RECUERDO SOLIDARIO
Mientras el rey pronunciaba el discurso navideño olvidándose de los inmigrantes, una patera con veinte de ellos llegaba a la costa almeriense mostrando la angustia en sus cuerpos, lágrimas en la mirada, bocas resecas y profunda soledad en el alma, huyendo de la muerte, dispuestos a sudar por la patria que el monarca ensalzaba en su predicación.
A tantos como han llegado desde lejanas tierras en busca del pan que no pudieron amasar en sus países de origen, quiero abrazar en vísperas de los santos inocentes, grupo castigado del que forman parte, sin haber cometido pecado alguno. Seres condenados por fatal infortunio de la cuna, que hace reyes a unos y a otros esclavos de la miseria, sin merecer unos ni otros la suerte o desgracia que les ha tocado en el reparto divino.
Nadie se juega la vida en una patera para hacer turismo. Nadie cruza el Atlántico en la bodega en un crucero si no es para sobrevivir. Nadie altera sus costumbres y cultura si la hambruna no llama a la puerta. Nadie abandona su familia para refugiarse en la soledad de una habitación decorada con fotos de los que ama.
A estas solitarias personas, desarraigadas del paisaje que les vio nacer, trabajadores obligados a demostrar cada día su competencia, hoy envío mi recuerdo. A estos seres humanos sin protección que les asista, contratados para realizar esfuerzos que sólo a ellos se les pide, acompaña mi solidaridad.
A quienes realizan detestables tareas rechazadas en muchos casos por quienes piden diariamente su expulsión.
A los que se hacinan en Centros de Internamiento de Extranjeros, “guantánamos” sin las más elementales condiciones de habitabilidad.
A quienes sienten en sus carnes el injusto arañazo del racismo y el mordisco de la xenofobia por cometer el delito de querer liberarse del hambre y la miseria.
A quienes sufren desprecio y culpas por actos vandálicos, hurtos y extorsiones realizados por otros extranjeros que no merecen un espacio entre nosotros.
A todos ellos envía un abrazo solidario quien gozó en tierra extraña de privilegios inalcanzables para ellos, sin poderse desprender de nostalgias infantiles cuando pasó las fiestas navideñas recogido en su isla familiar, lejos de su patria, su gente, su cultura y sus tradiciones.