MERCADERES EN EL TEMPLO
Los cuatro evangelios canónicos nos cuentan la expulsión de los mercaderes del templo, aunque las versiones de Mateo, Juan, Lucas y Marcos no coincidan y existan algunos matices contradictorios que no vale la pena señalar, porque en lo fundamental coinciden. Al parecer, Jesús subió a Jerusalén a celebrar la Pascua judía y se encontró en el templo con vendedores y cambistas haciendo negocio, a los que expulsó del recinto a latigazo limpio, por convertir la Iglesia en un mercado.
La cuestión es saber si la Iglesia sigue el ejemplo del líder, expulsando de su seno a especuladores y corruptos, o los bendice. La cuestión es saber si la Iglesia es un mercader más que Dios condena o sigue el mensaje evangélico de amor y pobreza. Se trata de averiguar si la Iglesia católica ensucia sus manos en la “pasta”, bendice con agua bendita a usureros o es cómplice de mercaderes que su Dios expulsaría del templo a cinturazos.
Todo apunta a que el establishment católico, – no el Cuerpo Místico ni los creyentes comprometidos con la línea ético-profética del evangelio -, se dedica a vivir en un paraíso fiscal exento de impuestos y predica transparencia, mientras blanquea cuentas opacas con impunidad y descaro.
En tiempos de desahucios, la Iglesia católica española es la mayor empresa inmobiliaria del país con un patrimonio de 40.000 inmuebles institucionales, más de 100.000 propiedades y 120 hectáreas de tierra.
En tiempos de crisis, cuando los quirófanos se iluminan con carburo y los niños van a la escuela volteando por el camino un lata con brasas para calentarse, el patrimonio y los tesoros de la Iglesia son imposibles de calcular.
En tiempos de condenas homosexuales, execraciones al sexo libre, escándalos carnales y anatemas abortistas, la Iglesia católica mantiene sus inversiones financieras en laboratorios como Pfizer, fabricante de preservativos y Viagra.
Cuando el paro llega al paro-xismo la Iglesia se convierte en oficina de empleo dispuesta a dar trabajo estable y remunerado a los jóvenes, sin pedirles vocación ni pedigrí alguno, porque se trata de mantener el negocio.
“Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” dijo Cristo a los fariseos en Galilea, pero la Iglesia ha recibido este año del “césar” 159.194.593 euros, siendo la única institución que se salva del ajuste del gobierno y de pagar el IBI en las ciudades.