Navegando por
Mes: julio 2015

¡AY, CELIA, CÓMO ME DUELES!

¡AY, CELIA, CÓMO ME DUELES!

387views

pensamientosvida

Amiga Celia que nada esperas, con todo lo que falta por llegar a tu vida:

Déjame expresarte mi desconsuelo al verte moralmente en bancarrota, tendida en el subsuelo de la vida, desesperanzada de toda esperanza, cerrando las puertas a nuevas ilusiones desprevenida que puedan hacerte soñar al despertar cada mañana, sin más deseo de disfrutar con la maravillosa aventura que te espera anhelante al comienzo de cada jornada.

No te empeñes, Celia, en buscarle ahora otro sentido a la vida que no sea simplemente vivirla, porque con ello tendrás bastante tras el desamor.  Envuélvete en la bandera de la esperanza, empápate con fe en la resurrección, aliéntate con esperanza venidera, abrázate al futuro como hacen los enamorados en el santuario de las alcobas y déjate llevar por la vida al misterioso paraíso de la felicidad, donde habita deslumbrante la novedad venidera.

Ni sigas, Celia, otro rastro que el tuyo propio, ni mires más allá de la imagen duplicada en el espejo hasta confundir tu perfil con otra silueta en la frontera pulida del azogue, premonición de futuro que te espera si renuncias a frustraciones pasadas, desengaños esperados y decepciones previstas, a las que no hiciste caso.

Vacíate, pues, de todo lastre, atadura o vínculo lacerante que te inmovilice al desdeñoso pasado, y busca novedades que te ayuden a caminar hacia la nueva vida que ahora comienzas, cerrando el paso al luto del adiós que acecha esperando su oportunidad para llevarte al territorio del que vas a salir con ayuda de otra mano.

No gesticules, y camina hacia adelante. No parpadees, y mira de frente la vida. No lo pienses más, y actúa. No receles, y entrégate de nuevo al amor. Deshaz el lazo y suéltate el pelo. Deja que la lluvia te empape. Sonríe en los charcos. Olvida el desgarro. Desatiende a las comadres. Ama sin medida la vida, repara en la belleza, entrégate a la amistad y complácete en la generosidad, … porque un nuevo amor te espera dispuesto a expulsar de la memoria cuando no merezca estar en ella, y no dejes para mañana lo que olvidaste hacer ayer.

HINTELEZTUHALES

HINTELEZTUHALES

a

El doctorado honoris causa es el máximo grado académico que otorgan las universidades españolas desde 1920, a personas públicas eminentes que han destacado por sus méritos profesionales, relevancia intelectual y científica, o especiales contribuciones al desarrollo de la sociedad y el bienestar común.

Pero no siempre los doctorados honoríficos se otorgan a ciudadanos merecedores de ello, sino a hinteleztuhales éticamente frágiles como la porcelana, histriónicos personajes que a todos engañan, mercachifles que mancillan la honradez y turbios personajes que pastan en alcantarillas morales.

Así sucedió con el antiguo cobrador del autobús familiar que su padre conducía por las carreteras gallegas, don Gerardo, distinguido en 2008 con el doctorado honoris causa por la Universidad ilicitana “Miguel Hernández”, sin otro mérito hinteleztuhal que tomar cañas de cerveza en la cafetería de la Escuela de Ingenieros Industriales, hasta que pasó a ser “el Ferrán” en el hospedaje público de Soto del Real, donde el honorífico doctorado universitario le fue cambiado en 2013 por el meritorio doctorado en estafa pública, con alzamiento de bienes, blanqueo de dinero y fraude impositivo a los ciudadanos.

Otro destacado hinteleztuhal, frustrado clérigo y médico sin oficio, ha ostentado varios doctorados universitarios honoríficos que recibía con la mano derecha, mientras por la izquierda estuvo durante treinta años estafando a los ciudadanos envuelto en la protectora señera, hasta que el molt honorable Pujol pasó a ser el molt depredador de bienes ajenos, por obra y gracia del 3 %, grave problema que contaminó sus papilas políticas con ambición enfermiza.

Con toga, muceta, cara dura, pelo engominado, Gaudeamos, Laudatio y rey por testigo, don Mario Conde fue investido doctor honorífico de la Complutense por el rector Villapalos el 9 de junio de 1993, siendo experto en meter mano en caja ajena, sin mover un pelo de su cabello, hasta ser inquilino a gastos pagados durante años en el hotel de Alcalá Meco.

Este hermoso ratero de Argentia Trust, concluyó su discurso de investidura en la Universidad Complutense, diciendo: «El gran desafío consiste en dotar de humanismo nuestros proyectos colectivos. En recuperar al hombre. En recuperar el pensamiento humanista como definidor de la arquitectura de todo modelo social”. Tras sus palabras, Pinocho se hizo hombre…

URNAS PELIGROSAS

URNAS PELIGROSAS

tejerina-urnas

La incomprendida ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, se encuentra indefensa ante las críticas recibidas por advertir al pueblo sobre el peligro de las urnas, creyendo los ignorantes ciudadanos que la señora se refería a esas cajas transparentes con ranura en la parte superior por donde se introducen papeletas electorales o respuestas populares a las consultas de los gobiernos democráticos.

Pues no, amigos, no es así. La menistra – que diría Paco Martínez Soria – habla de unas plantas venenosas que contaminaron su infancia en el colegio vallisoletano de La Enseñanza, cuando una monja de la Compañía de María le dio a beber una infusión de urnas a comienzos de los años setenta, para inmunizarla contra la epidemia democrática que se avecinaba.

Sabe esta ingeniera agrónoma de plantas lo que nadie sabe y tiene un espíritu protector tan comprometido con la ciudadanía que le lleva a prevenirnos de las ampollas, quemaduras, vómitos y trastornos gastrodemocráticos que sufriríamos por ingestión de urnas o simple inhalación de estas plantas con cañete como purgante.

Las propiedades alucinógenas de tales hierbas silvestradas ha dilatado las pupilas de Tejerina, provocándole confusión mental, delirio extrasensorial y aceleración del ritmo cardiaco, ante la posible intoxicación masiva del pueblo con estos vegetales.

La atrofiapina, tremiedol, escapatelamina y marchatesol que contienen, provoca en las personas vacunadas contra las urnas en la infancia, ciertas convulsiones verbales atróficas, calambres cerebrales y diarreas mentales esporádicas, con graves  consecuencias para su inmediato futuro, pues la mantendrá en estado de coma y aletargamiento los meses previos a las intoxicación masiva del pueblo con tan bebedizo.

DEL EXCESIVO RECATO TEMPLARIO, AL DESCARADO DESTAPE

DEL EXCESIVO RECATO TEMPLARIO, AL DESCARADO DESTAPE

a

Contemplando el interior de la catedral salmantina con unos amigos en esta pequeña Roma, requirió nuestra atención una hermosa joven con mínimo pantaloncito y escaso sujetador, como únicas prendas de ropa protectoras del frescor que hacía en el templo, debido a las elevadas bóvedas donde se recoge el aire caliente emigrado desde el suelo al cielo templario por su menor densidad.

Esto es algo que no ocurrió con el peso específico de nuestra lívido que se mantuvo a ras de suelo sobre las losas graníticas del pavimento, casi tan pesadas como las babosas miradas que dedicaron a la chiquilla algunos de los penitentes que apartaron sus ojos del retablo para clavarlos en el cuerpo de la mozuela.

Esta pequeña ninfa semidesnuda en el templo, nos hizo recordar tiempos no lejanos, cuando el excesivo recato exigido por mandato eclesial obligaba a las mujeres católicas a entrar en las iglesias con medias tupidas, mangas largas, jerséis hasta el cuello y velos sobre la cabeza, como símbolo de humildad, sumisión y obediencia a Dios, acatamiento del que los hombres estaban exentos.

Recordamos con una sonrisa las palabras pronunciadas por un párroco salmantino mientras criticaba los escotes de algunas mujeres, amenazando con meter ahí mano el obispo y él, algo que otros colegas suyos hicieron realmente sin tener en cuenta la prohibición exigida por el voto de castidad.

Ya no hay respeto para los dioses – que son tres -; para las vírgenes, que se cuentan por cientos; ni para los santos, – contados por miles, amén los ángeles, arcángeles, querubines, serafines, tronos y dominaciones, que están repartidos por altares de los templos, protegidos por ángeles de la guardia que los custodian.