EMBAUCADORAS LUCES
Me comentaba sus preocupaciones una amiga interina a la que no han contratado este año, porque se avecinaban días consumistas heredados de la irrepetible época de bonanza pasada, temiendo ella no poder llevar el despilfarro a la altura en que lo mantuvo en tiempos bíblicos de vacas gordas.
La conversación con esta compañera me devolvió a la infancia cuando el manjar de Nochebuena era un pollo de corral en pepitoria, degustado en ocasiones con una vela encendida porque se había ido la luz. Y los niños, sólo los niños, recibíamos un regalo la noche de Reyes en forma de mecano, motorista de lata, juego de pin-pon, rompecabezas, pelota de goma o parchís.
A este obsequio familiar se añadía el juguete elaborado por nosotros mismos, destacando sobre todos ellos el patinete hecho con rodamientos que afanábamos en los talleres mecánicos, y el aro con su “guía” de grueso alambre, que fabricábamos con la base de una herrada metálica.
Con la llegada de mis hijos se incorporó el Papá Noel a la fiesta y se multiplicaron los regalos en ambas fechas, no alcanzando su ilusión a la nuestra, aunque tuvieran que abandonar la habitación para dejar espacio a los obsequios.
El interés y la angustia de mi amiga por cumplir la imposible misión de estar a la altura de años pasados, me hace revelarme contra el banal consumismo que nos invade en tiempos de penuria para tantos vecinos.
Y pienso en la frustración de quienes desean participar en este teatro de vanidades sin tener entrada para ello, como es el caso de la amiga que hoy protagoniza esta página.
¿Qué decirles a todos ellos si la dramaturgia, que tanto ha prestigiado la literatura hispánica, se encuentra estos días en su momento álgido, de oro? Qué digo de oro, de diamante. Pero de diamante en bruto, sin pulir. Así, bruto; de bruto, de beneficio neto y necio, que actúa sin moderación, sin clase, sin razón, sin forma y sin estilo, porque los genes y hábitos adquiridos en años de bonanza obligan a ello, aunque muchos terminen colgados del abismo en la vertical de enero.
Están llamando a la puerta las mojigangas, los protocolarios deseos de felicidad y las teatrales escenas navideñas con figurantes ridículos y extravagantes alardeando de solidaridad, mientras la realidad desnuda de la miseria merodea por los arrabales, zulos y chabolas, soportando el desprecio de los escaparates.
Pocos detectarán las morcillas introducidas en el texto por los beneficiarios del enorme intercambio que se avecina Pero lo más real será el espectáculo de títeres y marionetas que representaran a diario quienes se dejan manipular por los tramoyistas que mueven entre bambalinas los hilos de sus incondicionales polichinelas.
Un comentario en «EMBAUCADORAS LUCES»
Pues a lo mejor es una suerte y tenemos que apagar todas las bombillas de la navidad que a fuerza de luz nos han impedido ver y encender cerillas que con menos resplandor pueden iluminar un poco la razón… Nos haremos todos un gran favor.