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EL SILENCIO DE LOS PASOS PERDIDOS

EL SILENCIO DE LOS PASOS PERDIDOS

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Deambular sin prisa, ni rumbo fijo, ni argumento previo, por senderos salmantinos cultos y escondidos, es preludio de insospechado encuentro con el eco silencioso de los pasos perdidos, almohadillando pensamientos indiferentes al azogue diario de la impaciente celeridad laboral, donde el vértigo cierra las compuertas a la reflexión que fluye laminarmente en la penumbra de las callejuelas empedradas.

Es el afán de divagación quien disloca la lógica y aletarga toda previsión continuista, acostumbrando al espíritu redentor a olvidar la ruta mortecina de la realidad que espera extramuros del antiguo recinto, donde las pisadas dejan huella en el granito y el eco de los pasos cincela imágenes inolvidable en la memoria de la piedra espiritual.

Vagabundear con el alma en bandolera sin miedo a convertirnos en estatuas de sal por volver la vista hacia lo irredimible, es camino de salvación, porque la esperanza sabe que todo es posible en el espacio redentor de sueños y quimeras, donde la paz se hace costumbre, la soledad compañera y el silencio grito anímico llamando a la concordia íntima de cada cual con la sombra que le acompaña en la vida retirada donde sobreviven un sabio fraile agustino, un vasco ilustrado, un gramático andaluz y un dominico jurista, junto a la santa.

ARPONAZO INFANTIL

ARPONAZO INFANTIL

Cuando un cetáceo recibe un arponazo puede salvar la vida y curar las heridas producidas por el venablo, pero nunca borrará de la piel la huella del tridente.

Esto sucede con los arponazos ideológicos infantiles que padecimos los niños de mi época y continúan sufriendo los actuales, pertenezcan a la civilización que pertenezcan, cristiana o cualquier otra de las que hay repartidas por el planeta, sin que puedan liberarse los infantes de los rastros indelebles que deja el anzuelo religioso correspondiente.

Esto lo saben muy bien los virtuosos profesionales de todas las creencias, que mantienen fuerte empeño en el adoctrinamiento de niños, cuando la capacidad de raciocinio no esta plenamente desarrollada y el poder adulto sobre una mente en formación es total.

Que nadie piense en la responsabilidad exclusiva de los padres, porque quienes no los tuvimos sufrimos también amaestramiento de tutores, padrinos, clérigos, profesores y medios de comunicación, con más intensidad de la que nos hubiera llegado de nuestros progenitores.

Carga ideológica sabiamente anticipada a la inteligencia plena y al pleno desarrollo cognitivo que permite al catequista clavar el estoque ideológico hasta la bola, sin miedo a pinchar en un hueso que haría imposible la manipulación mental a que se somete la candidez de los niños.

De forma tan bien intencionada como perversa, se invierte el orden de las cosas para robar la voluntad en crecimiento. Si la religión es una opción personal que se acepta libre y voluntariamente ¿no sería más ético esperar al pleno desarrollo mental del niño para ofrecer al catecúmeno la religión que se profesa? ¿Por qué ese empeño en bendecir con agua la cabeza del recién nacido para incorporarlo a la grey divina sin contar con él para evitarle ir ¡al Limbo!? ¿O ya no hay Limbo? ¡Vaya por Dios!

Claro que siempre le queda al discípulo la posibilidad de abandonar el barco en el futuro,  aunque no pueda librarse de la huella dejada por el arponazo. Pero el respeto a la libertad de pensamiento de quien viene al mundo es tan importante como el respeto a la vida del feto que con tanta fuerza se demanda.

La ética y el orden lógico exigen anticipar la razón a la fe, porque la capacidad para decidir ha de caminar unos pasos por delante de las creencias. Primero discernir, reflexionar, tratar de comprender, y luego elegir con criterio aquello que más conviene a cada cual, aceptando libremente la doctrina o rechazándola a voluntad.