La ruina europea derivada de la Segunda Guerra Mundial, promovió el americano Plan Marshall para ayudar a la reconstrucción de algunos países europeos entre los que no estaba España, como Berlanga nos hizo saber por boca del entrañable Isbert. Plan con un triple destino, pues a la intención reconstructora añadió objetivos colonizadores y anticomunistas.

Las consecuencias del Plan fueron evidentes porque el pago de la deuda provocó una dependencia europea del prestamista, traducida en una colonización encubierta con imposición del idioma inglés, la comida rápida, el tabaquismo y la implantación de inventos y tecnología americana en el viejo continente receptor de los préstamos.

El Plan Marshall contribuyó poderosamente al poder hegemónico que los estadounidenses están ejerciendo en el mundo y la imposición de un capitalismo cuyos efectos estamos sufriendo ahora, mientras Alemania prepara un Plan Merkel para los países del sur con ánimo de colonizarlos e imponer en todos ellos el modelo teutón de productividad, los recortes laborales, la cultura germánica y la obligación de comer brasburt con cerveza Weizenbier.