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Mes: abril 2011

PERIOCISTAS

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PERIOCISTAS

Podemos estar de acuerdo en calificar de escritor/a a toda persona escribe, – aunque muchas de ellas merecerían ser llamadas escribidoras -, porque no existe titulación alguna para actividad tan estimulante y digna.

Pero esto no ocurre con el periodismo, cuyos titulados soportan estoicamente un intrusismo profesional desconocido en otros oficios, viendo como se autocalifican de periodistas personas que no han pisado las aulas, y otras con diplomas universitarios que nada tienen que ver con el periodismo, aunque ejerzan dignamente su trabajo.

Pero no es a estos honrados entrometidos a quienes voy a referirme, sino a los periocistas. Es decir, a los desvergonzados suplantadores de verdaderos periodistas, acrediten o no la titulación exigida para ejercer tan noble ocupación, ya que para desgracia de todos tienen en sus manos un micrófono, una pantalla o una página, desde donde clavan rejones a la sensibilidad y cultura de propios y extraños.

Me refiero a quienes desde la tribuna pontifican con ignorancia, insultan sin reparos, desprecian a disidentes, pervierten argumentos, condenan el pensamiento divergente y ocultan información que no beneficie a sus patrones y/o a ellos mismos, con un descaro que espanta y una impunidad que irrita.

Hablo de los “creadores de opinión” que agitan los peores sentimientos en televidentes, oyentes y lectores, sin tomar nota de las consecuencias que esto tiene para la convivencia social, porque cuando se calienta la sangre de un fanático es difícil encontrar un extintor que apague el fuego fatuo que se propaga entre las cisuras cerebrales por donde circula el éter del resentimiento, la frustración y la venganza.

Aludo a quienes patrocinan y dirigen programas donde los argumentos de los contertulios son silenciados por las interrupciones continuas de los periocistas que comparten la mesa, impidiendo que los adversarios expongan sus razones. Programas donde el grito cobra fuerza de persuasión y el desprecio a otras ideas y opiniones es norma de conducta.

A estos fascistas de nuevo cuño me refiero, y a cuantos los sustentan, porque en una sociedad democrática, que presume de culta y civilizada,  no tienen cabida las soflamas, los libelos, las descalificaciones, los insultos, las injurias, los engaños, las manipulaciones informativas, el cinismo y todo aquello que dificulta el entendimiento, aunque resulte imposible llegar a él, porque no todo vale, a costa de nada.

En su particular cruzada contra el infiel, estos “pequeños talibanes de sacristía” no reparan en gastos y tiran por la ventana todo lo que les estorba, aunque se trate de la dignidad de las personas y de su honor, con una falta de vergüenza que avergüenza, ensartando el estoque hasta la bola, sin valorar las graves consecuencias que sus soflamas pueden tener, al no dejar títere con cabeza que no piense como ellos.

 

MI CIUDAD

MI CIUDAD

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MI CIUDAD

Me pregunta un desconocido internauta desde qué ciudad escribo este diario, y le propongo jugar a las adivinanzas hablándole de ella para que su entendimiento dé respuesta a la pregunta que formula.

Cuelgo estas notas asomado al balcón de una ciudad con entrañables plazuelas y callejas. Culta, alegre, conservadora y olvidada de veloces raíles, al oeste de la piel de toro, donde sus vecinos se esfuerzan por adquirir la cultura urbana necesaria para desterrar el aldeanismo secular, tratando de eliminar residuales actitudes provincianas y caciquiles propias de otro tiempo, mantenidas por quienes deciden en sus despachos sobre nuestra vida y hacienda.

Una ciudad altanera y orgullosa de ser uno de los más bellos museos al aire libre que pueden contemplarse en el planeta. Sus monumentos, blasones, enrejados y fachadas son un recreo para la vista, especialmente el tapiz pétreo que se levanta sobre las puertas de su inimitable fachada universitaria, del que los japoneses se han llevado una réplica del mismo.

Dos universidades, dos catedrales, cinco puentes sobre el Tormes, un Lazarillo, una Celestina, templos a granel, conventos por doquier, un verraco y una rana, hacen las delicias de los visitantes que desbordan las arcas de centros de hospedaje y alterne, más sonrientes los fines de semana y en vacaciones, cuando atienden  complacientes a los turistas que llenan hasta rebosar sus faltriqueras.

Farolas titilantes iluminan con luz ocre los antiguos rincones, deleitando el espíritu de los enamorados que pierden sus pasos por La Latina, Libreros, Serranos, Veracruz, Tentenecio, Patio Chico…, callejas insospechadas para quien no conozca la ciudad ni haya gustado de la apacibilidad de su vivienda. Contraste que concilia sin esfuerzo con el bullicioso colorido de su Gran Plaza, en horas tendidas al sol con placentero gusto de jóvenes multinacionales que aprenden a amarse en la ciudad.

Metrópoli de lujo para vivir, a pesar de los vándalos nocturnos que la despedazan; de las vulgares palomas que blanquean los aleros, tejados, fachadas y aceras con sus excrementos; de los descerebrados que garabatean groseramente con sprays puertas y paredes; de los gamberros que se abstienen de respetar el descanso ajeno; y de los estorninos que pespuntean de negro cúpulas y portadas.

No sé si haber capitalizado la cultura europea hace nueve años ha mejorado la erudición de sus vecinos en esta ciudad pretendidamente universitaria e intelectual, con plazas “hostialeras” para acoger medio mundo y más de treinta mil estudiantes que sólo aportan “movida nocturna” a la ciudad e insomnio a los vecinos.

 

LOS TIENESTUDIOS

LOS TIENESTUDIOS


LOS TIENESTUDIOS

Dentro de la variopinta fauna política donde hay especímenes de todas clases, existe la pandilla de los “tienestudios”, donde se agrupan todos los retrasados de la clase, que fueron incapaces de alcanzar una titulación universitaria.

Son individuos de bajo perfil intelectual y mucho poder. De escasa formación mental y mucho poder. De insuficiente capacidad de pensamiento y mucho poder. De poca cultura, escasa educación y mucho poder. Ignorantes de que las urnas dan eso, poder, pero nunca sabiduría.

Es un grupo sexualmente mixto porque lo único que les distingue son las prendas íntimas y la posibilidad de parir o no de parir. Por lo demás no hay diferencia entre ellos, ya que la procedencia social no limita sus posibilidades, que son infinitas, ni la falta de inteligencia es un obstáculo para llegar donde su ambición determine, si el partido lo permite.

Como de todo se aprende, el mal ejemplo de algún sabio, plurititulado en nada, les enseñó que el camino seguido por tan nefasto sujeto de presumir de títulos universitarios inexistente tenía que sustituirse por la torpe ambigüedad del “tienestudios”. Y digo torpe porque hasta la Antártida llegan las carcajadas de los ciudadanos cuando leen en las biografías de tales mendas que “tienen estudios de…” Pongan ustedes a continuación de los puntos suspensivos lo que les plazca y cumplirán con la moda política del “tienestudios”.

De forma tan burda pretenden convencer a los votantes que fulano es casi arquitecto; que mengano, está a punto de ser médico; que zutano se encuentra a las puertas del Nobel; y que a perengano le falta un suspiro para ser magistrado.

Tales mentecatos ignoran que esa trampa dialéctica no distrae ni engaña a los ciudadanos que pretende confundir, porque con la artimaña que emplean todos los españoles tenemos estudios de todo.

¿Quién no tenido en sus manos el plano de una casa? ¿Hay alguien que no se haya leído un prospecto de medicina? ¿Cuántos semejantes no han dedicado algún minuto de su vida a leer una página literaria? ¿Quién no ha puesto su atención en una sentencia judicial? ¿Existe alguien que no haya garabateado un dibujo? ¿Alguien se ha privado de meditar con el libro sagrado entre las manos? Pues, según ellos, eso nos permite tener estudios de arquitectura, medicina, literatura, judicatura, arte y teología, capacitándonos para lo que no están capacitados quienes integran el grupo de los “tienestudios”.

 

ESCUELA

ESCUELA

ESCUELA

Carente el ser humano de la sabiduría del asno, tropieza más de dos veces en la misma piedra perdiendo el equilibrio los minutos justos para olvidarse del tropezón anterior, aunque presuma de aprender de sus propias experiencias, sin darse cuenta del engaño.

Hablo sólo de lo que conozco, de lo que he vivido y de cuanto he aprendido en la escuela de la vida, evitando repetir lo que otros han dicho y rechazando hacer mías experiencias ajenas, por ilustrativas que éstas sean.

Es así como he aprendido que admitir los errores propios satisface sentimientos, alimenta la salud mental y mejora la confianza en uno mismo, al tiempo que confirma la necedad de quienes se empeñan en mantenerlos. Pero también me ha enseñado la vida que disculpar las confusiones de otros y perdonar a quienes nos meten el dedo en el ojo no siempre regenera los comportamientos del agresor.

He aprendido que caminar por la vida enarbolando la bandera de la verdad junto a un rótulo enjaretado en la solapa condenando el cinismo, reconforta el ánimo, aleja el insomnio y estimula la moral de quien hace honor a tales distintivos. Pero también sé que tal actitud reduce notoriamente el número de amigos; que el destierro social está garantizado; y que los esfuerzos de promoción profesional y personal se multiplican por el cierre de despachos políticos, expulsión de redacciones de periódicos, eliminación en comisiones de selección y demoras injustificadas en oficinas administrativas.

He aprendido que respetar a todos los semejantes es una obligación que debe alejarnos del insulto y la ofensa personal, por muy distantes que estén de nosotros las creencias y hábitos del vecino. Pero he confirmado también que están eximidas de este respeto las decisiones tomadas por dirigentes cuando éstas sean desacertadas o nocivas para los intereses de quienes las sufren. Tampoco merecen consideración alguna las opiniones vertidas sin argumentos que las justifiquen; ni las actitudes y gestos detestables, aunque se disfracen con trajes de gala; ni algunas sentencias judiciales por mucho que se amparen en togas; ni los asertos de ignorantes que protegen sus memeces tras las cuentas corrientes; ni las pontificaciones celestiales de clérigos que viven en su paraíso sin mancharse los zapatos rojos en el fango de la miseria.

He aprendido a distinguir entre la multitud al tramposo, obstinado en engañar a cuantos le rodean; al corrupto, capaz de robarle la medicina a un enfermo; al prepotente que estira el cuello sin saber que en cualquier momento van a cortárselo; al cínico que insulta nuestra inteligencia con burdas mentiras; y al politiquero que se disfraza de político a la puerta de los colegios electorales.

He aprendido a golpes de sangre que nada hay más importante que ser uno mismo en la parcela que a cada cual corresponde, por mucho que los murmuradores se empeñen en llevarnos por rutas que despreciamos. Permanecer en el espacio que corresponde a cada uno en cada momento nos ayuda a ser algo más felices. Y despojarnos de las orejeras nos permitirá ver el paisaje a los lados del sendero.

He aprendido, finalmente, que sólo pierde el tiempo quien que no lo aprovecha, por eso el ocio estéril es la bancarrota de la vida.

 

PERCEPCIONES

PERCEPCIONES

PERCEPCIONES

Desde hace más tiempo del preciso,  reciben los sentidos  imágenes y sensaciones extrañas que impresionan retinas, tímpanos y dendritas, dejándonos el amargo sabor de la decepción, la contrariedad de la frustración, la impotencia de la derrota y el convencimiento de la inevitable ruina social, porque las pancartas han sustituido a la rebeldía, y la resignación se ha hospedado en los corazones heridos, ahogando toda capacidad de respuesta.

Ver a patrones subidos a lomos de sus obreros fustigándoles los ijares obliga a pensar que los capelos han modificado a gusto de los jinetes la doctrina, decretando que el mandato evangélico de amarnos los unos a los otros se haga realidad amándonos los unos sobre los otros.

Comprobar la categórica respuesta de los tribunales de justicia con quienes han hurtado un lapicero, contrasta con la indulgencia mantenida por las togas con políticos y corruptos que se protegen con guantes blancos para ocultar sus podridas manos por la ambición, como sepulcros blanqueados condenados al desprecio en el libro sagrado.

Observar los privilegios, ingresos económicos, dietas y jubilaciones de los políticos – muchos de ellos sin titulación, méritos, ni capacidad -, representa un insulto a la inteligencia de los que pagamos tales prebendas con nuestros impuestos; una afrenta a los trabajadores que sudan para ellos; una burla para los desempleados que se muerden los puños de impotencia; una ofensa para la democracia que pervierten; y un agravio al sentido común, que exige una llamada al voto en blanco, a la quema de fueros inmerecidos y a las barricadas electorales.

Quienes mantienen la sartén por el mango y el mango también autorizan la protesta civilizada, dentro del orden establecido por ellos y sin permitir que la violencia deslinde el marco legal dictado por su dedo índice.  Pero ha llegado el tiempo de dar un paso hacia delante, conculcando normas que sólo a ellos benefician.

Mi querido Benito, buen amigo adolescente en el Infanta, me ayuda a cerrar la carta de hoy con las palabras que me ha enviado, escritas por Ayn Rand en 1950, premonitorias de la que se nos viene encima:

“Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican, no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias mas que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino, por el contrario son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada”

 

TELEAFÓNICA

TELEAFÓNICA

TELEAFÓNICA

Al parecer, la multinacional Telefónica se está quedando afónica en la casa donde la parieron y amamantaron durante 80 años, desde aquel lejano 19 de abril de 1924 en que Directorio de Primo de Rivera la bautizara con el nombre de Compañía Telefónica Nacional de España, hasta 1999 en que fue privatizada por el Gobierno de turno, multinacionalizándose hasta llegar a ser en julio de 2010 la quinta compañía de telecomunicaciones del mundo.

Al parecer, esta empresa tuvo un beneficio neto de 10.167 millones de euros en 2010, representando un incremento del 30,8 % sobre los beneficios obtenidos en 2009, el mayor de las empresas españolas. Todo ello gracias especialmente a los brasileños, porque en España la rentabilidad estuvo por debajo de lo esperado, a causa de una crisis que tardará en tocar fondo. Es decir que en España se obtuvieron pingües beneficios, pero no los suficientes para saciar la voracidad de la empresa.

Al parecer, ésta prefiere centrarse en mercados que le ofrezcan mayor rentabilidad, y para mejorar su competitividad en España ha decidido enviar al paro en tres años a más de 6.000 empleados, es decir, al 20 % de sus 35.000 trabajadores, y a 250 directivos, el 6 % de los mismos. Mientras tanto, los 1.600 jefes restantes están dispuestos a repartirse en bonos 450 millones de euros, porque los millones que se llevaron en 2010 no les sirvieron ni para abrir boca.

Al parecer, los sabios economistas al servicio del dragón, opinan que pasar al infierno del paro es la mejor solución para los trabajadores, porque más vale un despido con indemnización y cobertura de paro, a una expulsión sin compensación ni derecho a desempleo. Por supuesto, y si además viene acompañada del embarazo del trabajador y un desarrollo anormal e incontrolado de células que destruyan sus tejidos orgánicos, entonces peor, claro. Pero como todo esto no parece probable, pues que se vayan al paro felices en su banal y fingida desdicha. ¡Hay que joderse!

¿Todo bien hasta aquí? Pues concluyamos. Permítanme pedirles que apaguen la luz del escritorio y enciendan una vela para seguir leyendo el final de esta página con la música del Dies Irae como fondo de nuestra conversación.

Ante situaciones de emergencia sólo caben respuestas excepcionales. Los opios deístas han de revelarse contra los opios capitalistas cuando las sirenas anuncian bombardeos sobre una tierra ya devastada con cinco millones de parados pegados al cristal de la ventana, viendo como festejan los mercantilistas con champagne el ascenso de sus cuentas corrientes con el sudor del de enfrente.

Ante un gobierno temeroso de intervenir dando un puñetazo en la mesa para decir basta a este capitalismo salvaje e insolidario que nos aplasta. Perdida ya la confianza en los sindicalistas de despacho que deambulan por las sedes sindicales liberados de la fábrica, la oficina, el aula, el comercio y el patrón. Con la Iglesia declinando su vocación liberadora a favor de veleidades lejanas del compromiso ético-profético que de ella se espera. Y con la indiferencia sometiendo la voluntad de rebeldía de los acomodados en la complaciente modorra de la indiferencia, no queda otro camino que llamar a la revolución armada de los indefensos, de los parados y de quienes mendigan en las alcantarillas los detritus de quienes despilfarran aquello que les daría a ellos la vida.

 

RESURRECCIÓN

RESURRECCIÓN

RESURRECCIÓN

Vamos a ir directamente al grano: La resurrección del Hijo del Hombre pertenece en exclusiva al espacio de la fe religiosa y justifica ésta, porque como dijo Pablo de Tarso sin la resurrección los católicos no irían a parte alguna.

Pero la realidad es que nunca llegará a probarse la resurrección como hecho histórico, encontrándose el automilagro en la capacidad para creer – o crear – lo que no se ha visto, quedando la Iglesia como fedataria de un hecho inexistente, como tantos otros, y la fe dando solución al enigma con la sartén por el mango, arrimándole sartenazos al incrédulo.

De igual manera, tampoco se ha podido demostrar que Jesucristo no muriera en el Gólgota, que curara sus heridas en casa de Magdalena y terminara emigrando a la India, donde casó con mujer nativa, muriendo de viejo rodeado de hijos y nietos.

Llama la atención que los cuatro cronistas oficiales reconocidos por la Iglesia Católica Apostólica y Romana no se pongan de acuerdo en los hechos acontecidos en el día que hoy se conmemora, como puede comprobarse leyendo los relatos descritos por cada uno de ellos, donde el único punto de encuentro entre los cuatro es la presencia de María Magdalena y la propia resurrección del muerto.

Por otro lado, es curioso que el resucitado no se presentara a sus seguidores con el mismo aspecto físico ni la misma cara que los discípulos le habían visto durante los años que estuvieron con él. En caso contrario no puede entenderse que dos de estos amigos no le reconocieran cuando conversó con ellos camino de Emaús. Ni que su enamorada Magdalena le confundiera con un hortelano cuando se presentó ante ella. Ni que a los discípulos tuviera que mostrarles sus manos y costado para que le reconocieran, con ayuda del Espíritu Santo, claro. Ni que Tomás se viera obligado a meter la mano en la herida. Ni que los pescadores del Tiberiades sólo le reconocieran al sacar las redes llenas de peces siguiendo las instrucciones del “aparecido”, y no cuando se acercó a ellos.

Es la fe responsable de que las montañas se muevan o los pollinos vuelen y de hacer creer a los fieles lo que no han visto, como es el caso de la resurrección, fundamento, justificación y sostén de la doctrina católica.

Quiero terminar esta serie que comencé el Viernes de Dolores con las siguientes palabras de Buda, por si algún lector de este cuaderno quiere hacer uso de ellas:

“No creáis en nada simplemente porque lo diga la tradición, ni siquiera aunque muchas generaciones de personas nacidas en muchos lugares hayan creído en ello durante muchos siglos. No creáis en nada por el simple hecho de que muchos lo crean o finjan que lo creen. No creáis en nada sólo porque así lo hayan creído los sabios en otras épocas. No creáis en lo que vuestra propia imaginación os propone cayendo en la trampa de pensar que Dios os inspira. No creáis en lo que dicen las sagradas escrituras sólo porque ellas lo digan. No creáis a los sacerdotes ni a ningún otro ser humano. Creed únicamente en lo que vosotros mismos habéis experimentado, verificado y aceptado después de someterlo al dictamen  de la razón y a la voz de la conciencia”