ENFADO DIVINO

ENFADO DIVINO

Versodiario  16 :                                                                                                                                  Por mucho que santifique                                                                                                                  la Iglesia todos los lunes,                                                                                                                  permanecerán inmunes                                                                                                                      a las mejoras que aplique

ENFADO DIVINO

Creo ya saber por qué son aciagos todos los lunes. Días ásperos, indigeribles, que aparecen siempre con cargas imprevistas para amargar el comienzo de la semana. Encuentro explicación a tal castigo en la liturgia católica del Lunes Santo que recuerda el mosqueo que se pilló el Señor con unos comerciantes que ejercían su oficio en la casa del Padre. Lugar sólo reservado para oír la palabra de Dios, porque la misa no se inventó hasta el primer día del triduo pascual.

Ya digo que incluso el Señor tuvo mal día este lunes litúrgico en que regresó de Betania a Jerusalén y se encontró al personal mercadeando con objetos en su casa. Bueno, en su casa no, en la de su Padre, aunque también era suya porque el dogma de la Santísima Trinidad autoriza las tres en uno. Cuando el Hijo vio aquello, echó mano del látigo y a vergajazo limpio sacó del templo a los negociantes sin contemplaciones, faltaría más. Un lugar tan sagrado no podía utilizarse para trueques, compraventas y negocios mundanos, porque era sede oficial de administración divina. ¡Pues claro!

Pienso que el Todopoderoso pagó con los mercaderes el mal humor que arrastraba desde la noche anterior en casa de Lázaro, por el reproche que allí recibió del traidorcete Judas al recriminarle que aceptara los costosos perfumes con que la Magdalena ungió sus pies, mientras Marta se curraba la cena y ponía la mesa. El Iscariote dijo al Salvador que mejor habría sido vender el tarro de esencias y darle los beneficios a los pobres, respondiendo el Señor que éstos siempre estarían sobre la tierra, pero que a Él no siempre le tendrían con ellos. Algo que no fue bien comprendido porque su profética autorresurrección en cuerpo y alma lo mantendría entre sus fieles toda la eternidad

Ya más tranquilo el Hijo de Dios tras la excitación provocada en la refriega, comprobó que sus pies habían perdido el olor de la costosa fragancia de nardo con que la enamorada María los untó la noche anterior en casa de su hermano Lázaro, enjugándoselos después con sus cabellos, según describe el cronista Juan en su relato de los hechos.

¡Ah!, por cierto, también los Sumos Sacerdotes judíos decretaron la muerte del resucitado Lázaro porque el tirón del hijo del carpintero les estaba dejando sin clientes. Pero tal amenaza no alteró para nada su ánimo ni le causó desasosiego alguno, porque sabía bien que su amigo Jesús intervendría de nuevo devolviéndole a la vida cuantas veces hiciera falta.

 

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