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Etiqueta: parados

ER FÚRBOL

ER FÚRBOL

Ha caído un gran telón sobre la piel de toro, ocultando transitoriamente la tragedia nacional que nos embarga, aliviando con balón de cuero y secreto de margarita la  undécima plaga bíblica que nos mantiene en un profundo estado depresivo a causa de la atenazante crisis económica y anímica que nos embarga.

Por unas horas se han olvidado millones de parados, que están parados. Ha pasado a segundo plano la fractura entre trabajadores y empresarios. Se ha arrinconado en el desván la revuelta social que se avecina. Y las medidas de ajuste que ahogan al vecindario se han ocultado bajo el plasma televisivo.

No sé si todo ello será bueno, pero el mal entendimiento teatralizado en el Parlamento se ha frivolizado entre políticos partidarios de escuadras diferentes. La falta de soluciones eficaces para salir de la crisis se ha sustituido por propuestas tácticas futbolísticas. Las discrepancias se han diluido a gritos en el vaso de cerveza. Y los éxitos o fracasos de los ídolos se han transformado en risas o lágrimas de los paganos que no sacan beneficio alguno del negocio.

No sé si todo esto será bueno, pero a mí me ha rejuvenecido y se lo agradezco a los promotores del despiste. Quiero decir que los eventos futboleros me trasladan a recientes épocas pasadas en que tales maniobras de distracción eran utilizadas torticeramente por los propagandistas del régimen como adormideras del pueblo.

RECORTES

RECORTES

Por fin se abrió el melón de los presupuestos, que ha resultado ser más patatero de lo esperado. Incomible, vamos. Veneno, para entendernos. Es decir, para echarlo directamente a la basura si esto fuera posible, pero no es así porque millones de ciudadanos decidieron que fuera de otra manera.

Varias semanas esperando que los Presupuestos Generales del Estado vieran la luz y ahora resulta que no podemos encender las bombillas porque el aumento de la tarifa eléctrica nos impide dar al interruptor, y la subida de combustible para los vehículos de motor nos obliga a dejar el coche en el paro, junto a los cinco millones de ciudadanos laboralmente inválidos.

Pero no todo es malo. El bondadoso Gobierno que ha dejado sin prestación a los pobres  “dependientes”, les ofrece la posibilidad de ser atendidos en las iglesias donde habrá luz, agua, calefacción y trabajo, ya que el porcentaje de recortes no llega al 0 % en la asignación de cantidades a la Institución eclesial.

Unos por otra, para compensar. Pero tengo la convicción que quienes no pueden valerse por sí mismos habrían preferido mantener la prestación en vez de mendigar a las puertas de los templos. Estimo que una organización millonaria en efectivos bancarios, bienes inmuebles, obras de arte, patrimonio institucional y millones de fieles dispuestos a ayudarla, podría evitarle a los “dependientes” el bochorno de extender la mano, dándoles la parte que les corresponde.

En cambio, a los parados y desprotegidos les queda el consuelo de saber que con el dinero recaudado por la amnistía fiscal a las grandes fortunas, podrán seguir admirando, respetando y venerando a quienes viven de sus lágrimas y del sudor frío de quienes estúpidamente les admiran, respeta y veneran, sin tener siquiera ocasión de envidiarles porque les han cerrado el futuro.

COMIENZA EL ESPECTÁCULO

COMIENZA EL ESPECTÁCULO

¡Parados y paradas! ¡Indignados e indignadas! ¡Ciudadanos todos y ciudadanas todas! Tomen asiento, que comienza el espectáculo de la confusión y el engaño. Del olvido de promesas sin cumplir y del anuncio de las que no serán cumplidas.

Comienza la subasta del hambre ajena, el mercadeo con el dolor extraño, el comercio de ilusiones y la explicación de una realidad virtual que hace castañear los dientes a quienes viven en la intemperie de la soledad y el abandono.

Comienza la pugna por lograr la mayor oferta en el mercado de la seducción. La secuencia de disparates camuflados en proposiciones importadas del país donde vive Alicia. Y el vapuleo al adversario con palabras enardecidas que soliviantan las vísceras de los correligionarios.

Comienzan los motores a circular en sentido opuesto al que van los ciudadanos, dispuestos a llevarse por delante lo que encuentren a su paso con tal de alcanzar la meta que se han propuesto, para lograr su objetivo una vez más.

Comienzan los descarados vaticinios de brotes verdes en un terreno desértico, las soluciones imposibles al tsunami que se avecina y las profecías de que cualquier tiempo futuro será mejor, sin percibir que el futuro ya ha arruinado muchas vidas.

Comienzan los autores y cómplices de la tragedia a proponer la redención de los males que ellos mismos han provocado con su ignorancia, omisiones, silencios y mentiras durante años, llevando ambos con orgullo en la solapa el mérito de haber sido los políticos más incompetentes de la moderna historia de España.

Comienzan los flautistas de Hamelín a templar las flautas, sin tener en cuenta que en esta ocasión sólo van a seguirles los que perecerán ahogados como las ratas de la leyenda contada por los hermanos Grimm.

Ya están preparados los escenarios, dispuestos los micrófonos, escritos los guiones, encendidas las candilejas, reforzados los atriles y saturados los botiquines con pastillas para la garganta y guantes de roble para los palmeros. Entre bastidores esperan su turno los teloneros y primeros actores, mientras los ingenuos incondicionales se hacinan con vividores de la farsa para elevar su santo al altar de la Moncloa y el séquito de profanos beatos a honoríficos camarines laterales.

EL LUNES, MÁS PARADOS

EL LUNES, MÁS PARADOS

EL LUNES, MÁS PARADOS

Teniendo en cuenta que las urnas son imprevisibles, podemos considerar la posibilidad de que los 79.162 cargos públicos que hoy están ocupando sillones oficiales, hagan cola el lunes en las ventanillas del Servicio Público de Empleo Estatal, con lágrimas en los ojos y el rabo bajo las piernas, solicitando una prestación por trabajos prestados, que muchos no merecen.

Salvo pequeños errores de menor consideración, dentro de cuatro días es posible que deje de sonar el teléfono para 17 presidentes de comunidad, 171 consejeros autonómicos, 1190 altos cargos, 1206 parlamentarios, 8116 alcaldes y 68.462 concejales.

Algunos de estos millares solamente se irán al paro político porque la excedencia que han disfrutado en el sillón les permitirá reincorporarse a su oficio natural, recibiendo la nómina cada mes.

Pero ¿la mayoría de ellos? unirán al paro político, la desocupación profesional, recibiendo del SEPE la asignación mensual que les corresponda por la exclusividad del cargo que han ocupado, o debida a la inactividad en la que estaban cuando el partido – que no las urnas, ¡ojo! – los sentó en consistorios y parlamentos.

Bien, pues sólo nos queda imaginar el domingo por la noche a estos miles de ciudadanos comiéndose las uñas delante del televisor durante el escrutinio, y lamiéndose las heridas a la mañana siguiente, pensando más en su futuro que en la ideología que hoy defienden y predican apasionadamente.

Y detrás de ellos, pero muy próximos, irá la incontable nómina de los favorecidos por sus decisiones; de los que hoy todavía ocupan cómodos e influyentes puestos secundarios; de los que han gozado de bula en sus actuaciones durante cuatro años; de los que tienen comisiones de servicio inmerecidas, por injustificadas; de los que pisan aún despachos oficiales ajenos sin pedir permiso a nadie; de los que han hinchado el pecho sin virtud alguna; de los que medraron a base de genuflexiones; de los que se han recogido a la sombra del padrino por carecer de sombra propia; de los jefes de gabinete, y asesores de la nada, que jamás llevaron la contraria al césar que los protegía; y de los cargos de confianza, eufemismo de la mayor prevaricación.

Esto les sucederá a ellos, mientras los demás permaneceremos resignadamente en nuestro sitio, pensando que los nuevos ¿dirigentes? actuarán con igual impunidad que sus predecesores, disfrutarán de los mismos privilegios, cobrarán sus elevadas nóminas y actuarán con el mismo nepotismo, porque la diferencia entre unos y otros no pasa de las siglas que imprimen en sus carteles, panfletos, sedes y banderas.

 

MÁS ELECCIONES

MÁS ELECCIONES

Versodiario 5 :

Observo el mundo y me digo:                                                                                                            entre la realidad y los sueños                                                                                                            tiene su espacio el mendigo

MÁS ELECCIONES

Sí, queremos más elecciones, muchas más elecciones. Elecciones mensuales o semanales, según convenga, y conviene mucho. A lo que sea, pero que se solapen las elecciones indefinidamente,  aunque tengamos que pagar por ellas el dinero que no tenemos.

Queremos más elecciones, porque sólo ellas nos acercan a la realidad, alejándonos de ficticias crisis económicas que no están sino en la mente de parados y  mileuristas. Sólo el desfalco político electoral será capaz de sacarnos del pozo pesimista en que estamos sumidos sin justificación alguna. Sólo el gasto innecesario en obras inútiles o el despilfarro en necesidades inexistentes, nos alejara de los problemas cotidianos, provocando que los índices bursátiles se salgan por encima de la pantalla.

Bienvenidas sean, pues, las elecciones, con sus estrenos y promesas de salvación, aunque sea engañándonos a todos, incluso a los promotores de las mentiras que acaban por creerse sus propios embustes, mientras ensayan entre bastidores la ceremonia de su coronación.

Ha llegado el momento de recoger firmas para solicitar la prolongación indefinida del fantasioso espacio electoral, donde se inauguran manantiales secos que jamás darán agua a la sedienta población. Ficticias autopistas que llevan a verticales acantilados para que se despeñen los incautos que por ellas circulan.  Sedes culturales en la cumbre del Moncayo para alpinistas despistados. Bibliotecas sin estanterías ni libros para  analfabetos. Aeropuertos virtuales para que los jubilados  deambulen por el asfalto arrastrando su miserable pensión. Piscinas sin agua  para que los lagartos tomen el sol. Y campos de deportes en el mar para que salten los delfines.

Inauguraciones que se complementan con quiméricos proyectos, fruto exclusivo de  imaginaciones calenturientas, alimentadas con demagogias de terciopelo por quienes proponen mejoras imposibles a los ciudadanos con intención de seducirlos. Cantos de sirena que llenan de papeletas las urnas, aunque los votantes sepan que nada será cierto, pero la tradición les ha turbado el entendimiento y derogado el sentido común, anulando su rebeldía con tantas promesas incumplidas.

Perversiones que abren de par en par las puertas a un país encantado a gusto de los embaucadores de tribuna, del que son expulsados durante el periodo electoral los millones de parados para que no rompan la imagen de un paraíso inexistente.