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Mes: enero 2019

NECROPOLÍTICA

NECROPOLÍTICA

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El diccionario de la Real Academia no incorpora entre sus miles de voces el término “necropolítica”, acuñado por el pensador camerunés Achille Mbembe para definir la política de muerte seguida por los gobiernos que votan los ciudadanos en el mundo democrático; en oposición a la “biopolítica” patrocinada por Michel Foucault, que predica una política para la vida.

Siendo ambos neologismos expresiones de dos actitudes opuestas de consecuencias opuestas -vitales o letales-  para los seres humanos que ponemos nuestras vidas en manos de sanadores o matarifes, sin darnos cuenta lo que representan las urnas en democracia por deteriorada que esta se encuentre, donde a muchos ciudadanos se los apuntilla con leyes excluyentes de la vida.

Hacer política necrológica con cuerpos de los vecinos es mayor pecado capital que la suma de las siete maldades contempladas en la catequética doctrina católica, con el agravante cinismo que conlleva organizar velatorios honoríficos para todos los que mueren sin honor ni dignidad expoliada por los depredadores.

Los necropolíticos piensan que las vidas humanas tienen diferente valor, según la utilidad del cuerpo que sustentan, evitando el asesinato directo en morgues sociales de las personas inservibles, a cambio simplemente de dejarlas morir, aplicando políticas mortuorias para que vayan desapareciendo silenciosamente.

En un país necropolítico sobran los ciudadanos que no son rentables para la producción ni el consumo, siendo descartados como basura, sin mérito siquiera para ir a los contenedores, puesto que muchos de tales seres inservibles, mueren en las aceras, en charcos de campos refugiados, playas de miserable desembarco, naufragios, o más directamente ametrallados en las fronteras

No es trasgresión moral lo que lleva a los necropolíticos a reducir gastos en salud, dependencia y bienestar, sino su falta patológica de empatía y la seguridad de que ellos tendrán atendida su salud y dependencia, cuando la vida se les ponga boca arriba y el futuro encubra el punto de luz en el túnel en sus vidas. 

Por eso la todopoderosa “Madame marquesa” en tiempos de Sarkozy, aseguraba que los ancianos vivían demasiado y eran un peligro para la economía global, recomendando hacer algo urgente para evitarlo. Algo que mereció los más duros recuerdos de los ciudadanos mundiales para los padres de la señora Lagarde, aunque sus progenitores no merecieran tanto desprecio.

LA HONRADEZ DE RATO

LA HONRADEZ DE RATO

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El tiempo libre que el señor Rato ha tenido en la cárcel donde descansa por el caso de las tarjetas black, le ha permitido cargar su escopeta de caza con abundante posta para disparar en la vista oral del juicio por la salida a bolsa de Bankia, contra todo y contra todos, menos contra sí mismo, que es la pieza tras de la cual va la justicia de la mano temblorosa de la fiscal Carmen Launa, hoy de baja por motivos de salud.

Rajoy, Guindos, Elena Salgado, la auditora, el congreso diputados y el Ministerio de Economía han recibido sus disparos, pero quienes realmente quedamos heridos fuimos todos los ciudadanos obligados a rescatar de “su” banco con el préstamo del la Unión Europea por decisión de Luis de Guindos, a pesar de que FMI pidió a Bankia que mejorara el balance y la gestión, mientras Rato proclamaba el éxito de su gestión, poniendo las acciones de Bankia un 75 % más baratas que el valor contable del banco.

La chulería y desparpajo con que Rato se ha dirigido a la fiscal durante la vista del juicio oral, con frases del tipo: «No perdamos más tiempo con esto»; «No sé adónde quiere usted llegar»; «Permítame que termine»; o «¿Cuántas veces se lo tengo que decir?», hacen pensar que semejante actitud habrá influido en la dolencia de Launa y el aplazamiento durante dos semanas del juicio.

Pero el sabio refranero español santifica la honestidad de Rato diciendo que “honra merece quien a los suyos se parece”, pues don Rodrigo se parece mucho, pero que mucho, a los suyos, es decir, a los rateros que le precedieron en la dinastía que él ahora encabeza, porque es difícil encontrar mayor aval de esa virtud que el mostrado por nuestro hombre en la imitación de los gloriosos y honrados comportamientos de sus familiares más cercanos.

Recordemos que su millonario padre-patrón, don Ramón, fue condenado en 1967 por el Juzgado Especial de Delitos Monetarios, a tres años de cárcel en Carabanchel y dos multas de 176 millones de pesetas por evadir dinero y quebrar dos bancos. Su hermano Ramón también fue condenado a dos años de prisión y 44 millones de pesetas de multa

El empeño de muchos en desacreditar a don Rodrigo que en tiempos de bonanza económica mundial estuvo al frente de los euros públicos, es injusto. Como injusto es que se le recuerde su salida por la puerta de atrás del FMI o su discreto silencio que guardó con las cuentas de la “primera banca española”, mientras tocaba la campañilla en la Bolsa. Pobre hombre.