TERTULIANOS

TERTULIANOS

TERTULIANOS

Sin parentesco alguno con el presbítero de Cartago, llamamos tertulianos a quienes participan en las tertulias radiofónicas y televisivas. Algunos de estos bustos parlantes que contaminan los cenáculos, desconocen que Tertuliano se dedicó largo tiempo a menesteres dudosos que ahora sus trasnochados herederos pretenden reproducir.

Con el nombre de tertulianos se califica a todos los opinadores hertzianos, a todos. A quienes saben lo que dicen, y a los que opinan sobre lo que no saben. A los que cobran por informar y a los que ponen su cara dura para llevarse el duro. A los ilustrados y a quienes hacen un máster sobre el tema correspondiente antes de coger el micrófono. A los que respetan otras opiniones y a los que insultan. A quienes esperan su turno de palabra y a los que interrumpen al interlocutor. A los humildes y a los pontífices. A los sabios y a los charlatanes. A todos.

Los tertulianos de clase turista que andan perdidos en internacionales economías presumiendo de ver siete veces lo que otros no ven, enarbolan sin vergüenza la bandera de la ortodoxia para rebatir las acusaciones que los paganos hacen a la iglesia, ignorando que el mismísimo Tertuliano que les da nombre se convirtió al montanismo y acabó acusando a la iglesia de no tener santidad. Espero que a estos portavoces mitrales no les ocurra lo mismo, y con el paso del tiempo conviertan sus apologéticas soflamas en herejías sin redención posible, al recibir un flechazo en el talón, porque entre ellos sobran aquiles y escasean homeros.

Como hizo Tertuliano en su etapa premontanista, defienden con un ardor guerrero propio de nuestros bravos infantes, la existencia de un dios único, por encima del bien y del mal, formado por una sola sustancia ideológica, pero mostrándose al mundo en tres personas diferentes. Esta fórmula trinitaria permite al supremo faesor manifestarse indistintamente en cualquiera de los tres seres que conforman la unicidad de su pensamiento. Tal herejía fue duramente combatida por Tertuliano y el patrioterismo pasó a mejor vida en el imperio. Fue entonces cuando Praxeas estuvo vagando por el desierto hasta que la parca detuvo sus pasos a la puerta de los colegios electorales, y los tertulianos tomaron posiciones estratégicas en los micrófonos para lanzar torpedos a la línea de flotación del poder que las urnas arrebataron al césar.

Los falsos imitadores del tunecino elogian la púrpura que les da de comer, burlando al pesebrero con la adulación y ofreciéndole su grupa para que cabalgue sobre ellos, sin atreverse a recordarles que son hombres y no ángeles custodios de la verdad absoluta y del pensamiento único, porque su naturaleza no es divina. La vida da que somos un pueblo con la madurez humana e intelectual suficiente para detectar a los manipuladores y mentirosos que andan sin bozal por esos micrófonos de Dios.

Ciertos sabelotodo, saben tan poco que ni siquiera saben que no saben casi nada. Ya veis, no hay que buscarlos en el dial o con el mando, porque surgen por los rincones, como setas en otoño, emulando a la amanita phalloide, dando gracias al patriarca.

Algunos de estos sabios renacentistas conocen el número de escarpines que tiene pendiente de arreglar el zapatero, pero ignoran lo que es un escarpín. No faltan los que critican la ¡séptima! ley educativa, evidenciando una ignorancia supina sobre el asunto. Determinados ilustradores afirman, sin mover un músculo de su rostro, mentiras como camellos imposibles de enhebrarse en la aguda inteligencia de los oyentes. No faltan los que ofrecen datos tan falsos como las promesas electorales de sus patrocinadores. Y la mayoría de los que compiten en exabruptos y pugnan por la desestabilización, anticipan catástrofes apocalípticas sin permitir que los oyentes alivien su calentura.

 

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