CARTA APÓCRIFA MONARCAL

CARTA APÓCRIFA MONARCAL

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Queridos súbditos:

Ahora que estoy malito y cojeando, quiero deciros que no me desentiendo de vuestros problemas como han dicho malas lenguas, aunque mi vida personal no me facilita poner atención en dificultades ajenas ni en la crisis que estáis pasando, ya que los problemas familiares me ponen en el disparador y sigo con la tradicional agitación sanguínea primaveral propia de los Borbones.

A mis setenta y cuatro años ya no está uno para bromas familiares de revoltosos nietos y distraídos yernos, cuando se han tenido en el punto de mira felinos, osos, perdices, paquidermos y algún hermano despistado que se cruzó en el camino del plomo, sin previo aviso.

Debéis saber que no he tenido una vida fácil, como le ha pasado a todos los que nacieron y vivieron, como yo, en el exilio, sin poder regresar a la patria hasta que se le antojó al militar tijeretar el futuro de mi padre para entregarme a mí lo que pertenecía a él.

Casé con una inmigrante vegetariana y antitaurina, incapaz de conducir de noche en moto por las calles de Madrid, con casco de camuflaje y rumbo fijo, aunque quienes afirmaban desconocer mi paradero, sabían perfectamente donde me encontraba. La griega me concedió tres legítimos hijos y ningún «griego», pero mantengo la esperanza que no se me presente a la puerta de casa algún bastardo cantando zarzuela, como le ocurrió a mi abuelo.

Aunque la mayor de mis hijas no destaca por su inteligencia, ha tenido mala suerte la pobrecita con un marido que alimentaba el entusiasmo a través de una sonda nasal y tenía desequilibrios físicos de origen desconocido que la llevaron al divorcio, provocando que mi nieto se autolesionara con un disparo, ante sus narices.

Mi otra hija es la más tonta de los tres. Algo que ha sido aprovechado por su marido para engañarla ocultándole sus andanzas financieras. También se han beneficiado de la tontuna los asesores de sus empresas, ocultándole lo que firmaba. Incluso he podido engañarla yo mismo negando la verdad que supe desde el principio, para conseguir, con tanto engaño, engañar al juez.

El hijo pequeño, guapo él, ha decidido heredar de mí cuanto le beneficia, renunciando a sacrificios y servidumbre de la realeza. Por eso se me ha casado con una plebeya divorciada, que vive, como todos, a costa mía, bueno, no, a costa vuestra.

Tuve a mi madre en silla de ruedas, me falta un trozo de pulmón, tengo una bola de metal en la cadera y he sido operado varias veces. Pero mantengo intacto el aparato genito-urinario para hacer los honores al apellido que heredé de mis antepasados.

Es para mí un orgullo poder pediros ayuda y comprensión en mi desgracia porque necesito vuestro apoyo en estos momentos, ya que el ejemplar recorte del 7 % que acabo de imponer en la Casa me obliga al sacrificio, exige austeridad y empobrece mi vida, obligándome a privar de la hoja de lechuga al grillo que canta en mi ventana.

Vuestro rey, Juan Carlos I, que tanto os necesita.

ENDOCASTA POLÍTICA

ENDOCASTA POLÍTICA

Existe un grupo social heterogéneo que progresa de manera impune, expansiva y diferenciada del resto de grupos, por su rango, estabilidad y prepotencia. En él domina la endogamia familiar por fecundación in casta, siendo la pertenencia al mismo un derecho de cuna adquirido sin más mérito que proceder de alguna de las  sagas privilegiadas que se perpetúan en sillones oficiales, sustituyéndose unos individuos a otros, de generación a generación, en el espacio privilegiado de la ubre nacional y europea.

No hablo del histórico encaste derivado de la monarquía hereditaria, por detestable que ello sea, sino de ocultas dinastías políticas que transmiten poderes y privilegios de padres a hijos, haciendo de la vida política una casta endogámica que amenaza con perpetuarse en las Instituciones públicas

Muchos hijos de líderes franquistas asientan hoy sus posaderas en privilegiadas poltronas, con reserva de inmerecido derecho de admisión para hijos, nietos, sobrinos, primos y parientes, algunos de los cuales saborean mieles institucionales, al tiempo que hacen hueco para los sucesores que heredarán sus privilegios.

Pero hay otra línea sucesoria inesperada que navega con el mismo rumbo que la tradicional monárquica y la renovada posfranquista, circulando por el margen izquierdo de la vida política, sin recibir los silbidos y abucheos que ellos prodigaron a los que no se bajaron en su vida de un coche oficial, ni promover el relevo para hacer realidad la igualdad de oportunidades que pregonan en su ideario.

La casta que los herederos amarillos, azules y rojos forman, se protegen al amparo de genes progenitores, rodeándose con el cinturón de seguridad que les otorga el cordón umbilical, tras abandonar las vaginas que los traen al mundo con el sillón bajo el brazo.

SANGRE DE PRESIDENTES

SANGRE DE PRESIDENTES

Según me explica un amigo taurino, cuando el torero recibe el tercer aviso se queda sin morlaco, avergonzado y abucheado por el público. Eso va a ocurrirle al Gobierno si no cambia la faena de aliño que está haciendo al pueblo.

Los “indignados” ya dieron su primer aviso, acompañados por los desahuciados. Luego sacaron pañuelos y cohetes los mineros. Y ahora están colgando las batas los médicos, dejando la tiza los profesores, sacando pancartas los funcionarios y aguantando porrazos y disparos de goma los manifestantes.

Mantienen los puños cerrados los parados y están los desesperados a la espera de nada sin esperanza alguna, siendo éstos los más peligrosos, porque quienes no tienen nada que perder están dispuestos a perderlo todo, incluso su propia vida, como intentó hacer ayer un trabajador al prenderse fuego en Israel.

Los políticos deben saber que hubo un tiempo no muy lejano en que se combatió el orden establecido con magnicidios de máxima altura, para derrocar el sistema.  Eran tiempos con amplía capa social en el umbral de la pobreza que exigía la regeneración de España y la mejora de las condiciones de vida de la población.

Fue entonces cuando cayeron asesinados tres presidentes del Gobierno, salvándose de milagro el propio rey Alfonso XIII en 1906 y el general restaurador borbónico, Martínez Campos.

Los primeros ministros tiroteados que derramaron su sangre con macabra fortuna para ellos, fueron: Cánovas del Castillo, en 1897; José Canalejas, en 1912; y Eduardo Dato, en 1922, aunque después vendría algún «vuelo» más, por causas diferentes a las anarquistas.

No se trata de dar un aviso a navegantes sordos, pero sí de recordar páginas de nuestra historia moderna para ser tenidas en cuenta por quienes piensan que la resignación del pueblo es infinita, sus lágrimas inagotables, la paciencia ilimitada, eterna la mansedumbre y la obediencia ciega.

RATEROS RATO S.L.

RATEROS RATO S.L.

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La valentía ejemplar exhibida por el magistrado Andreu puede jugarle una mala pasada si se despista en su pretensión de sentar en el banquillo a una persona tan honrada como don Rodrigo Rato, si hacemos caso al sabio refranero español  cuando nos advierte que “quien a los suyos se parece, honra merece”, y Rato se parece mucho, pero que mucho, a los suyos, es decir, a los rateros que le precedieron en la dinastía que él ahora encabeza.

Si parecerse a padre, hermano y tío es garantía de honradez, Rato es muy honrado,  porque es difícil encontrar mayor aval de esa virtud que el mostrado por Rodrigo en la imitación de los gloriosos y honestos comportamientos de sus familiares más cercanos. Por eso el juez don Fernando debe andarse con cuidado en sus actuaciones, pues en el Auto llama a declarar como imputado a una persona muy honrada, según el refranero.

Sí, porque el millonario padre-patrón de Rato, es decir, Ramón, fue condenado en 1967 por el Juzgado Especial de Delitos Monetarios, a tres años de cárcel en Carabanchel y dos multas de 176 millones de pesetas por evadir dinero y quebrar dos bancos. ¡Qué perla de hombre!  Y después, su hermano Ramón y su tío Faustino también fueron condenados a dos años de prisión y 44 millones de pesetas de multa. ¡De casta le viene al galgo!

A nadie extraña el empeño social en desacreditar al ratero que en tiempos de bonanza económica mundial estuvo al frente de los euros públicos. Muchos  recuerdan su salida por la puerta de atrás del FMI. Y todos condenamos su gran mentira con las cuentas de la “primera banca española”, mientras tocaba la campanilla en la Bolsa.

Pobre hombre y pobres aplauseros populares que ahora se esconden fingiendo no conocer al falso hombre milagro, mito de cartón en época de prosperidad.

Del tío-abuelo, la criada-monja, la hija robada y otras pequeñas cosas, ya hablaremos porque tenemos saga de Rodrigo para rato.

¡QUE SE JODAN!

¡QUE SE JODAN!

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Sabíamos las andanzas del rey del despilfarro, que construirá en los próximos meses un puerto de mar frente al Congreso de Diputados, para que en la próxima deglaciación su pequeña Andreita pueda navegar en el escaño, pero nada sabíamos de la chiquilla hasta que un indeseable deseo se hizo realidad en su boca, al vocear desde la poltrona: ¡que se jodan!

Según parece, la hija del afortunado lotero Fabra está indignada por la manipulación que se ha hecho de sus palabras, pues ella no pedía que se jodieran los parados que tanto ama, sino los socialistas de la bancada opuesta.

Ahora debe aclararnos el significado de la partícula “se” para saber si habla de que se jodan los sociatas en forma verbal reflexiva, es decir, que cada uno se joda a sí mismo, o que se jodan unos a otros. En todo caso, son muchos, pero que muchos, los ciudadanos que siente la tentación de cambiar el «se», por «te», como respuesta a su exabrupto.

La presencia del papá a la puerta de los juzgados, nos informa que en el cariotipo de la niña falta el gen de la ética, pero ignorábamos que careciera también del cromosoma de la estética, imprescindible para sentarse en el Parlamento, aunque sus correligionarios no lo crean y la disculpen, ignorando que tales actitudes no representa a nadie, salvo a sus compañeros de negocio.

DEL SUICIDIO AL HOMICIDIO

DEL SUICIDIO AL HOMICIDIO

La defensa que hacen del “sistema” los beneficiarios del mismo, y  los ajustes de pantalón que el Gobierno está imponiendo al pueblo, terminarán por conseguir que los ciudadanos arruinados por el modelo y los recortes acaben con los autores de ambos sin miramiento alguno, cambiando simplemente los suicidios por homicidios.

En principio, algunos desfavorecidos han optado por la autoinmolación a los pies del Partenón, el suicidio en las escalinatas romanas o la muerte lenta por objeción al copago farmacéutico, como ha hecho Agustí Aguilar, un jubilado con incapacidad permanente que morirá no tardando mucho por negarse a pagar las múltiples medicinas que necesita para sobrevivir.

Estos suicidios y los que están por venir, no han afectado a los dirigentes del sistema, sean políticos, banqueros o grandes empresarios, que se mantienen firmes en sus privilegiadas posiciones sin mover una pestaña, ni tener en cuenta el riesgo que corren si se invierte la voluntad de los suicidas.

Quiero decir que puede llegar un día en que estos ciudadanos desesperados decidan abandonar la vida acompañados por quienes les han puesto la soga al cuello. Pretendo avisar a la impasible clase dirigente del riesgo que corre si los suicidas que viajan al valle de Josaphat acuerdan llevarse por delante algún ministro, consejero de empresa o diputado que aplaudió la ruina, para dar utilidad a su muerte, garantizándose al tiempo un espacio eterno en el altar de mártires por redimir a sus hermanos de los depredadores.

ABUCHEO AL APLAUSO

ABUCHEO AL APLAUSO

Fui crítico en su día con la ministra italiana de Trabajo, censurándole sus lágrimas de cocodrilo el día que saltaron de sus ojos ante las cámaras de televisión al pronunciar la palabra “sacrificio”, mientras anunciaba las medidas de ajuste que había decidido aplicar el Gobierno de Monti, en Consejo de Ministros. Incluso llegué a pedirle que supliera el llanto con la dimisión.

Creo que me equivoqué, después de ver las risas y el entusiasmo con que han aplaudido los congresistas populares, puestos en pie, los duros recortes propuestos por su jefe de filas sin mostrar el mínimo gesto de dolor.

Guardando silencio, los efectos habrían sido los mismos, evitándonos a los ciudadanos el bochornoso espectáculo de ver a nuestros representantes vitorear la ruina que acecha a muchas familias.

Elsa Fornero tuvo al menos el detalle de expresar su dolor, – real o fingido -, antes quienes más iban a sufrir las medidas que anunciaba. Sus lágrimas mostraron la solidaridad, – real o fingida -, con los más desfavorecidos. Sus palabras entrecortadas revelaban una aflicción, – real o fingida -, compartida con el tartamudeo de los vecinos que castañeaban los dientes de temor ante lo que se les venía encima.

Nada de esto vimos ayer en el Congreso, sino todo lo contrario. Por eso, quiero abuchear desde aquí aquellos aplausos, porque evidencian lo que todos sabemos: que a los diputados no les afecta el castigo, porque nadie aplaude quebrantos para él y su familia, por muy justificados que éstos sean.