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CRISTINA TIENE SUSTITUTA

CRISTINA TIENE SUSTITUTA

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Puesto que la infanta Cristina se niega a obedecer a su progenitor, manteniendo tozudamente sus pretensiones a la corona de España, el Tribunal Supremo ha decidido echarle una mano al rey-padre buscándole una sustituta en la línea sucesoria a la esposa del choricete vasco, aceptando el Pleno de la Sala Civil la demanda de paternidad interpuesta por la ciudadana belga Ingrid Sartiau al abdicado vividor que se pasea por el mundo con el dinero de los vasallos, mientras su esposa compra en Harrods llevando del brazo a su hermana Irene.

Si el ADN de los restos dejados en un vaso por rey demuestran que Ingrid tiene razón, se pondría patas abajo la corona de España porque su hermano Alberto Solá sería el legítimo heredero a la corona, por mucho que el alto Tribunal se niegue a investigar su vinculación filial con el padre del marido de la periodista ovetense.

Este hecho puede demostrar algo que no necesita demostración para los mortales, pues hasta los osos polares que deambulan por Alaska saben que todos los dinteles de las puertas que franquean las habitaciones del Palacio de la Zarzuela tuvieron que ampliadas para que la real dama griega pudiera pasar por ellas.

La señora Sartau con ayuda del Tribunal Supremo pueden finalmente demostrar que Juan Carlos de Borbón es Borbón de pura cepa, acreditando un pedigrí de genuina raza borbónica, pues ya su tatarabuela Isabel, su bisabuelo Alfonso XII y su abuelo Alfonso XIII tuvieron hijos ilegítimos fruto de sus calenturas amorosas, como la disfrutada por Juan Carlos los tres días que pasó encamado en Marbella con la madre de la demandante.

La bartardía es la enfermedad moral hereditaria de los borbones a lo largo de la historia, de la que no se ha librado el rey-padre, escondiéndose bajo un casco por las noches cuando salía en moto de palacio, buscando en discreta alcoba un cuerpo donde saciar la ardentía que su esposa era incapaz de saciar.

AMIGO FÉLIX

AMIGO FÉLIX

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Nuestro amigo Félix Rodríguez de la Fuente hubiera cumplido ayer 85 años, si el desprendimiento de un maldito hidropatín no hubiera desequilibrado la avioneta, estrellándola contra el suelo esquimal de Shaktooliok a las 12:30 h. de Alaska, el 14 de marzo de 1980, misma fecha en que Félix cumplía 52 años.

Junto al mar de Bering y Klondike que Félix tanto soñó en su infancia con las lecturas de Jack London, “lugar muy hermoso para morir”, según sus palabras, dejó su vida grabando la carrera de trineos con perros más importante del mundo, junto a Roa, Huéscar y Dobson.

Vaya nuestro reconocimiento a Félix por la honradez profesional de su trabajo, por la autenticidad de sus sentimientos y la convicción de sus palabras. Vaya el respeto a su inolvidable obra, unido al cariño a su persona, la gratitud por las enseñanzas recibidas y el amor que nos contagió a los animales, mostrado en la noble pasión que a ellos le hermanaba.

Félix fue el puente de unión entre todos los seres vivos que habitamos el planeta azul. Fue la palabra que clamaba en el desierto. Fue la voz de un ecologismo comprometido con la vida, sin distinguir el nivel de razón o sensibilidad de todos lo que nacen, crecen, viven y mueren a nuestro alrededor. Fue la voz de los sin voz que sufren las consecuencias de los que tienen voz y poder de destrucción.

Hoy el recuerdo a Félix viene acompañado de la carta que el jefe indio Seattle envió en 1855 al presidente de los Estados Unidos Franklin Pierce, cuando éste quiso comprar las tierras de Suwamish, actual estado de Washington:

“La tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia.