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GOBERNAR NO ES REPARTIR DOLOR

GOBERNAR NO ES REPARTIR DOLOR

Unknown

El yerno del ultraderechista Utrera Molina y a su vez responsable de la cartera de Justicia, es un ejemplo paradigmático de transformismo político pasando en horas veinticuatro del centrismo moderado de su padre José María a la derecha reaccionaria de su suegro don José, mostrando a los ciudadanos el verdadero rostro que su “País” ha estado desfigurando durante años.

Fue su padre quien descubrió la verdad del niño a Peces Barba en los pasillos del Congreso, diciéndole: “¿Conservador yo? Tenías que conocer a mi hijo Alberto, Ese sí que es de derechas”. Razón tenía el papá de la criatura.

No contento el ministro con haber hecho la mayor obra de caridad cristiana poniendo de acuerdo a jueces, fiscales, gestores, tramitadores, ordenanzas y personal de limpieza, el señor Gallardón ha llevado su vocación derechicida a la santidad, identificando a los políticos con verdugos encargados de torturar al pueblo, sin percibir que gobernar no es repartir dolor, sino aliviar sufrimiento

Gobernar es tarea que exige sabiduría, templanza, respeto, prudencia, vocación de servicio público y sentido común a las personas que ejercen el poder, para evitar provocaciones a la dignidad de quienes pagan su sueldo y mantienen privilegios que no merecen.

Alguien tendría que aclararle las ideas a don Alberto diciéndole que gobernar no es repartir dolor, como él ha dicho, sino promover bienestar, aliviar sufrimientos, remediar las desgracias, consolar tristezas y evitar injusticias.

Convendría que su director espiritual le aconsejara rezar menos y enseñar al que no sabe, curar al enfermo, atender al anciano, dar de comer al hambriento y proteger al parado, que ya los ciudadanos nos encargaremos de no olvidar a quien nos ofende hoy para sonreírnos mañana en la mesa electoral.

GALLARDÓN EL ESTILITA

GALLARDÓN EL ESTILITA

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El ministro de Justicia ha resucitado el estilitismo haciéndose miembro de la caduca institución fundada por Simón en Oriente Medio durante el siglo V, subiéndose a una columna de infinito poder por encima del bien y del mal, no para hacer oración como los monjes de aquella época, sino para aislarse de la realidad del país, y recibir sobre ella la inspiración directa de Dios que le da sabiduría infinita e infalibilidad eterna, por encima de todas las voces terrenales.

Sólo de esta forma se explica su sordera social y prepotencia política al tomar decisiones que rechazan jueces, fiscales, secretarios y gestores judiciales, tramitadores, sindicatos, abogados, funcionarios y ciudadanos del mundo, incluida mi pescadera, considerando el poderoso ministro que todos los mortales van por el camino equivocado, salvo él, que los ha puesto en pie de guerra.

Decir que los jueces protestan porque se les ha quitado la paga extra y seis días libres, es un desprecio inadmisible a la honestidad y responsabilidad de la judicatura, sin precedentes en la historia de este país, desde que los romanos invadieron la península ibérica.

Ante tal insulto, no es extraño que las asociaciones de jueces y fiscales lo hayan rechazado como interlocutor para llegar a un acuerdo que evite el conflicto que se avecina, provocado por este iluminado que será recordado en las páginas de la historia como el más prepotente y cretino ministro de Justicia que ha tenido la democracia española.

JUECES GARANTES DE FUTURO

JUECES GARANTES DE FUTURO

El magistrado de la Audiencia Provincial de Barcelona, Santiago Vidal,  declara que sólo el 10% de los togados y acusadores públicos pertenecen a las asociaciones Jueces para la Democracia y Unión Progresista de Fiscales, formando parte la gran mayoría de ellos del grupo conservador de la judicatura y la fiscalía, haciendo pensar a muchos que la ideología de magistrados y fiscales condiciona acusaciones y sentencias.

Si a esto añadimos que una tercera parte de los jueces pertenece al Opus Dei, las dudas se confirman cuando uno de estos magistrados tiene que juzgar cuestiones relacionadas con la homosexualidad, el aborto o el divorcio, por citar tres ejemplos entre los muchos que afectan a creencias religiosas o ideología política de los enjuiciadores.

Tal vez, esta circunstancia explique algunas sentencias que sorprenden a todos, incomprensibles prescripciones de delitos y apelaciones eternas sin resolver, que provocan el descontento popular con este colectivo, como refleja el Centro de Investigaciones Sociológicas al declarar que los jueces forman el colectivo peor valorado por la opinión pública, después de los políticos.

El magistrado Vidal reconoce que tal demérito se lo han ganado los jueces a pulso por méritos propios, pidiendo a sus colegas un ejercicio de autocrítica, porque bajo el axioma de la imparcialidad han confundido independencia con autismo, viviendo en una burbuja sin contacto con la ciudadanía para evitar contaminaciones.

Todos los ciudadanos suscribimos las propuestas de don Santiago, sin discusión ni reserva alguna: 1ª: Que los jueces bajen del limbo en el que viven; 2ª: Prohibir a los bancos con déficit repartir dividendos entre sus accionistas; 3ª: Boicotear a las entidades que practiquen desahucios sin comprobar el contrato del hipotecado; 4ª: Regularizar la eutanasia; y 5ª. Exigir a la UE la unificación de sus sistema fiscal, bancario y financiero.

Si todos los jueces pensaran de esta manera; si actuaran contra la corrupción como esperan los ciudadanos que actúen; si se despojaran de ideologías políticas; si aparcaran  creencias religiosas; si la autocrítica formara parte de su doctrina; si su independencia no estuviera contaminada; y si pincharan la burbuja en que viven, incardinándose con el pueblo, tendríamos garantizado el futuro.

PRIMER BROTE NEGRO

PRIMER BROTE NEGRO

Anticipar un suceso predecible no significa felicitarse por el acierto en la predicción y menos aún alegrarse si ésta es desgraciada y se cumple. Tal es el caso de lo sucedido ayer en un pueblo castellano donde la desesperación de un insolvente tiñó de negro una sucursal de la Caja de Burgos.

Estaba previsto desde hacía tiempo y en esta bitácora se ha advertido sobre ello a los oídos sordos de quienes debían tenerlos abiertos. No hace falta estar dotado de inspiración divina para saber que cuando alguien ha perdido todo, no tiene nada que perder y pierde hasta el miedo que lo tenía maniatado. Tampoco se necesita gozar de especiales dotes proféticas para anticipar que quien va a perder su vida por causa de otro, intente llevarse por delante al inductor de su irremediable suicidio.

Ayer hemos visto atónitos el primer brote negro en el pueblo burgalés de Sotopalacios. Brote tan indeseable como predecible, censurado por unos vecinos y justificado por otros, diciendo que “cuando unas salidas se cierran, se buscan otras”.

Víctor había recibido de la entidad bancaria la notificación de desahucio por no hacer efectivos los pagos correspondientes al préstamo de 24.000 euros solicitados para su taller y vivienda. Desesperado, el pirómano se fue a la sucursal con 20 litros de gasolina, pidió a los empleados que abandonaran las dependencias y prendió la mecha, convirtiendo en cenizas todo lo había dentro.

Es evidente que la razón rechaza tal comportamiento y la ley condena el atropello, pero el corazón se encoge pensando en la situación personal, familiar, profesional y social de un ciudadano que llega a ese extremo, como respuesta a una situación desesperada, que otros resuelven rociándose sobre ellos mismos la gasolina y quemándose como bonzos para denunciar la aplicación de una ley añeja, censurada por jueces, fiscales, ciudadanos, Unión Europea y políticos, aunque estos sigan sin dar la solución que está en sus manos.

¿COBRADORES DEL FRAC? NO, GRACIAS

¿COBRADORES DEL FRAC? NO, GRACIAS

Algo empieza a moverse en el único poder del Estado que es profesional, apolítico e independiente, porque los otros dos poderes van sobrados de contaminación de política, incompetencia y servilismo.

Son los jueces quienes están dejando oír su voz en esta crisis, convirtiéndose en nuestra única esperanza de redención, porque sólo sus sentencias pueden limpiar el país de corruptos, mangantes, tramposos, cínicos y estraperlistas.

Reunidos ayer en Barcelona los 46 jueces decanos, no se conformaron con apoyar incondicionalmente el informe antidesahucios elaborado por el grupo de trabajo designado por el CGPJ, sino que dieron un paso más poniendo sobre la mesa social el primer brote verde real negándose a ser “cobradores del frac”, es decir, matones descarados al servicio del poder ejecutivo para hacer la tarea sucia a los usureros, ante la pasividad del poder legislativo.

Gracias señorías por su señorío, en nombre de los miles de desahuciados que están asomados a los balcones de sus casas a la espera del ángel exterminador para arrojarse contra el asfalto. Y gracias en nombre de la sociedad por su ejemplo de honestidad, valentía, solidaridad y dignidad.

Sólo queda pedir a Pablo Ruz, juez instructor del caso Gürtel; a  José Castro, responsable de investigar las andanzas del yernísimo; a Fernando Andreu, indagador de los trapicheos de Bankia, y a todos los jueces que tienen entre sus manos los casos de corrupción, que cierren bien todas las rendijas legales para que no escapen de la trena los mangantes, porque ese puede ser el primer paso de la regeneración ética que necesitamos, para que este país abandone de una vez la impunidad donde se refugian los sinvergüenzas de guante blanco.

EXPLICACIONES JUDICIALES

EXPLICACIONES JUDICIALES

Ni por un momento he dudado de la honestidad de los jueces. Nunca he cuestionado mínimamente la imparcialidad con que dictan sus sentencias. Jamás se me ha ocurrido pensar que los magistrados son aficionadillos de tres al cuatro que no saben lo que tienen entre manos, sino todo lo contrario porque la gran mayoría de ellos demuestran una profesionalidad poco común, acreditada experiencia judicial y excepcional conocimiento del oficio.

Pero cuando algunos jueces y fiscales admiten públicamente que la justicia no es igual para todos, sería bueno que quienes la aplican dieran explicaciones al pueblo de sus decisiones, cuando éstas son incomprendidas por gran parte de la ciudadanía, provocando la consiguiente alarma social.

Mi credibilidad en la honradez y sabiduría judicial del juez José Castro que dirige la investigación del caso Nóos supera cualquier duda, pero creo que sería bueno para la justicia que en tan delicados momentos expusiera razones convincentes para negarse a interrogar a la infanta Cristina, aunque sólo sea como testigo.

No creo que interrogar a la secretaria del consejo de administración y copropietaria de una empresa implicada en irregularidades contables, administrativas y fiscales, sea estigmatizarla y menos aún que se haga gratuitamente.

De la misma forma, cuesta mucho aceptar que el fiscal anticorrupción Pedro Horrach no vea indicio ni prueba de que la infanta conociera las actividades de su marido, según recoge el auto del juez. Se puede admitir la falta de autoría, pero de ninguna forma la falta de conocimiento sobre las andanzas de su marido en la empresa donde era copropietaria y secretaria del consejo.

Se puede admitir que no tuviera responsabilidad criminal en las actividades delictivas de la empresa y que no tomara decisiones, pero evitar el testimonio de la esposa de un imputado en actividades delictivas alegando que no estaba al corriente de los hechos, parece algo arbitrario e insultante.

Insultante, sí, para Cristina. Porque muy tonta debe ser la infanta para no interesarse por el súbito enriquecimiento de quien se acuesta cada día en el mismo colchón con ella, al verle gastar más de siete millones de euros en la vivienda que compartían, cuando los teóricos ingresos que recibía no permitían semejante gasto, y su padre hacía años que les había invitado a darse una vuelta por Washington con un teléfono de Movistar en el bolsillo.

¡ MIERDAS Y MARICONES !

¡ MIERDAS Y MARICONES !

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¡Cómo  está el patio, señores! Hace unos días fue el “bigotes” y hoy es el Marqués de Olivara, más conocido por el “puñoleche de Boyer”, el que se despacha a placer con los jueces llamándoles “mierdas” y maricones”. Ya sé que habla metafóricamente porque los jueces no son excrementos ni todos practican una sexualidad condenada por báculos y tiaras.

Abierta impunemente la veda, el marido de Teresa ha disparado a discreción contra todo lo que se mueve en la judicatura, sin darse cuenta que las balas pueden rebotar y darle en su enajenada cabeza para acabar con la neurona que le queda a este “defensor de los obreros”.

Nunca he aceptado las descalificaciones indiscriminadas, en las que reciben iguales insultos, “caínes” y “abeles”; justos y pecadores; autónomos y serviles; cínicos y veraces. Pero menos voy a aceptarlas en este caso porque la realidad que conozco en bien distinta.

Me precio de tener amigos magistrados en activo y otros ya jubilados, comprometiéndome a salvarlos de la mierda que se está echando sobre los que ponen el carnet de un partido en la balanza de la justicia, sin darse cuenta que tal peso desequilibra un fiel que debe mantenerse inalterable a los vaivenes politiqueros.

Damián, Julio, Clara, José Ramón, Andrés y Carlos son algunos ejemplos de jueces en los que pongo mi confianza en su honradez, profesionalidad, discreción, prudencia y sabiduría. Jueces dedicados a su oficio con una entrega incondicional, generosa, litúrgica, sacrificada, eficaz, honesta y silenciosa. Y junto a ellos, la mayoría que conforma el escalafón judicial.

Jueces que enaltecen la profesión, generan confianza en los ciudadanos, arriesgan la piel en las sentencias, respetan a los encausados, protegen a los testigos, consuelan a las víctimas y agradecen cada día el trabajo y la lealtad de sus colaboradores.

Jueces sin celos por la mayor notoriedad de otros magistrados, que se enorgullecen con las buenas actuaciones de los colegas que prestigian la judicatura. Jueces comprometidos con la verdad por encima de cualquier componenda. Jueces que no buscan protagonismo fuera de los tribunales que presiden.

Jueces con humildad para reconocer errores cometidos y sabiduría para enmendarlos. Carentes de envidias que degradan y no producen otro beneficio que la putrefacción del espíritu. Jueces democráticos, no políticos en el ejercicio profesional, sabedores que la justicia es una delicada flor que debe aromatizar el Estado de derecho, evitando que el nauseabundo olor de la corrupción política se esparza por la sociedad.

Jueces de carne y hueso, entrañablemente familiares, humanistas, solidarios y humanos, profundamente humanos, que no merecen los calificativos de un abejorro como Ruiz Mateos, a quienes ofrezco mi respeto, amistad y cariño, un día como hoy.