LA ABUELA DE EUROPA

LA ABUELA DE EUROPA

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Reinó Victoria en Inglaterra durante 63 años llegando a ser la abuela de Europa, al casar 26 de sus 42 nietos con miembros de la realeza europea, para orgullo de los 9 hijos que tuvo quien fue también emperatriz de la India durante 25 años.

Toda la época victoriana estuvo sometida a la voluntad de la señora, que disfrazó su poder de monarquía constitucional, para hacer políticamente cuanto le convino en privado, expandiendo el imperio británico con la austeridad, modales y buenas costumbres que definieron este periodo regentado por ella, donde la dignidad, el respeto, la autoridad y la familia fueron las cuatro patas de su reinado.

Junto a toda la formalidad imaginable, Victoria tiene el privilegio de ser la mayor traficante mundial de droga en el siglo XIX, haciendo del opio la mercancía más importante de su imperio, inundando de amapolas la India que luego exportaba a China donde llegó a tener 12 millones de consumidores en 1839, hasta que el emperador chino prohibió el tráfico para evitar la ruina económica, física y psíquica de la población, dando lugar a la guerra del opio, por considerarlo Victoria un atentado contra el libre comercio.

El devoto cristiano John Bowring gritó que “Jesús era el comercio libre”, antes de bombardear Cantón, y la reina Victoria terminó a cañonazos con Pekín, sometiendo a los chinos y aumentando el número de drogadictos, lo que compensó sobradamente los gastos de la guerra, mejorando sensiblemente las arcas del imperio británico.

IMPERIALISMO FINANCIERO

IMPERIALISMO FINANCIERO

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Por más milongas que nos cuenten los ministros, y por más veces que los portavoces políticos repitan que sucede lo contrario de lo que pasa, la tozuda realidad demuestra que los gobiernos no gobiernan, la democracia es una adormidera y las votaciones electorales un guiño tuerto a la voluntad popular.

Esto revelan las encuestas y reflejan las urnas, como quedó testificado en las últimas elecciones generales, donde más de diez millones de votos, representantes de la tercera parte del censo, optó por no votar a los partidos, evidenciado la falta de confianza en las organizaciones políticas y en la falsa democracia que los voceros tratan de meternos con calzador desde las tribunas.

La poca capacidad de los gobiernos para gobernar y la inoperancia del sistema democrático están en entredicho, porque ambas están sometidos al poder financiero, desde que éste inició su andadura con pisada fuerte y firme el ademán hace dos décadas, cuando los mercados financieros cogieron las riendas del poder, sometiendo votos, urnas y democracias a su interesada voluntad supranacional.

Pero no hemos sido engañados, ni debemos acusar a nadie de traición, ni podemos quejarnos de lo que ahora padecemos, porque fuimos claramente advertidos a tiempo y nadie hizo algo para evitarlo. A comienzos de 1996, el banquero alemán Hans Tietmeyer que presidía el Bundesbank advertía a las democracias europeas que los mercados financieros desempeñarían el papel de gendarmes, correspondiendo a los políticos someterse a ellos como verdaderos gobernantes en las aparentes democracias.

Y concluyendo el año 1997 fue cuando el presidente del Fondo Monetario Internacional, Michel Camdessus, tomó aire para gritar al mundo: “El Estado no debe dar órdenes a los bancos”, que era tanto como decir que los bancos darían órdenes a los gobiernos.

CASABLANCA

CASABLANCA

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Mi poca afición al cine contradice la placentera costumbre que tengo de ver periódicamente la película “Casablanca” sin cansarme de hacerlo desde mi juventud, lo que permite a familia y amigos bromear con ello, ironizando sobre este recreo que me acompaña desde los años mozos.

De “Casablanca” me gusta todo, como le ocurre a mis paisanos con el cerdo del que se saborean hasta los andares. No veo en la película más desperfecto que las deficiencias técnicas propias de la época, como la torpe simulación de neblina con humo o el avión de cartón dibujado a escala, porque todos los arreglos están justificados ante la grandeza de un film con pinceladas de resistencia francesa a la invasión nazi, una vez que el mariscal  Petain firmó el armisticio en Compiègne partiendo Francia en dos zonas: la ocupada por los alemanes y la del Gobierno colaboracionista de Vichy que regía la ciudad marroquí de Casablanca, donde Rick regentaba su café.

Incluso el apaño de elevar la estatura de Bogart con ladrillos y cojines cuando estaba junto a Bergman para compensar la mayor altura de ésta, pasa desapercibido ante las palabras de Rick anunciando al corrupto policía Renault al final de la película que allí comenzaba una bella amistad, tras disparar Rick contra el mayor Strasser y pedir a los guardias que detuvieran a los sospechosos de siempre.

Complace ver al estadounidense propietario del tugurio ocultar sus sentimientos tras una máscara de dureza y frialdad, viéndole renunciar al amor para no romper el amor. Personaje expatriado, cínico y amargado que se debate entre el amor y la ética, optando por ayudar a su enamorada Lisa a escapar con el marido Laszlo, líder de la resistencia contra los nazis, para que éste siga luchando contra ellos, mientras ella comparte amor eterno con Rick porque siempre les quedará París y el amigo Sam recordándoles al piano que el tiempo pasará.

DISCUTAMOS MÁS

DISCUTAMOS MÁS

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En algunas tertulias formadas por cofrades sabelotodo que pululan por radiobasuras y telestercoleros, se bronquea mucho y se discute poco, porque en esos muladares  vuelan los excrementos verbales contra las pantallas, salpicando de mierda a ciertos vecinos complacidos con las salpicaduras.

Se vitupera, se miente, se insulta y se descalifican personas e instituciones, con argumentos que no son tales, en medio de ruidosas broncas sostenidas a bocinazo limpio por los tertulianos y sin atender al adversario, en vez de examinar atentamente una materia, contender y alegar razones justificadas y distintas al oponente.

En este país sobran broncas y faltan discusiones.

No sabemos si es por la radiación solar o a causa de los vientos sureños, pero en esos albañales se discute poco, si por tal se entiende la exposición moderada de ideas, la honradez de los argumentos, la cortesía en el turno de palabra, el respeto a otras opiniones, la objetividad de los juicios, la ausencia de dogmatismo, el cotejo de doctrinas y la aceptación de errores.

En las zahúrdas citadas y en otros vertederos por mencionar, no se discute, se bronquea. Es decir, se imponen criterios, se adoctrina a los oyentes, se vocifera sin sentido, se interrumpe al oponente y se transforma la sentina foral en una jaula de grillos donde el griterío perfora los tímpanos y los argumentos espantan al menos común de todos los sentidos.

Los telebasureros deben saber que la discusión persuade y la bronca impone. La discusión gana adeptos y la bronca los espanta. La discusión respeta y la bronca escarnece. La discusión calma y la bronca altera. La discusión escucha y la bronca oye. La discusión libera y la bronca encadena.  Todo ello porque la discusión es elegante y la bronca grosera. La discusión humilde y la bronca soberbia. La discusión sabia y la bronca ignorante.

Son muchos los que van por el mundo de bronca en bronca, dando tortazos a las personas que señalan los patrones que les pagan los serviles servicios que prestan estos mercenarios.

AMELIA EARHART

AMELIA EARHART

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El 20 de mayo de 1932, la norteamericana Earhart se puso el casco en las pistas de Harbor Grace para tomar los mandos del Lockheed Vega 5B de color rojo, con el que cruzaría el océano Atlántico en vuelo solitario desde Terranova a Irlanda en 15 horas, pasando a la historia de la Humanidad como la primera mujer que realizó tal proeza.

Ese fue el resultado de un empeño, pero no le resultó fácil cumplir su objetivo, pues para ello tuvo que vencer la fatiga, el riesgo de un tanque averiado, la rotura del fuselaje que produjo llamas cerca del motor y la formación de hielo en las alas que precipitó el avión en caída imparable desde 3.000 pies, llegando a rozar las olas del océano.

Tales fueron los problemas, que desistió de aterrizar en París como había previsto, posando el pájaro volador en el pastizal de Gallegher, una granja cerca de Derry, descrito por ella con estas palabras: “Tras haber asustado a la mayoría de las vacas del pueblo, aterricé en el patio trastero de un granjero”.

Luego vinieron los premios y otras hazañas menores, hasta su misteriosa desaparición en el océano Pacífico, intentando rodear la Tierra, porque nada se supo cierto, estableciéndose como hipótesis que el aeroplano cayó a 70 millas de la isla Howland. El presidente Roosevelt ordenó su búsqueda con 9 barcos y 66 aviones, en una operación que costó de 4 millones de dólares, sin éxito alguno, construyéndose un faro en 1938 en la isla para honrar su memoria.

En carta a su marido George Putnam, le dijo: “Debes saber que soy consciente de los peligros, pero quiero hacerlo porque lo deseo. Las mujeres debemos intentar hacer cosas como lo han hecho los hombres”.

HAMBRUNA Y HARTURA

HAMBRUNA Y HARTURA

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Nunca fueron buenos los extremos ni admisibles las posiciones radicalmente opuestas en el ámbito existencial, pero ese antagonismo se hace detestable cuando toma cuerpo en la justicia social, y abominable si afectan al reparto de riqueza, porque en ambos casos revienta la conciencia ciudadana, destierra la solidaridad y espanta los más elementales principios éticos y morales que deben regir la sociedad.

Bastaría tomar algunos deciles situados en la parte superior derecha de la campana social gaussiana y pasarlos a la parte inferior izquierda de la misma, para que los golpes del badajo anunciaran felices repiques solidarios en vez de tristes campanadas funerarias, como sucede hoy en todas las espadañas de nuestra geografía económica.

Los ciudadanos que pasan el tiempo discutiendo sobre la calidad del chocolate, mientras sus vecinos se comen los puños de hambre, merecen ser desposeídos de sus bienes. Una sociedad que tolera impasible la convivencia del hambre y la hartura en sus calles, es una sociedad enferma que debe ser llevada a la hoguera por su herejía social.

La hartura de bienestar lleva asociado el despilfarro que abre jirones de impotencia y rebeldía en quienes buscan restos de alimentos en los estercoleros con el dolor a cuestas, la enfermedad en el cuerpo, el hambre en el estómago y la desesperación en el alma, condenando esta sociedad occidental defensora de la civilización cristiana que profesan los mandatarios y siervos de todos los países cristianizados.

Paradoja doctrinal exhibida con cínica ostentación por los favorecidos que unen al desprecio y condena de los empobrecidos, la contradicción de golpearse el pecho en los templos con la mano izquierda mientras con la derecha abofetean la miseria, protegidos por el Dios que predican quienes roban la comida al hambriento, desnudan al vestido, infectan al sano, cierran los grifos al sediento y condenan al inocente.

PUEBLO TEMEROSO

PUEBLO TEMEROSO

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Los derechos sociales y laborales conquistados por el pueblo a lo largo de la historia, fueron consecuencia del miedo que los ciudadanos inyectaron en los poderosos con sus rebeldías y protestas. Es decir, los beneficios obtenidos no fueron concesiones espontáneas y gratuitas del poder, sino conquistas ciudadanas, ya que el éxito de las demandas tuvo su origen en el miedo de los acaudalados a las revoluciones populares.

Eso que fue, hoy ya no es, porque el mundo gira en sentido contrario al que rodó durante los años de lucha. La adormidera del incipiente estado del bienestar ha provocado un cambio de tendencia, trasladándose el miedo a la clase social menos favorecida, que huye con el rabo entre las piernas a través de la vía de agua abierta en la democracia por el poder financiero.

Ahora el miedo se ha instalado en la ciudadanía, paralizando sus extremidades con el temor al desempleo, al castigo y a la condena derivada de unas leyes amparadoras de patronos, que burlan antiguos derechos laborales conquistados con sangre, sudor y lágrimas, hace muchas décadas. Pero debemos saber que no hay cárceles en el país para encerrar a todos los rebeldes, si es el pueblo entero quien se subleva.

La poesía social duerme en las páginas de los libros como un eslabón perdido en la cadena reivindicativa. La canción protesta está afónica y sin auditorio. Los líderes sindicales se han amortiguado en la poltrona. Y la izquierda política mira su perforado ombligo para consolar la sordera que padece, al tener averiado el audífono social por falta de uso, impidiéndole oír los gritos del pueblo que están dejando sordos a los pingüinos de la Antártida.

En tales condiciones, la sociedad dormita esperando que el Santo Espíritu le envíe lenguas de fuego que remuevan las entrañas ciudadanas, haciendo comprender al pueblo que la unión de todos contra la tragedia es un arma invencible, porque no hay muro que detenga la fuerza de un pueblo unido en lucha contra la desgracia que sufre.

Los poderes que hace un siglo retrocedían ante el empuje del pueblo unido, hoy son ángeles exterminadores del bienestar, origen de la hambruna, causa del paro y motivo de muertes prematuras. El norte orienta los pasos del sur hacia el ocaso, sin permitirnos ver la luz que renace por el Este si unimos nuestras manos contra la injusticia social que destruye el estado del bienestar, pervierte la democracia y entierra la soberanía popular.