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FIN DEL MUNDO

FIN DEL MUNDO

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Según el calendario maya, hoy se termina el ciclo de 394 años conocido como Baktun 13, que muchos han interpretado como el final del mundo. A esta creencia se añade la amenaza de que también colisionará hoy con la tierra el planeta Nubiru, para hacernos temblar, antes de enviarnos de un porrazo a la galaxia de Andrómeda.

Pero estad tranquilos, que nada de esto va a suceder, ni tampoco seremos juzgados en la corte celestial presidida por el Padre, ni nos separaran en diferentes destinos a los malos de los buenos, ni habrá resurrecciones masivas, ni otros cuentos por el estilo, predicados por diferentes doctrinas, ávidas de clientes temerosos ante la realidad de la muerte, que es el verdadero fin del mundo para cada uno de nosotros el día que la parca venga a visitarnos.

No existe fin del mundo global y en lote para toda la humanidad, pero sí tenemos reservado cada uno el fin personal que nos alejará del mundo, no de este mundo como dicen algunas creencias religiosas, abriendo las puertas a otro mundo de fuegos y tridentes, o de arpas y coros de ángeles, arcángeles, tronos y dominaciones.

La muerte de cada cual es el verdadero fin del mundo que tenemos reservado desde que somos concebidos en el vientre materno, sin esperanza real de ser enviados a otra vida en un mundo virtual, como viene demostrando la realidad desde que el primer mono bajó de los árboles y comenzó a moverse sobre dos patas.

CARTA A UN JOVEN REPUBLICANO

CARTA A UN JOVEN REPUBLICANO

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Estimado Joaquín:

Hace tres días celebraron muchos ciudadanos el 34 aniversario de la Constitución Española que consagra la monarquía parlamentaria en España, y hoy nos toca a ti y a mí rendir culto y honor a la Carta Magna republicana aprobada un día como hoy de hace 82 años, que ungía una organización del Estado cuya máxima autoridad era elegida por los ciudadanos, siendo Niceto el primero en representarla.

He sabido por tu madre Lola, casualmente mi amiga y hermana-huérfana por vocación, que la sangre republicana corre por tus venas con el ímpetu juvenil de los incipientes diecisiete años de tu calendario, algo impensable que a mí me sucediera cuando tenía tu edad porque entonces la palabra república no figuraba en el diccionario, estaba desterrada del vocabulario y condenada a galeras por el régimen que la enterró en vida sin darle tiempo a los primeros balbuceos.

Quienes protagonizamos el milagro de poner en vuestras manos una democracia que no acaba de llegarnos en plenitud, fuimos privados de la libertad que tú ahora tienes para proclamarte abiertamente republicano, junto a todos los que pensamos en una jefatura del Estado no hereditaria, sino conquistada en las urnas por voluntad popular.

Ya ves, Joaquín, algo tan simple como eso, ha de someterse a una tradición sostenida en temores ficticios de un nuevo fracaso, alentado por quienes se empeñan en pregonar los males de la Segunda República, confundiendo a todos, cuando el cáncer estuvo en el desacierto de «hunos» y «hotros» gobiernos republicanos que hicieron inviable esa forma de Estado, inocente de todos los delitos que se le han atribuido intencionadamente durante años.

No tuvo la República culpa de nada, Joaquín, ya que fueron los dirigentes políticos responsables de su fracaso, por dar más golpes en la herradura que en el clavo. Republicanos fueron la gran mayoría de españoles, tanto de izquierda, como de centro, derecha y extremos, desde Gil Robles a Largo Caballero, pasando por Miaja, Franco, Queipo y El Campesino, para terminar en Picasso, Pemán, Ortega, Severo Ochoa, Muñoz Seca,…y Unamuno, diputado en las Cortes Constituyentes de la 2ª República, jurando todos lealtad a ella, pues incluso los militares que se sublevaron, vitorearon a la República en sus bandos rebeldes.

Vivo con resignada tolerancia la imposibilidad de votar al presidente de la tercera república española, pero mantengo la esperanza en que jóvenes como tú boten de una vez esta anacrónica monarquía propia de tribus prehistóricas y feudos medievales, protegida por cortesanos y medios de comunicación que ocultan la realidad de una Casa Real en decadencia.

No tengas prisa, Joaquín, pero trabaja sin pausa para desanacronizar el país, sabiendo que la monarquía acabará cayendo de inevitable muerte natural exigida por la historia de la humanidad, aunque los de mi generación lleguemos con retraso a la cita del notario popular que certifique su defunción, porque intentar evitar su caída es tan inútil como pretender que las hojas no se desprendan de los árboles en otoño o la costra de una herida se mantenga cuando ésta cicatriza.

A comienzos del siglo XX sostenían la monarquía los cortesanos que se beneficiaban de ella, el caciquismo a quien servía de agarradero y la enorme apatía de un pueblo maltrecho y moralmente desarmado por un siglo de luchas cruentas, que marchaba resignado pensando que más valía lo malo conocido que lo bueno por conocer.

Hoy las cosas han cambiado y muchos se niegan a tolerar que un monarca haga ilusoria la soberanía de un pueblo que aspira progresar al ritmo político que exige el desarrollo imparable de las ciudadanas y ciudadanos que escribirán la historia futura y darán vida a la sociedad española del siglo XXI.

Este viejo republicano que no conoció república ni vivió en ella más que en sueños futuristas de una realidad inalcanzable para él, te pide un recuerdo a su memoria el día que la madurez del pueblo no necesita arbitrajes de reyes, príncipes, princesas, infantas y cortesanos, para ocupar la jefatura del Estado.

Este sencillo homenaje esperará de ti en el valle de Josaphat, tu republicano amigo Paco.