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BIERZO

BIERZO

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Bergium, Bergidum, Vierzo, Bierzo, … vergel. Aliento de vida que me invita cada año a retornar esperanzado a sus verdores, aromas y sabores, antes que la árida sequedad de la calima caiga rendida en el valle del Burbia, sacudida por el milagro de la hierba que rumorosa crece en los oídos de quienes abandonan su tiempo junto al cauce que destila su hermosura entre pedrizas desde Peña Cuiña y se nutre del Valcarce antes de hermanarse con el Cúa.

Bercianos y Bierzo desmienten la profecía que previene decepciones aconsejando no volver al lugar donde feliz se fue, porque en la tierra donde estuvo asentado el paraíso no tienen cabida los malos augurios, ni las frustraciones ocasionadas por el desencanto de no encontrar manos amigas que estrechar ni paisajes donde renovar el espíritu adormecido en el asfalto.

He vuelto al Bierzo y el calor humano permanece en la gente que habita este privilegiado territorio de belleza sin par, amistad duradera, deleitoso vino, reconfortante fruta, singulares pimientos y nutritivos botillos, no aptos para estómagos frágiles y paladares melindrosos.

Desde Galicia, abrazo al Bierzo a mi paso, envolviendo en él a todos los amigos reales y virtuales que hacen posible cada año soñar en un mundo posible de esperanzadores encuentros desconocidos en otras latitudes.

SOCIALISTOS EN PONT FERRATO

SOCIALISTOS EN PONT FERRATO

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Ha llegado hasta el último rincón de los Ancares el hedor expelido por las  alcantarillas del Ayuntamiento de Ponferrada generado por la vergonzosa toma de poder municipal que han hecho los socialistos de la villa, apoyados por Ismael Álvarez, – humanoide condenado por acoso sexual a la concejala Nevenka -, precisamente el Día de la Mujer dedicado a la violencia de género, consumando el acosador su particular venganza a Riesco, despreciando el servicio a la ciudadanía.

Despreciable insulto a la ciudadanía, al socialismo y a las más elementales reglas del juego democrático, donde por encima del número de votos ha de mantenerse la ética en los comportamientos para alcanzar el poder, aunque la aritmética y los trepadores se empeñen en demostrar lo contrario.

Pintan bastos para los socialistas y sólo unos cuantos se dan cuenta de ello, permitiendo que socialistos como Samuel Folgueral lleguen al poder municipal prometiendo con descarado cinismo que convertirá Ponferrada en “un espacio maravilloso”, sacrificando la memoria política a la ambición de poder.

No se puede ascender al sillón consistorial pisando mierda porque se termina manchando las alfombras y contaminando el ambiente ocupado. No es posible hacer maravillas desde un espacio corrompido por la ambición de quien piensa que todo vale por un bastón de mando.

No necesito confesar mi amor al Bierzo porque lo he demostrado con hechos durante décadas, particularmente los años que pasé en Ponferrada soñando con una República Independiente del Bierzo. Tampoco voy a confesar la ideología que me acompaña desde la cuna. Ni pretendo hacer leña con los pétalos que la rosa va desgranando por el suelo, pero lo sucedido me produce repugnancia política y náuseas morales.

INVITACIÓN AL BIERZO

INVITACIÓN AL BIERZO

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Acercaos a Foncebadón, amigos, y cruzad la frontera que separa la Maragatería del Bierzo, para entrar por la puerta grande en un vergel que os recibirá con bendiciones en la Cruz de Hierro y recreará vuestra alma con placenteras ofrendas del espíritu hasta Cebreiro.

Entre ambas cumbres se extiende la hoya berciana, lugar de leyendas narradas al abrigo nocturno de castillos templarios que custodian el alma de un territorio privilegiado, nutrido de encanto y grandeza histórica. Tierra fértil, saciada de verdores y aromatizada con pastizales, fruta madura y humo de chimeneas domésticas alentadas de reconfortantes fogones, donde el buen yantar de manjares propios y templado libar del zumo de sus cepas es compartido con ciudadanos hospitalarios, que un día reclamaron una república independiente para su tierra.

Recogeos, amigos, en esta cuna del monacato español; viajad en el tiempo a lomos de una herrería medieval; caminad por sendas inolvidables; contemplad una joya escondida del arte mozárabe; asombraos de la arquitectura rural en sus pueblos; y comprobad que la tebaida ermitaña no es quimera de iluminados monjes medievales abandonados a la oración en el ensoñador valle del Silencio.

Encontraréis en esta isla de paz interior lo inalcanzable en otras latitudes donde el bullicio enturbia la vida. Acercaos, pues, a descubrir el encanto de rudimentarios museos pespunteados de nostálgicas pallozas, donde encontraréis personajes singulares y humildes artesanos que brindan sabios consejos populares sin demandar nada a cambio.

Dejaos llevar por “la guiana” hasta el asombro de las bodegas y escuchad viejos recuerdos de pañuelos blancos anunciadores de vino nuevo que congregaba a vecinos y foráneos en torno al “senado” o “la abuela”. Y no olvidéis pasear por sus arterias montañosas para contemplar el milagro de ver transformada la codicia romana en caprichosas formas de un país encantado.

Subid luego al mirador de Corullón para contemplar el asentamiento donde se inspiraron los escritores sagrados para describir el paraíso terrenal surgido en las riberas del Burbia, porque en ese valle oiréis crecer la hierba en primavera. Deambulad por los claustros de sus monasterios y sentaos a la mesa con los bercianos a degustar botillo regado con vino de la tierra, acompañado de cantos a la regente de la Encina pidiendo que la lluvia riegue los pimientos, porque el aprecio de los bercianos, la grandeza de su alma y la nobleza de corazón que atesoran, merecen el abrazo y la gratitud que desde aquí les envío, en recompensa por todo el afecto recibido.

YA HUELO GALICIA

YA HUELO GALICIA

La primera impresión que recibo siempre que llego a esta bendita tierra es el inconfundible olor que despliegan sus entrañas para saludarme. Eterna bienvenida de años llamando a las puertas de mi alma cada vez que cruzo la frontera del Cebreiro, a cuyo templo llegué camino de Santiago, las tres veces que emprendí esa aventura mística con vocación laica.

Olor mentolado a eucalipto centenario para abrir la esperanza de lo venidero, junto a los primeros verdores destilados por El Bierzo, al subir por desfiladeros que despiden el castillo de Villafranca con olvidados pañuelos a las puerta de sus antiguas bodegas, hoy en la noche del olvido, donde tantas veces perdí el equilibrio junto a mi amigo Fidel, notario de la villa.

Y el mar….  Al final siempre termino en el mar. ¿O la mar? ¡Siempre la mar! Para complacerme con el marinero en tierra del puerto.  Olor a mar de costa gallega inconfundible, con aromas singulares a salitre bravío y a despedidas eternas en las bocanas de los puertos.

Olor a mar enloquecido de flotante espuma, al estrellarse contra las rocas, alternado con serenas caricias en anchas playas de Sada, y sobre el festivo templete aldeano de Betanzos, donde puede olerse pan candeal y nostalgia desparramada por sus plazas.

Olor a supervivencia de valientes percebeiros suicidas y encorvadas mariscadoras descalzas. Olor a berberecho hervido y queso de tetilla, en meriendas atardecidas junto a María Pita, siempre bien acompañado.

Olor a redes sudorosas y chubasqueros naufragando en agua marina,  rebelde a los timones y timoneles, cuando despierta del sueño y ocupa espacio en los Cantones, indignados por el abuso de unos pocos y el insulto diario de la justicia distributiva.

Pero, sobre todo, Galicia huele a noble amistad. A sincero abrazo, mano franca y acogida generosa, desconocida en otras latitudes. Un año más aquí he llegado, buscando en esta tierra lo que no es posible encontrar fuera de ella.

He vuelto a Galicia y os dejo su olor en mi bitácora, porque compartirlo con vosotros es la mejor forma de agradecer el afecto que recibo, para  enviárselo a los gallegos que viven fuera de la tierra que los vio nacer, como mi entrañable cooperante Sofía.