EL AMOR HECHO RIMA

EL AMOR HECHO RIMA

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Hoy, que el pequeño grupo de afortunados descorcha vino espumoso extremeño, valenciano, catalán o francés, para brindar por los euros que les han llovido desde nubes invernales de lotería navideña, otros recordamos al poeta de la rima que esculpió con su pluma inmortales versos de amor que todos guardamos en el más íntimo rincón de nuestros recuerdos adolescentes, cuando el roce de una mano se antojaba escalofrío y el beso furtivo, milagro de felicidad.

Evocamos hoy a Gustavo Adolfo Bécquer, porque se cumplen 163 años de su muerte y otros tantos de su resurrección en las almas enamoradas que convierten el parpadeo de las pupilas en poesía esta mañana de invierno, cuando las oscuras golondrinas descansan en los nidos del sur, preparando el vuelo a los balcones en la verdecida primavera.

Qué no daríamos en la madurez del amor por retornar a las convulsiones y azaramientos del primer encuentro, la primera caricia y el primer golpe de sangre agitada en la turbulencia de una juventud que proclamaba a los cuatro vientos el prendimiento mutuo y la promesa de feliz enajenación perpetua reflejada sobre el rostro fundido en las miradas.

Treinta y cuatro años de vida le bastaron al sevillano poeta para inmortalizarse en el romántico espacio amoroso de los encadenados por ligaduras de amor liberador con diástoles entumecidas y gestos anhelados, desde la triste despedida hasta la gozosa bienvenida, avecindando el espacio y el tiempo en el mismo territorio con ojos lacrimosos y paciente espera.

Ello así, porque los amantes saben que el amor perdura si se fortalece con renuncia propia a cambio de la felicidad ajena; si se blinda con generosidad desprendida, se protege con tolerancia y se renueva cada día con esperanzas renovadas para hacerlo invencible, porque mientras fundirse puedan en un beso dos almas confundidas, la poesía de Bécquer seguirá iluminando el gran misterio del amor y la heredad humana se vestirá de perfumes y alegrías, aunque la ciencia no alcance a descubrir los misterios de la vida, ni la historia sepa hacia donde camina el amor por la línea del horizonte, rozando mar y cielo con sus alas.

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