PETICIONES POPULARES

PETICIONES POPULARES

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El resultado de las elecciones municipales y autonómicas celebradas ayer pone de manifiesto que algo se mueve en el pueblo, más allá del cambio y la sustitución de muchos regidores y subalternos que han formado cuadrillas rectoras en Ayuntamientos y comunidades durante los últimos cuatro años, porque así lo determinarán los pactos.

La gran encuesta electoral ha dejado claro el descontento de muchos ciudadanos con la situación de un país gobernado con prepotencia derivada de una mayoría absoluta mal digerida, expansivo nepotismo, manipulación informativa, abusivo engaño, generalizada corrupción, impune despilfarro, oscura opacidad y un insulto permanente a la inteligencia colectiva de un pueblo que ha demostrado no ser tan tonto como algunos pensaban.

En el corrimiento político provocado por las papeletas electorales, ciertos alcaldes y algunos aspirantes a serlo, han sufrido consecuencias inmerecidas de actuaciones indeseables del Gobierno y de la oposición, porque muchas papeletas se han introducido en las urnas mirando para las elecciones generales de diciembre, más que para las locales y autonómicas celebradas ayer.

Sea como fuere, ahora toca aprender la lección a los derrotados y a los triunfadores, a los clásicos y los emergentes, a los nuevos y a los viejos, a todos. Tanto unos como otros han de tener claro lo que no deben hacer si quieren mantener el poder o recuperarlo, porque el pueblo ha gritado bien alto lo que pide a sus dirigentes con el tímido cambio que ha promovido.

Lo que el pueblo desea es que se destierren de la vida pública las trampas, engaños, mordazas, abusos, prepotencia, amiguismo, opacidad y manipulación, porque los ciudadanos merecemos y deseamos un país gobernado con transparencia, compromiso, honradez, generosidad, competencia, entrega, humildad, respeto, comunicación y verdad.

ELECCIONES

ELECCIONES

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Hoy es jornada de reflexión para los indecisos, y de campaña encubierta por ficticios ejercicios espirituales políticos para quienes tienen claro su voto, permaneciendo los afiliados y simpatizantes de los partidos a la expectativa de las decisivas palabras que mañana pronunciarán las urnas, al cierre de los colegios electorales.

Bien, pues un “ciudadano en blanco” amigo mío, lleva días tratando de convencerme sobre la opción que él va a tomar de seguir el lúcido camino abierto por Saramago en el ensayo que dio continuidad a su trabajo sobre la ceguera, como necesario gesto revolucionario en el momento actual.

Alguien apreciado por mí, me pide ser interventor en una mesa de su partido, olvidando que no estoy partido sino entero y libre, sin disposición a dar la cara por nadie si ello me obliga a perder el certificado de orejisano que he mantenido durante toda mi vida, fortalecido por la independencia que da la experiencia.

Una carta impersonal que han depositado en mi buzón postal, me pide que vote al partido político que me la envía, sin tener en cuenta a qué persona han dirigido la misiva, porque de saberlo se habría ahorrado el esfuerzo de enviarla y el ridículo por su petición, pues el deseo expresado es tan inútil como el esfuerzo de los peces por volar.

Llegan a mi correo electrónico mensajes virtuales de amigos pidiéndome que vote el proyecto de progreso avalado por los ciento y pico años de hipotética honradez que representan, garantizándome que pasearé feliz por el nuevo jardín de sociales rosas que están plantando, tras haberlo descuidado durante tantos años.

También, un compañero de antiguas luchas sindicales, cuando los sindicalistos estaban por llegar a las secciones sindicales, me propone ayudar con mi voto a un partido que fue lo que nunca volvió a ser desde su aparición en los carteles publicitarios de la nueva pseudocracia, recuperada con la muerte del dictador.

Finalmente, ha pegado un martillazo en mi mente pretendiendo segar a golpes de hoz mi voluntad un buen colega, recordándome viejas coincidencias ideológicas partidistas de olvidados tiempos de abrazos pro amnistía, hoy extinguidas en la memoria por la realidad de los hechos.

Simplemente, amigos, me acercaré mañana a la urna de mi colegio electoral, con la indignación el alma, la decepción por a flor de piel, la esperanza en el futuro intacta y la seguridad personal de que mi voto irá a la cesta de la única opción que a mi juicio merece llevárselo.

LAS MUJERES DE PEDRO

LAS MUJERES DE PEDRO

Valeria

Ha molestado a los socialistas que La Sexta haya destapado la farsa del cuento que va contando el líder de los socialistas que lo aceptan como líder, en lugar de enfadarse con él por añadir un nuevo error a los ya cometidos, en este caso con tinte de comicidad, dando una pincelada de humor a la dura campaña que capitanea la aristócrata condesa de Bornos y grande de España en ambición, cinismo y descaro.

Alguien debió informarle a don Pedro del ridículo hecho por Rajoy con “su niña”, recordándole las caricaturas que provocó la metáfora, las viñetas de humor que generó la ocurrencia y la vergüenza que pasaron algunos militantes populares con tan tierna cursilada; pero no lo hicieron y el jugador del Estudiantes, en lugar de una niña ha presentado a dos mujeres en campaña.

Virtuales e inocentes protagonistas en el proceso electoral que se celebra en esta España de charanga y pandereta, surgiendo tales mujeres de la calenturienta imaginación del candidato, que vive en su onírico mundo junto a inexistentes criaturas tomadas como referencia para ilustrar sus ficticios cuentos contra los inclementes recortes populares.

A la imaginaria y cursi niña de Rajoy que vino al mundo en su debate con Zapatero, añade ahora el candidato Pedro Sánchez dos mujeres virtuales adoptadas, que va presentando por diferentes ciudades con desparpajo inmerecido para oyentes y televidentes.

Una de ellas es Juana que, como Dios, goza felizmente del don de la ubicuidad, porque está presente en dos lugares distintos al vivir simultáneamente en Alicante y Canarias, según convenga, estando además pluriempleada, pues en la Comunidad Valenciana limpia colegios y en las islas, hoteles.

La otra es una dependienta de comercio catalana llamada Valeria cuando el líder la evoca en Alcorcón, que se nacionaliza extremeña si habla de ella en Santiago, Barcelona, Durango, Calasparra o Ponferrada, convirtiéndose por arte del olvido en Verónica cuando don Pedro mitinea en tierras pacenses, trabajando la pobre mujer en ocasiones con dos contratos de cuatro horas, y en otras limpiando durante 13 horas al mes por 65 euros.

Así son las campañas electorales donde todo vale pretendiendo que valga todo, consiguiendo con ello que el pudor ruede por el suelo, la vergüenza huya despavorida, el respeto al oyente se declare en huelga y la dureza del rostro en algunos candidatos sea capaz de rayar el diamante poliédrico de la sinceridad, el honor, la honradez, el compromiso y la lealtad al público.

CARENCIA DE IDIOCIA

CARENCIA DE IDIOCIA

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Oyendo las declaraciones de algunos líderes políticos del colorín parlamentario y extraparlamentario, escuchando a sindicalistos y atendiendo sofismas de “cajeros”, llegamos a la conclusión de que todos ellos nos consideran idiotas, con un grado de atrofia mental que preocupa en los gabinetes psiquiátricos del mundo mundial.

De no ser esto cierto, es decir, si los líderes políticos, sindicales y financieros, sospecharan que somos personas con inteligencia normal, sensibles al insulto, excitables con la mentira, rebeldes al abuso, agresivos contra el cinismo, bien memoriados, difíciles de manipular, indignados con privilegios inmerecidos, hastiados de holgazanes, intransigentes con los electoreros y levantiscos ante las injusticias, actuarían de manera diferente a como lo hacen.

Pero no. Nada de eso saben, o lo saben pero no se lo creen, o creen saberlo sin conocerlo, que todo es probable. Ello explica la existencia de ciertas intenciones de voto a partidos de esta partitocracia absolutista, donde quienes guisan en el figón político, también se comen los platos que preparan, permitiendo a los manducadores de mentiras que recojan las migajas que caen al suelo.

Hoy más que nunca es obligado ver con ojos sin cataratas electorales, escuchar sin audífonos manipulados, leer sin miopía política y activar la memoria, para ir a las urnas mirando hacia atrás sin ira, pero con las ideas claras sobre quienes pueden ayudarnos a ganar el futuro que merecemos.

Y quienes no encuentren en los carteles electorales los líderes que anhelan ni el partido de su complacencia, más vale que sigan los pasos del Ensayo sobre la lucidez de Saramago y acudan a las urnas con la papeleta en blanco, antes que acomodarse en el error de votar por inercia a un partido que no merece su voto domiciliado, parafraseando el pensamiento del presidente Roosevelt sobre el dictador Somoza: «ya sé que son unos hijos de puta, pero son mis hijo de puta».

CANTOS DE SIRENAS Y SIRENOS

CANTOS DE SIRENAS Y SIRENOS

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Las míticas divinidades marinas, hijas del dios-río Aqueloo y de Melpómene, representadas como hermosas mujeres con cola de pez, llamadas sirenas, se han transformado en seres humanos de ambos sexos, que han cambiado la cola por una piel de cordero para mantener su capacidad embaucadora sobre la ciudadanía marinera que rema en la bodega del barco, mientras ellos toman piña colada al sol en la cubierta.

Las sirenas Agláope, Leucosia, Radne, Molpe y Teles tienen hoy en los carteles electorales apellidos conocidos por todos los vecinos, que no merecen ser nombrados para evitar que el maleficio nos alcance, sabiendo que su voz y sus cantos siguen atrayendo a los navegantes ingenuos que caen en sus redes, fruto de la amnesia colectiva.

Estamos en periodo de convicción, embeleso y seducción, ocupando los días con cantos de sirenas y sirenos que llegan desde las tribunas políticas, anunciando promesas virtuales y falsas situaciones de futuro, trabadas con discursos palabreros y gestos histriónicos, propios de polichinelas y muñecos de un guiñol, frívolos, incontinentes, falsos y dicharacheros.

En vísperas de elecciones debemos taparnos los oídos con cera de memoria, atarnos a la realidad del palo mayor recordando lo sucedido en los últimos cuatro años y remar contra el engaño que tantas veces nos ha hecho naufragar, mientras sirenas y sirenos navegan sobre los restos de la indignación que flotan en el océano de la farsa.

NEBLINAS

NEBLINAS

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Cuanto más insistan “ellos” en convencernos de lo contrario que pensamos, más empeño pondremos “nosotros” en decirles que el último pelo de tonto que teníamos lo perdimos el día que la partitocracia impuso listas cerradas, la participación democrática se limitó a meter las papeletas en las urnas electorales cada cuatro años, la corrupción institucional  inició su despegue al infinito y la complicidad silenciosa de los que miran, ven, saben y callan, se hizo doctrina interna en los partidos, algunos de ellos hoy casi partidos.

La incapacidad de los políticos profesionales para darse cuenta del sentimiento popular hacia ellos, es la causa del profundo desencuentro entre el universo virtual en que «ellos» viven y la realidad terrenal que sufrimos los ciudadanos, acentuándose esta divergencia en el periodo electoral que estamos padeciendo, del que no sabremos nunca las cuentas ni lo que pagamos por ello, lo cual favorece nuestra salud.

En la neblina que envuelve a los mitineros, estos han perdido la brújula social siguiendo el rumbo equivocado de la paloma de Alberti hacia el norte, cuando su destino debería ser el sur, donde nos encontramos el 85 % de la población, ocasionándoles dicho error visiones oníricas y situaciones ficticias, imaginadas solo por ellos.

Lo que no perciben muchos candidatos es que tales neblinas despistan a poca gente y no impiden la visibilidad de la mayoría por muy bajas y espesas que sean las nubes, ya que el viento de la sensatez común las arrastra hacia la nada, despejando la mente de los sufridos ciudadanos que siguen caminos divergentes a sus regidores.

IMPUESTOS

IMPUESTOS

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Coincide el periodo recaudatorio de Hacienda con la campaña electoral y van rodando de mitin en mitin las propuestas electorales recibiendo aplausos de los adictos a cada partido, criticándose los mitineros entre ellos, cruzando los dedos, consultando pitonisas y poniendo velas a San Judas Tadeo, -patrón de lo imposible-, para que las papeletas hagan el milagro de subirlos a la peana política que todos ambicionan.

En el subasteo de ofertas electorales que estamos viviendo desde todos los partidos políticos, no se oye a ninguno de ellos propone una subida de impuestos a los ciudadanos porque saben que tal propuesta les restaría las posibilidades de victoria, cuando debería suceder todo lo contrario.

Advierto que no soy un experto en economía, aunque me haya pasado la vida entre números y que por la macroeconomía voy más perdido que Marco en el día de la madre, lo cual no me impide dar mi opinión sobre los grandes números, aprovechando la oportunidad que me brinda las rebajas impositivas de los líderes políticos.

Voy directo: los que rechazamos el Estado de Beneficencia a favor del Estado del Bienestar, estamos a favor de subir los impuestos, pagando más el que más tiene. Por eso, cada vez que los políticos hablan de bajar los impuestos, me echo a temblar viendo caminos de carros por todo el territorio; quirófanos iluminados con carburo; braseros de cisco en los centros educativos; jubilados con el sombrero en la mano pidiendo por las esquinas; parados con los lacrimales secos; ciudades con candiles en las aceras; salas de parto en cobertizos abandonados; residencias de mayores entre alambradas; abrevaderos en las plazas municipales; fresqueras repartidas por todas las casas; y pozos donde recoger la nieve dispersos por la ciudad.

Bajar los impuestos es una mala propuesta para quienes no pueden acceder a selectos colegios privados, clínicas reservadas a las tarjetas platino, autopistas de peaje, residencias de lujo para la tercera edad, y ostentosas viviendas, porque estos servicios están reservados a quienes defienden insolidariamente aquello de: “sálvese quien pueda”.

La calidad de vida de la población depende de los servicios que el Estado ponga a disposición de los ciudadanos, sin obligar a los más débiles a buscar individualmente soluciones particulares a sus limitadas posibilidades económicas. Que ningún asalariado se deje engañar con milongueras rebajas impositivas, porque eso favorece a los más ricos.

El problema, malestar, aversión, desconfianza y oposición ciudadana a la subida de impuestos, es algo que debemos agradecer a los políticos por la corrupción institucional que cada día nos sorprende viendo a los estafadores esquilmando las huchas donde se guardan nuestros impuestos.

Asqueados estamos del incontenible despilfarro en gasto público con nuestros impuestos. Y hartos del mamoneo generalizado, de la mangancia, los privilegios y sueldos que disfrutan los administradores del dinero común, aportado con sudor y sacrificio por los demás.