GALLARDÓN EL ESTILITA

GALLARDÓN EL ESTILITA

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El ministro de Justicia ha resucitado el estilitismo haciéndose miembro de la caduca institución fundada por Simón en Oriente Medio durante el siglo V, subiéndose a una columna de infinito poder por encima del bien y del mal, no para hacer oración como los monjes de aquella época, sino para aislarse de la realidad del país, y recibir sobre ella la inspiración directa de Dios que le da sabiduría infinita e infalibilidad eterna, por encima de todas las voces terrenales.

Sólo de esta forma se explica su sordera social y prepotencia política al tomar decisiones que rechazan jueces, fiscales, secretarios y gestores judiciales, tramitadores, sindicatos, abogados, funcionarios y ciudadanos del mundo, incluida mi pescadera, considerando el poderoso ministro que todos los mortales van por el camino equivocado, salvo él, que los ha puesto en pie de guerra.

Decir que los jueces protestan porque se les ha quitado la paga extra y seis días libres, es un desprecio inadmisible a la honestidad y responsabilidad de la judicatura, sin precedentes en la historia de este país, desde que los romanos invadieron la península ibérica.

Ante tal insulto, no es extraño que las asociaciones de jueces y fiscales lo hayan rechazado como interlocutor para llegar a un acuerdo que evite el conflicto que se avecina, provocado por este iluminado que será recordado en las páginas de la historia como el más prepotente y cretino ministro de Justicia que ha tenido la democracia española.

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