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He oído muchas veces quejarse a doña Espe de quienes proclaman que todos los políticos son corruptos, holgazanes e ignorantes, y tiene razón, porque en esa generalización se incluyen algunos honrados representantes del pueblo que no merecen esos calificativos. Esa es la razón por la cual sorprende que está técnica en turismo, – con la autoridad que le da su nivel intelectual -, llame despectivamente “los del 11M”, al movimiento ciudadano surgido espontáneamente el 15 de mayo, con intención de promover una democracia más participativa, menor dominio de los bancos, nula impunidad para los corruptos y auténtica división de poderes.

Incurre esta buena jugadora de golf en una malintencionada contradicción, pues sabe bien que en ese movimiento hay muchos ciudadanos honrados que están sufriendo lo que a ella no le va a tocar nunca sufrir, cogiendo el rábano por la hojas al poner su atención en los pocos descerebrados que han pretendido reventar el movimiento, sin reparar en los millones de indignados que comparten el ideario de los “indignados”, aunque no vayan con una mochila a levantar la tienda de campaña en la plaza pública.

Si esta señora observara la luna en vez de mirar para el dedo que señala hacia ella, no les habría llamado camorristas, pendencieros y golpistas, como ha hecho en la presentación del libro de Pedro José, porque “los del 15M” no pertenecen a la mafia napolitana, ni agreden a nadie con sus pancartas, ni viven en cuarteles, donde siempre se han fraguado los golpes de Estado en España.

Pero si la presidenta y sus palmeros los consideran camorristas porque solicitan listas abiertas en los comicios, requieren vivienda digna para todos, piden sanidad pública gratuita y demandan enseñanza estatal de primera calidad, pues compartimos que los llame camorristas.

Si por solicitar un puesto de trabajo, pretender más justicia social, exigir que los ladrones devuelvan lo robado, reclamar responsabilidades a los responsables y requerir pan y agua para sus hijos, son pendencieros, pues que lo sigan siendo.

Sólo falta saber qué insulto les espera por pedir la eliminación de los sueldos vitalicios de los políticos, la supresión de sus privilegios, el castigo a los corruptos, la permanencia de un máximo de ocho años en el cargo público y la expulsión de los especuladores.

¿Son golpistas “los del 11M” por pretender eliminar la impunidad en las acciones políticas, el nepotismo en las instituciones públicas, la democracia virtual que se han fabricado y la partitocracia que sólo a ellos beneficia?

¿Son radicales “los del 11M” por reclamar una laicidad constitucional del Estado, la nacionalización de las entidades bancarias rescatadas con su dinero y el control riguroso del fraude fiscal?

¿Son ignorantes “los del 11M” por no dejarse engañar con valores democráticos que los políticos escamotean y utilizan en su propio beneficio como trampolines para el abuso, el engaño y la mordaza?

Que nos disculpe, doña Espe, pero los insultos que dedica a “los del 15 M”, sólo pueden obedecer a torpeza o a maldad. Si del movimiento 15M ella se queda con los “folloneros”, significa que no ha entendido nada y debe marcharse, porque la violencia que ella condena, también es detestada por los que comparten el ideario del movimiento. Pero si conociendo el proyecto que reivindican “los del 11M”, lo rechaza, entonces nos obliga a pensar que se encuentra afectada por alguna de las patologías políticas y sociales que el movimiento de indignados pretende erradicar.

LA BURBUJA DE «INDIGNADOS» E INDIGNADOS

LA BURBUJA DE «INDIGNADOS» E INDIGNADOS

Politiqueros, banqueros y especuladores nunca tomaron en serio la burbuja inmobiliaria que los expertos anunciaban, porque sabían que toda la mierda derivada de su inevitable explosión nunca llegaría a salpicarles, y tenían razón.

Ahí siguen los miembros de esos tres colectivos ocupando suntuosas viviendas, brindando con Moet Chandon, navegando en yates de lujo, viajando en coches de gama alta y multiplicando sus ingresos, mientras los inocentes sufridores de sus acciones se hacinan bajo plásticos tras el desahucio, beben agua en los regatos, flotan en lodazales, viajan hacia la nada en las oficinas del paro y multiplican el dolor, la impotencia y la indignación, padeciendo injustamente las consecuencias de una crisis en la que no tuvieron arte ni parte,  que terminará por llevarlos a las barricadas.

La sordera de los parlamentarios, el abuso de los consejos de administración y la indiferencia de los estraperlistas continúan soplando la burbuja de “indignados” e indignados, sin percibir que su explosión les pondrá contra las cuerdas, impidiendo que salgan ilesos de la deflagración que se avecina, por ignorar que la paciencia tiene un límite y la resignación no es eterna.

En esta ocasión los explotadores rodarán  por el suelo al silbo de la revolución, porque es muy extensa la amargura, excesivo el agravio, demasiada la aflicción y profundas las llagas del alma. Sabed, granujas de guante blanco y buitres de la miseria, que un hispano herido tiene más peligro que un león hambriento y en estos momentos son millones los españoles indignados que están heridos y al acecho.

QUISIÉRAMOS SABER

QUISIÉRAMOS SABER

Vuelan sobre nuestras cabezas como evangélicas lenguas de fuego algunas preguntas sin respuesta satisfactoria, que convierten los interrogantes en escabrosos enigmas pendientes de resolver, obligándonos a exigir una solución inmediata que nos libere de la ignorancia en que quieren mantenernos los propagandistas de respuestas sin sentido.

Muchos quisiéramos saber por qué tenemos que pagar un canon digital para que un grupo de estafadores judicialmente encausados se hagan millonarios con las recaudaciones que una ley abusiva nos obliga a pagar.

Quisiéramos saber por qué la justicia adapta su velocidad al infractor, se deja politizar en silencio con la cabeza sumida, permite que se escapen por las fisuras delincuentes de guante blanco y tolera resignada la burla de los políticos.

Quisiéramos saber por qué los ciudadanos no desempolvan guadañas, hoces y estacas dieciochescas frente a quienes les han llevado a la quiebra económica y moral, mientras los “delincuentes” siguen especulando con la ruina de los vecinos.

Quisiéramos saber por qué se escamotea el IVA, se ocultan trabajadores,  se falsean facturas, se cobran subvenciones indebidas, se hacen operaciones negras, se ocultando capitales, se crean empresas tapadera, es decir, se defrauda al Estado.

Quisiéramos saber por qué hay tanto politiquero suelto, tanto usurero en consejos bancarios, tanto especulador sin escrúpulos, tanta púrpura entre sagrarios, tanto empresario explotador y tanto pícaro por las esquinas de trabajo.

Quisiéramos saber por qué no se han descubierto vacunas contra el síndrome de la Moncloa, el partidismo político, el talibanismo religioso, la oposición irracional, el enfrentamiento sistemático y la hipocresía legalizada.

Quisiéramos saber por qué se mantiene una ley electoral que permite acceder a cargos públicos a imputados en casos de corrupción, al tiempo que cierra listas electorales prohibiendo a los ciudadanos elegir directamente sus representantes.

Quisiéramos saber por qué la jerarquía católica y los profesionales de la virtud que administran la fe de los creyentes, se encuentran tan alejados del pueblo sencillo que adoctrinan, del evangelio que predican y del Dios que patrocinan.

Quisiéramos saber por qué los 1,6 trillones de dólares que se utilizan en fabricar armamento, defender territorios y ¡pacificar guerras!, no se emplean en fomentar el desarrollo de los países pobres, como verdadero camino hacia la paz.

Quisiéramos saber, en fin, por qué el único ser racional que habita la Tierra no utiliza la razón para organizar un mundo más feliz, equitativo, justo, civilizado, pacífico, solidario y culto, donde podamos vivir con la dignidad que merecemos.

 

POLVORÍN GRIEGO

POLVORÍN GRIEGO

No me he cansado de predecir durante años la revolución del sur, porque nunca me pareció normal que mientras en el norte discutíamos sobre la calidad del chocolate, en el sur muriera cada cinco segundos un niño de hambre. La respuesta a tan ominosa situación tiene que pasar por la revolución de los millones de sureños, hartos de que explotemos su territorio los norteños, esquilmemos sus recursos, chantajeemos su trabajo y los tengamos mendigando por las alcantarillas despojos que arrojamos a las cloacas los ciudadanos del norte.

Pero las cosas han cambiado a peor porque el sur se ha extendido incluso a los territorios del norte. La ambición de los que están en el ártico social donde habitan politiqueros, constructores, banqueros y especuladores, ha roto el saco de la paciencia ciudadana y ahora peligra la paz mundial, porque los sureños del mundo se están pertrechando de razón y tienen en su poder el más devastador ariete, al que han sustituido la cabeza del carnero por una bomba capaz de terminar con el desamparo que llevan sufriendo desde que la Humanidad tomó este nombre.

Es un arma invisible con tal poder de destrucción que si se proponen utilizarla aniquilarán todo lo que encuentren a su paso. Es madre de hijas menores como el hambre, que a muchos ha obligado a abandonar familia y raíces en busca de espacios donde saciarla.  Armamento tan poderoso sólo está en poder de quienes no tienen nada que perder y están dispuestos a perderlo todo, incluso la vida.

¿A qué puede temer quien sobrevive bebiéndose las lágrimas de su familia y ofreciendo las suyas a su hijos? ¿Con qué argumentos pueden serenarse los ánimos de quienes están en el paro viendo como unos pocos nutren sus arcas con salarios y beneficios que alejarían el hambre del mundo si todo se repartiera un poco más?

Ya no existen tierras de promisión, ni trabajo, ni alimento, ni futuro, ni esperanzadoras cigüeñas presagio de bonanza. El territorio sureño se expande poblándose de buitres especuladores girando en corrientes térmicas políticas buscando la presa para rapiñar desahucios, embargos, despidos, joyas familiares, decomisos, retenciones, bloqueos e incautaciones.

El plan de ajuste griego pretende obtener 78.400 millones de euros en cinco años, a base de impuestos, privatizaciones y recortes públicos. Pero en este apretón de cinturón no se mencionan los bancos, ni los políticos, ni los depredadores. Son los inocentes de la crisis quienes tendrán que pagar la ineptitud de los polítiqueros, la usura de los bancos y la ambición de los estraperlistas, con el silencio cómplice de las iglesias que no se atreven a tirarse al ruedo.

Tradicionalmente se ha dicho que cuando Alemania o Francia estornudan, se acatarra toda Europa, pero hoy es más cierto que la revolución griega está haciendo temblar al mundo político y financiero, porque los descendientes de aqueos, dorios, jonios y eolios se han hartado de soportar incompetentes, corruptos y explotadores, que actúan con total impunidad, amparados por inmunidades parlamentarias que los eximen de ser juzgados y apresados.

Con los “indignados” puede hablarse porque no han llegado al límite de su paciencia, pero los “desesperados” que nada tienen que perder, rechazan apelaciones al Estado de Derecho, peticiones políticas europeas, reclamaciones de bancos mundiales y votos parlamentarios. A la desesperación se llega por vía del hambre y la hartura, agotada ya la resignación. Y cuando el hambre y la frustración se abren paso, se pone en juego la vida para exterminar al adversario, con tal de sobrevivir y vencer el desengaño.