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CASTIGO A LOS APLAUSEROS

CASTIGO A LOS APLAUSEROS

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A la nueva Ley de Seguridad Ciudadana le sobran inclementes condenas a ciudadanos que van detrás de las pancartas pidiendo trabajo, justicia, sanidad y educación, por una parte, y le faltan por otra, severos castigos para los cómplices de corruptos que aplauden a estos a las puertas de los juzgados, los vitorean por la calle, minimizan sus abusos y piden su indulto en la Moncloa.

El articulado de esta Ley debe incorporar la identificación policial, detención y aporreamiento de los aplauseros, entendiendo que se trata de mercenarios comprados para el vasallaje o cómplices de las fechorías realizadas por los condenados aplaudidos, pues los sinvergüenzas solo pueden ser apoyados por mesnaderos ocasionales y asalariados que se han beneficiado de sus corruptelas.

De no ser esto así, habitaríamos en un país aquejado por una grave enfermedad mental incurable, porque solo la esquizofrenia social y el masoquismo personal puede llevar a los ciudadanos a vitorear públicamente a quienes han dilapidado su dinero, impagado lo que ellos pagan, metido mano en la hucha común, practicado nepotismo o abusado del amiguismo con descarado cinismo, en perjuicio de los trisómicos sociales que les aplauden.

Quienes piden el indulto del condenado Fabra no pueden ser otros que los beneficiados de sus corruptelas o los bipolares. Los que aplauden a Messi al ser condenado por defraudador son mercenarios o imbéciles esféricos que pagan con su escaso salario los servicios públicos que el jugador disfruta sin pagar la cuota que le corresponde. Los charangueros que acompañan al trombonero Baltar por las calles de Orense, forzosamente han de ser algunos de los cientos que enchufó en la Diputación. Y los firmantes de la petición de indulto para el “minutero” Chema del Nido son los que mucho tienen que agradecerle.

Cuesta entender que ciudadanos demócratas con cariotipo sin alteraciones cromosómicas, sean palmeros de sinvergüenzas que les han despreciado con sus trampas, empobrecido con sus corruptelas, humillado con abusos de poder y engañado con falsas promesas en los procesos electorales, por lo que todos los cómplices y beneficiados aplauseros deben pasar por los banquillos.

¡QUE SE JODAN!

¡QUE SE JODAN!

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Sabíamos las andanzas del rey del despilfarro, que construirá en los próximos meses un puerto de mar frente al Congreso de Diputados, para que en la próxima deglaciación su pequeña Andreita pueda navegar en el escaño, pero nada sabíamos de la chiquilla hasta que un indeseable deseo se hizo realidad en su boca, al vocear desde la poltrona: ¡que se jodan!

Según parece, la hija del afortunado lotero Fabra está indignada por la manipulación que se ha hecho de sus palabras, pues ella no pedía que se jodieran los parados que tanto ama, sino los socialistas de la bancada opuesta.

Ahora debe aclararnos el significado de la partícula “se” para saber si habla de que se jodan los sociatas en forma verbal reflexiva, es decir, que cada uno se joda a sí mismo, o que se jodan unos a otros. En todo caso, son muchos, pero que muchos, los ciudadanos que siente la tentación de cambiar el «se», por «te», como respuesta a su exabrupto.

La presencia del papá a la puerta de los juzgados, nos informa que en el cariotipo de la niña falta el gen de la ética, pero ignorábamos que careciera también del cromosoma de la estética, imprescindible para sentarse en el Parlamento, aunque sus correligionarios no lo crean y la disculpen, ignorando que tales actitudes no representa a nadie, salvo a sus compañeros de negocio.

ECONOSUYA

ECONOSUYA

Viendo las escenas de apaleamiento policial a jóvenes valencianos por demandar tonterías como calefacción en las aulas y tiza en la pizarras, – mientras Fabra y Camps siguen pisando moquetas públicas y ocupando sillones oficiales de tercipelo -, tomo papel, lápiz y calculadora para hacer cuentas sobre la econosuya de estos líderes democráticos. Sólo dos gastos, ya que para muestra vale con un botón y dos ojales.

Quiero preguntar a los votantes populares del país valenciano si prefieren disfrutar paseando por un aeropuerto inservible y aplaudir carreras de Fórmula-I o tener cubiertas necesidades básicas elementales. Y se lo pregunto por si se les ocurre acercarse a los colegios electorales para meter su papeleta en las urnas  en  próximas elecciones.

Supongo que todos los ciudadanos levantinos saben que ellos pagaron 180 millones de euros por el aeropuerto de Castellón y 244 millones por las siete carreras de Fórmula-I que allí se celebraron. Pero lo que tal vez no sepan es que con esos 424 millones de euros se podían haber construido 7.000 viviendas de protección oficial de 100 metros cuadrados útiles, cada una. O que hubieran levantado 40 hospitales con servicios fundamentales para atender a 20000 habitantes; o 100 residencias para albergar a 120 mayores de 65 años, cada una; o 170 colegios de Primaria para 675 alumnos; o 90 Institutos de Secundaria con ESO, Bachillerato y Ciclos para 1500 alumnos cada uno; o que hubieran repartido 200.000 becas de ayuda compensatoria para familias necesitadas; o que hubieran creado 70 centros de investigación y desarrollo en comunicaciones, por ejemplo.

Si alguien quiere seguir haciendo cuentas, les recuerdo que otros 120 millones se fueron por las alcantarillas de la trama de basura y urbanismo en Alicante; 40 millones en la empresa de depuración de valenciana; 30 millones en la visita del Papa; 15 millones en la maqueta de Calatrava; ¿sigo con el parque de atracciones, los estudios de cine, la Ciudad de las Artes, etc?

Digo esto por si los levantinos quieren tenerlo en cuenta dentro de unos años cuando tengan que elegir a sus representantes y administradores públicos. Estas son las cuentas, y no otras. Esta es la realidad, y no los cantos de sirena que ahora entonan quienes les piden sangre, sudor y lágrimas.