MIRE USTED, NO

MIRE USTED, NO

Un malicioso tertuliano, aprovechando la infinita sabiduría que Dios le ha infundido sin saber cómo, analizaba en las ondas el vandalismo de los jóvenes delincuentes poniendo en similar balanza a nuestros “indignados”, sin que hasta ahora tengamos noticias de su ingreso en un centro de reposo.

Mire usted, amigo tertuliano, no. Nada tienen que ver las pacíficas acampadas de los “indignados”, con la delincuencia pura y dura practicada algunos descerebrados que usted compara con los «indignados». Ni en los motivos, ni en las formas, ni en la violencia, ni en la brutalidad, ni en la sinrazón, ni en la opinión ciudadana, ni en el valor de las reivindicaciones, ni en la verdad de las pancartas, ni en la organización interna, ni en la seriedad de sus actitudes, ni en el pacifismo de su lucha, ni en la resignación ante los “porrazos”, ni en la limpieza de sus mentes, ni en sus justas reivindicaciones.

Vamos, que no, sabelotodo de la nada. Que una vez más ha dejado usted volar su mente por el infierno, donde debía encontrar alojamiento perpetuo, porque sus memeces y disparates ya no complacen siquiera a quienes comparten la tertulia donde su bilis se expande como plaga bíblica, sin que haya un Moisés en los despachos superiores que le ponga un esparadrapo en la boca.

Mientras los salvajes se saquean las mochilas entre ellos, los “indignados” comparten lo que tienen con el vecino; las pedradas a los policías de los gamberros se convierten en claveles en manos de los “indignados”;  las pistolas y navajas en sus bolsillo, son en los “indignados” palmas abiertas en son de paz; los robos, extorsiones y asesinatos de los facinerosos, en nada se parecen al fuego que consume el alma y la esperanza de los “indignados”; el saqueo de los delincuentes comunes, contrasta con la generosidad de los “indignados” a quienes el sistema les ha saqueado el futuro; las capuchas y camuflajes de los ladrones nada tienen que ver con los rostros descubiertos de los “indignados” que defienden honestamente su vida; los violentos han incrementado la venta de bates de baseball en un 5.000 %, y los “indignados” multiplican la solidaridad ciudadana en todo el mundo; mientras los rateros buscan ipads, ipeds, ipids, ipods, ipuds por las tiendas, los “indignados” pasan hambre y sueño luchando por sus derechos y los de todos nosotros.

Mire usted, enemigo tertuliano,  no.

VISIÓN DE MADRUGADA

VISIÓN DE MADRUGADA

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La ventaja que tenemos los madrugadores es lucir mente fresca al alba gracias al relente matutino, algo que nos aporta sorna y frescura para encarar la pantalla en blanco del ordenador sin mucho esfuerzo y con ideas a flor de piel que brotan espontáneamente con la humedad matinal.

Así me ha ocurrido hoy cuando una ensoñación despistada me ha visitado por sorpresa mientras trabajaba en el futuro libro, obligándome a cambiar de pantalla para deciros que no creo en ciertas casualidades sin sospechar una segunda verdad.

Es decir, no puedo creerme que todos los gobernantes y líderes financieros del mundo hayan sido tan tontos como para dejarse sorprender por la crisis que ahora ellos mismos gobiernan. Que no me lo creo, vamos, aunque no falten entre tales líderes los inevitables ineptos que hay en todas las organizaciones humanas.

Para entendernos, voy a decirlo por derecho: tengo la segura pero indemostrable convicción de que la crisis mundial ha estado provocada intencionadamente por el establishment del sistema para consolidar con más fuerza un modelo socioeconómico que les beneficia.

No encuentro otra explicación al sostenimiento de la burbuja hasta que convino pincharla, con efectos tan favorables para la privilegiada casta social que decide sobre la vida de los demás. Basta ver que los efectos están llevando a un mayor enriquecimiento de los más ricos con oportunidades de millonarizarse impensables en otros tiempos, mientras que el empobrecimiento del pueblo está llegando a cotas inimaginables hace apenas unos años.

Si a esto se añaden los esfuerzos que están realizando los gobiernos para salvar, reforzar y consolidar el sistema, arruinando al pueblo, no queda otra opción que pensar en una quiebra premeditada y planificada para reforzar el poder económico por encima del pueblo.

En fin, disculpen estar visiones oníricas fruto de los madrugones que me impiden tener una visión clara de la realidad que cuentan gobiernos, sabios tertulianos, especialistas financieros y la pescadera que me vende el bonito para el marmitaco.

INDEMNIZACIONES CIUDADANAS

INDEMNIZACIONES CIUDADANAS

Con más mérito que los aterciopelados usureros bancarios y políticos de bisutería, reclamamos los ciudadanos las indemnizaciones personales que nos corresponden, tras oírle decir a un popularísimo dirigente popular que tales concesiones sólo se otorgan a directores de empresa, consejeros de entidades bancarias y dirigentes políticos de alta gama.

Este desvergonzado politiquero desconoce la hermosa leyenda medieval de Gonzalo Fernández, cuando el católico Fernando exigió cuentas al de Córdoba, y éste le remitió la factura detallada con la misma indignación que reclamamos, siglos después, las siguientes indemnizaciones a cada ciudadano:

Por pañuelos gastados en enjugar lágrimas de impotencia al ver incompetentes depredadores en Cajas de Ahorro cobrar sueldos e indemnizaciones insultantes: solicitamos un millón de euros.

Por vendajes y cicatrizantes para curar heridas en las palmas de las manos de tanto apretar los puños ante las injusticias sociales, económicas y políticas: requerimos dos millones de euros.

Por antiinflamatorios para gargantas desgastadas y rotas de tanto gritar en las manifestaciones tras de las pancartas, sin ser escuchados: pedimos millón y medio de euros.

Por empapaderas para recoger las secreciones de pesadillas nocturnas y el sudor de los trabajadores que nutre las cuentas corrientes de los patrones: demandamos cinco millones de euros.

Por trajes protectores contra porrazos indiscriminados, arrastres por el suelo y pelotazos de goma disparados contra el pueblo indefenso: queremos tres millones de euros.

Y por la resignada paciencia de bueyes mansos con que toleramos los ciudadanos el hundimiento de la economía doméstica y el humillante paro, mientras políticos, banqueros, defraudadores, corruptos y usureros, mantienen sus privilegios, ingresos y beneficios: exigimos doscientos millones de euros.

Estas indemnizaciones pedimos, y sabed gestores de nuestro patrimonio, que nos sobra sangre para reclamarlas.

SUPONGAMOS QUE…

SUPONGAMOS QUE…

Más indignado que los “indignados”, me puse ayer a pensar en el mejor futuro que cabría imaginar para todos, haciendo reales los deseos que anidan en la gran mayoría de nosotros.

Así comencé a suponer qué pasaría si se produjera una insumisión generalizada en el país. Es decir, si los ciudadanos encargados de mantener el orden establecido por los dirigentes del sistema, dejaran las porras en casa, se vistieran de paisano y gritaran a coro con sus vecinos.

Supongamos, igualmente, que todos votamos en blanco en las próximas elecciones para gritar con silencio ensordecedor que “¡así, no!”.

Supongamos también que los jueces se remangan las puñetas y mandan a hacer puñetas entre rejas perpetuas a corruptos, politiqueros, estafadores y usureros.

Supongamos que los rescates bancarios, las indemnizaciones multimillonarias, los hurtos bancarios y las abultadas pensiones vitalicias, se entregaran al pueblo.

Supongamos que retornara a España el dinero perdido en paraísos financieros y se  recuperan los euros ocultos por fraude fiscal a la Hacienda pública.

Supongamos que desaparece la usurera banca privada y se nacionaliza el negocio especulativo financiero.

Supongamos que el gasto militar se empleara en mejorar la sanidad, promover la educación y dotar de recursos humanos y materiales a la justicia.

Supongamos que la Iglesia jerárquica cumpliera su misión redentora, poniendo su enorme riqueza al servicio de los pobres y condenando a los explotadores.

Supongamos que todos los trabajadores, privados y públicos, hicieran huelga indefinida, mientras se mantuviera el actual sistema de gobierno económico.

Supongamos, finalmente, qué pasaría si a los ciudadanos nos dierales da por tomar la Moncloa, como los franceses hicieron el 14 de julio de 1789 con la Bastilla, para acabar con este régimen, instaurando un nuevo orden social más justo, solidario, igualitario y libre, donde no existiera especulación con vidas ajenas, se repartiera equitativamente la riqueza, los más capacitados y honrados organizaran la vida comunitaria y el Estado del bienestar no fuera patrimonio exclusivo de una casta.

DE LA CONTRADICCIÓN A LA INSUMISIÓN

DE LA CONTRADICCIÓN A LA INSUMISIÓN

Llevo tiempo anunciando lo inevitable y mis palabras rebotan en las puertas de los despachos destinatarios de las mismas. He hablado sobre la necesidad de ejemplificar los sacrificios para evitar la rebeldía del pueblo, pero los políticos no se dan por enterados. He anticipado agresiones a dirigentes sociales, pero los cargos públicos mantienen tapones en los oídos. Incluso he prevenido sobre el riesgo de tomar medidas demagógicas que sólo consiguen irritar a la población.

Pero en lo que más he insistido ante el desmadre gubernamental, es en el riesgo de insumisión ciudadana que puede llevar a la quiebra del Estado de Derecho, porque las vueltas de tuerca al pueblo desde sillones aterciopelados sólo puede conducir a la desobediencia civil y militar.

La contradicción que están viviendo los policías y guardias civiles apaleando a quienes defienden sus derechos, los de esos cuerpos, enviados a reprimirlos por quienes vuelan sobre la tragedia que a ellos amenaza, no puede acabar más que en la insumisión, por mucho que amenacen con medidas disciplinarias y despidos, quienes nunca serán despedidos ni castigados.

Que la desobediencia está llamando a nuestra puerta lo acredita la insumisión de la policía alemana de Frankfurt, quitándose el casco y uniéndose a los manifestantes contra el capitalismo, que tenían orden reprimir.

Y a la insumisión de los cuerpos de seguridad se añadirán el resto de cuerpos de la función pública, hartos de soportar desprecios y recortes por parte de quienes nunca utilizan las tijeras contra ellos mismos.

MANIFESTACIÓN

MANIFESTACIÓN

Los dirigentes políticos deben saber que veinte mil salmantinos manifestándose por las calles de Salamanca, son demasiados salmantinos protestando indignados contra todo lo que se mueve en esta doliente España. Sobre todo si tenemos en cuenta que muchos de ellos dieron su voto de confianza a un partido cuyo Gobierno está haciendo lo contrario que dijo que haría, cuando los ciudadanos le dieron masivamente su voto.

Tal vez por eso, se oyeron en la manifestación eslóganes duramente críticos con el Gobierno y muchos insultos en pequeños grupos circulantes, irreproducibles en esta bitácora porque los dioses y familiares de los políticos, nada tienen que ver con los atropellos del Congreso, que ayer oficializó los recortes con el exclusivo voto popular de los impopulares seguidores del vuelo equivocado de la gaviota.

El deseo de que “el próximo parado sea un diputado” fue unánime, así como el grito de guerra pidiendo a los “banqueros y políticos, menos cachondeo y menos choriceo”, mientras se anticipaba el “final de la paz social”.

Finalmente, un destacado líder tomó la palabra ante la prensa, en nombre de los 20.000 manifestantes, para decir que “el gobierno está gobernando de espaldas a los ciudadanos, al margen de lo que están sufriendo las familias. Están haciendo recortes que sólo benefician a los políticos corruptos, a la economía sumergida, al sistema bancario y a la Iglesia”.

Pero esta mañana los parados desayunarán el mendrugo ácido de la frustración, los trabajadores acudirán indignados a sus puestos y los pensionistas caminarán con el miedo bajo el brazo, mientras los banqueros se abanican con billetes de quinientos euros, los corruptos hacen la peineta a la justicia, los millonarios toman el sol en la cubierta de los sus barcos y los políticos siguen mamando de la ubre.

¡BASTA DE MILONGAS!

¡BASTA DE MILONGAS!

De las siete definiciones que la Real Academia incorpora en su diccionario para definir el término milonga, pongo atención en la sexta acepción referida al engaño o cuento que esta voz significa, para decirle a los populares que muchos ciudadanos libres de compromisos partidistas estamos ya hartos de milongas.

Sí, porque es una buena milonga confundir la crisis del sistema financiero con la deuda pública. O sea, que la ruina de las Bankias, CAMes y Unicajas,  provocada por la incompetencia y voracidad de los políticos que había en sus Consejos de Administración, nada tiene que ver con el déficit del Estado.

Es una milonga atribuir toda la responsabilidad del déficit público al Estado central zapaterista, cuando algunas de las autonomías más deficitarias estaban, y siguen estando, gobernadas por el Partido Popular, hoy en Moncloa.

Es una milonga enjaretar exclusivamente la responsabilidad de la crisis al mal gobierno anterior, cuando en siete meses los populares han dejado hundir el sistema y multiplicado la crisis por tomar medidas ineficaces, torpes, retrasadas y a destiempo.

Es una milonga justificar el incumplimiento del programa electoral y las graves mentiras electorales con nuevas mentiras sobre males inexistentes, para atemorizar a la población tratando de evitar lo inevitable.

Y es una penosa, detestable y triste milonga, afirmar que ha sido inevitable reducir la prestación por desempleo a los parados, cuando hubiera bastado eliminar cientos de políticos que sobran y megamultimillonarias financiaciones directas e indirectas a la patronal, sindicatos y partidos, para evitar masacrar a los desempleados, sortear recortes en servicios básicos y mantener el Estado del bienestar.

Basta de milongas e insultos al sentido común ciudadano. Indignados, sí. Miedosos, puede ser. Resignados, bastante. Cobardes, tal vez. Arruinados, seguro. Pero tontos, no.