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REGRESO

REGRESO

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Tras el reencuentro de ayer con la hermanada familia infanto-juvenil, hoy toca el regreso al hogar con el alma engrandecida, las fuerzas repuestas y el corazón satisfecho, a pesar de los puntos negros que enturbiaron el sentimiento, porque una ausencia desafortunada y cuatro dolencias indeseables, impidieron a cinco amigos acudir al encuentro fraternal que cada año un “ángel” nos propicia.

Escribo estos renglones tachando ya un día del calendario, con la esperanza de sobrevolar el tiempo para cumplir el anhelo de encontrarnos otra vez en la explanada de la “puerta principal”, recontándonos de nuevo inolvidables recuerdos de los años compartidos, cuando la vida nos dio injustamente la espalda, negándonos la oportunidad de recorrer protegidos la vida, desde la  inocencia de los primeros años.

Feliz día nutrido de esperanza con borrachera de abrazos, sonrisas y bromas en humilde fraternidad, donde se arrinconaron fajines, cuentas corrientes y poderes extramuros, para compartir vocaciones de amistad con amigos hermanados en el colpicio, haciendo posible el milagro de pervivencia con yuntas de pupitre y complaciéndonos todos en la felicidad del encuentro.

No hubo más sombras que las ausencias de quienes se vieron forzados a privarse del acompañamiento mutuo, porque los enredos de la vida impiden muchas veces complacer los deseos, el espacio se empeña en alargarse incluso en las distancias cortas, un mal virus logra su objetivo o el peso de la vida no permite el desplazamiento con su carga.

Pero como ningún lugar está lejos para quienes hacen de la amistad, doctrina; de la lealtad, deber; de las fotos, relicario; y del compañerismo, hermandad; con nosotros estuvieron también los ausentes compartiendo una jornada feliz, mientras allende las tapias la vida urbana permanecía ajena a nuestra dicha, sin ver el fuego de amistad que ascendía en llamaradas fraternales al cielo otoñal, alumbrado por almas gemelas.

¿EN NOMBRE DE DIOS? PUES, MIRE USTED, NO

¿EN NOMBRE DE DIOS? PUES, MIRE USTED, NO

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El viaje del Papa Francisco por tierras brasileñas para celebrar con millones de jóvenes unas jornadas inolvidables, y su interés por limpiar la basura que se esconde bajo las alfombras de la curia vaticana, nos invita a recordar algunas “declaraciones de guerra” hechas en nombre de Dios, como si éste tuviera responsabilidad en la barbaries humanas.

Con la Primera Guerra Mundial causando estragos en Europa, el káiser arengaba al ejército alemán en 1915, con estas palabras: “La bondad de Dios guía al pueblo alemán hacia la victoria a través de las batallas, para que llegue a la meta señalada por la Providencia”.  Y oyendo tales palabras, el Papa de Roma, callaba.

No contento con esto, el mismo emperador Guillermo II proclamaba un año después: “Hemos tomado Bucarés. ¡Éxito magnífico alcanzado con la ayuda de Dios! Alemania conoce su poder, su fuerza y confía en los beneficios de Dios”. Y Benedicto XV, callaba.

            Finalmente, en 1917, insistía cínicamente en poner a Dios al frente de los cañones, diciendo: “Los submarinos no descansarán hasta que el enemigo haya sido batido con la ayuda de Dios. Con la ayuda de Dios, que hasta ahora nos ha protegido graciosamente, el enemigo sufrirá la derrota. El año 1917, con sus grandes batallas, ha probado que el pueblo alemán tiene en el Señor de la Creación un aliado incondicional y fiel, en el cual puede confiar absolutamente”. Y el representante de Dios en la tierra continuaba en silencio, mientras los hijos de su representado caían como moscas a cañonazo limpio y en las trincheras ensartados a golpes de bayonetas caladas, mientras el doctrinal amor fraterno huía despavorido a las tinieblas.

CHAQUETEROS

CHAQUETEROS

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Chaquetero es quien cambia de opinión o de partido político por intereses privados y conveniencia personal, no por evolución ideológica en el tiempo y conversión sincera a nueva doctrina, sino para llenar la andorga con el menor esfuerzo y máxima rentabilidad, aunque los insultos golpeen su cara dura, la desvergüenza les proteja de las descalificaciones y el desprecio social sea costumbre diaria que rebota contra el hermético caparazón de los chaqueteros.

Hay chaqueteros de todos los colores, formas y tamaños, destacando entre ellos el modelo político, caracterizado por su extraordinaria capacidad de mimetización camaleónica en las urnas, que les permite simular ideologías ajenas al pensamiento propio que guardan para ellos mismos.

Se abrigan los chaqueteros del frío exterior cambiando el forro de la chaqueta ideológica según la dirección del viento que mueva la veleta hacia el norte de los favores que pretenden, sin importarles vender la honradez por media lenteja, cambiar moral por indignidad, sustituir nobleza por deshonor, convertir la verdad en engaño y traicionar la lealtad con falsas monedas de plata.

Son travestis que usan plataformas de servilismo y desvergüenza para alzarse al poder, sacrificando la ética a la poltrona y la dignidad al privilegio inmerecido. Traidores a la ideología, herejes de partido, desleales con electores, cínicos en las tribunas, estafadores en las urnas, mercaderes de actas,  perversores democráticos y tránsfugas de la miseria.

ARGUMENTOS PARA LA FE

ARGUMENTOS PARA LA FE

No fueron las “las cinco vías de Santo Tomás”, ni las historias contadas por los evangelistas, ni las decisiones conciliares, ni tampoco las catequesis infantiles, los argumentos que convencieron a muchos creyentes de los dogmas y la doctrina católica, sino el fuego eterno del  infierno aderezado con la felicidad perpetua del cielo, junto al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo, los ángeles y los familiares muertos que allí esperaban.

Seis siglos de Inquisición hicieron el trabajo sucio de la fe llevando al redil del buen pastor las incrédulas, desobedientes y rebeldes ovejas que iban por la senda del vicio, decretando los capelos impositivas páginas contra herejes, insumisos, brujas, homosexuales y paganos, que ardían en hogueras públicas presididas por la autoridad eclesiástica.

Los argumentos empleados por inquisidores para convencer incrédulos, obtener reconversiones a la fe y autoinculpaciones de pecadores, eran muy variados en sus “razones”, pues iban desde los collares de púas hasta péndulos rompehuesos, pasando por torniquetes estrujadedos, planchas aplastacabezas y sillas con pinchos.

A tan persuasivos métodos se añadían las garras de hierro para desgarrar la carne, agujas que penetraban lunares, tenazas al rojo vivo, camas que se estiraban hasta descoyuntar piernas y brazos, fuego en los pies y toneles llenos de excrementos donde sumergían a los indeseables.

Los herejes, homosexuales y putas tenían reservada la “pera” que dilataba las bocas de los blasfemos, el ano de los sodomitas y la vulva de las amantes de satanás, hasta desgarrar fauces, anos y vaginas, mientras que las adúlteras eran mejor tratadas pues los verdugos se conformaban con triturarles las tetas y pezones con unas pinzas, para que confesaran o se convirtieran a la fe.

 Sencillos métodos empleados por sayones para conseguir que el torturado dijera lo que el martirizador quería oírle decir, si deseaba salir del sótano inquisitorial con la bendición apostólica en el cuerpo destrozado, el rosario en una mano y el cielo en la otra.

JUSTICIA, BIENESTAR Y PAZ

JUSTICIA, BIENESTAR Y PAZ

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El superjefe de la justicia española ha dicho en la homilía dominical pronunciada ayer con motivo de celebrarse el 200 aniversario del alto Tribunal que preside, que desea “una sociedad de justicia, de bienestar y de paz que sea el reino del futuro”. Yo también lo deseo, sabiendo que será difícil llegar a ella con personajes como el predicador de tal anhelo.

Yo también deseo una sociedad de justicia donde la ética y la ley vayan de la mano, sin que ésta última abra rendijas por donde puedan escaparse quienes abusan de inmorales principios éticos y religiosos no contemplados en las leyes, haciendo del sillón negocio con los “amiguitos del alma” como hizo el valenciano o de su toga un sayo con íntimos guardaespaldas, como hace el malagueño.

Yo también deseo una sociedad de bienestar, pero de bienestar para todos los ciudadanos, no sólo para aquellos que tienen el privilegio de gastar fondos públicos a su antojo en lujosos hoteles y selectas zonas de recreo, sin necesidad de dar cuentas a nadie, porque la ley abre una vía de agua por donde se destila la impunidad de los beneficiados.

Yo también deseo una sociedad en paz, donde reine la solidaridad, y el sacrificio por la supervivencia del vecino sea norma de conducta, por lejos que éste viva de nosotros. Una sociedad donde los golpes de pecho en las iglesias sean un símbolo real de compromiso por la liberación de la pobreza y no el somnífero que adormece preceptos evangélicos y pervierte la doctrina que dicen practicar quienes dan ejemplo de compromiso anticristiano.

EL ESPÍRITU DEL PALOMAR

EL ESPÍRITU DEL PALOMAR

La familia columbidae, sobre todo las palomas urbanas, andan por el suelo, aunque no falten doctrinas que las santifiquen y mantengan en vuelo permanente iluminando con lenguas de fuego las cabezas de sus seguidores.

Hay palomas “bobas” que han emigrado desde el caribe a los rancios páramos esteparios; “celebianas”, que han abandonado Indonesia y andan ahora en páginas de las hojas parroquiales abanderando celibatos, continencias y purezas carnales; “tamborileras”, pluriempleadas en manifestaciones de charanga y pandereta, que han huido del Sahara a las pancartas episcopales; y “azules”, propias de selvas tropicales que han dejado los cursos de agua natural para estancarse en las pilas bautismales.

La antipatía de muchos por las palomas se debe al carácter ácido de los excrementos que depositan donde se les antoja, dañando fachadas y puertas de acceso al buen entendimiento; obstruyendo canalones de comunicación; ensuciando la ropa limpia de los vecinos; y produciendo goteras en las Instituciones.

Además, estas aves, por muy espiritualmente santas que sean, transmiten enfermedades como la coriza, cuyo síntoma principal es la aparición de una coraza contra el sentido común, que las hace impermeables al cambio, a la innovación y al progreso. Finalmente, amigos lectores, voy a deciros que los nidos donde se reúne la familia columbidae son fuente inagotable de ácaros, piojos, pulgas y garrapatas, por lo que en algunos países está prohibido alimentarlas.

Por otra parte, la idílica imagen de las palomas volando sobre el cielo está dando paso a una realidad menos poética, pues ahora se ven más estas pícaras aves en los vertederos, que surcando el cielo. Pícaras, porque engañan; y crueles, porque no dudan en picotear el agnosticismo reinante para arrancarle a pedazos la piel.

La gran maestría que las palomas exhiben en el vuelo deja extasiados a los ingenuos, seduce a los crédulos y despista a la mayoría civilizada que no percibe la rigidez de sus plumas ni el peligro de sus puntiagudas alas, ya que pueden clavarse sin reservas en almas cándidas, tratando de confundir una realidad incuestionable.

Entre los emergentes tipos de palomas, destacan las “sombrías” y las “tridáctilas”. Unas por su permanente gesto antipático y las otras por sus tres agudas uñas, como colmillos depredadores, dispuestas a rapiñar la carroña, insectos y lombrices que la ignorancia deja como detritos en la sinrazón. Y lo más curioso: las palomas viven más tiempo el cautiverio del libro sagrado, que la libertad, porque la doctrina les ahoga el albedrío.

Son vertebrados que se vertebran en estructuras mentales anquilosadas y viven la simbiosis de los líquenes, apoyándose mutuamente para proteger sus intereses frente al enemigo común: las punzantes espinas de la incredulidad que pretenden crucificarlas en sus púas para evitar la ensoñación del milagro.

Para defenderse, las palomas excretan ideologías crepusculares sobre la fantasía de cuentos milenarios. Se arrullan, se cortejan y, tras la cúpula, hacen un vuelo conjunto de ostentación, batiendo las alas en un aplauso que sólo emociona a los beneficiarios de su apareamiento.