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Autor: Francisco Blanco Prieto

LOSECHES O NO LOS ECHES….

LOSECHES O NO LOS ECHES….

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Loeches o no lo eches, él no se va ni con agua hirviendo, aguantando con sonrisa de conejo, guiño incontrolable, frenillo lingual, barba semicanosa, testuz de carnero y cara cemento armado, delante del plasma como nadie lo había hecho hasta ahora, mientras a su alrededor cae el honor y fama de sus encubridores, favorecidos por su dedo mágico, hacedor de investiduras, canonjías políticas y sillones de terciopelo para quienes aplauden con las orejas por estar maniatados a poltronas otorgadas por el Gran Pinocho Nacional.

Loeches o no lo eches, él sigue en el candelero ganando pasta a paladas y con una rosa mustia en la mano ya descolorida por el paso del tiempo, recordando en los consejos de administración empresariales aquellos lejanos tiempos de conspiradora juventud sevillana en la vaquería familiar, junto a un librero machadiano y mahleriano, que fue el oyente menos oyente de todos los gobiernos conocidos, con varias décadas pegado al escaño.

Loeches o no lo eches, él va a seguir más, más y Mas empeñado en pasar a la historia como el hombre que intentó dar el hachazo entre los vecinos de su pueblo, olvidando los paisanos que este sonriente convergente, prepotente presidente y estridente inconsecuente comenzó su oficio españoleando hace 33 años en las Instituciones públicas abrazado al gran estafador, envueltos ambos en la estelada rojigualda para despistar a los dos millones de paisanos que lo han visto envejecer en el sillón.

Laeches o no la eches, ahí sigue ella desde hace 32 años cazando talentos para la Administración pública con tal éxito que no se recuerda en la historia de España mejor selección de depredadores públicos desde que Rodrigo de Triana gritara ¡tierra!, mientras ella se considera inmune a toda crítica, sanción de tráfico, zancadillas de los colaboradores y jueces apadrinados, porque ya dio todo por España el día que descubrió la trama Gürtel.

Loseches o no los eches, el pueblo español seguirá votando a quien le parezca bien que para eso es libre y no está amordazado como dicen los profetas de la catástrofe, los inclementes con la mentira, quienes reclaman honradez a todos aquellos que tienen la memoria fresca para recordar cuando ha sucedido, con la frustración de ver que algunos de sus vecinos parecen no haberse enterado de nada.

PALABRAS DESLIZANTES

PALABRAS DESLIZANTES

imagesHay un gran comercio de palabras. Se venden, se prestan, se cambian y hasta se dan, con honor, palabras. Palabras para la pena, para las urnas, para la muerte, para la cuna y para la vida. Palabras altas y bajas; duras y tiernas; agrias y dulces; gruesas y finas. Palabras en manos de palabreros que embaucan, hipnotizan, deslumbran, hieren y ciegan.

Hay también palabras deslizantes que se pronuncian desde la cumbrera de un tejado que vierte sus aguas a corazones bien distintos, descosiendo las tejas o zurciéndolas, según que las palabras se deslicen a un lado u otro del filo que separa las dos vertientes protectoras de lluvia, evitando goteras y vías de agua que puedan ahogar la conciencia de los moradores que se protegen bajo las cumbreras.

Son las mismas palabras pero con distinto significado, según se caigan al norte o al sur, porque las mismas voces ofenden a quienes viven al norte de la vida y consuelan a los que sobreviven en el sur, como sucede con las palabras: justicia, igualdad y solidaridad, cuando la injusticia promueve insolidariamente la desigualdad.

La forma de evitar este deslizamiento de las palabras desde el caballete, es invertir los tejados poniéndolos hacia arriba, pero esto no es posible porque se inundarían las habitaciones sociales, quebrarían sus muros de la casa y nos quedaríamos sin espacio para vivir, ni palabras para invocar el milagro de la redención de la miseria.

HISTORIA DE AMOR

HISTORIA DE AMOR

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Con nombres ficticios de los personajes que conforman la historia real, recuerdo de nuevo la hermosa aventura de amor vivida por dos enamorados a quienes el azar ha vuelto a poner delante de mí sin previo aviso, haciendo vibrar íntimas fibras de mi diapasón afectivo con notas de color esperanzado.

Teresa y César viajaban en coche acompañados de la música preferida cuando el infortunio apuñaló una de las ruedas, y las sucesivas vueltas del vehículo enrejaron a la pareja en un amasijo de hierros deformados, incapaces de silenciar a Teresa que sobreponiéndose al momento llamó a su padre para contarle lo sucedido, diciéndole: “Papá, he tenido un accidente y no siento las piernas”.

Una vez rescatada, trasladada en ambulancia y operada sin éxito en el hospital, Teresa quedó en silla de ruedas para el resto de los días, y habló con César para liberarlo de los lazos que pudieron encadenarle a su desgracia, replicándole Ángel que su compromiso de amor era aún mayor, fortalecido por la desventura compartida.

Unieron sus vidas en matrimonio, han tenido dos hijas preciosas y viven felices en una casa de planta baja, adaptada a las necesidades de Teresa, dándome oportunidad de abrirles de nuevo este diario con el alma conmovida por la emoción de saber que más allá de toda contingencia, siempre está el amor para salvarnos.

DE NUEVO, LA IGLESIA

DE NUEVO, LA IGLESIA

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El punto débil de la Iglesia, su talón de Aquiles, la vía de agua que hace zozobrar la nave de San Pedro es que está inmersa en la sociedad que la sustenta formando parte de un engranaje que la atrapa, obligándola a mantenerse en pie asumiendo roles difíciles de conciliar con las exigencias de una doctrina basada en la defensa del débil, la eliminación de la pobreza y el amor al prójimo, como objetivos fundamentales, en medio de un colectivo humano materializado y mercantilizado, incapaz de sacrificarse por los demás, renunciar a beneficios propios a favor de los ajenos, alejado de la honradez como lema de conducta y apartado del servicio al prójimo como vocación irrenunciable.

La implicación de la Iglesia en asuntos mundanos, la obliga a mirar más de tejas abajo con los pies en la tierra, que vagabundeando por idílicas nubes doctrinales y compromisos evangélicos, perdida en aventuras terrenales humanas cercanas a la Banca Ambrosiana, privilegios fiscales, intrigas vaticanas, calenturas sexuales, políticos tedeums y bendiciones a benefactores sin pedigrí de compromiso cristiano.

Es una Iglesia valiente sobre el papel mojado para escribir su doctrina, pero sin compromiso real con sus predicaciones, como acredita el hecho de que su patrimonio sea incalculable, aunque muchos pretendan hacernos creer que es de la Humanidad, para que no afecte a sus principios, desde que Constantino decidió ponerla a la cabeza del mundo occidental.

No hablo de la Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo, ni de la Iglesia ético-profética de los cristianos que se están dejando la piel al lado de organizaciones laicas que no necesitan cruces ni oraciones para dar su vida por los desfavorecidos. Me refiero en párrafos anteriores a la Iglesia estructura que maneja el poder en nombre Dios, para hacer de las capas pluviales mantones de manila y capas bejaranas.

CONTRA EL FANATISMO, CULTURA

CONTRA EL FANATISMO, CULTURA

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Resulta difícil laicizar toda sociedad históricamente religiosa y rearmarla moralmente contra aquellos que explotan la ignorancia de la gente, utilizando los ideales y la fe como cínica tapadera de sus ambiciones, aunque ningún Dios proponga enviar a sus seguidores al matadero.

Los movimientos radicales tienen poco que ver con las religiones. Detrás de cada conflicto bélico hay oscuros intereses de los mandamases, que juegan con los sentimientos religiosos de muchos ciudadanos necesitados de cultura, trabajo y pan. Son los jefes políticos y religiosos quienes hacen de su voluntad, la voluntad de cada Dios.

Si quienes se inmolan pensando que su muerte les llevará al paraíso, hubieran crecido con un libro en la cabecera de su cama, probablemente pondrían los explosivos en manos de los predicadores de la violencia, cediéndoles el alto honor de ser ellos los primeros en alcanzar la gloria. Urge una revolución cultural que libere a los ingenuos de la oscuridad que otros han iluminado con vanas promesas de eternidad.

Si esto no es posible, cambiemos, al menos, la globalización económica, por la globalización moral. Apremia un acuerdo entre los pontífices de cada religión para condenar tanto engaño. Los obispos, rabinos, pastores, imanes y venerables maestros, han de llegar a un punto de encuentro sobre los valores éticos, comunes a todas las doctrinas, que permitan a cada cual seguir siendo lo que es, sin tener que llegar a las manos para resolver los conflictos que fabrican quienes deciden sobre nuestras vidas.

Hay que cambiar integrismo por integración, y fundamentalismo por valores fundamentales. Debemos aislar a los radicales, entumecer el fanatismo ideológico y enviar a la órbita de Júpiter a todos los extremistas. Occidente debe dar el primer paso, especialmente los países del G-8, que se llevan el 72 % de la riqueza mundial, dejando solamente la cuarta parte a los 180 países restantes. Y junto a un reparto más justo de la riqueza, hay que llevar a cabo también una gran exportación de libros, porque solo el conocimiento eliminará las cadenas y desmontará la farsa.

ALUMNOIDES

ALUMNOIDES

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Los primeros pasos del curso escolar dan pie a reflexionar sobre una subespecie de la raza humana, perteneciente sin mérito alguno a la fauna estudiantil, que de nuevo ocupará los pupitres escolares este año, creyéndose con derecho a cuanto se le antoje, aunque nada merezcan estos antojadizos seres.

Me refiero a los alumnoides, ese grupoide deformado de escolares que tanto perturba en los centros escolares a profesores, funcionarios administrativos, conserjes y propios compañeros de pupitre, que pasan por las aulas sin recibir el trato escolar que merecen, por razones que no hacen al caso.

Se habla en exceso de los profesores, menos de los alumnos y casi nada de tal subespecie, que ha proliferado últimamente en las aulas, en muchos casos amparada por los padres de tales animalitos, silenciada por sus compañeros y desconocida para la soiedad, que nada sabe de lo que presume ser experta.

Los alumnoides mantienen actitudes antropoideas heredadas de sus antepasados arbóreos, ocupando un escalón evolutivo inferior a la raza humana que los mantiene en estado salvaje mental, aunque vistan a la moda de los bípedos racionales, hablen su lenguaje, coman en platos de porcelana y se acomoden en pupitres en vez de mantenerse colgados de las ramas arbóreas como correspondería a su estado.

No es que los alumnoides sean vagos – que lo son – gandules de oficio, no. Eso no es lo peor, sino que utilizan su cerebro para buscar fórmulas que perturben la convivenia escolar, alteren el desarrollo de las clases, conculquen la disciplina académica, vulneren derechos de los demás y quebranten las normas impunemente por mandato personal.

Es hora de remangarse y poner en su sitio a esta minoría de alumnoides que cada día van ganando más espacio en los centros educativos, tratando de hacerse con todo el espacio cuando se trata de un pequeño grupo de perturbadores, por notorios que sean sus desmanes y tolerante el sistema que se los permite.

PELLAS MEDIEVALES

PELLAS MEDIEVALES

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El comienzo del curso es buen momento para hablar de las pellas escolares, actualizadas en modernos “novillos”, donde los estudiantes torean las clases de la mejor forma que pueden, desde los lejanos tiempos de la academia platónica hasta nuestros días, en todas las latitudes, con igual desparpajo, mismo descaro e idénticos pretextos.

Los antecedentes salmantinos de los actuales “novillos” hay que buscarlos en las “pellas” medievales, siendo las ausencias estudiantiles objeto de preocupación de los Claustros de Primicerio que presidían decano de Facultades, expresando verbalmente y por escrito sus protestas al Maestrescuela por la cantidad de ausencias estudiantiles a la clase de Vísperas de viernes y a la matutina de Prima los lunes, reclamando severas medidas disciplinarias para los alumnos que faltasen a esas clases.

El Maestrescuela atendía la queja de los catedráticos comprometiéndose a intervenir en el asunto para evitar el desalojo masivo de las aulas esos días, sabiendo que sus amenazas no surtirían el efecto deseado, porque los alumnos tenían razones sobradas para quebrantar los mandatos disciplinarios del Maestrescuela.

La justificación era que ansiaban ir los viernes por la tarde a la Plaza del Mercado provistos de capachos para recibir al recuero que traía para ellos noticias, alimentos, ropa y, sobre todo, dinero que les enviaban sus familias. Y los lunes a primera hora, iban a la Plaza de San Martín con el fin de entregarle al mismo recuero noticias para sus familias y peticiones para la próxima semana.

El resultado era que unos estudiantes pasaban el sábado y el domingo en fiestas dando buena cuenta de la chacina, lomo, jamón, chorizo, pescado seco, escabeches, bizcochos y pasas que habían recibido el viernes; otros se ocupaban en recomponer el jubón o el manto con los lienzos enviados por sus padres; y la mayoría se dedicaba a dar buena cuenta del dinero recibido gastándolo en fiestas, casas de mancebía, juegos de naipes, festejos privados, líquidos espiritosos, desahogos juveniles y diversiones varias.