PALOMAS

PALOMAS

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Dicen que las palomas, como todas las aves, descienden de reptiles que desarrollaron plumas en sus escamas para sobrevolarnos, llevando la contradicción en sus alas al ser símbolo de paz y Santo Espíritu, al tiempo que causan singulares daños al patrimonio artístico de las ciudades, poniendo en guerra a la población contra los excrementos que repartes indiscriminadamente por doquier.

La familia columbidae, esta formada por palomas “bobas” que han emigrado desde el caribe a los rancios páramos esteparios; “celebianas”, que han abandonado Indonesia y andan ahora entre las páginas de las hojas parroquiales abanderando celibatos, continencias y purezas carnales trasnochadas; “tamborileras”, pluriempleadas en manifestaciones de charanga y pandereta, que han huido del Sahara a las pancartas episcopales; y “azules”, propias de selvas tropicales que han dejado los cursos de agua natural para estancarse en las pilas bautismales.

El carácter ácido de los excrementos que las palomas depositan donde se les antoja, perjudica el mobiliario público, obstruye los canalones, deteriora las fachadas, ensucia  ropa, calles y balcones, destruye la piedra arenisca, produce goteras en los tejados y cierra las puertas al buen entendimiento entre sus defensores y detractores.

Por si esto fuera poco, las inocentes palomitas urbanas, transmiten enfermedades como la coriza, cuyo síntoma principal es la aparición de una coraza contra el sentido común que las hace impermeables a toda queja y los nidos donde se reúne la familia columbidae son fuente inagotable de ácaros, piojos, pulgas y garrapatas, por lo que en algunos países, está prohibido alimentarlas.

Para defenderse, las palomas excretan dulces imágenes crepusculares sobre las mentes dormidas, que se alimentan ingenuamente de ficciones que nada tienen que ver con la realidad, mientras ellas se arrullan y cortejan tras la cúpula en vuelo de ostentación, batiendo las alas con un aplauso que sólo emociona a los aturdidos por el apareamiento.

MENSAJE DE YANIS

MENSAJE DE YANIS

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En pleno mes de las flores, cuando los políticos deshojan la margarita pretendiendo que esta flor asterácea les anticipe si ocuparán canonjías y sillones tras la consulta electoral del próximo día 24, yo escribo esta carta a los aspirantes a poltrona, desde mi laico oratorio matinal, para recordarle a los afines, convergentes y divergentes, el mensaje de Varoufakis, cuando ocupó el trono de poder económico griego concedido por Alexis, tras la victoria electoral obtenida por Syriza en el país helénico.

“Mi mayor miedo – dijo Yanis Varoufakis – ahora que he aceptado el reto, es que me puedo convertir en un político. Como antídoto a este virus, voy a escribir una carta de renuncia y guardarla en el bolsillo de la chaqueta, lista para ser entregada en el momento en el que perciba síntomas de que estoy faltando al compromiso de decirle la verdad al poder”.

Leo y releo las palabras del ministro, tratando de encontrar un político español que pudiera hacer algo semejante, y me resulta difícil encontrarlo. Busco y rebusco entre las filas partidistas con el mismo resultado negativo que obtuve anteriores elecciones, donde no encontré la esperanza que me devolviera la fe perdida.

Indago en las hemerotecas, examino los papeles de Bárcenas, reviso instrucciones judiciales, me paseo por las cárceles, investigo en la Universidad de Málaga, asisto a los cursos andaluces de formación, compruebo las listas de consejeros de Caja Madrid, fiscalizo en las liquidaciones fiscales y voy con un candil encendido buscando por las esquinas políticas, sin encontrar un aspirante que pudiera redactar ese manifiesto.

No sé qué hacer, pero tengo certeza de lo que no voy a hacer. Debe ser porque ignoro más de lo que sé; desconfío más de lo que debo; la experiencia empantalla mi credulidad; tengo cataratas en mis entendederas; o la realidad contemplada en las actuaciones de “hunos”, “hotros” y “poymos” esta distorsionada por esperpénticos espejos virtuales donde todos se presentan ante los ojos de mi entendimiento.

EL BUEN BORBÓN

EL BUEN BORBÓN

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Que nadie se haga ilusiones con el rey borbón Enrique IV de Francia, porque un garbanzo no hace cocido, confirmando este monarca la excepción de lo que han sido casi todos los borbones en la historia, desde que el primero de ellos vino al mundo para gobernar súbditos resignados a sus batutas.

Fue un día como hoy de 1610 cuando este rey de Navarra y Francia era asesinado en las calles de París por el perturbado integrista católico François Ravaillac, que le propinó varias puñaladas mortales en el pecho, cuando el monarca bajó de su carruaje, tras visitar a su enfermo ministro de finanzas, por considerarlo culpable de no haber puesto a los protestantes franceses bajo la suela de la Iglesia católica, firmar alianzas con los holandeses y ser tolerante con los calvinistas. ¡Vaya por Dios!

Los franceses recuerdan este rey como uno de los mejores que asentaron sus reales en el trono francés y el más querido entre todos, por su trabajo, entrega, dedicación al pueblo y voluntad pacificadora que le llevó del protestantismo al catolicismo para evitar más guerras entre los creyentes de uno y otro bando, haciendo correr la falsa leyenda de que aseveró cínicamente: “París, bien vale una misa”.

Su conversión puso fin a treinta años de guerras religiosas, pero su tolerancia con el protestantismo no gustó a la intransigente España que lideraba la defensa del catolicismo a cualquier precio, apoyando con dinero y armas a los franceses que defendían con fanatismo la Liga Católica, intolerante con toda concesión a los protestantes, por pequeña que esta fuera.

Eso sí, como buen Borbón, sufrió las calenturas propias de la esta especie monárquica, complaciéndose en la cama con dos esposas y cuatro amantes, teniendo seis hijos legítimos con la reina María de Médecis y once ilegítimos fruto de encamamientos del garañón con Gabrielle d’Estrées, Catalina Enriqueta de Balzac, Jacqueline de Bueil y Carlota de Essarts.

¡CUÍDATE, PACO!

¡CUÍDATE, PACO!

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Los amigos preocupados por mi bienestar continúan diciéndome con indudable cariño, en correos electrónicos, llamadas telefónicas y encuentros: “¡Cuídate, Paco!”, sin que haya podido desentrañar con certeza absoluta el origen de tal deseo ni su alcance, sabiendo que no se trata de un sonsonete carente de sentido, o un latiguillo de moda que corre de boca en boca. No, el buen deseo de los amigos y amigas hacia mí es sincero.

Pero tan noble consejo provoca en mi ánimo ligeras turbaciones, porque ninguno de los bienintencionados consejeros me explica los argumentos que les lleva, de forma tan insistente, a inquietarse por mi salud y bienestar, sin que yo haya hecho méritos reconocidos para llevar el desasosiego a sus sentimientos.

A veces pienso que sus buenas intenciones obedecen a que me ven algunos días fuera de mí por razones de inconformismo y rebeldía con la situación que muchos padecemos, y esto les hace pensar en posibles dolencias ocultas que, de momento, se mantienen alejadas de mi horizonte, aunque soy consciente que no tardarán en llegar porque la vida es tenaz en su empeño de llevarnos a todos a la estación término.

En otras ocasiones, intuyo que me sugieren cuidarme pensando que llevo una vida muy agitada con poco descanso, pero no parece que este sea el caso, porque hago deporte a diario, llevo buena alimentación, no fumo y mis vicios se reducen a compartir un saludable vaso de vino, con buenos amigos entre los que ellos se cuentan, a quienes agradezco sus buenas intenciones y sinceras confidencias.

En todo caso, compláceme que me pidan cuidarme porque escondido en tal deseo hay una carga de afecto, simpatía y cariño que no siempre merezco, porque con algunos de ellos no he correspondido a cuanto me han entregado, sin pedir nada a cambio.

LAS COSAS CLARAS

LAS COSAS CLARAS

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Por fin, un politiquero ha hablado con claridad en nombre de todos los electoreros que suplantan estos días a los políticos en mítines y carteles electorales. Y lo ha hecho con cara de cemento armado, cinismo de raposa y desvergüenza de trilero, exhibiendo sin pudor su detestable aspiración a la canonjía política de una relajante poltrona con sueldo inmerecido, aportando como aval de su incompetencia un descaro de tahúr.

Su nombre: Pedro Fernández Aránguez; su aspiración: la alcaldía de Ciudad Real; su mérito: carecer de sonrojo social; su tara: la desmemoria congénita; su vocación: servirse a sí mismo; su partido: el que más ha ofrecido; y su enemigo….: el trabajo.

Sí, este abogado ha tenido la valentía de capitalizar el sentimiento de todos los gandules que se acercan a la política con tendencia al mamoneo sin realizar siquiera el mínimo esfuerzo de memorizar el programa electoral, mostrando un desparpajo ofensivo para la sensibilidad colectiva y para su propio partido, al exhibir sin parpadear un desconocimiento indecente del programa que se propone llevar a cabo.

Eso sí, tal personaje ha dejado clara la apuesta de su partido por la transparencia, porque ningún aspirante a cargo público en la historia de la democracia ha expresado de forma tan abierta y contundente su aversión al trabajo declarándolo enemigo, consciente el letrado que el esfuerzo corresponde al pueblo, sostenedor de semejante caradura con el sudor de su frente.

¡Ah! y quien piense que don Pedro tuvo un lapsus mental cuando dijo lo que dijo, que se olvide de ello, porque otro politiquero que le precedió en sus aspiraciones hace años, afirmó que iba a la política para forrarse, y el supuesto desliz mental se hizo realidad ante el asombro y la indignación del pueblo.

¿QUÉ FUE DE LOS CANTAUTORES?

¿QUÉ FUE DE LOS CANTAUTORES?

Pastor

Con el título que hoy encabeza el artículo, recitó ayer en la Plaza Mayor salmantina el cantautor Luis Pastor, su alegato a lo sucedido con aquellos cantantes que protestaban guitarra en mano contra el régimen, en cine-clubs, parroquias, asociaciones vecinales y colegios mayores donde acudíamos a escucharlos, sin saber muy bien como terminarían los recitales, porque eran tiempos de sequía libertaria.

Felices coincidencias del azar me han permitido reencontrar a dos de los muchos cantautores que hubo. Ella, retirada del oficio como la mayoría de ellos; y él de la quinta, pero con alma joven que ayer noche me devolvió a juveniles tiempos de inquietante futuro, cuando en esa misma Plaza los “grises” disolvían sin contemplaciones a grupos de más de tres personas.

Hace cuatro días, fue Ana María Drac quien llegó a mi vida una vez más, enviándome un correo electrónico para decirme que se mantenía donde siempre estuvo, después de abandonar las canciones por el teatro y la poesía, devolviéndole yo mi gratitud por los momentos felices que pasamos juntos en aquellos días agridulces de futuro incierto.

Y ayer tarde-noche me dio Luis Pastor otra oportunidad de agradecerle su compromiso en la lucha por la libertades y su permanencia en los escenarios guitarra en mano, para decir en voz alta lo que nadie se atreven hoy a gritar desde los escenarios, como si el tiempo se hubiera detenido en nuestro primer encuentro vallecano.

El recuerdo que tuvo Luis Pastor hacia el cura-obrero Manzano, – hoy feliz abuelo de sus nietos – clérigo que llevó mi alma cantando “con alegría a la casa del Señor”, trajo a mí desrecuerdos olvidados de liturgias abandonadas en el desencanto de una incierta verdad que fue sustento de sueños logrados con cuentos ya dormidos en la almohada adolescente.

BOTARATE

BOTARATE

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Agradezco en esta entrada a un famoso político su esfuerzo por aumentar nuestro vocabulario, ya que las palabras, gestos y actuaciones de este personaje venido a más por el milagro político, ponen en evidencia las limitaciones de nuestro léxico, obligándonos a definir nuevos términos en el diccionario que expliquen su comportamiento.

La anástrofe es una inversión en el orden de las palabras de una oración para conseguir un determinado efecto, pero si la finalidad pretendida es inducir a error o engañar haciendo afirmaciones falsas con apariencia de verdad, entonces las cosas cambian. Es decir, cuando se intenta hacer bueno un razonamiento falso, la trampa se llama falacia. Por eso la nueva figura literaria que define la actitud de este sofista de nuevo cuño recibe el nombre de anastrolacia, y él, como practicante modélico de tal doctrina polítiquera, que ejerce su oficio ataviado con adefesios benefactores de intereses propios, camuflados en donaciones inexistentes, merece llamarse anastrolácico, paradigna de cinismo y cara cementada.

Venga, no vamos a darle más vueltas: alguien implicado judicialmente hasta las trancas en un grave caso de corrupción propone que se dote con más recursos a la justicia para que los procesos judiciales se resuelvan pronto, por jueces independientes y honrados, sin contaminación política alguna.

Declaraciones de este imputado que están provocando un colapso en los centros sanitarios, bloqueando los servicios de urgencia de los hospitales porque a la mitad de españoles se le han desencajado las mandíbulas por las carcajadas que ha provocado el cinismo de este sujeto. Y la otra mitad de ciudadanos está en tratamiento psiquiátrico por la irritación que les ha producido semejante insulto.

Ahora falta saber cuál va a ser la reacción de los afectados cuando recuperen la movilidad de sus mandíbulas y el entendimiento. Pero la lógica mental, el sentido común y el respeto a uno mismo debería condenar a galeras la arrogancia, cinismo y desprecio con que este líder político ha fustigado la inteligencia de sus vecinos.