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Etiqueta: Miguel Hernández

11 – S

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Atentado-a-las-torres-gemelas

Hace hoy catorce años que el yihadismo de Al Qaeda hizo temblar al mundo, horrorizó al sentido común, alentó el peor instinto de venganza en los sobrinos del Tío Sam y paralizó las conexiones neuronales de la raza humana, viendo estrellarse dos aviones suicidas contra los rascaleches de Miguel Hernández y otro contra el edificio pentagonal desde cuyos despachos se envían soldados al matadero.

En el atentado murieron 3.000 personas inocentes que nada tenían que ver con las reivindicaciones terroristas y otras 6.000 quedaron heridas sin culpa alguna de las quejas expresadas por los suicidas antes de emprender el inexistente viaje al encuentro con Alá, en las cajas mortuorias que estrellaron contra las presuntuosas torres gemelas.

Algo de terrorífico tiene el terrorismo que lo hace detestable, por mucho que los terroristas pretendan justificar el terror que infunden con sus acciones terroristas.

Algo de injusto tiene el terrorismo llevándose por delante la vida inocentes o mutilándolos, para que los matarifes pongan muertos y heridos en las mesas de negociación.

Algo de irracional tiene el terrorismo cuando el fanatismo y la incultura se apodera de la voluntad de los pistoleros, artificieros y bombas humanas para sembrar el terror.

Pero, también, algo de invencible tiene el terrorismo cuando lo practican suicidas que se consideran mártires que pasarán a la historia o irán directos a virtuales paraísos, existentes solamente en las mentes de quienes se inmolan pensando en la felicidad eterna.

Amor de Nobel a novel

Amor de Nobel a novel

Hernández

«De Nobel a Novel. Epistolario inédito», es el título del libro donde se recoge el intercambio epistolar de 309 cartas entre Vicente Aleixandre con su íntimo amigo Miguel Hernández y su esposa Josefina Manresa, pudiendo verse en él las relaciones que el malogrado poeta de Orihuela tuvo con algunos colegas, en nada parecidas a las mantenidas con el compilador y difusor de la obra hernandiana.

A sus dos sostenedores, Aleixandre y Neruda, se unió la pintora Maruja Mallo atemperando la calentura sexual del poeta cabrero, y José María de Cossío dándole trabajo en la redacción de la enciclopedia taurina, pero muchos escritores no tuvieron buenos ojos para él. Así, sufrió la desconfianza de Lorca, el desprecio de Luis Cernuda y la marginación de Alberti y María Teresa León, quien llegó a darle una bofetada cuando en un descanso del frente de batalla les recriminó sus juergas en el Círculo de Bellas Artes.

El cariñoso vocabulario empleado por Aleixandre para dirigirse a Miguel Hernández va más allá de la amistad personal entre ellos, confirmándose que el futuro Premio Nobel de Literatura estaba “encandilado” por el novel poeta oriolano, doce años menor que el entonces ganador del Premio Nacional de Literatura por su obra «La destrucción del amor».

No es Josefina un obstáculo para Vicente Aleixandre quien pide a la pareja que se quieran mucho, “hasta que crujan los árboles y el suelo”, al tiempo que escribe a su amado Miguelito líricas propuestas que complacen oníricamente al pastor de cabras: “Qué gran corazón de amante tienes, poeta. Qué huracán, qué torrente, qué bosque, qué mar bravío, qué Miguel entero eres para querer”.

Satisface haber superado tabúes y poder hoy hablar libremente de estos amores furtivos entre visillos, ocultos a comadres y almas con sotana disfrazadas, declarando sin ambigüedades las preferencias sexuales de Lorca, Luis Cernuda, Jacinto Benavente, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, Jaime Gil de Biedma, Terenci Moix, Álvaro Pombo o Luis Antonio de Villena, por citar algunos escritores modernos, que sufrieron en tiempo vilipendio, menosprecio, marginación y, en algún caso, castigo.

HINTELEZTUHALES

HINTELEZTUHALES

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El doctorado honoris causa es el máximo grado académico que otorgan las universidades españolas desde 1920, a personas públicas eminentes que han destacado por sus méritos profesionales, relevancia intelectual y científica, o especiales contribuciones al desarrollo de la sociedad y el bienestar común.

Pero no siempre los doctorados honoríficos se otorgan a ciudadanos merecedores de ello, sino a hinteleztuhales éticamente frágiles como la porcelana, histriónicos personajes que a todos engañan, mercachifles que mancillan la honradez y turbios personajes que pastan en alcantarillas morales.

Así sucedió con el antiguo cobrador del autobús familiar que su padre conducía por las carreteras gallegas, don Gerardo, distinguido en 2008 con el doctorado honoris causa por la Universidad ilicitana “Miguel Hernández”, sin otro mérito hinteleztuhal que tomar cañas de cerveza en la cafetería de la Escuela de Ingenieros Industriales, hasta que pasó a ser “el Ferrán” en el hospedaje público de Soto del Real, donde el honorífico doctorado universitario le fue cambiado en 2013 por el meritorio doctorado en estafa pública, con alzamiento de bienes, blanqueo de dinero y fraude impositivo a los ciudadanos.

Otro destacado hinteleztuhal, frustrado clérigo y médico sin oficio, ha ostentado varios doctorados universitarios honoríficos que recibía con la mano derecha, mientras por la izquierda estuvo durante treinta años estafando a los ciudadanos envuelto en la protectora señera, hasta que el molt honorable Pujol pasó a ser el molt depredador de bienes ajenos, por obra y gracia del 3 %, grave problema que contaminó sus papilas políticas con ambición enfermiza.

Con toga, muceta, cara dura, pelo engominado, Gaudeamos, Laudatio y rey por testigo, don Mario Conde fue investido doctor honorífico de la Complutense por el rector Villapalos el 9 de junio de 1993, siendo experto en meter mano en caja ajena, sin mover un pelo de su cabello, hasta ser inquilino a gastos pagados durante años en el hotel de Alcalá Meco.

Este hermoso ratero de Argentia Trust, concluyó su discurso de investidura en la Universidad Complutense, diciendo: «El gran desafío consiste en dotar de humanismo nuestros proyectos colectivos. En recuperar al hombre. En recuperar el pensamiento humanista como definidor de la arquitectura de todo modelo social”. Tras sus palabras, Pinocho se hizo hombre…

GUARDIAS CIVILES

GUARDIAS CIVILES

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Un día como hoy de 1844 se creó por Real Decreto el cuerpo especial de fuerza armada de infantería y caballería, llamando Guardias Civiles a los miembros integrantes de dicho cuerpo, bajo las órdenes del mariscal de campo Francisco Javier Girón y Ezpeleta, a la sazón Segundo Duque de Ahumada, encargado de hacer posible la dualidad policíaca y militar que tiene asignada el benemérito cuerpo de la Guardia Civil.

Olvidemos, el día de su cumpleaños, irracionales páginas negras en la desmemoria del luto y recordemos servicios de los ciento setenta y un años que la Guardia Civil ha dedicado a protegernos y defender nuestros derechos, libertades y propiedades, cumpliendo honrosamente esta misión la gran mayoría de quienes se han calado el charolado tricornio de perfil característico.

Romped descoloridos retratos en sepia y manchas ocasionales en páginas de periódicos protagonizadas por visionarios tricornios, para ver con nitidez a quienes ordenan el tráfico, vigilan montes, filtran fronteras, protegen Instituciones, preservan el medio ambiente, detienen malhechores, custodian edificios y garantizan nuestra seguridad.

Mirad, pues, a los guardias civiles que rescatan montañeros perdidos, abren caminos en la nieve a pueblos incomunicados, auxilian a conductores averiados en carretera, trasladan heridos, ahuyentan a los depredadores ecológicos y salvan vidas de los vecinos, poniendo en riesgo las suyas.

En el aniversario de la fundación de la Guardia Civil doy una pincelada verde a mi bitácora, recordando con afecto y gratitud a los anónimos guardias civiles que han dejado su vida rescatando personas, persiguiendo delincuentes, desactivando explosivos, socorriendo náufragos y llevando a hombros los cuerpos de compañeros perforados por vesánicos disparos.

MIS POETAS

MIS POETAS

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Todo comenzó con las poesías de Gabriel y Galán, único libro que rodaba en casa de los abuelos, cerrándose la nómina de mis poetas con los versos de un vate bañezano afincado en Salamanca, acompañándome entre los dos extremos innumerables bardos a lo largo de mi vida.

Algunos de estos versificadores preferidos tuve ocasión de saludarlos personalmente en algún momento de mi vida, como es el caso de Ángel González, Jorge Guillén, Gil de Biedma y Luis Rosales. Pero con otros me entrañé en cuerpo y alma sin pretenderlo, y así fue como el buen azar me permitió compartir exilio con Mario Benedetti, emborracharme con Claudio Rodríguez, vivir la adolescencia con Ángel García López o cantar coplas de madrugada con Rafael Alberti.

Llegaron también experiencias inolvidables a través de versos alentadores de esperanzas deleitosas con íntimos poetas sin trato personal alguno. Así, con estrofas de Gabriel Celaya aprendí que la poesía era y sigue siendo un arma cargada de futuro. Luis Rosales encendió su casa y la mía. Quevedo me enseñó las primeras letrillas. Machado me remitió la carta que envió a José María Palacio. Me despidió Juan Ramón con el viaje definitivo. Me enamoré con las rimas de Bécquer. Y Walt Whitman concilió mis temores y temblores.

José Hierro me golpeó con su cabeza. Deambulé con Lorca por la orilla neoyorkina del aceitoso Hudson. Jaime me anticipó que la vida va en serio, siendo envejecer y morir las verdaderas dimensiones del teatro. Quise soñar la muerte matando el sueño, con Unamuno. Fui pirata con Espronceda. Di con Blas de Otero todos mis versos por un hombre en paz. Imité a Pablo Neruda escribiendo pétalos volanderos en recortes de periódicos. Pretendí sin éxito leer al praguense Rilke en alemán. Me despedí de fuentes y ríos con Rosalía. He sumergido el alma en el mar con Alfonsina Storni. Pero -¡qué lástima! -, llegué tarde a la estación término para despedir a León Felipe.

NO ES FÁCIL VIVIR ASÍ

NO ES FÁCIL VIVIR ASÍ

Un amigo que compartió conmigo dorado exilio en Suiza, me ha confesado su deseo de abandonar definitivamente la tierra que le vio nacer y marcharse a vivir al país helvético. Huir de España en definitiva, para despedirse de la vida entre aromas de honradez política, seguridad ciudadana, libertad democrática y responsabilidad profesional.

Algo que comparto, aunque el apego a mi familia y terruño me impidan tomar esa decisión, sabedor de que hay otros mundos mejores que este, fabricado por  unos padres políticos putativos que llevan años mirándose al espejo, haciendo de la piel de toro una antesala de estercolero.

Sin haber podido superar el shock cultural que le produjo el regreso a España, este amigo me confesaba estar harto de que en su patria ni siquiera los funcionarios  administrativos funcionen como debían funcionar; que los centros de enseñanza no liberen el pensamiento; los jueces exculpen a los poderosos; el Gobierno indulte a los corruptos; y los policías apaleen indiscriminadamente a ciudadanos que piden trabajo, pan y justicia.

Cansado está mi colega de que las ruinas bancarias se socialicen; el dinero de las grandes fortunas pase las fronteras con más facilidad que los ciudadanos honrados; los políticos de todo signo incumplan impunemente las promesas electorales; los periodistas vayan del ronzal de sus amos; los medios de comunicación corten la comunicación; y los ciudadanos voten pero no elijan.

Por mi parte, sólo me resta desearle suerte en ese nuevo exilio, forzado por su desencanto personal con un país resignado a la desdicha, donde medran los bueyes 
en sus páramos y un yugo ha caído 
sobre el cuello humillado del pueblo, como cantaría hoy Miguel Hernández.