23 – F

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Bueno

Los convocantes de las manifestaciones que hoy van a celebrarse nos piden que acudamos a ellas para luchar contra el paro y la corrupción, con la misma fuerza que rechazamos hace hoy 32 años los vesánicos disparos que hicieron al techo del Congreso algunos tricornios enajenados, entre los miles de mentes sanas que forman tan prestigioso cuerpo de seguridad del Estado.

Años convulsos aquellos en que los etarras y las luchas ucedistas internas despertaron el ánimo de algunos salvapatrias herederos directos del franquismo, como puede suceder ahora con demagogos populistas que brotasen en tierra indignada, regados por la cobardía política de quienes someten la voluntad popular a la ambición de los consejos de administración de las entidades financieras y no miran de frente la corrupción política.

Con los pies en el suelo, pisando el fango y sin apelar al catastrofismo, vemos que se está formando un peligroso cóctel social de consecuencias imprevisibles donde se mezclan gotas de incompetencia política, con chorritos de injusticia social, cucharadas de corrupción y litros de cinismo, junto a cisternas de indignación ciudadana y paro laboral, que pueden ser preludio de inevitable desobediencia civil por parte de las fuerzas del orden, los sanitarios, jueces, funcionarios, honrados militantes políticos, bomberos, profesores, cerrajeros y gente de buen vivir.

Hace 32 años nos sublevamos contra el esperpento golpista protagonizado por un puñado de visionarios, y hoy levantamos hoces y guadañas de indignación contra el abuso, desprecio y ruina que sufren los inocentes de la tragedia, mientras los causantes de ella se pasean por la cubierta de barcos que navegan a toda vela por encima de la miseria rumbo a paraísos financieros, sin percibir los tijeretazos sociales y sacrificios que reciben injustamente quienes no provocaron el naufragio.

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