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PUNTOS SOCIALES CARDINALES

PUNTOS SOCIALES CARDINALES

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Para salir del barrizal donde nos encontramos, urge cambiar los límites morales de España poniendo al Norte la honradez, que nos salvará de la corrupción; al Sur, la competencia que evitará los errores; al Este, la solidaridad, que promoverá la convivencia; y al Oeste, la vocación de servicio de los cargos públicos que dirigen el país por voluntad del pueblo, que paga sus salarios, dietas y privilegios.

Con la ética por bandera, será fácil poner la sanidad, la educación, la justicia y la dependencia en el lugar que les corresponde. La primera, nos dará la salud necesaria para tener el bienestar que merecemos; la educación será escoba intelectual para barrer las mentiras oficiales; la justicia espantará la impunidad de los pecadores sociales; y las ayudas a la dependencia harán más feliz la vida de los infelices.

Pero mientras haya ciudadanos aplaudiendo a futbolistas defraudadores a las puertas de los juzgados; mientras continúen los vítores a tonadilleras encarcelas; y mientras se mantengan las audiencias a salvadores programas telebasura, estaremos cada día más lejos de la limpieza mental que necesita este país para acometer con éxito la pureza moral.

PALABRAS DESLIZANTES

PALABRAS DESLIZANTES

imagesHay un gran comercio de palabras. Se venden, se prestan, se cambian y hasta se dan, con honor, palabras. Palabras para la pena, para las urnas, para la muerte, para la cuna y para la vida. Palabras altas y bajas; duras y tiernas; agrias y dulces; gruesas y finas. Palabras en manos de palabreros que embaucan, hipnotizan, deslumbran, hieren y ciegan.

Hay también palabras deslizantes que se pronuncian desde la cumbrera de un tejado que vierte sus aguas a corazones bien distintos, descosiendo las tejas o zurciéndolas, según que las palabras se deslicen a un lado u otro del filo que separa las dos vertientes protectoras de lluvia, evitando goteras y vías de agua que puedan ahogar la conciencia de los moradores que se protegen bajo las cumbreras.

Son las mismas palabras pero con distinto significado, según se caigan al norte o al sur, porque las mismas voces ofenden a quienes viven al norte de la vida y consuelan a los que sobreviven en el sur, como sucede con las palabras: justicia, igualdad y solidaridad, cuando la injusticia promueve insolidariamente la desigualdad.

La forma de evitar este deslizamiento de las palabras desde el caballete, es invertir los tejados poniéndolos hacia arriba, pero esto no es posible porque se inundarían las habitaciones sociales, quebrarían sus muros de la casa y nos quedaríamos sin espacio para vivir, ni palabras para invocar el milagro de la redención de la miseria.

UNAMUNO Y LAS MANIFESTACIONES

UNAMUNO Y LAS MANIFESTACIONES

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Un profesor universitario amigo y simpatizante de la organización política Podemos, me preguntaba ayer por la opinión que Unamuno tenía sobre las manifestaciones populares, con motivo de la convocada para hoy en Madrid  por el partido político antes citado, – en el aniversario de la boda de don Miguel -y hago pública la fácil respuesta que le di, pues  Unamuno siempre fue un hombre comprometido con la clase social menos favorecida y protagonista de numerosos actos de protesta.

Es obligado recordar que Unamuno promovió y participó en muchas manifestaciones callejeras de diferentes ciudades españolas, presidiendo la mayoría de ellas detrás de la pancarta, como certifica la foto que ilustra este artículo donde se le puede ver junto a Indalecio Prieto y Largo Caballero en la cabecera de la manifestación del primero de mayo de 1931.

Presidió las dos organizaciones obreras salmantinas más importantes: la Unión  Ferroviaria y la Federación Obrera, que terminaría siendo UGT, así como las asociaciones gremiales de la ciudad, uniendo a los numerosos mítines sus campañas agrarias para agitar las mentes de los campesinos, al tiempo que estimulaba la pasividad de los estudiantes, luchando incansablemente por la justicia, la honradez y la verdad, por encima de la paz.

Recordemos hoy su opinión sobre la actuación violenta de algunos miembros de la policía en la represión de las protestas callejeras, remontándonos a la mañana del lunes 5 de mayo de 1930 cuando se presentó en el edificio universitario de la madrileña calle San Bernardo para dar un mitin, que terminó en protestas estudiantiles, reprimidas por orden del coronel Romero con cargas policiales desmedidas de los guardias de seguridad, enarbolando sables contra los jóvenes que corrían a protegerse en portales, cafés, locales y viviendas.

Su opinión sobre la actuación policial la hizo pública en los siguientes términos:

Tengo necesidad de hacer un poco de historia para recoger ciertos sueltos de ese periódico “ABC” que es el abecé de los analfabetos españoles y de una pobre hoja lanzada hoy en esta ciudad. En mayo último fui requerido por los estudiantes de la F.U.E. de Madrid, y a mi llegada a la estación del Norte, presencié una de las representaciones más bárbaras que he visto en mi vida. Sin que hubiera una pedrada, ni un palo, ni acto violento alguno, se comenzó a dar cargas violentas, para tratar de reprimir, sencillamente, unos gritos que daba la juventud. En ninguna parte de ningún país civilizado se emplean estos procedimientos y se reprimen los gritos con palos y sablazos.

PAÍSES SIN VOZ

PAÍSES SIN VOZ

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En el reparto geoeconómico que han hecho los países norte dejando al sur de la vida a los más pobres, queda claro que muchos de estos son realidades fantasmales que sólo cuando les azota una singular desgracia son observados compasivamente por el norte, sin que estos hagan el amago de echarse la mano al bolsillo para ayudarles a salir de las arenas movedizas que amenazan con devorar a los sureños.

Países como Botswama, Eritrea o Rwanda, no aparecen en las pantallas televisivas salvo que a un rey le dé por ir a matar elefantes a su territorio, se mutilen entre ellos, el ébola los desangre o el hambre haga estragos entre la población, porque sin catástrofes excepcionales estos países no existirían ni sus habitantes merecerían un renglón en las páginas de periódicos norteños.

Sólo aparecen en los medios de comunicación cuando una inundación se lleva pueblos enteros de una comarca, el fuego devora sus montes, una epidemia diezma la población o el SIDA hace de las suyas en miles de cuerpos sin futuro, pasando en pocas horas al más absoluto anonimato aunque sucedan a diario tragedias que harían enmudecer al mundo si sucedieran en países del norte.

Así sucede que llena más páginas de periódicos y abre más telediarios en todas las cadenas televisivas la noticia de la muerte de un niño atropellado en una calle madrileña, que el fallecimiento diario de 25.000 personas de hambre por faltarles un mendrugo de pan que llevarse a boca.

En este reality show del sur, los desgraciados no aparecen en la tele, salvo para verlos morir en directo con el objetivo de la cámara apuntando directamente a la burla de una sociedad que consuela su indiferencia lamentándose de la desgracia ajena, pero sin alzar los brazos ni coger el hazadón.

TURISTAS EN ESPAÑA

TURISTAS EN ESPAÑA

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En plena canícula juliana, con el tiempo haciendo de las suyas, las playas coloreadas de sombrillas, los chiringuitos sin asientos disponibles y  algunos jóvenes turistas cayendo como moscas ebrias desde los balcones hoteleros, es buen momento para mirarles a los ojos y reconocer a muchos de ellos como mediocres visitantes.

Sin necesidad de echar mano a sesudos estudios estadísticos de sociología turística, podemos afirmar que a nuestras playas llegan mayoritariamente turistas de mediano pelaje social, venidos principalmente del Reino Unido, Francia y Alemania en busca de sol, mar, descanso, cerveza y buenos precios.

Los que más engordan las arcas de hosteleros y comerciantes son los rusos que se dejan 1.500 euros cada uno durante el mes de vacaciones, y los procedentes de países nórdicos que gastan 1.200 euros por cabeza, aunque el número de ellos no alcance a los turistas alemanes que dejan 938 euros por persona al mes, los británicos 766 y 593 los franceses.

Representan una minoría los turistas interesados por nuestra cultura, museos, paisajes, bibliotecas, archivos, hemerotecas y centros culturales, buscando la mayoría de ellos sol, gastronomía y folclores festivos, donde son frecuentes los excesos de quienes Racionero llamó bárbaros del norte.

Los que hayan convivido con los turistas europeos en su propio territorio, saben que su comportamiento en los países de origen nada tiene que ver con las actitudes que muchos presentan en nuestra tierra, más cercana al ocio grosero y a los abusos etílicos, exigiendo además ser atendidos en otro idioma diferente al castellano, cuando a ningún español se le ocurre ir con su lengua materna por Europa.