la Residencia de Estudiantes (1910), el Centro de Estudios Históricos (1910), la Fundación Giner de los Ríos (1915), el Instituto-Escuela (1918), las Misiones Pedagógicas (1931) y el proyecto educativo de la II República.

La Institución se opuso al libro de texto y a la “estampación” -que decía Cossío-, como metodología de maestro parlante en posesión de la verdad absoluta que estampaba los conocimientos en el calladito alumno, para que éste los regurgitara en el examen.

Para sus fundadores, la educación debía ser una estimulación permanente a la búsqueda de lo ignorado, un goce activo del aprendizaje a través de la experiencia y el compromiso personal con la sociedad, bajo el lema: “Forja tus ideales por convicción y sé coherente con ellos, piensa cómo debes vivir y vive como piensas”.

ABSURDIDAD MONÁRQUICA

ABSURDIDAD MONÁRQUICA

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Durante la Edad Media y siglos posteriores a ella, España estuvo regida por monarquías absolutas, con el resultado ya conocido por todos los interesados en conocer la historia de nuestro país, en las que el rey reinaba y gobernaba a su antojo, legitimando su poder en haber sido engendrado por su antecesor en el trono.

Frente a la absoluta soberanía del rey, la República ofreció la soberanía al pueblo para que éste rigiera su propio destino, otorgándole capacidad para elegir al ciudadano que considerara más apto para tomar las riendas, atendiendo las peticiones del pueblo que lo había elegido como gestor de sus propuestas.

Ante un cambio tan radical y difícil de llevar a cabo, los monárquicos y republicanos se pusieron de acuerdo en aceptar una situación intermedia, pactando la monarquía parlamentaria como híbrido que permitía al rey compartir soberanía con el pueblo.

En tan absurda situación se encuentran las actuales monarquías, entre ellas la española, porque la duplicidad de soberanías no resiste el mínimo análisis intelectual, aunque los monárquicos se empeñen en lo contrario y atribuyan a la monarquía parlamentaria poderes curativos de males endémicos españoles imposibles de reparar, en un país donde el pueblo acredita la mayoría de edad necesaria para rechazar a la nodriza.

La duplicidad de soberanías carece de sentido en el siglo XXI y es fuente de interferencias, porque no puede dividirse el poder en dos partes, sin que una de ellas se resienta en beneficio de la otra, como sucede actualmente con la inviolabilidad e irresponsabilidad del rey, mientras se desflora al pueblo y se le responsabiliza de actos que no ha cometido.

Una de las esencias republicanas, no compartida por la monarquía, es que la soberanía nacional sólo permite a la ley ocupar posiciones superiores a la voluntad popular, siendo esta ley promulgada y aceptada voluntariamente por el pueblo, a la que todos deben someterse, incluido el presidente de la República.

JOSEP PLA

JOSEP PLA

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imagesHace estos días treinta y dos años que un intelectual agriescritor catalán, periodista campesino español, humilde ciudadano y sencillo vecino palafrugellense, dejó su vida abandonada en Llufríu, junto a las treinta mil páginas escritas en los ochenta y cuatro años de vida que pasó modernizando la lengua catalana y describiendo paisajes, costumbres y tradiciones de la tierra.

Los artículos de Josep Pla son historia viva del siglo XX y sus obras le han consagrado como el escritor más importante de la prosa catalana, destacando como su principal virtud literaria la de ser el mejor cazador de adjetivos de nuestra literatura, porque el éxito literario consiste para este payés en poner detrás de cada sustantivo el adjetivo exacto, siempre difícil de encontrar, que Josep conseguía fácilmente mientras liaba cigarrillos de “caldo”, que fumaba sin cesar.

Cercano escritor que opuso la literatura realista a la imaginativa, luchando contra la estética barata y el idealismo de bisutería, considerando un camelo la erudición y el abuso de citas, Josep Pla escribió toda su obra a mano, gran parte de ella a lápiz, en horas nocturnas y asomado al fuego de su chimenea rural, alimentando la idea de la eterna insatisfacción española, hermanada con la envidia, que nos priva de la felicidad que deseamos.

Lector de Pascal, Montaigne, Tolstoy y Goethe. Bebedor de whisky y soltero empedernido, opinaba este sabio payés que el fracasó de la República fue debido a la prisa que se dieron los gobiernos por reformar aspectos esenciales y tradicionales de la sociedad española, como fue la modificación en pocos meses la posición de la Iglesia, la reconversión de los latifundios y la liquidación del militarismo.

El único miedo que tuvo Josep Pla fue caer en el ridículo, como le sucedía a los innumerables paveros que pastaban en España, poderosos personajillos envidiosos, prepotentes, ignorantes y presumidos, que vivían alejados de los ciudadanos en las poltronas políticas, despreciables para este singular intelectual catalán que le hubiera gustado ser campesino en lugar de escritor.

HACIA LA TERCERA REPÚBLICA

HACIA LA TERCERA REPÚBLICA

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Hoy se cumple ochenta y dos años de la proclamación de la 2ª República Española, y es bueno recordar que fue Unamuno quien proclamó la República en Salamanca desde el balcón del Ayuntamiento, aquella lejana tarde del 14 de abril de 1931, antes de ser nombrado alcalde honorario a perpetuidad del concejo salmantino.

Advertimos, a quien no lo sepa, que la República trajo la modernidad social a España, impulsó económicamente el país y promovió la cultura por encima de otros países europeos, hasta el punto de alcanzar la literatura y el arte niveles que permitieron hablar de la segunda Edad de Oro de la cultura hispánica, con Picasso, Unamuno, Ortega, Madariaga, Lorca, Pidal, Machado y tantos otros intelectuales y artistas que engrandecieron la patria.

La República consagró el sufragio universal, liberó a las mujeres de cadenas seculares, estableció las Cortes unicamerales, instauró el Tribunal de Garantías Constitucionales, promovió los jurados populares, reforzó el referéndum, reorganizó territorialmente el Estado reduciendo el centralismo, incorporó el derecho al trabajo, la protección de la familia, de los ancianos, los enfermos y la infancia, formalizó el divorcio, estableció la absoluta laicidad y aconfesionalidad del Estado, suprimiendo los beneficios estatales de las distintas religiones.

Si ponemos el acento en la educación, baste decir que sólo en 1931 se crearon más de 7.000 nuevas escuelas en un país con atroces desigualdades sociales, cuyo analfabetismo rondaba el 38%. Y lo que es más importante para nuestros desahuciados, “preferenciados”, parados, hambrientos, explotados, empobrecidos y estafados ciudadanos: subordinó la propiedad privada a los intereses ciudadanos.

Todo esto, y más, fue la República, y no lo que en las escuelas contó el anterior régimen y repiten sus herederos, empeñados en asociar República con guerra, izquierda revolucionaria, vandalismo, desorden y barbarie, cuando se trata simplemente de una forma de organizar el Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos, eludiendo privilegios hereditarios propios de tribus infantiles y desvalidas, incapaces de moderarse porque la cultura les falta y les sobra inmadurez.

Anticipémonos, pues, al tiempo y evitemos que las generaciones futuras nos reprochen consentir que la máxima autoridad del Estado sea hereditaria, eterna, inviolable e irresponsable, como disponen los artículos 56 y 57 de nuestra Constitución, porque ya en 1931 la Constitución republicana establecía en sus artículos 71, 82 y 85 que el mandato del Jefe del Estado fuera por seis años solamente, que podría ser destituido si hacía lo que no debía y que era criminalmente responsable de sus obligaciones, anticipando que una ley de carácter constitucional determinaría el procedimiento a seguir para demandar la responsabilidad criminal del Presidente de la República.

DOMINGO REPUBLICANO DE UNAMUNO

DOMINGO REPUBLICANO DE UNAMUNO

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Hace hoy 83 años fue un gran día republicano porque las elecciones municipales celebradas el domingo 12 de abril de 1931 abrieron las puertas a la Segunda República Española y eliminaron barreras políticas fronterizas para que el abuelo del actual rey Juan Carlos no tuviera problemas para salir corriendo de España.

Unamuno pasó gran parte de la jornada en la Casa del Pueblo, hasta que se supo el primer resultado del escrutinio, en que todos los allí presentes pidieron entre vítores y ovaciones que hablara el maestro, tomando la palabra para decir a los salmantinos que abarrotaban salones y pasillos de la Casa:

«Hombres, y vosotras, mujeres, que habéis sabido cumplir con un deber de ciudadanía, echando de vuestras casas a los que querían explotar vuestra miseria y creían que Salamanca seguía siendo un pueblo de mendigos y pordioseros. Recibid un saludo cordial y fervoroso. Aquí no han quedado más mendigos que los que lo son de profesión, los de las órdenes mendicantes. Hasta en distritos conventuales, donde más se ha dejado sentir la influencia de la mendicidad y la pordiosería, ha sido hermosa vuestra unanimidad al votar, porque habéis votado por un ideal. 

Entraremos en la Casa de la Villa como representantes del pueblo, como representantes  comunales, porque no nos asusta el comunismo, ya que los Comuneros de Castilla no fueron otra cosa que comunistas… Entraremos, digo, en la Casa de la Villa, y yo os aseguro que, por mi parte, haré todo lo que pueda porque no nos presida el consabido retrato. Dijo un día que si los españoles queríamos la República, que la ganáramos en la calle. ¡Pues que baje él a la calle!

Y, ahora, mucha serenidad y tranquilidad; a ser, ante todo, ¡hombres!, a no doblegar la cerviz ante los poderes que carecen de autoridad. Tened civismo, y, sobre todo, hombría. El provenir es nuestro. Termino y vuelvo a repetir: “Desde este momento queda virtualmente proclamada en Salamanca, la República”.

REPÚBLICA FEDERAL

REPÚBLICA FEDERAL

Son muchas las voces que se han levantado ante el gallinero autonómico que ha provocado don Artur Mas, encabezando una marcha hacia no se sabe dónde y con su perpetua sonrisa en la boca. Sonrisa que hace pensar en una deformación genética o mueca surgida ante la locura transitoria generada por la sobredosis de independentismo que le inocularon en la última Diada.

Para que no haya dudas ni pretextos de árboles argumentales que no dejan ver el bosque de la verdad, vaya por delante mi convicción firme, decidida e incuestionable por transformar el Estado español en una República Federal, semejante a la que rige en Alemania, Suiza, Estados Unidos o Argentina, reorganizando previamente el actual Estado de las autonomías.

Digo reorganizando sin intención molestar a nadie, ni ser acusado de lo que no soy, por pedir explicaciones sobre los argumentos no políticos, es decir, las razones objetivas que justificaron la creación de ¡¡cinco autonomías uniprovinciales!!, amén de Ceuta y Melilla, salvando de la quema a los madrileños por esos seis millones y medio de ciudadanos que ocupan su territorio, duplicando a Galicia y multiplicando por catorce a quienes pisan la huerta murciana.

Quienes hemos tenido la oportunidad de vivir durante años en otros países alejados de la patria chica, estamos convencidos que el futuro de los terrícolas es ser ciudadanos de un mundo sin fronteras, apátridas sin reivindicaciones lugareñas aunque mantengamos nostalgia por la tierra que nos vio nacer.

No está el futuro en la división territorial, en la fragmentación y en la secesión, sino en la abolición de alambradas que nos separen. Y no se necesita una gran solidaridad para dar a quienes les falta, aquello que a los demás les sobra.

Las diferencias lingüísticas, culturales, tradicionales, paisajísticas, climáticas y orográficas, entre algunos territorios españoles son evidentes, pero este reconocimiento no excluye el entendimiento, la solidaridad y la gestión compartida, sin necesidad de llegar a la anacrónica independencia territorial, respetando identidades naturales en el marco de una confederación, con amplio margen de autonomía a los territorios federados, como tuve ocasión de disfrutar en Suiza durante varios años.