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¿ JUBILACIÓN O CREACIÓN ?

¿ JUBILACIÓN O CREACIÓN ?

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La entrada en vigor de la Ley de Pensiones de 2013, obliga a los creadores mayores de 65 años a elegir entre cobrar la pensión de jubilación o percibir los derechos de autor por los libros escritos, siendo calificada la norma como absurda, injusta y destructiva de la cultura, en palabras del afectado Premio Cervantes, Antonio Gamoneda.

Esta norma incompatibiliza jubilación y creación sin explicación lógica alguna ni argumento socialmente compartido, que traducido en términos reales significa un gran portazo a la cultura, pues habrá escritores, músicos y artistas obligados a renunciar a la creatividad, para recibir la pensión de jubilación.

Golpe bajo de fatales consecuencias para el desarrollo intelectual del país, que impide a muchos autores seguir escribiendo en el momento de mayor experiencia personal, madurez creativa y sabiduría literaria, privando a la sociedad de sus aportaciones, pues la mayoría de ellos perciben pensiones por haber trabajado en oficios ajenos a la actividad literaria, compaginando ambos trabajos, privándoles ahora de poder dedicarse a tiempo completo a la escritura para beneficio de todos.

Entre los “ilegales” ingresos por derechos de autor de los escritores jubilados se incluyen también las obras escritas antes del retiro, con el agravante de que sus libros pasarán a ser de dominio popular a los ochenta años de su muerte, como le sucederá a Caballero Bonald, Eduardo Mendoza y Javier Reverte, por citar otros tres escritores afectados por la norma.

Tal situación pone de manifiesto el desprecio político por la cultura, como idioma universal y bien patrimonial eterno que supera el tiempo, desconoce fronteras, deleita el espíritu, hermana pueblos, proporciona sabiduría, poliniza la sociedad, humaniza a los humanos, promueve el desarrollo, garantiza libertades, concilia adversidades y hace la vida más serena, complaciente y feliz, en medio del estercolero insolidario y ambicioso donde estamos abducidos por el materialismo de un poder gobernado por la codicia.

DE MONSTRUO A SÍMBOLO

DE MONSTRUO A SÍMBOLO

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La torre que hoy es símbolo de la capital francesa fue inicialmente monstruo de hierro despreciado y criticado por artistas y ciudadanos de ambos lados ribereños del Sena, que deseaban ver concluida la Exposición Universal de París de 1889, para desmontar aquel entramado de hierros y mandar las piezas a un desguace lejos de la ciudad, por inútil e inservible.

La torree fue rechazada un año antes por los barceloneses, argumentando que desentonaba estéticamente con el templo de la Sagrada Familia que Gaudí ya dirigía en la ciudad condal, cogiendo Gustave Eiffel los planos bajo el brazo camino de París para vender su producto a los regidores de L’hôtel de ville situado en la Place de Grève.

El empeño contra viento y marea del ministro de Comercio y Comisario General de la Exposición, Éduard Lockroy, hizo posible que el proyecto del ingeniero dijonais se hiciera realidad por encima de los abucheos que durante la construcción recibió el actual emblema parisino, consagrado como tal y librado del estercolero por los servicios prestados durante la Primera Guerra Mundial, cuando la antena situada en lo más alto del ingenio metálico sirvió para interceptar las comunicaciones de los alemanes, colaborando con ello a ganar la guerra.

Es bueno, pues, recordar que fue un día como hoy de 1887 cuando se iniciaron las obras de cimentación del esqueleto férreo visitado actualmente por ocho millones de personas cada año, muchas de las cuales toman el ascensor para contemplar la capital gabacha desde los 300 metros de altura que tiene la tour Eiffel.

DE LA FUENTE, ¡A LA FUENTE!

DE LA FUENTE, ¡A LA FUENTE!

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Ante el despido de 88 orientadores laborales, el director general de la Función Pública de la señora Cospedal, don Juan Manuel de la Fuente, ha declarado que con estos despidos están “haciendo un bien común a la comunidad”. Bien por el chico.

Pocas veces el desprecio a los administrados alcanzó cotas semejantes, porque el descerebramiento de este dirigente ha superado con siete palabras el record de displicencia. Estamos acostumbrados a la prepotencia de los políticos, pero debe saber este señor que no aceptamos el insulto, ni permaneceremos inmóviles si tal ofensa no tiene el castigo que merece, por el bien común de la comunidad.

Si esta es una buena decisión, da miedo pensar en la que espera a los castellano-manchegos cuando este dirigente político que alimentan, juzque como mala alguna decisión que les afecte, porque la concepción mercantil que tiene este sujeto sobre la gestión pública, produce escalofríos.

Sus palabrazas permiten adivinar que nuestro protagonista no distingue claramente un ser humano de un objeto que puede abandonarse en el estercolero, porque resulte más barato pagar la multa que contratar un servicio de mudanzas. Las palabras de esta lumbrera intelectual evidencian un intolerable sentido cortijero de la gestión pública, haciendo que su voluntad prevalezca por encima de todo y de todos, desempolvando el lema ya viejo y olvidado de los déspotas: Hoc volo, sic jubeo, sit pro ratione voluntas, es decir: lo quiero, lo mando, sirva mi voluntad de razón.

Con semejante argumento todo vale, incluso que los parados decidan enviar al señor De la Fuente a una fuente sulfhídrica que envenene su pituitaria por carecer del olfato político necesario para no fomentar desde la dirección funcionarial, la hostilidad que han provocado sus esquizofrénicas declaraciones.

Es evidente que moderación y prudencia no son virtudes que acompañen a este personajillo, nubladas por una prepotencia y chulería impropia de quien vive a costa de aquellos que vilipendia.

Alguien sensato de su entorno debe advertirle que detrás de cada trabajador despedido hay un doloroso drama personal y familiar que, en algunos casos, va acompañado de graves consecuencias. Es decir, los despidos laborales deben ser para los administradores públicos algo más que números y asientos contables, porque afectan a la dignidad de las personas y contravienen un derecho constitucional recogido en el artículo 35 de nuestra carta magna. Y, lo que es más grave, cuando un político orienta la brújula de su gestión solamente hacia la rentabilidad económica, permite suponer cual es el rumbo personal que guía su participación activa en la vida política.

En contra de la opinión de este individuo, somos millones los ciudadanos que consideramos el mayor bien común para el país que la mitad de los políticos fueran expulsados de sus poltronas, con él a la cabeza.

A PARTIR DE HOY….

A PARTIR DE HOY….

La salida de humo blanco por la chimenea virtual de la Moncloa, anunció en vísperas de Navidad que teníamos nuevo Gobierno. Es decir, que un grupo de ciudadanos abnegados, pertenecientes al Partido Popular, habían decidido sacrificar sus vidas  por nosotros, entregándose a la causa del bien común, sin ambiciones particulares de poder, dinero o influencia.

Gracias, pues, a ellos, por ello, en medio de la emoción conmovida en este primer día de del año, cuando estamos en el «inicio del inicio» de la que se nos viene encima, porque este año nuevo presagia verdaderamente vida nueva para todos.

Si me prometen ustedes que no van a reírse, les cuento lo que siento y pienso, sabiendo de antemano que sus carcajadas van a oírse en la cima del Aconcagua. Pero, créanme, a partir de hoy, los ciudadanos cataremos las decisiones del nuevo gobierno con la emoción que se cata un vino de apariencia noble y elevada acidez volátil, conscientes que un grupo de generosos y esforzados vecinos, van a dejarse la piel en el empeño, para que todos vivamos mejor.

A partir de hoy, la política servicial recuperará el espacio que lleva perdido desde hace veinte siglos, ocupando la vocación política el lugar correspondiente.

A partir de hoy, la honestidad del gobierno nos redimirá de los estercoleros, y el sabor aterciopelado de la honradez nos hará olvidar la corrupción.

A partir de hoy, paladearemos la templanza de los regidores, su respetuosa compostura y la prudencia de sus juicios.

A partir de hoy, disfrutaremos con su neutralidad de criterio, la neutralidad de sus juicios y la sinceridad de sus discursos.

A partir de hoy, la vocación de servicio al Estado brillará por encima de los intereses partidistas del grupo gobernante.

A partir de hoy, el sectarismo institucional será una página olvidada en las conciencias, en los libros de texto y en las hemerotecas.

A partir de hoy la educación pública ocupará el lugar que le corresponde y se hará realidad el acceso gratuito a la cultura de los ciudadanos menos favorecidos.

A partir de hoy, los multimillonarios tendrán que ajustarse los machos, porque ha llegado el tío Mariano con especiales impuestos para ellos.

A partir de hoy, los especuladores de la miseria, usureros bancarios y políticos corruptos, comenzarán a desfilar por los tribunales de la justicia.

A partir de hoy, la libertad de opinión y la información veraz será el norte y guía de los medios de comunicación tutelados por el gobierno.

A partir de hoy, seremos tratados como ciudadanos adultos, siendo informados  de las razones que impulsan las decisiones del Gobierno.

A partir de hoy, el acceso a cargos institucionales, se hará en función del mérito y capacidad de los aspirantes, sin necesidad de llevar en la boca el carnet del partido.

A partir de hoy, la sanidad pública contará con los recursos humanos y materiales necesarios para velar con garantías por nuestra salud.

A partir de hoy, los brotes verdes se transformarán el bosque floridos donde todos cantaremos a corro y a la crisis le daremos con los huesos en las narices.

A partir de hoy, el crecimiento será imparable, no habrá paro, los pájaros cantarán, las nubes se levantarán y caerán chaparrones de azúcar y turrones.

A partir de hoy, la ética pública ocupará finalmente el lugar que le corresponde y los impostores huirán despavoridos con el rabo entre las piernas.

A partir de hoy pasarán a galeras los trileros políticos, embaucadores de pacotilla y charlatanes de la nada, que intentan confundir nuestro sentido común.

A partir de hoy, brindaremos con los ministros que pretenden contagiarnos un estado de delirio caracterizado por soñar con la posible ilusión de vivir en un país próspero, esforzado, solidario, culto y honrado, que algunos deslenguados se empeñan en condenar a cadena perpetua.

¡Ay, a partir de hoy, amigos!, a partir de hoy….

(Estoy oyendo carcajadas, y les recuerdo que están incumplido su promesa)

TELEMIERDA

TELEMIERDA

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Un buen amigo que me conoce bien desde hace años, recordóme y pidióme incluir alguna entrada en satíricos versos de los que fui tan pródigo en mi tercera juventud, y aquí dejo este soneto a la televisión que detesto.

Alcahueta de tantos males, soplona de desgracias y máquina inculturizadora perversa, porque desinforma y manipula divirtiendo a quienes se asoman a su ventana sin saber dónde van, ni por qué van donde les lleva la verborrea de un presentador descarado o una plagiadora sin escrúpulo intelectual alguno, dispuestos a todo por la pasta.

Alguien tiene que aconsejar al televidente acrítico que analice lo que recibe, censurando el albañal donde se sumerge tantas horas a la hora, en alienantes canales por donde salen aguas residuales digeridas por estómagos felices en la mierda de las miserias, polvos, y cuernos ajenos.

 

TELEMIERDA

Esa caja que aturde los sentidos,                                                                                                      que perturba, atonta y embrutece,                                                                                                    en lugar de una tele, se parece                                                                                                          torva cueva de farsas y bandidos.

Esa caja de penes y berridos,                                                                                                          de chulos y cabrones, se enriquece                                                                                                  con mucha silicona que endurece                                                                                                    los párpados y pechos decaídos.

Dominan la cultura de la mierda                                                                                                      caraduras, busconas sin braguero                                                                                                    y farsantes que tiran de la cuerda

timando a los tontos el dinero,                                                                                                          mientras pocos exigen que se pierda                                                                                                tanta mugre en un estercolero.