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Mes: enero 2012

GILIPOLLAS

GILIPOLLAS

Los nueve miembros del jurado que se encuentran ahora reunidos nos dirán si Pacocamps es inocente o culpable, pero lo que ya sabemos por boca de su «amiguito del alma» es que es gilipollas.  Pero no un gilipollas cualquiera, sino un gilipollas esférico, es decir, gilipollas por donde quiera que se le mire. No lo digo yo. Lo dice el “bigotes”. El mismo que le daba besos, le hacía regalos millonarios, comía en su casa, .… y terminó ofreciéndole “dos hostias”.

Según Alvarito, Pacocamps no es gilipollas porque vaya como don Gil Imón con sus dos hijas a todos los festejos madrileños donde como alcalde era invitado, popularizándose que Gil iba siempre con sus pollas, acabando por apocoparse en “Gil y pollas”.

No es eso, no. Lo que el “bigotes” ha querido decir es que Pacocamps es un lelo que se siente orgulloso de serlo; un tontolhaba que miente más que habla; un necio empedernido que saca la calva a refrescar por el cuello de la camisa almidonada.

Pacocamps duplica su gilipollez en el espejo donde pasa la vida, queriéndose con redundancia, adorándose a sí mismo, dándose besos en el trasero y creyéndose ser lo que no es, ni ha sido, ni volverá a ser, a poco que los valencianos hayan escuchado las conversaciones telefónicas con su amiguito conseguidor, que han sonrojado a la serpiente del paraíso.

La gilipollez denunciada por el corruptor Pérez nos hace pensar en un Pacocamps con ciertos delirios de grandeza, sin vergüenza alguna, rodeado de aduladores, con cemento en las mejillas, ausente de la realidad y sin sentido del ridículo.

La curación de tal grado de gilipollez no es fácil y pasa porque el motejador “bigotes” le aplique las hostias que le prometió, tantas veces como sea necesario. Además, las Trompas de Eustaquio del jurado popular no han de estar catalépticas y debemos confiar en que los valencianos hagan el resto.

BRASERO

BRASERO

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He merendado al calor del brasero en casa de Carmen y Agustín, el escultor salmantino más creativo y de mayor personalidad artística que tenemos entre nosotros, aunque él se sonroje y mire para otro lado.

Hacía años que no me sentaba a una camilla templada con un brasero bajo las cortinas de las faldillas, aunque la calidez procediera de una resistencia eléctrica y no de la combustión de cisco, como tantas veces hice para templar la  infancia.

Aquel brasero era hijo natural de la hoguera, nacida a campo abierto para entibiar a pastores, campesinos, cazadores y soldados. Las llamas imposibles en chozas y estancias, obligó a recoger las brasas de la hoguera en una cazuela o barreño para introducirlas en los hogares, dando así origen al brasero.

Calefactor de la pobreza a golpe de badila, era la forma más económica de ahuyentar el frío. Cálculos de la época afirmaban que una libra de carbón  hacía subir diez grados la temperatura de 10.799 metros cúbicos de aire, lo que significaba que una habitación de siete varas de largo, seis de ancho y cinco de alto, alcanzaba una temperatura superior en diez grados a la exterior, quemando solamente media libra de carbón por hora.

El brasero fue durante años punto de encuentro doméstico, lugar de obligada convivencia, espacio inevitable de diálogo y compañía amparadora a la luz de una vela o lamparilla. En torno al brasero se rezaba el rosario en familia, se escuchaba rutinariamente el “parte”, se acallaba el silbido del viento en la ventana,  se entretenían las horas con “el zorro, zorrito”, “Ama Rosa” y “Matilde, Perico y Periquín”, se aplaudían los goles de Matías Prat y se digería el cocido diario, sustento de una larguísima postguerra de hambre y estraperlo.

Hule limpio a golpe de estropajo y bayeta, antes de la partida de brisca, mientras la abuela remendaba calcetines con lentes de todo uso y leía el devocionario cada día como hábito heredado del tío sacerdote-relojero y curandero.

De aquellos años rescato el brasero, cobijo de sórdidas esperanzas inalcanzables, salvación de témpanos, protector de escarchas y consuelo de sabañones, a golpe de “firmas” y “escarbones” que dejaban “cabrillas” en las piernas femeninas, calenturas rojas semejantes a un rebaño de cabras.

La combustión incompleta nos hacía correr pasillo adelante al vaho helado de la calle, con el mareo en la cabeza, el dolor en la frente y el vómito en la garganta, intoxicados por indeseables “tufos”, que aparecían sin avisar.

….ISTAS

….ISTAS

Existe un sufijo añadido a la raíz de adjetivos que expresa inclinación hacia el concepto señalado por la palabra raíz. De esta forma tenemos deport-istas, que viven para el deporte; tur-istas, que buscan amaneceres tras las fronteras; ecolog-istas, amantes de la naturaleza; ilusionistas, estilistas, humanistas… Y junto a ellos, periodistas moralmente sanos y otros éticamente enfermos; columnistas que aparentan saber de todo, aunque todo lo ignoren; progresistas ocupados, en su progreso; catequistas intentando catequizar lo incatequizable.

Marxistas despistados; sofistas de micrófono, púlpito y tribuna; pacifistas de escenario; abortistas exaltados; machistas medievales; descerebrados camorristas; provocadores belicistas; consumistas ingenuos; diputados transfuguistas; prestamistas a la caza del ignorante; capitalistas sin escrúpulos intentando regates con aficionados sindicalistas  ocasionales; pacíficos laicistas; beligerantes fundamentalistas; y toda la serie de oportunistas, chantajistas y estraperlistas.

Pero déjenme prevenirles contra el grupo de “istas” que anteponen a esta desinencia el apócope nominal de su padrino, es decir, de quien va a tirar de ellos para compartir poder, dinero, corrupción, engaños, trampas, fraudes, mentiras y …. banquetes, palcos, honores, privilegios, portadas, reverencias, servidumbre y otras cosas con las que ellos decoran su becerro.

Hablo de quienes dejan a un lado las ideas y la dignidad personal, para seguir al ídolo de barro que va a ponerles comida en el pesebre, y corren tras él como los perrillos detrás del hueso que les arroja su amo. Me refiero a los aznaristas, guerristas, juancarlistas, rajoistas, rubalcabistas y tantos otros de cuyos nombres tampoco vale la pena acordarse, palmeros del jefe que esperan meter la cuchara en la tarta a la primera de cambio.

Y no creáis que este grupo de istas es pequeño. Son miles, pero todos vulgares. Procaces arribistas capaces de quitarle un caramelo a un huérfano. Y que nadie piense que exagero porque los he visto muchas veces pasar la guadaña a medio metro del suelo con intención de decapitar a los que no se agachen a tiempo. Su falta de pensamiento propio hace que pasen sin dejar huella. Incluso algunos pierden su identidad porque el fulanismo envuelve la más profunda indiferencia cuando las urnas funden las líneas telefónicas.

«ES DE LA MONCLOA»

«ES DE LA MONCLOA»

Se celebraba la mañana de ayer el ¿juicio? contra el magistrado Baltasar Garzón, cuando sonó el teléfono móvil de un ¡miembro del tribunal!, comentando el presidente don Joaquín Giménez a micrófono abierto a su compañero: “Es de la Moncloa”. Hizo luego un aspaviento de sorpresa y apagó el micrófono entre carcajadas. Bien por el magistrado.

Mal, quiero decir. No, mal no, muy mal, porque no es de recibo acudir con el teléfono abierto a un tribunal, cuando está prohibido hacerlo en salas de cine y conciertos, donde los timbrazos son motivo de amonestación al propietario del aparato. Por eso desconcierta nuestro sentido común que se permitan impunemente musiquillas durante la vista de un juicio, salvo que éste sea un acto frívolo, teatral o patéticamente cómico. ¿Lo es?

Muy mal, porque las risas del magistrado presidente ofenden al acusado, comprometen a los otros miembros del tribunal, incomodan a los abogados, enojan a los periodistas y mortifican al pueblo que no entiende ciertas cosas que pasan en la justicia, aunque no pueda decirse que ésta es un cachondeo porque se acaba a la sombra con el pijama a rayas sobre la piel.

 Muy mal, porque si es verdad que desde la Moncloa se llama directamente a un miembro del tribunal que está juzgando a quien hizo temblar los cimientos de Génova cuando el jefe supremo ocupaba la séptima planta, no estaríamos hablando de una democracia bananera, sino de un estercolero nacional en estado de putrefacción.

Y muy mal, porque si se trata de una broma del presidente Giménez en pleno juicio, es que este señor tiene poco juicio y carece de capacidad para juzgar siquiera la calidad de los chistes más burdos y groseros que pueda imaginar la mente de un desquiciado.

Humor del malo, si así fuera. Humor rancio, acre, con sabor a naftalina. Humor tan inoportuno como los chistes en un velatorio. Humor que merece la reprobación inmediata del Consejo General del Poder Judicial, si todavía le quedan fuerzas para enmendar el linchamiento jocoso a que está siendo sometido un juez que merece mayor respeto.

No cabe duda que las togas judiciales dan poder, mucho poder; pero poca, muy poca sabiduría.

DON MANUEL

DON MANUEL

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Recibo un correo de mi querida Sofía, amiga que abandonó su Galicia natal para dejarse la piel en Bolivia liberando de la miseria a los desfavorecidos hundidos en la pobreza. Me pide Sofi que dedique un artículo a la memoria de Manuel Fraga y voy a hacerlo, sabiendo que mis palabras van a decepcionarla, porque sé lo que piensa del personaje y los piropos que le dedica, como yo hice hasta los meses de su arrepentimiento.

Siempre he dicho lo que pienso sin esconderme y ahora tampoco voy a fingir la voz, aunque me lleve un arañazo por olvidarme de Grimau, de Ruano, de Montejurra , de las víctimas del franquismo y de los cinco obreros muertos en Vitoria cuando Fraga era responsable de la cartera de Gobernación.

Puse 788 páginas de un libro al servicio de los últimos años de la vida de Unamuno, por entender que en ellos se encontraba el verdadero Unamuno, el hombre sedimentado por la experiencia de vida después de muchos vaivenes, quehaceres, dudas, ilusiones, decepciones, errores, esperanzas, disgustos, dolores, sudores, pesares, aplausos y silbidos. Y eso voy a hacer con Manuel Fraga Iribarne.

Mi discrepancia ideológica con él me lleva a rechazar su posición política, pero mi vocación al esfuerzo me impide negar su singular capacidad de trabajo. Mi crítica a “hunos” y “hotros” siempre que han sometido los intereses comunes al bien propio, me acerca al hombre que nos pidió a todos tirar juntos del carro. Mi relación sincera con personas de izquierda y derecha me lleva a felicitar a Fraga en la presentación que hizo de Carrillo en el Club Siglo XXI, dándole a la derecha más rancia un ejemplo de convivencia que reforzó abrazando a Fidel Castro. Y su concepto del Estado convendría que fuera imitado por políticos de pacotilla y politiqueros.

Lo siento, Sofía, pero el último Fraga nada se parecía al “amo de la calle”, ni al enemigo del marxismo, ni al látigo del separatismo, ni al ciclón del insulto y el despotismo. Fue protagonista de las tres etapas más complejas de la moderna historia de España: el franquismo, la transición y la democracia. Intelectual venido a político que llegó a ser el político más intelectual. Franquista que reformó el franquismo desde dentro. Verdadero animal político, megaterio que pasó más de sesenta años dedicado a la vida pública, con tiempo para eliminar la censura previa y llenar el país de Paradores, impulsando nuestra mejor industria, sin llevarse ni un duro que no le perteneciese.

Observando a sus alevines, es obligado recordar a quien dijo “verdades sin condón”; a quien pidió ser recordado como «un hombre de bien»; a quien puso el mayor empeño en «unir y no desunir»; a quien un año antes de morir “pidió perdón a todos” por sus errores, complicidades y omisiones.

CARIDAD ACONFESIONAL

CARIDAD ACONFESIONAL

Mientras los españoles estábamos ocupados en no atragantarnos con las uvas el día de nochevieja, el Gobierno publicaba en el Boletín Oficial del Estado del 31 de diciembre el Real Decreto Ley 20/2011 con las medidas urgentes para recortar el déficit público, estableciendo en su séptima Disposición Adicional que la Iglesia Católica, – sólo la Católica, claro – recibirá mensualmente del Estado durante el año 2012, la cantidad de 13.266.216, 12 euros, – más de 2.200 millones de pesetas -, que al año suman 160 millones de euros o, si se prefiere, ¡27.000 millones! “de las antiguas pesetas”.

Esto, que no tiene visos de normalidad en un estado aconfesional discriminatorio con el resto de las creencias religiosas, resulta enojante cuando en el mismo Boletín se recortan servicios básicos como sanidad y enseñanza, fijándose al mismo tiempo el salario mínimo interprofesional para 2012 en 641,40 euros/mes, es decir, ¡21,38! euros/día.

Pero hay más, porque en la siguiente Disposición Adicional del mismo R.D., o sea, en la octava, referidas a los Bienes de las Instituciones eclesiásticas, se prorroga por un año el plazo sobre modificación de tasas y beneficios fiscales de acontecimientos considerados de interés público.

Esto significa que todas las voces disidentes con las Jornadas Mundiales de la Juventud, entre las que estuvo este blog, han ido directamente al cubo de la basura, porque se mantienen los mismos beneficios fiscales para posibles eventos religiosos, visitas papales o ceremonias populares, al tiempo que se aumentan los impuestos directos, indirectos y circunstanciales para los pecadores, herejes, iconoclastas y apóstatas, ya me entendéis.

Esta caridad de un Estado aconfesional con la teramillonaria Iglesia Católica no encuentra explicación en mentes laicas ni en corazones ético-proféticos de la propia Iglesia que se están desangrando en la liberación de quienes no llegan al salario mínimo, mientras la Iglesia estructura luce casullas bordadas en oro y anillos en ceremonias públicas y exhibiciones propagandísticas de una fe que debería alejarse de oropeles y comprometerse con los despreciados, en vez de pasearse por las alfombras mientras muchos de sus fieles mueren de hambre y sed en el desierto de la vida.

PROPUESTAS PARA SUBIR AUDIENCIA

PROPUESTAS PARA SUBIR AUDIENCIA

Leo que dos presentadores holandeses, Valerio Zeno y Dennis Storm, han comido carne uno del otro en directo para aumentar la audiencia televisiva. El primero de ellos ha digerido un trozo del abdomen del segundo, y éste se ha manducado un filete de glúteo a la plancha del primero, sin condimento alguno. Vuelta y vuelta, para entendernos.

Bien por los protagonistas del canibalismo. Bien por el director del programa “Conejos de indias”. Bien por el presidente de la cadena BBN. Bien por los espectadores. Bien por los jueces. Bien por los periodistas. Bien por los comités de ética. Bien por los legisladores. Y bien por la audiencia que se deleita con ello en vez de escupir a la pantalla.

Así las cosas, sugiero a Telecinco, por ejemplo,  que reproduzca en directo la escena del corte de ojo que ofrece Buñuel en “Le chien andalou”, pero que lo haga con una niña de cuatro años como protagonista, con una navaja de afeitar oxidada y en horario de máxima audiencia para animar al personal.

Propongo, igualmente, para aumentar la audiencia, que se mutilen en directo los genitales de dos indigentes con unas tenazas de capar cerdos.

Propongo jugar en directo a la ruleta rusa con revólveres del 38 y un premio millonario para el que sobreviva de los cinco participantes en el juego.

Y propongo a los padres políticos de la patria que se desentiendan de nosotros y de la salud mental de nuestros hijos impidiendo leyes protectoras, porque así algún día serán ellos mismos linchados en un plató de televisión para deleite de los espectadores,  estimulados por la bazofia que vierten a diario las pantallas televisivas en busca de audiencia, abusando de la idiocia colectiva, que aplaude, venera y da cancha a corruptos, caraduras, ignorantes, descarados, buscavidas, golfos, bribones y oportunistas.

¿Es eso lo que piden los ciudadanos o es lo que se les da sin consultarles? ¿Hay algún lobby interesado en que se expanda la telebasura? ¿Falta talento para entretener fomentando la cultura y la convivencia? ¿Es cierto que basta con cambiar de canal para huir de la mierda?

Si una persona es lo que come, queremos que nos den alimentos televisivos que nutran la sabiduría, provoquen la sonrisa, cuenten la verdad, eludan la manipulación, faciliten la cordura, promuevan el entendimiento, mejoren la educación, eduquen para el diálogo y hagan placentera las reuniones familiares en torno al plasma sin que éste nos deje «plasmados».