OBRAS DE INMISERICORDIA
El problema que tenemos en España no es de recesión económica, ni de contaminación política, ni de usura bancaria, ni de dominio financiero, sino de quiebra de valores humanos, fragmentados por ambiciones, estafas, corruptelas y politiquerías de diferente especie, siendo la crisis que nos atenaza la consecuencia directa de la codicia imparable ejercida por una selecta minoría.
Estamos asistiendo a una perversión moral, ética y estética que amenaza con devastarlo todo, sin dejar piedra sobre piedra, ni títere con cabeza, porque estamos en manos de un poderoso grupito de titiriteros morales y trileros, que juegan con el futuro de la gran mayoría de ciudadanos.
El catecismo social de la crisis nos propone estafar la vecino, engañar al que no sabe, aplaudir al sinvergüenza, quitar el pan al hambriento, beber el agua del sediento, desahuciar al peregrino, redimir al explotador, despreciar al marginado, indultar al tramposo, votar al corrupto, desnudar al vestido, expulsar al inmigrante y quitarle la venda a la justicia para que el desfile interminable de porquería y podredumbre ocupe un lugar privilegiado en la vida social.
Se nos va el tiempo y las fuerzas en ver a millonarios futbolistas dar patadas a un balón, en vez de dar nosotros millones de patadas a cuanto nos impide salir del lodazal en que estamos sumergidos, sin posibilidad de liberarnos de las arenas movedizas que nos acabarán engullendo, como no formemos una cadena solidaria para salvarnos.
Es hora de abandonar politiquerías de izquierdas y derechas. Es hora de entendernos incrédulos y creyentes. Es hora de unirnos todos los colorines de razas y culturas. Es hora de formar bloque contra ese pequeño grupo que se beneficia de nuestra dispersión, haciéndonos comulgar con indigeribles ruedas de molino, para que el peso nos impida levantar el vuelo.