CON UNAMUNO EN BILBAO

CON UNAMUNO EN BILBAO

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He pasado una feliz velada con los paisanos de Unamuno en su Bilbao natal, recordando la actividad política de don Miguel y paseando por la ciudad de su infancia y juventud, donde el espíritu del maestro se siente palpitar en las siete calles con la fuerza singular del afecto que guardan los vecinos a su figura.

Feliz estancia en la tierra noble que fraguó honestidad, lealtad y verdad en el alma infantil del mayor intelectual que el “bochito” ha dado al mundo, sin requerimiento prestamista ni exigencia de respuesta a cuanto generosamente fue entregado sin reservas a la Humanidad.

Orgullo, satisfacción y gratitud, expreso con sinceridad desnuda a quienes me ofrecieron la posibilidad de ocupar una vez más la tribuna de El Sitio, donde tantas veces Unamuno dejó oír su atiplada voz ante los paisanos, antes y después de ser desterrado por el dictador Primo de Rivera.

Siempre estuvo Unamuno íntimamente ligado a su Bilbao natal, amando la ciudad con agitada certidumbre y crítica lealtad a su lengua materna y al vizcaitarrismo que daba sus primeros pasos, dando irracionales razones a quienes pretendieron decapitar la memoria arrojando su cabeza a la ría.

Hoy Bilbao se acerca a Unamuno de frente, por derecho y con el alma tendida a su encuentro, abrazándose a él con fraternal recuerdo, respeto vecinal, reconocimiento institucional, reverencial memoria, sincera gratitud y cariño maternal de ciudad que renace junto al hijo que un día tuvo abandonado.

EL PORTEÑO RAFAEL

EL PORTEÑO RAFAEL

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Traigo el recuerdo del feliz encuentro nocturno con el poeta desterrado en las oscuras calles del Trastevere romano, donde discurren largas meadas de todas las larguras que hacen peligrar a los caminantes, viendo con asombro azulear la mar en los ojos de Rafael y enrojecer el alma de Alberti en sus puños levantados contra el injusto destierro, mientras pedía a Roma, a cambio de sus penas, tanto como dejó para tenerla.

Con “el alba del alhelí” “sobre los ángeles”, retorna a la vida el “marinero en tierra” desde su “arboleda perdida” para recordarnos que hace hoy quince años olvidó retornar “de lo vivo lejano” para dejarnos “versos sueltos de cada día”, escritos en los 96 años que habitó entre nosotros.

Predilecto hijo de la poesía andaluza tras ser expulsado del colegio por rebelde al conservadurismo, amante fiel de María Teresa hasta el enloquecimiento celular de León, pintor vanguardista, soñador a la intemperie, comunista, republicano, soldado con versos en la cartuchera y timonel errante, “el tonto de Rafael” hizo de su vida un largo poema de peregrino exilio, al perder de vista la sierra de Aitana que bautizó a su hija.

Regreso del destierro, diputado, premios Lenin, romano de literatura, nacional de teatro, Cervantes y renuncia por coherencia republicana al Príncipe de Asturias, antes de que sus cenizas fueran esparcidas por la bahía del Puerto de Santa María donde nació y murió.

En noche cálida de vino, dejó escrito sobre el velador de la taberna un imborrable verso, alumbrado por un alma de niño tras la camisa multicolor, acogedora de su larga cabellera platina, cansada de ondular al viento desesperanzado del exilio.

Fue Alberti el verso azul y la sonrisa fácil, que cedió enamorado su voz a la mar, alzando el clavel por encima de la espada, para llevar a la mesa pan candeal y luz marina del contorno oceánico, resucitando las meninas al soplo enrojecido de las uvas sobre el cielo gaditano.

PARTIDO EN ALMONEDA

PARTIDO EN ALMONEDA

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Pendientes de conocer esta mañana el resultado de la votación en la Asamblea de Podemos, sabemos que supera en 65.589 votos a la elección de Pedro Sánchez en el PSOE, puesto que en el primer caso han votado 190.000 ciudadanos y en el segundo 129.411, confirmando el resultado de la encuesta de Telecinco que afianza a Podemos como segundo partido político.

Mirarse al ombligo, fumigar al discrepante, eludir la autocrítica, decolorar la rosa, permanecer en la foto y taponarse los tímpanos para no oír el griterío social, ha sido el camino que ha llevado al PSOE al mayor hundimiento de su historia, por inmovilidad de sus dirigentes en actitudes y sillones.

Las palabras de algunos alevines criticando a sus hermanos mayores por no ser capaces de transformar el mundo apalancándose en el poder, están siendo un ilusionante golpe de aire fresco para muchos decepcionados votantes, que ahora mantienen ciertas reservas y pocas esperanzas de que Pedro Sánchez encarne la recuperación del partido, porque rechina su silencio durante los cinco años que fue miembro de la Asamblea de Caja Madrid como representante del PSOE bajo el gobierno de Blesa.

Silencio por ignorancia de lo que allí se cocía, por miedo a no salir en futuras fotos o por mirar hacia otro lado, cobrar y callar, negándole cualquiera de estas tres opciones los avales ideológicos y morales necesarios para capitanear un barco que zozobra, aunque tiempo tendrá para demostrar lo contrario.

La acomodación al poder y las poltronas que ha experimentado el socialismo de muchos dirigentes, nos han recordado las críticas que algunos de ellos hicieron en tiempos no lejanos a los mandamases franquistas, por pasarse la vida viajando en coche oficial y perpetuándose en los sillones.

Los jefes socialistas han perdido la oportunidad de socializar la sociedad y moralizar la vida pública, sin percibir el daño que han hecho a una ideología merecedora de otros líderes más preocupados por defender los valores que sustentan su ideario que por mantenerse en poltronas o llegar a ellas, sabiendo que los votantes carecían del disolvente político capaz de despegarlos del asiento.

Lamentablemente, el socialismo se ha escorado a tímidas posiciones de centro-izquierda, con políticas económicas que nada tienen que ver con el espíritu de los socialistas que se reunieron clandestinamente con el ferrolano Pablo Iglesias al frente, el 2 de mayo de 1879 en la taberna “Casa Labra”, ni con de los cuarenta obreros que aprobaron el 20 de julio de ese año el programa político del partido, cuyos fundamentos ideológicos mantienen su vigencia.

Los dirigentes socialistas deben pensar que el partido les pertenece como dominio privado, pero en ningún caso son dueños de una ideología compartida por millones de decepcionados socialistas sin pedigrí, carnet, ni intercambiar favores o reclamar beneficios, que luchan por transformar la sociedad aplicando los principios que figuran en el ideario socialista, mancillado por quienes lo han llevado al impopular PPSOE.

EL VALOR DE DISCUTIR

EL VALOR DE DISCUTIR

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Nuestra larga historia está jalonada de ejemplos donde la intransigencia ideológica ha pintado de sangre los dinteles de muchas puertas, desdibujado rostros en las fotografías y tiznado de negrura el alma de los críticos contra el pensamiento dominante, sometiendo la voluntad de los divergentes a pelotones de fusilamiento, piras inquisitoriales y exclusiones sociales.

Discutir es examinar atentamente una cuestión entre varias personas alegando respetuosamente cada cual las razones sobre su parecer respecto a la materia objeto de análisis, algo que define el nivel intelectual y educativo de las personas que discuten.

A los españoles nos falta capacidad para la discusión templada en los debates, la argumentación razonada, el diálogo civilizado, el respeto a otras ideas y el silencio cuando interviene el oponente, sobrándonos instinto de porfía, afición a la bronca, dominio del insulto, exceso de mordacidad, tendencia al griterío y fáciles descalificaciones.

El poeta Guerra Junqueiro afirmaba con cierta ironía que “quienes ven todo claro, son espíritus oscuros”, y los españoles debatimos ocasionalmente con clarísimos argumentos más oscuros que la cueva de las Múcheres, que nos lleva a dogmatizar por mimetismo con la actitud de la Iglesia ante lo desconocido.

Vivimos un clima de intransigencia que nos impide encontrar el camino de la verdad porque el apasionamiento lo impide, la soberbia lo prohíbe y la prepotencia pone barreras a la inteligencia, espantando el sentido común y la cordura con sus gritos.

Son muchas las ocasiones en que las disputas no pretenden llegar al encuentro con el opositor, ni conceder al discrepante la parte de verdad que le corresponde, olvidando que en las palabras del adversario hay siempre una parte de verdad por pequeña que ésta sea, con capacidad para desesterilizar discusiones que sólo pretenden salvaguardar el amor que cada uno tenemos a nosotros mismos, aunque no nos merezcamos tanto amor propio.

Los intolerantes tienen especial capacidad para metamorfosearse en moluscos bivalvos, que se encierran en las dos herméticas valvas de su concha impidiendo que penetre en ellos la más leve posibilidad de encuentro con ideas contrarias a las suyas, para evitar ser devorados por los argumentos contrarios.

DIARIO DE RESURRECCIÓN

DIARIO DE RESURRECCIÓN

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Sin previo aviso ni anticipo de dolor sentido, un día como hoy de 1992 se nos fue el poeta encendido Luis Rosales desde la clínica Puerta de Hierro a la eternidad, tras sufrir un paro respiratorio, cansado de respirar versos, acompañados de un embolismo cerebral  inagotable de creatividad poética.

No fue suficiente para este soñador, encender la casa ni dar contenido a su corazón para ahuyentar la vieja amiga de la almohada, aunque Félix Grande afirmara que la muerte no interrumpió nada, explicándonos que Luis Rosales fue perseguido toda la vida por defender la vida de Federico.

Alternando la estética clasicista con el vanguardismo surrealista, nos dejó una poesía humildemente espiritual plena de sentimientos nobles y desbordante belleza literaria dirigida a la línea de flotación de esenciales valores humanos, éticos y estéticos, descubiertos por Rosales en la cotidianidad de la vida.

Murió Luis eternizando sus versos, mientras el injusto rumor de la malicia sigue falseando la realidad de lo sucedido el 16 de agosto de 1936 en su casa falangista, cuando la sordera de Trescastro y García Alix impidió oír los gritos de Luis pidiendo la liberación del amigo, sin que la historia haya visto sus lacrimales acuosos de impotencia ante la barbarie.

No existió el ofrecimiento ni la obediencia y así lo creyó Federico cuando recogió las muletas del viento funerario para que su alma caminara por el mismo sendero eterno que se hace veintidós años emprendió Luis Rosales a su encuentro, para llevarle la contraria a los mentideros de la historia.

DIVORCIO DE IDA Y VUELTA

DIVORCIO DE IDA Y VUELTA

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Pocas leyes han sufrido tantos vaivenes como la del divorcio, pues desde el Código Civil de 1889 que establecía en su artículo 52 el matrimonio indisoluble, hasta la vigente Ley 15/2005, pocas normativas legales han ido y venido tantas veces como esta ley, pasando de manos conservadoras a progresistas, hasta acabar en un consenso razonable aceptado por todos, incluidos los ortodoxos de la Rota.

El primer apoyo constitucional al divorcio llegó con la Segunda República, aceptando la disolución matrimonial si las alegaciones del cónyuge demandante eran justas y no arbitrarias, algo que liberaba a la mujer de las imposiciones monárquicas precedentes, oponiéndose la Iglesia a ello porque el matrimonio era sagrado e indisoluble para ella.

Tras largos debates parlamentarios, la Ley del Divorcio fue aprobada el 25 de febrero de 1932 por mayoría absoluta de la Cámara, manteniéndose vigente siete años, pues el 5 de octubre de 1939 los vencedores de la guerra publicaban en el BOE su ley derogatoria, declarando nulas todas las sentencias de divorcio dictadas, a petición de una de las partes, y devolviéndola al tradicional catolicismo “hasta que la muerte os separe”, porque todos los españoles eran católicos, incluso quienes no lo eran.

Finalmente, la cordura se impuso a la intransigencia y el sentido común a la realidad, porque no puede mantenerse unido lo que ya está separado ni mezclar aceite y agua, por mucho pegamento religioso que los obispos echaran en 1981, advirtiendo que el divorcio era el mal de España, pensando que la ley obligaba a ello, sin percibir que quien no quiere no se divorcia.

ORGÍA HAGIOGRÁFICA

ORGÍA HAGIOGRÁFICA

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Son tales los elogios que se están prodigando al ex-rey de España y al actual rey, heredero por vía genética a la jefatura del Estado, tantos los panegíricos mediáticos otorgados a padre e hijo y tantos los cánticos monárquicos a sus reales personas, que la maquinaria publicista de cortesanos y pesebreros está llegando con sus bendiciones a una orgía hagiográfica, más propia de vidas santificantes que de personajes con oscuras sombras tapadas por el opaco velo de la servidumbre.

Puedo sufrir con resignación la continuidad de la monarquía como solución más práctica en estos momentos, pero el rechazo intelectual que me provoca me obliga a combatirla.

Puedo aceptar ahora su imposición por el vacío legal que nos ha sorprendido, pero no que se niegue a los españoles el derecho a opinar sobre la organización de Estado que desean.

Puedo comprender que haya defensores de la herencia monárquica, pero no entiendo que se confunda la forma del Estado con los gobiernos que dirigen dicho Estado.

Puedo distinguir vida pública, de vida privada e íntima, pero rechazo el hermetismo sobre la vida privada de un personaje público que vive con dinero del pueblo.

Puedo compartir el perdón otorgado al rey cuando solicitó el indulto botsuanés al pueblo, pero no me complace esta ni otras fechoría en las que no ha sido “cazado”.

Puedo oír sonsonetes de imposibles reformas constitucionales, pero rechazo que se mantenga vigente una Constitución que no votaron 22 millones de actuales españoles.

Puedo conceder el beneficio de la duda al monarca con lo del 23-F, pero no creo en la lealtad al pueblo de quien no ha guardado fidelidad a la madre de sus legítimos hijos.

Puedo simpatizar con un jefe del Estado campechano y cercano al pueblo en las distancias cortas, pero no con quien oculta a los ciudadanos sus millonarios negocios y patrimonio.

Puedo tolerar con resignación forzada que se incluyera la monarquía en el gran paquete constitucional, pero no que se mantenga durante cuarenta años más en palacio.