TRÁFICO Y CONSUMO DESPRECIABLE
La detención en Barcelona de dos mercaderes de hombres que traficaban con inmigrantes marroquíes desde Tánger a Cataluña, produce una mezcla de satisfacción por la captura y asco de pertenecer a una raza que se devora así misma sin escrúpulo, con la voracidad de los depredadores salvajes, pero diferenciándose de ellos en que los felinos hambrientos matan para sobrevivir, y los traficantes de personas condenan a sus congéneres a vejaciones repugnantes para enriquecerse con la miseria de los indigentes.
El cinismo histórico de recordar el comercio de esclavos como algo perteneciente a épocas pasadas se pone en evidencia en el tráfico de seres humanos que hoy se hace realidad en prostíbulos que mercadean con el sexo secuestrado y en empresas que explotan esclavos de la supervivencia.
Comerciar con la vida, dignidad y honor de las personas es el negocio más despreciable que imaginarse pueda, porque los chantajistas de la existencia aniquilan la vida humana de las personas obligándolas a vivir en el infierno terrenal, sin posibilidad de redención.
Negocio muy lucrativo para los mercaderes del engaño, la explotación y el abuso, impune al castigo que merecen y apoyado por consumistas de carne joven y modernos negreros que practican la esclavitud, ante el silencio de una sociedad hipócrita que consiente estas ignominiosas explotaciones de los desprotegidos.