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DÉFICITS PARA SALVAR EL DÉFICIT

DÉFICITS PARA SALVAR EL DÉFICIT

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Preocupa a los políticos de todos los colores que nuestro déficit público esté por encima del 7 % del Producto Interior Bruto, lo que representa unos 73.000 millones de euros que se están pretendiendo enjugar aumentando otros déficits vitales más importantes que el de las macrocuentas del Estado, con grave deterioro de la convivencia social y el bienestar ciudadano.

No es bueno para el país reducir el déficit económico aumentando el déficit juvenil que expulsa del país a nuestros jóvenes, porque en ellos está el futuro que ahora desprecian quienes cierran con el cemento armado de su cara dura la salida del túnel, mostrando una irresponsabilidad histórica que merece la condenación a eterna a galeras.

No es bueno para el país reducir el déficit público transformando en morgues los hospitales, abriendo escuelas en barracones, dotando los juzgados con lapiceros sin punta o poniendo esterillas en el suelo para los discapacitados, sino persiguiendo el fraude fiscal, anulando la Sicav, evitando los refugios de pisos vacíos, devolviendo las autonomías uniprovinciales a su lugar de origen, eliminando senadores, reduciendo miles de concejales y suprimiendo las subvenciones a partidos, patronal, sindicatos y fundaciones.

Con eso bastaría para superar todos los déficits económicos imaginables, pero no se hace nada en esa dirección, pudiendo hacerlo todo, lo cual obliga a pensar en segundas intenciones ocultas a los ciudadanos que están pagando las cuentas de los platos rotos por quienes sonríen en la cubierta de los barcos con una piña colada en la mano, mientras en la bodega sudan sangre los inocentes remeros.

DISCREPANCIAS DEL PUEBLO

DISCREPANCIAS DEL PUEBLO

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La separación entre quienes dirigen al pueblo siendo del pueblo aunque no se consideren del pueblo, y la mayoría absoluta de ciudadanos que forman el pueblo, se agudiza cada día más porque los jefes políticos, sociales y económicos manejan un diccionario diferente al utilizado por los votantes, dando lugar a una esquizofrenia social causada por discrepancias insalvables entre unos y otros, con balance favorable para los ciudadanos.

Efectivamente, en contra de la cúpula empresarial, financiera y política, se ha evidenciado que la razón estaba de parte de los sureños, cuando los del norte social elogiaban a Díaz Ferrán como modelo de empresario.

Según estamos comprobando, las acciones preferentes no eran la panacea para inversores, sino un escandaloso fraude masivo a los ciudadanos, cuyas últimas consecuencias están todavía por descubrir.

Parece cada día más claro que el señor Urdangarín era un trilero estafador con guante real a medida de toda la Casa, y no un ejemplo de joven empresario y altruista emprendedor que trabajaba por amor a los súbditos.

Nadie se atreve a negar hoy día que Bárcenas fue un ladrón engominado, propuesto por sus íntimos compañeros de partido a la peana, siendo el mejor candidato a premio Nobel de cinismo, estafa, soborno y chulería.

Decir que Rato, Blesa y todos sus cómplices de fechorías financieras y abusos económicos eran paradigmas de banqueros honrados, como pregonaron sus patrocinadores, fue un pecado más grave que el “original”.

Hablar del “amiguito del alma” y de quien se lo llevó junto al duque de su isla, en términos de ejemplarizantes políticos, insulta la inteligencia ciudadana, ofende al sentido común y mancilla la honestidad popular.

RESACA ELECTORAL

RESACA ELECTORAL

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Realizadas las votaciones, abiertas las urnas y hecho el recuento electoral, los ciudadanos tenemos derecho a reflexionar sobre lo sucedido, discrepando del análisis hecho por periodistas y políticos, pues los candidatos más votados por el pueblo han quedado nuevamente olvidados.

Me refiero a la mayoría absoluta de ciudadanos, representados por el 54,16 % que se abstuvieron, votaron en blanco o anularon el voto. Es decir, sobre un censo de 34.811.024 votantes, suman los desencantados 18.890.209. Luego de los 54 escaños que nos corresponden en el Parlamento Europeo, 30 de ellos deberían estar vacíos.

A mí, como votante que hice cola en el colegio electoral, este es el dato más inquietante en una democracia, cuyo fundamento es la soberanía popular entendida como predominio del pueblo en el gobierno político del Estado que expresa su voluntad en las urnas, dándose el caso de que una minoría de ciudadanos van a decidir sobre la mayoría decepcionada con la clase política.

Esto me parece importante porque la votación de ayer hay que interpretarla en clave nacional, expresando ese dato un brutal desencanto ciudadano, que se multiplica con el castigo dado al bipartidismo, la irrupción de “Podemos” y el ascenso de IU, UPyD y ERC, que confirman la caída del PP y el desplome vertiginoso de los socialistas, que siguen haciendo el Tancredo político, sin moverse en la plaza a pesar de las cornadas recibidas.

PERPLEJIDAD

PERPLEJIDAD

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Las cosas que suceden en este país están dejando perplejos a muchos ciudadanos y sin capacidad de respuesta, inmovilizados por un asombro que aturde su ánimo, ante los detestables hechos que presencian atónitos frente a la pantalla de la vida.

Que algunas esposas de presuntos corruptos ignoren las andanzas de sus maridos es defendido por ciertos políticos y publicistas; pero que sean expulsados de la carrera judicial los magistrados que pretenden encerrarlos, es aplaudido por ellos.

Que el presidente catalán desprecie la Constitución y otras Instituciones no provoca una respuesta contundente del Gobierno; pero que los ciudadanos se manifiesten en defensa de sus derechos fundamentales requiere una ley mordaza por vía urgente.

Que el rey se hayan hecho multimillonario en poco tiempo contando con empresarios amigos íntimos que han dormido en chirona, no inquieta al personal; pero que algunos ciudadanos enarbolen banderas tricolores por la calle merece castigo.

Que politiqueros, sindicalistos, cajistas y empreSSsarios estén en el punto de mira de la justicia no preocupa a políticos, sindicalistas, cajeros y empresarios; pero estos se rasgan las vestiduras ante las críticas que reciben los tramposos del gremio de cada cual.

Que las mentiras políticas de colores varios lanzadas desde las tribunas atonten a los ingenuos no está bien; pero que la amnesia les lleve de nuevo a las urnas con la papeleta en el bolsillo y la sordera en la Trompa de Eustaquio parece grave.

FÚTBOL

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Con hijo, yerno y entrañables amigos he pisado ayer finalmente un campo de fútbol, durante la visita que hicimos al estadio Santiago Bernabéu, comida incluida en la cristalera del asador «La Esquina» y partido de fútbol entre el Real Madrid y el Schalke-04, cuyo resultado ya es conocido en toda la galaxia.

Si el fútbol no salva de las crisis, ni enriquece culturalmente al pueblo, ni promueve valores morales, ni evita el masivo desempleo, ni elimina la corrupción, ni mejora los salarios, ¿por qué mantenerlo, si ha demostrado ser un deporte tan inútil para la erradicar el hambre como el imán que llevó el gitano Melquiades a Macondo, inservible para extraer tesoros de la tierra que redimieran a sus vecinos de la pobreza?

Además, suscita diferencias, agita las masas, divide familias, disgrega amigos, provoca discusiones y ocasiona gastos, por lo que no debería ser objeto de deseo ni merecer el aplauso social que recibe en todo el mundo mundial, sino todo lo contrario, ser condenado al olvido y desterrado de la sociedad.

Pero no ocurre así, y ayer pude acercarme a la explicación que justifica su arraigo social y fuerza de convocatoria, cuando envuelto en la catarsis colectiva no pude sustraerme al  espectáculo que dieron los espectadores, la «grada joven», los «schalkeros» y las dos escuadras de gladiadores que se disputaban a patadas un balón, en pantalones cortos y con fibrosas tabletas de chocolate en el estómago.

Comprobé ayer que el fútbol es como una península cenagosa que está rodeada de lodo por todas partes, menos por el “istmo redentor” que da paso al estadio por donde entran miles de ciudadanos a redimir sus penas con el peloteo de veintidós jóvenes deportistas multimillonarios que se disputan una esfera llena de aire a puntapié limpio, sin poder tocarlo con la mano, ni darse patadas unos a otros.

Ayer verifiqué que el fútbol sirve para ocultar pasajeramente la realidad y adormecer la desesperanza, como hacen los opios deístas religiosos y narcotizantes ateísmos políticos, con la ventaja de que el fútbol no contamina el alma, relaja las inquietudes sociales, distrae el insomnio del hambre, evita la pesadilla del paro, alivia los pesares de la enfermedad, consuela desgracias y hace olvidar quebrantos, como saben muy bien los psiquiatras que recomiendan esta terapia a los pacientes aficionados al balompié.

Efectos sanadores de inmediatas consecuencias y eficaces resultados, que son aprovechados para desviar la atención ciudadana hacía la esperanzadora alfombra verde del césped, despistando a miles de monosabios que contemplan el ruedo sin percibir que el toro permanece en la plaza pública exterior dispuesto a cornearles con la cruda realidad de la vida, un minuto después que el hombre de negro pita el final de la contienda.

CARNE DE CAÑÓN

CARNE DE CAÑÓN

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La historia es pródiga en guerras donde mueren a paladas millones de ciudadanos anónimos que son utilizados como carne de cañón por quienes no pisan el frente de batalla, ni pegan tiros, ni corren riesgos, ni dejan huérfanos y viudas, ni sufren amputaciones, ni quedan ciegos, ni utilizan sillas de ruedas tras las explosiones.

Cientos de millones de personas de todo el mundo han muerto en guerras, donde la barbarie humana muestra su peor cara a los indefensos ciudadanos, sin que tengamos noticias de reyes, jefes de gobierno o ministros, que estén sufriendo rasguños en su delicada piel, tras combatir en las trincheras.

La historia viene de lejos, pues ya en la conquista española del cono sur, los virreyes utilizaban indígenas para luchar contra sus propios hermanos indios, que caían como moscas por los dos bandos, una vez doblegados los rebeldes a la dominación española, aunque la historia nos la hayan contado de otra manera.

Los jefes que allí quedaron aprendieron tan bien el mensaje que los negros argentinos ocuparon la primera línea de fuego en la lucha por la independencia. Negros fueron también los brasileños que cayeron en su guerra con Paraguay. Y miles de indios peruanos y bolivianos tiñeron de sangre la tierra en la guerra contra Chile.

Los gobernantes que dan la orden de ataque permanece en los despachos enviando los ciudadanos al matadero, sin percibir que dar la vida por la patria no es ofrecer la muerte por ella en una guerra, sino trabajar por su engrandecimiento, progreso y bienestar.

11 – M

11 – M

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Eran las 7:37 h. del 11 de marzo de 2004, cuando explosionaron las tres primeras bombas asesinas, ocultas bajo los asientos del tren 21431 que se encontraba estacionado en la vía 2 de la estación de Atocha, convirtiéndose en macabro preludio de los otros siete artefactos que un grupo de vesánicos descerebrados dejaron abandonados en los trenes, llevándose por delante a 192 ciudadanos inofensivos, indefensos, inocentes y pacíficos.

Esta barbarie ha dado fama universal y eterna al numerónimo 11-M, como testimonio de cruel matanza irredimible, porque no hay Dios que perdone la salvajada realizada por animales pertenecientes a una raza todavía por definir, pues los depredadores, sabandijas y alimañas tienen más nobles sentimientos que los sanguinarios autores de semejante bestialidad.

Cuerpos partidos en pedazos, piernas diseminadas entre los raíles, brazos amputados colgando de los postes, luto de sangre en uniformes policiales, impotencia en manos de bomberos, huellas de locura en ropa de voluntarios y lágrimas negras en pupilas enrojecidas de dolor por la rabia contenida.

Vino luego el indigerible cóctel de la confusión formado por Titadine, Goma-2 Eco y datos erróneos que alimentaron teorías conspirativas no disueltas con las palabras del portavoz batasunero Arnaldo Otegui desvinculando totalmente a ETA de la masacre, ni canceladas con el comunicado que la propia ETA envió al diario Gara y a Euskal Telebista negando cualquier responsabilidad en el atentado, ni olvidadas con la sentencia judicial, que aún sobrevuelan como buitre negro de catástrofe entre los incrédulos.

Y, finalmente, el testimonio de un pueblo más reflexivo y maduro que sus dirigentes, sin que los mandamases se hayan dado por enterados y continúen insultando el sentido común de los ciudadanos que hacen cola en los colegios electorales, para gritarles una vez más en las urnas lo que no entendieron tras los detestables atentados de hace diez años.

Pero cientos de poetas anónimos desempolvaron el arpa dormida
bajo la corteza del dolor,
para cantar nanas redentoras de aflicción con arpegios solidarios, acompañando las almas
truncadas que tomaron el tren aquella mañana para ir al trabajo, ignorando la tragedia que les esperaba bajo los asientos.