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Etiqueta: Cuba

HIPOCRESÍA LEGALIZADA

HIPOCRESÍA LEGALIZADA

esclavitud

Es costumbre de gobiernos y parlamentos legalizar la hipocresía, es decir, hacer lo contrario a lo legislado por ellos mismos, con objeto de lavar públicamente su imagen, haciendo ver que se realiza algo diferente a lo que realmente se hace, con un cinismo propio de raza degenerada.

Esto sucedió con la abolición de la esclavitud en España, – es decir, en la España peninsular, claro – porque en la de ultramar se mantuvo el esclavismo, dejando patente la doble moral de los gobernantes españoles regentados por la corrupta María Cristina de Borbón, que prohibió tener esclavos en la península para contentar a Europa, permitiendo a los ricos españoles cubanos tener cuantos esclavos quisieran en la isla caribeña.

Los amigos de la viuda de Fernando VII el Felón y mamá de la ninfómana Isabel II, se dedicaban al tráfico de esclavos obteniendo en tal comercio extraordinarios beneficios que debían mantenerse, para que el negocio de los parientes y amigos siguiera viento en popa a toda vela, engordando sus arcones y huchas con ducados ennegrecidos con la piel de los esclavos, mientras los países europeos miraban para la ley peninsular, porque sus prismáticos políticos no llegaban a las colonias allende los mares.

En ese detestable tráfico de esclavos, forjaron inmensas fortunas los políticos, nobles, militares y gobernadores de la época, sin que los gobiernos conservadores movieran un dedo para evitar tales desmanes, porque a muchos de ellos les tocaba directamente en sus particulares bolsillos.

Recordemos, por ejemplo, que el conservador, misericordioso y restaurador Cánovas del Castillo, llegó a decir en un momento de lucidez, que las personas de raza negra eran perezosas, salvajes e inclinadas a actuar mal, por lo que era obligado conducirlas con autoridad y firmeza si se quería obtener algo de ellas.

PRIM, PAM, PUM ¡FUEGO!

PRIM, PAM, PUM ¡FUEGO!

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El abrigo de piel de oso fue la causa de la muerte del general Prim el 30 de diciembre de 1870, cuando el trabucazo del asesino le destrozó el hombro dejando en su interior ocho balas y un boquete que se infectó con los restos del abrigo que llevaba la mañana del atentado, para protegerse de la fría nevada que caía sobre Madrid.

Juan Prim y Prats fue un militar y político liberal que presidió el Consejo de Ministros en plena Revolución Gloriosa de 1868, pagando con su vida la apuesta que hizo por entronizar en España la italiana Casa de Saboya con Amadeo I, olvidando que los republicanos de la Septembrina mantenían la pólvora en sus trabucos de grueso calibre.

A Prim le cupo el desgraciado honor de ser el primero de los cinco presidentes del Gobierno que han sido asesinados en España, desde Cánovas (1897) a Carrero Blanco (1973), pasando por Canalejas (1912) y Eduardo Dato (1921), sin que hasta el momento se sepa el nombre del arcabucero que le disparó en el coche de caballos donde iba con sus ayudantes.

Eso sí, sabemos que una de las balas fue disparada por los contrarios a la independencia de Cuba defendida por el General; otra por contratar a un rey, que además era italiano; la tercera, por los aspirantes a la corona española; y los últimos en disparar fueron sus enemigos los anarquistas.

Sospechas húbolas en torno al vinatero diputado extremista republicano José Paúl y Angulo que perdió la cabeza sentenciándolo a muerte en un artículo y advirtiéndole a Prim en los pasillos del Congreso que a cada cual le llega su San Martín, poco antes de que el General subiera al carruaje de la muerte.

CUBA EN EL CORAZÓN

CUBA EN EL CORAZÓN

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Tras dieciocho meses intercambiando de prisioneros con Raúl y negociando en secreto con el Vaticano y Canadá como intermediarios, Obama ha cumplido la promesa electoral de tender la mano a Cuba, reconociendo que a los gobiernos americanos se les fue la mano con el bloqueo a la maltratada isla, desde que esta se negó a ser zona de recreo y orgías para capitalistas americanos.

Tras el apretón de manos de Obama con Castro en el sudafricano funeral por Mandela, llegó la liberación de Alan Gross que abrió las puertas al entendimiento entre ambos países solicitado en cartas personales que Francisco envío desde Roma a Obama y Raúl, pidiendo la normalización de relaciones entre Cuba y EEUU, algo que se hizo posible el martes 17 de diciembre, cuando el papa bueno celebraba su setenta y ocho cumpleaños.

Nunca he sabido el origen de mi afecto duradero a la isla caribeña y a los cubanos, sin haber pisado el Malecón habanero, ni haber hecho guardias en el Castillo del Morro, ni saludado a José Martí en la Plaza de la Revolución, ni degustado un mojito en la Bodeguita del Medio, ni haberme sentado en la calle a conversar con los vecinos viendo pasar el tiempo a ritmo de habanera.

Por eso, cada vez que hago dueto en soledad con el desaparecido Carlos Cano o mi entrañable Pasión Vega, cantando las Habaneras de Cádiz, se me entrecorta la voz y enmudece el sentimiento, por el apasionado afecto que me provoca la isla hermana, abandonada a su suerte durante décadas por el país del dólar y la indiferencia.

Inexplicable temblor del alma sin justificación para la ciencia porque los sacudimientos internos escapan a toda lógica, por mucho que los manuales se esfuercen en conseguirlo, los exiliados cubanos anticastristas se empeñen en disuadirme y los publicistas denuncien la falta de libertades y derechos ciudadanos en la república insular.

Llevo a Cuba en bandolera cruzada sobre el corazón, pregonando mi deseo de abrazar esa tierra hermana que sufre y sonríe; que nada pide a sus vecinos y todo lo da por la liberación de la miseria africana. Un brazo de tierra que quiero estrechar entre mis brazos para hermanarme bajo el cielo del pico Turquino con su lucha por la supervivencia, teniendo por testigo las aguas cálidas del Caribe.

Hoy grita mi corazón vivas al fraternal pueblo cubano y en cada palpitación la sangre se hace solidaria en juramento de perpetua identidad con esta tierra injustamente castigada por el destino que no merece.

SALVADOR Y NICOLÁS

SALVADOR Y NICOLÁS

Espriu

Uno, gerundense de Santa Coloma, y el otro camagüeyano de la tercera Cuba. El primero catalanista y el segundo activista político. Pero ambos poetas, que sin acuerdo previo decidieron venir juntos al mundo un día como hoy de 1913 y 1902, siendo bautizados con los nombres de Salvador y Nicolás, por las familias Espriu y Guillén.

Sin parentesco ideológico ni afinidad literaria, el azar de la vida nos los entregó el mismo día en diferentes cunas, pues Salvador descansaba en sábanas de organdil bajo una religiosa cruz rezando en catalán, y Nicolás en jergón de mestizaje, transcultura y son cubano, soñando rebeldía en lengua castellana.

Ambos republicanos, federalistas, amigos de la paz y luchadores por la concordia. Espriu detenido y multado por asistir a reuniones ilícitas en la dictadura, y Guillén comunista exiliado de país en país hasta el triunfo de la revolución cubana. El primero, renovador de la literatura catalana, y el segundo nombrado poeta nacional cubano.

Salvador contaba entre sus amigos con Bartomeu Roselló-Pórcel, mientras Nicolás recibía el espaldarazo poético de la mano de Unamuno. Pero ambos trovadores arriesgados, espíritus ilógicos, luchadores románticos, fieles a la verdad, agitados vitalmente y comprometidos con la libertad, la justicia y la paz.

Salvador Espriu lanzó su anatema contra el que mercadeaba con las cosas santas y convertía la religión en puntal de la opulencia o en vía practicable sólo para cretinos; contra el harto que no socorría el hambre de otras encías; contra el sabio insensible al sufrimiento del débil, que se aislaba en la torre de marfil de una serenidad cruel; contra el escriba que vendía la pluma a rocines victoriosos y se envilecía al ensalmar, por oro o por temor.

Mientras, Nicolás Guillén pedía unir las manos blancas y negras, para hacer una muralla desde el monte hasta la playa, que impidiera el paso a sables de coroneles, alacranes, ciempiés, venenos, puñales y dientes de serpientes, donde solo habitaran intramuros: rosas, claveles, palomas, laurel, mirtos, hierbabuenas, ruiseñores y corazones amigos.

SOLEDAD BARRET VIEZMA

SOLEDAD BARRET VIEZMA

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Soledad era nieta del escritor Rafael Barrett, de quien aprendió que si el Bien no existía, había que inventarlo. Tan aplicada alumna, pasó la vida intentando hacer realidad el deseo del abuelo allá por donde pasó, hasta ser asesinada en Recife el 8 de enero de 1973 a manos de la policía brasileña, cuando apenas contaba 28 años de edad y portaba en su alma el romanticismo militante que aprendió del patriarca.

Su muerte inundó de lágrimas las calles de Asunción, doloridas por la brutalidad que cercenó la vida de una joven inteligente, comprometida, solidaria, valiente y generosa, con secundarios añadidos de natural belleza, destacado encanto personal, garganta de cantante y graciosas cualidades para la danza paraguaya, que deslumbraban a quienes se dejaban cautivar por la magia de su voz y sus pies.

Luchadora por la justicia social, redentora de los oprimidos y sensible al dolor ajeno, su integridad moral sin fisuras la llevó al martirio, cuando siendo dirigente estudiantil en Montevideo, sufrió en julio de 1962 los arañados de la intolerancia, al ser raptada por un grupo neo-nazi que grabó a cuchillo en su cuerpo varias cruces gamadas, por negarse a gritar consignas ultraderechistas. Detestable acto que abrió las puertas a la violencia del régimen militar, obligándola a emigrar a Cuba donde contrajo matrimonio y tuvo una hija, con el revolucionario brasileño José María Ferreira.

El asesinato de su marido en Brasil estimuló su lucha contra la dictadura con mala fortuna, pues cruzó su vida en la clandestinidad con el cabo Anselmo, amigo de su marido, de quien se enamoró sin sospechar que se trataba de un agente infiltrado al servicio de la policía, delator de Soledad.

La vileza de Anselmo le llevó a denunciar sistemáticamente durante casi dos años a decenas de compañeros, para entregarlos a la tortura y la muerte, llegando su traición a señalar con el dedo sin reparo a los seis miembros del grupo donde estaba infiltrado, entre los que se encontraba Soledad, embarazada de un hijo suyo.

Los seis fueron apresados, torturados y asesinados. La abogada Mercia Alburquerque que logró entrar al depósito de cadáveres del cementerio de Santo Amaro, dijo: «Soledad, desnuda, tenía a su alrededor mucha sangre y a sus pies un feto».

Historia ya olvidada que traigo hoy a mi bitácora con el alma encogida, al recordar el injusto final de una mujer excepcional que luchó, amó y fue traicionada por el padre del hijo que llevaba en su seno.

DULCE MARÍA LOYNAZ

DULCE MARÍA LOYNAZ

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Loinaz

Aunque inevitable la muerte y doloroso el recuerdo, es obligado evocar el olvido de los “pocos sabios que en el mundo han sido”, pero gratifica más conmemorar la venida al mundo de las personas que han dejado huella duradera entre nosotros, como sucede con la poetisa cubana Dulce María Loynaz, que hoy cumpliría 111 años de vida, si la parca no hubiera hecho de las suyas con el romántico corazón de la soñadora.

Quiso María de las Mercedes llamarse Dulce María, porque fue dulce su sentimiento, miel su nostalgia, ambrosía sus versos y néctar su poesía, haciendo universal la lírica que inició su andadura recostada en el malecón de Habana, tejiendo melancólicas esperanzas en noches redimidas de luz, mientras rescataba la belleza de la vulgaridad diaria.

Viajera incansable por diferentes países hasta hacerse isleña canaria adoptiva, recordando el primer poema de su alma que vio la luz en La Nación a sus juveniles diecisiete años, sin haber pasado por aulas escolásticas formales, antes de doctorarse en leyes y sentir la fascinación del asombro ante la tumba de Tutankamón.

La revolución cubana llevó a Loynaz a un largo exilio interior en el caserón familiar del barrio habanero El Vedado, donde su apoliticismo la mantuvo alejada del nuevo régimen isleño, y en ese rincón permaneció a pesar de las invitaciones recibidas para abandonar su Cuba natal y residir en España, sin dejarse persuadir por la oferta.

A las reuniones intelectuales celebradas en su casa asistieron amigos suyos que fueron maestros literarios como García Lorca, Juana de Ibarbourou y los Nobel Gabriela Mistral y Juan Ramón Jiménez, con quienes se reencontró en la eternidad el 15 de abril de 1997, cuando un paro cardiorrespiratorio decidió terminar con sus 94 años de vida.

MANITO TIENE UNA CALLE

MANITO TIENE UNA CALLE

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No siempre la toponimia urbana pone su atención en celebridades nacionales y personajes universales, porque también el callejero tiene espacio reservado en sus rúas para ciertos héroes locales desconocidos en otras latitudes, que por su ejemplaridad han demostrado a los vecinos ser merecedores de recuerdo en los rótulos de las calles.

Ser humilde y no ser famoso; trabajar en silencio y no pregonarlo; perseguir un empeño sin rendirse a las dificultades; y abandonar este mundo sin ver satisfecho el deseo pretendido, es lo que sucedió al doctor Vázquez Iglesias que pasó luchando durante años para conseguir que la Torre de Hércules fuera declarada Patrimonio de la Humanidad, hasta conseguirlo el 27 de junio de 2009, cuando ya sus cenizas llevaban dos años custodiando la torre.

El alcalde de A Coruña y toda la familia del querido Manito han descubierto hoy ante un reducido grupo de amigos, la placa metálica que da nombre a la amplia calle que conduce al faro romano más antiguo del mundo, que lleva desde el siglo I orientando a los barcos que navegan en su entorno.

A partir del 27 de junio de 2013, todos los ciudadanos que quieran acceder a la Torre de Hércules, tendrán que hacerlo a través de la calle que lleva el nombre del orensano José Luis Vázquez Iglesias, hombre bueno, coruñés vocacional, médico ejemplar y fotógrafo de prestigio, que grabó en el objetivo de su cámara las mejores imágenes que imaginarse puedan de la Torre.

La “Novia de La Coruña”, como denominó este jefe de servicio del aparato digestivo del complejo hospitalario coruñés, al faro gallego, se  hermanó el 9 de septiembre de 2008 con la neoyorquina Estatua de la Libertad, y dieciséis días después con el Faro del Morro de La Habana, emblema de Cuba y faro más antiguo de América.

De la mano de Ángeles y acompañado de Mayte, fuimos los tres al homenaje y escuchamos los discursos emotivos del alcalde coruñés, el hermano del doctor y la hija del homenajeado, envueltos en las notas musicales del antiguo himno del reino de Galicia, que las gaitas y violines pusieron al son del viento.