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GUERRA INTERMINABLE

GUERRA INTERMINABLE

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Nadie se creyó el final de la Primera Guerra Mundial con la firma de la paz en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles, que abrió años después las puertas a la mayor locura colectiva que persona alguna pudo imaginar, llevándose por delante a ¡cincuenta millones! de seres humanos, antes de concluir aparentemente con la redención alemana.

Esta guerra caliente se transformó más tarde en fría durante largos años, hasta llegar al momento actual en la que los promotores y perdedores de dos guerras mundiales, han guardado sus misiles bélicos en la memoria de Peenemünde, y apuntan con monedas de euro a la cabeza de quienes fueron indulgentes y generosos con ellos.

Urge finalizar con esta guerra mundial interminable dándola verdaderamente por terminada, sin arañazos abiertos ni heridas por cicatrizar, cauterizando la piel en carne viva y lavando los restos de sangre que puedan haber dejado en el rostro de los pueblos tales contiendas ya embalsamadas en la historia.

Es lamentable que en momentos de unificación europea, mestización y mundialización de la especie, se le esté negando una nueva oportunidad a la paz, por cuestión de mayor o menor liquidez bancaria de unos países sobre otros, cuando lo que está en juego es el futuro de la Humanidad, la dignidad de las personas y la supervivencia del género humano, imposible de sostenerse sin el esfuerzo de la mayoría, porque la minoría poderosa jamás podrá sobrevivir si aniquila a quienes los sustentan en el poder.

No podemos cruzar nuestros brazos en el pecho y mirar con indiferencia la tragedia de otro pueblo que puede ser nuestra, si un malhadado golpe de suerte nos lleva al matadero, como tantas veces la historia nos recuerda para que no olvidemos que ningún pueblo está exento de la tragedia, por lo que todos debemos unirnos hasta lograr una paz interminable.

CONSUELO Y ESPERANZA

CONSUELO Y ESPERANZA

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En todos los rincones del mundo hay personas dispuestas a luchar por la justicia, poniendo la verdad por delante y llevando la honradez en bandolera, siendo esta certeza un consuelo para la frustración colectiva que sufrimos cuando vemos doblarse la vara de la justicia no por el peso de la misericordia, sino del poder, la dádiva o la codicia.

Esta es nuestra gran esperanza y el arma moral que nos permitirá alcanzar la paz que todos deseamos. Una paz que nada tiene que ver con los armisticios de guerra donde los pueblos pactan la suspensión de hostilidades y los ejércitos se retiran de los campos de batalla, para comenzar en los despachos otras guerras frías que llevan a exterminios similares a los de siempre, sin disparar un solo tiro.

Debe consolarnos que cada día se hace más pequeña la tierra y acabaremos siendo todos vecinos en una gran urbe donde el mestizaje acabará con el racismo y la xenofobia pasará a los libros de texto como patología social prehistórica, porque todas las personas tenemos los mismos sentimientos, el mismo color de sangre, las mismas lágrimas, idéntico corazón, iguales sueños y almas compartidas en diferentes cuerpos.

Para entendernos no necesitamos tener el mismo lenguaje verbal sino ambiciones morales comunes y comprensibles en todas las latitudes, haciendo de los sentimientos el idioma universal que nos permita comunicarnos y comprender que la bondad nos une a todos con la misma fuerza que nos hiere la injusticia social que detestamos.

MI DÍA DE LA MADRE

MI DÍA DE LA MADRE

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No simpatizo con los “Días de…” porque entiendo que todas las jornadas son días de la infancia, de la paz, el hambre o los derechos humanos, con mérito propio para hacer realidad diaria lo que pretenden recordar cada uno de ellos, el día que tienen asignado.

Pero entre todos esos días, guardo especial recuerdo al día de la madre, aunque jamás haya podido homenajearla ese día ni los trescientos sesenta y cuatro restantes, compartiendo festividad y consuelo con cientos de hermanos adoptivos en el Colegio Infanta María Teresa, que todavía guarda intratapias inolvidables recuerdos de mi infancia y primera juventud.

Allí celebré con fraternales amigos de colpicio el “Día de la madre” cada 8 de diciembre durante los quince años que convivimos juntos, hasta que en 1965 alguien decidió cambiar esa celebración al primer domingo de mayo, sin doblegar mi voluntad, ya que permanezco inmóvil en mi sitio, recordando a las madres de mis compañeros, un día como hoy de cada año.

Simple homenaje a las enlutadas madres viudas de mis confraternales amigos, que lloraban la ausencia del marido y el alejamiento del hijo por obligada subsistencia, sumándose a ellas las abuelas y tías tutoriales que habían tomado el relevo de las madres ausentes, por fatal destino de la desgracia injusta.

Sencillo ofrecimiento patrocinado por la dirección del colegio para materializar el abrazo a las madres en humilde tarjeta descarada, que silueteaba en negra sombra al padre ausente aparentando una presencia en la mesa, imposible de alcanzar porque el destino había cerrado las puertas al amparador reencuentro.

Sobre la cartulina dejábamos estrofas dictadas y enviábamos besos con palillero, humedeciendo el plumín en tintero dolorido por una orfandad, siempre injusta, desigual y a destiempo, pero nunca merecida por el manojo de almas que nos arracimábamos en torno a la obligada celebración litúrgica.

SOLEDAD SOÑADA

SOLEDAD SOÑADA

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La carencia involuntaria o voluntaria de compañía es lo que distingue la negra soledad de la soledad soñada, siendo la primera hermana del desamor y la segunda inspiración amorosa, sin que ambas exijan necesariamente el enamoramiento de otra persona, pues la propia vida es objeto de amor, igual que la belleza, el perdón, la paz o la amistad.

Sea cual fuere la soledad prendida, esta es siempre personal e intransferible, tanto en la dicha y como en el infortunio, pero la soledad soñada elige los destinatarios donde se hospeda, exigiendo especiales condiciones de alojamiento para acampar en el alma que demanda su presencia.

Este aislamiento emocional pide sosiego de espíritu, amor sin cautela, serenidad de ánimo, entrañable recuerdo, nostalgia redentora y corazón abierto a la felicidad que reporta el silencio recogido, la calma alentadora, el alejamiento de la prisa, la ceguera del artificio y el destierro de la bisutería, para acercarse de puntillas a la penumbra de una vela encendida, a la música estremecida y a los pétalos verdecidos.

La soledad soñada no necesita luz, ni reverso de imagen en el espejo, ni sombra de pensamiento, porque le basta seguir el rastro del amor para embargar espíritus con irremediable dicha, alzando puentes levadizos hacia el nuevo mundo que espera tras la huida del bullicio, recuperando el estado basal donde se encontraba la vida antes de partir hacia la agitación anímica.

ADIÓS, MARINA

ADIÓS, MARINA

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El obturador de la cámara fotográfica de Juan Guzmán reunió en el gesto desafiante de una joven luchadora por la libertad, a todas las milicianas que se echaron un máuser a la espalda y se fueron por las trincheras a defender los ideales republicanos que votaron la mayoría de los españoles en abril de 1931, aunque ella siempre estuviera en retaguardia.

La fama de Marina Ginestá no sería tal, ni estaría en las portadas de todos los periódicos si se hubiera negado a retratarse en 1936 en la terraza del barcelonés hotel Colón, a las pocas semanas de comenzar la incivil guerra civil, que se llevó por delante a miles de españoles que todavía andan perdidos por las cunetas.

“Dicen que en la foto del Colón tengo una mirada arrebatadora. Es posible, porque convivíamos con la mística de la revolución del proletariado”, dijo Marina a un curioso periodista que le preguntó décadas más tarde por la foto que se hizo con sus juveniles 17 años de edad, en la terraza de dicho hotel.

«La foto refleja el sentimiento que teníamos en aquel momento. Había llegado el socialismo, los clientes del hotel se habían marchado. Había euforia. Nos aposentamos en el Colón, comíamos bien, como si la vida burguesa nos perteneciera y hubiéramos cambiado de categoría rápidamente», reconoció en su domicilio parisino al enviado por la Agencia Efe.

Marina pasó ayer a incrementar la nómina de milicianas desaparecidas, al abandonar su memoria en un hospital de la capital francesa sin decir palabra, con 94 años de edad y mirando la foto que le dio fama, honor y gloria entre los corazones rojos; y desprecio, insultos y vituperios de las camisas azules, en tiempos de particiones, roturas y divisiones, que urge enviar al olvido, para ganar juntos un futuro en paz.

Periodista de raza, intérprete descarada en la entrevista de Durruti con el periodista Koltsov y militante del PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña), fue herida y atendida en un hospital montpellerino, antes de exiliarse a la Republica Dominicana, de donde huyó en 1946 escapando de las amenazas del dictador Trujillo.

«La juventud, las ganas de ganar, las consignas,… yo me las tomaba en serio. Creía que si resistíamos ganábamos. Teníamos la sensación de que la razón estaba con nosotros y que acabaríamos ganando la guerra, nunca pensamos que acabaríamos nuestras vidas en el extranjero», rememoraba antes de morir.

GOBERNAR

GOBERNAR

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Gobernar no es tanto imponer y mandar, como guiar y llevar al pueblo de la mano hacia un futuro mejor, después que éste haya depositado su confianza en los vecinos que se ofrecen a dirigir sus vidas, presumiendo de tener la brújula que conduce a la prosperidad, el bienestar y la paz, con entendimiento, cordura y generosidad.

Gobernar es servir a la verdad evitando engaños masivos, falsas promesas, respuestas inoportunas, guiños cómplices, frases prefabricadas, órdenes de mando, consignas inaceptables, filas prietas y decisiones interesadas a favor de cuentas corrientes propias.

Gobernar exige cautela, imaginación, prudencia, verdad, sabiduría, transparencia, humildad, talento, respeto y una gran vocación de servicio público que pide renuncia a beneficios propios y sacrificio personal, compensado con el afecto de los gobernados, la gratitud de los vecinos, el reconocimiento de la historia y la presencia duradera en la memoria colectiva del pueblo y las generaciones futuras.

Gobernar es avanzar manteniendo lo que deba conservarse; promover una sociedad justa donde cada cual reciba aquello que le corresponde; proteger la salud, mejorar la educación, preservar la libertad y evitar el desempleo a golpes de crecimiento.

Para gobernar no se necesita carisma, ni buena imagen artificial, ni poses en bandolera, ni aplausos enlatados, ni seriedad de porcelana, ni secretismo oficial, ni paternalismo popular, ni sonrisas de conejo, ni demagogia populista, ni plantas trepadoras, ni peldaños humanos para pisar a los demás en el ascenso.

DERECHOS DE LOS NIÑOS

DERECHOS DE LOS NIÑOS

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Mientras algunos celebran hoy el aniversario de la muerte de Franco y otros lloran la desaparición del general, muchos de nosotros miramos para los peques con intención de festejar con ellos el día universal de sus derechos, desde que el 20 de noviembre de 1989 se acordaron en la Convención sobre los Derechos del Niño y fueron aprobados posteriormente por la Asamblea General de las Naciones Unidas y ratificados por doscientos países.

El colectivo social más vulnerable, quedó así protegido legalmente de quienes discriminaban a los niños, despreciaban sus intereses, limitaban la supervivencia, olvidaban su desarrollo y despreciaban las opiniones de los infantes en cuestiones que les afectaban.

Es un buen día para recordar que tienen los niños el derecho a nacer y vivir libremente con dignidad, a disfrutar plenamente de juegos educativos, a tener nombre, nacionalidad y más derechos, sin discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión, origen, posición económica o cualquier otra condición.

Tienen derecho los niños a vivir en una casa digna, recibir la alimentación, ser atendidos y protegida su salud con beneficios sanitarios antes de nacer, al nacer y después de haber nacido, así como a criarse en un ambiente familiar y social de afecto y seguridad, donde prime el amor y la comprensión.

Tienen derecho los niños a ser protegidos contra toda forma de abandono, compraventa, crueldad y explotación, no pudiendo trabajar antes de una edad mínima adecuada, ni dedicarse a ocupación o empleo alguno que pueda perjudicar su salud o educación o impedir su desarrollo físico, mental o moral.

Tienen derecho los niños a recibir educación gratuita y obligatoria, en igualdad de oportunidades, que les permita desarrollar su sentido de responsabilidad moral y social, así como recibir información adecuada y formación conveniente, que promueva el respeto, la paz y la convivencia social

Tienen, finalmente, derecho los niños a vivir en armonía, a estar protegidos contra toda discriminación, y ser aleccionados para la comprensión, tolerancia, amistad y solidaridad, para que consagre sus energías, esfuerzos, afanes y aptitudes al servicio de los demás.