VIRGINIA WOOLF
Un día como hoy de hace setenta y dos años, Virginia Woolf llenó de piedras los bolsillos de su abrigo y se hundió lentamente en las aguas del río Ouse, cumpliendo la sentencia de suicidio dictada por el trastorno de personalidad ocasionado en la infancia con los abusos sexuales infringidos por sus hermanastros al fallecer su madre.
Junto al desequilibrio bipolar, en el agua se diluyeron también las luces y sombras de la escritora más representativa del modernismo literario que expandió su estilo a lo largo del pasado siglo, desde el círculo intelectual de Bloomsbury, con Bertrand Russell de la mano.
Esta editora de sus libros rompió la cultura narrativa de su tiempo anteponiendo las descripciones ambientales del entorno y los perfiles psicológicos de los personajes, a los fundamentos argumentales predominantes en las novelas de la época, anticipándose al futuro.
Sus íntimas relaciones con las escritora Vita Sackville, no le impidieron amar profundamente a su marido Leonard, llegando a despedirse de él con una hermosa carta que rubricaba diciendo: “No creo que dos personas pudieran ser más felices de lo que hemos sido tú y yo”.
Vaya hoy mi recuerdo a la escritora que defendió la condición de mujer con destacada fuerza, reivindicó su labor como escritora en círculos controlados por pantalones masculinos, llegando a transformarse en un referente europeo de los actuales movimientos feministas.