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ENTIENDO, PERO NO COMPREHENDO

ENTIENDO, PERO NO COMPREHENDO

Bueno

Entender no es lo mismo que comprehender, ya que no es igual tener idea clara de las cosas y saber algo con perfección, que encontrar justificación a los actos, palabras y sentimientos de los demás. Por eso me resulta difícil aceptar aquello que no comprehendo, y rechazo compartir lo que repugna a mi entendimiento, viviendo por ello en resignada conformidad con mi ignorancia, controlando la frustrante impotencia de soportar con paciencia espartana toda la sinrazón que  hiere el común de los sentidos.

No comprehender actuaciones de seres de mi especie y estar incapacitado para descifrar razonablemente algunos comportamientos humanos, me produce un deterioro anímico superior a otras preocupaciones cotidianas a las que no doy importancia, porque me superan los interrogantes derivados de acciones imposibles de responder.

Entiendo que robar a quien hurta la vida de otros, merezca cien años de perdón, pero no comprehendo el daño gratuito a los demás sólo por el gusto de quebrantar.

Entiendo que la suerte de la cuna determina el futuro de las personas, pero no comprehendo que se juegue con la vida de los demás por un puñado de euros.

Entiendo el llanto enrojecido de quienes sufren sentencias injustas de la justicia, pero no comprehendo el hambre en el mundo si sobran recursos para todos.

Entiendo la perseverancia de los luchadores por la libertad, pero no comprehendo que haya amos del suelo, el aire, el agua y la vida de los vecinos.

Entiendo que la muerte sea la consecuencia inevitable de la vida, pero no comprehendo que la búsqueda de la paz sea el argumento de las guerras.

Entiendo la búsqueda de bienes materiales para la vida y la supervivencia, pero no comprehendo la codicia insaciable y la avaricia de los depredadores humanos.

Entiendo el falso juego político, las detestables razones de Estado y el polvo que desluce los despachos, pero no comprehendo que se mienta al pueblo con impunidad y descaro.

Entiendo los circunloquios, las perífrasis, los camelos y las metáforas oficiales, pero no comprehendo la negativa a responder las preguntas concretas.

Entiendo que la cultura de origen determine las creencias religiosas, pero no comprehendo las disputas, luchas y muertes entre creyentes por el dios verdadero.

Entiendo que la muerte es un irremediable destino de los seres vivos, pero no comprehendo su empeño en presentarse a la cita sin ser llamada, ni previo aviso.

Finalmente, entiendo que la vida es una cadena interminable de interrogantes, pero no comprendo por qué buscando entre todos no encontramos los porqués.

CÁTEDRA DE LA VIDA

CÁTEDRA DE LA VIDA

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No creáis que toda la sabiduría está en los libros y en las aulas, porque las páginas y la tarima no dan las lecciones de subsistencia que la vida ofrece, exigiéndonos muchas veces un peaje que agota nuestro fondo de esperanza dejando jirones en el alma, porque nos instruye a base de tropiezos, caídas y magulladuras en carne propia.

Quiero, simplemente, decir, que mi mejor maestra ha sido la vida, catedrática sin estudios ni concurso-oposición alguno, donde he aprendido que las ofensas personales perduran en el tiempo, aunque se profieran en momentos de ira.

He aprendido que no se debe volver a la tierra donde se fue feliz, porque nada será igual ni duradero, y efímero será el tiempo dichoso recuperado de la memoria. Que esperar lo mejor en el futuro conduce a desaprovechar los momentos de felicidad que pueda darnos el presente.

He aprendido que los muertos no pueden perdonar las ofensas que les hicimos en vida, tampoco pueden sonreír, ni agradecer favores recibidos. Que la vida es incertidumbre, el presente no existe, es irrecuperable el pasado y el futuro impredecible.

Y he podido comprobar finalmente que la vida va en serio y no puede hacerse un sayón con ella. Que acecha la decepción en cada esquina. Que la felicidad es escurridiza. Que el beso es nuestro mejor amigo. Que no vale de nada abrir caminos porque el tiempo borra las huellas. Que el aplauso y el silbido duermen juntos. Y que el amor puede salvarnos, aunque la muerte sea el único argumento de la vida.

FRAGILIDAD DE LA VIDA

FRAGILIDAD DE LA VIDA

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No ha muerto el padre de un amigo de grave enfermedad irreversible ni de un golpe de sangre que le haya reventado el corazón o comprimido el cerebro, sino por simple fragilidad de la vida, ya que ésta se vuelve quebradiza como un delgado vidrio a medida que la edad va desgastando el cuerpo, haciéndose dueña de él y acosándolo hasta dar el último soplido a una vela que irremediablemente se extingue, sin que la ciencia pueda hacer algo para evitarlo.

Una simple caída doméstica y el olvido del cuerpo en cambiar de posición en la cama mientras recuperaba fuerzas, han bastado para que unas malditas escaras agotaran la posibilidad de supervivencia a quien fue roble en su vida, capaz de superar asedios de gérmenes y huracanes de enfermedades sin ayuda de medicina alguna.

“Por fin va a descansar”, me ha dicho Julio con voz cansada recordando el dolor del herido durante los últimos días, cuando las llagas se apoderaron a traición de su cuerpo cansado de vencer estigmas durante noventa años, más fuertes que las úlceras provocadas por la inmovilidad de su espalda contra las sábanas.

La noticia de su muerte ha vaciado el ánimo, succionado la poca esperanza que a todos nos quedaba en su fuerza vital para vencer una vez más la adversidad de unas muescas en la piel, por profundas que estas fueran. Pero no ha sido posible la victoria para un cuerpo frágil, roto y descompuesto por los años que pasó bregando con la vida.

No por previsto el desenlace, ha sido menos doloroso, y abrazo a Julio, viudo y ahora huérfano en medio de un túnel, pero no abandonado ni solo porque su enorme cuerpo guarda un corazón grande cuajado de personas que le quieren, animan, ayudan, consuelan y acompañarán siempre, entre las que me encuentro, dispuestas a desterrar la precariedad del futuro y hacer posible la luz redentora que aleje el dolor provocado por la inevitable parca que a todos busca, hasta encontrarnos.

La discreción y entereza con que este amigo ha llevado su dolor desde el día que presintió inevitable el recorte inmediato de la vida en quien vida le dio, es un ejemplo de fortaleza para los que estamos a su lado, y el mejor homenaje a la memoria de quien aceptó remar a su lado en el proceloso río de la vida, hasta llegar a un mar ennegrecido que a los dos se les antojaba muy lejano.

OFERTAS DE LA VIDA

OFERTAS DE LA VIDA

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Anticipándose muchos años a las ofertas comerciales de enero, la vida nos hace propuestas desequilibrando las posibilidades de adquirirlas, pues la desigualdad de oportunidades que ofrece determina fatalmente el destino de cada una de ellas, quedando las bicocas para unos pocos, y los saldos para la mayoría invisible que va por el mundo, porque quien no tiene, no es, ni se le mira.

Ofrece la vida banquetes ceremoniales con sabrosos manjares a poderosos, que son llevados a la mesa por quienes tienen que conformarse con pasar la lengua por los platos al terminar el festín.

Ofrece la vida poltronas de terciopelo y despachos con dosel, a una selecta casta de seudócratas, a quienes lustran los zapatos de madrugada un cortejo de siervos sin pedigrí que son utilizados por ellos como alfombras.

Ofrece la vida mitras, casullas y báculos de oro a ministros divinos que imparten bendiciones y predican bienaventuranzas a quienes que se dejan la piel rescatando infieles que seguirán arrodillándose al paso de los capelos.

Ofrece la vida techo a quienes le sobran palacios, mientras entrega planchas oxidadas de hojalata para que construyan chabolas los que sirven a señores feudales del siglo XXI en sus lujosas mansiones.

Ofrece la vida piña colada en la cubierta de lujosos yates a financieros de la estafa, mientras los esclavos que abrillantan la cristalería de bohemia toman vino amargo en la bodega con vasos de plástico.

Pero también ofrece la vida papeletas de felicidad que el dinero no puede comprar, y garantiza la muerte en igualdad de condiciones para todos, sin mirar a la cuenta corriente ni al poder de cada cual.

ACORDAOS DE VIVIR

ACORDAOS DE VIVIR

A veces conviene hacer un alto en el camino, detener los pasos, levantar la cabeza y mirar alrededor. Es necesario, de cuando en cuando, respirar hondo, moderar el ánimo, serenar el espíritu, examinar la conciencia, madurar los proyectos y sacar lecciones de experiencias propias.

Esta sencilla terapia permite clarificar la situación, despejar la niebla y retomar con más fuerza la vida, tras reflexionar sobre la falta de nuevas oportunidades existenciales en paraísos existentes sólo en los catecismos. No, amigos, no debemos aspirar a una vida mejor después de haber vivido, ni tampoco en tiempos futuros terrenales.

Pasamos la vida esperando lo mejor del futuro sin darnos cuenta del tiempo perdido anhelando la felicidad que hemos ido postergando, hasta que la aspiración a una vida descansada y feliz se centra en la jubilación, sin terminar de cumplirse el deseo porque los huesos oponen resistencia y las deserciones de familiares y amigos no ayudan a preparar el camino, retrasando la llegada de la vida que hemos esperado toda la vida.

Apartad, pues, los «después»,  “luegos”, “más tarde”, “cuando…”, y aprovechad el momento actual, tratando de encontrar el mayor bienestar aquí y ahora, porque el futuro a nadie pertenece, pero somos dueños absolutos del presente. Sed felices hoy porque la vida pasa al galope como un tren desbocado por la estación, sin detenerse a recoger viajeros despistados con el futuro que no alcanzarán nunca, porque cuando llegue será ya presente.

Dicen que la muerte es la gran socializadora porque a todos nos iguala, llega en las mismas condiciones y la afrontamos con idéntica soledad, pero también la felicidad socializa todo al no estar en venta, ni poder comprarse en taquilla alguna.

«Hay que vivir» dice la canción, y «Carpe diem» pregona el popular eslogan sin la fuerza necesaria para convencernos, porque los arponazos ideológicos infantiles dejan algunas huellas imborrables de cielos inexistentes fuera de las pilas bautismales.

LA MUERTE SALIÓ A SU ENCUENTRO

LA MUERTE SALIÓ A SU ENCUENTRO

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Acabo de enterarme casualmente por boca de un amigo, que hoy se cumple el primer aniversario de la muerte de José Luis Martín Vigil y lo primero que se me ocurre es lamentar haber tenido noticia de su fallecimiento un año después de ocurrido éste.

Fue el padre Martín Vigil guía espiritual de quinceañeros extramuros de la tapia, que llegó a mi oscura adolescencia del Infanta, sin él pretenderlo ni saberlo. Y lo fue por su novela “La vida sale al encuentro”, escrita para mozuelos en años de sueños redentores, soledades del alma y liturgias diarias, a la espera de castos y románticos amores con alguna niña que se pareciera a Karin, buscando entre los compañeros del colegio algún amigo tan noble Pancho y anhelando un padre Urcola que sustituyera al cura Esteban.

Crecido ya en cuerpo y madurada el alma, volví en años de sosegada increencia a leer la novela y me reservo la opinión que ya me produjo, porque prefiero conservar intacto el recuerdo adolescente que dejaron sus páginas en mi desorientado espíritu durante los años de internamiento.

No fue sólo a mí, pues su treintena de ediciones ayudaron a miles de jóvenes de varias nacionalidades a salir al encuentro con la vida, cuando los clérigos bombardeaban nuestro cerebro a base de amenazas infernales, el dictador pintaba cacería y naufragios en El Pardo, los maestros nos metían las letras a reglazo limpio y la censura robaba besos de las películas.

No supe más de Martín Vigil hasta que hace unos años lo encontré de nuevo en su “Estación término”, preparándose para el gran viaje que no tardaría en llegar, abandonado por todos y lamiéndose las heridas que en su alma dejaron la homosexualidad que siempre ocultó y las continuas acusaciones de pederastia.

Bestsellerista como ningún escritor de la época a pesar de su mediocridad literaria, nos ha dejado una veintena de novelas, con mérito algunas de ellas de comprometerse con la realidad social que muchos se negaban a ver y otros guardaban en sacristías, redacciones de periódicos y sindicatos verticales.

Quiero pensar, – porque así lo quiero pensar, aunque razón me falte -, que fue un buen hombre capaz de ilusionar a muchos jóvenes en tiempos de sequía, al que la Iglesia y los medios de comunicación condenaron a muerte en vida y ocultaron la desaparición del finado en su bragueta.

“Sólo deseo, – escribió en su testamento -, la cremación y la consiguiente devolución de mis cenizas a la tierra, en la forma más simple, sencilla y menos molesta y onerosa. Pasad, pues, de flores, esquelas, recordatorios y similares. Todo esto es humo. Sólo deseo oraciones. De este modo, sólo me llevo lo que me traje: mi alma.».

VIVIR LA VIDA

VIVIR LA VIDA

Al poeta bilbaíno le quedaba la palabra después de perder el tiempo, sufrir sed, pasar hambre y abrir los ojos hasta desgarrárselos. A Rick y a Lisa, perdidos en Casablanca, les quedó para siempre París, donde vivieron un amor inolvidable. Hay cantante que va en julio por la iglesias pregonando que le queda la esperanza. Los creyentes católicos esperan disfrutar en el cielo lo que no han gozado en la tierra. Y a todos los demás nos queda íntegra la vida a partir de ahora, que es lo único que necesitamos para ser moderadamente felices.

Acompañándonos estará la vida por toda la eternidad, quedando ésta reducida a los años que tenemos por delante para sonreír, amar, soñar y compartir. Y nos queda la vida entera, porque ni rey ni roque podrá arrebatárnosla mientras dure. En ello está nuestra fuerza y la feliz esperanza de que cada día sea mejor que la noche abandonada en la almohada al amanecer.

Y viviremos amando todo lo amable que encontremos en el camino.  Esta pasión por vivir explica muchas sonrisas inexplicables, muchos temblores de almas desfavorecidas y algunas sacudidas del espíritu, injustificables para la ciencia. Sonrisas entumecidas muchas veces por noticias imprevistas que anuncian inevitables despedidas, nunca deseadas por su amargura.

Pero vivir no es sólo tener vida, como se le antoja al diccionario, tan cercana a la existencia pasiva de muchos seres formados por células muertas. Vivir es tomar del brazo a la vida y vivirla cada día, dispuestos a gozar de las felices novedades que esperan o a vencer las dificultades que aguardan su turno en la sala de espera.

Entre las esencias de la vida que nos permiten disfrutarla, os recuerdo el crotoreo de las cigüeñas en las espadañas, la alborada del sol, el aroma del pan recién horneado, la sonrisa de un niño, el azafranado color de los girasoles, el saludo del vecino, la verde copla de la hierba, el suave planear de las gaviotas, la fruta redondeada por el viento, los abrazos de bienvenida, las gotas de lluvia en los cristales, el canto de las aves al amanecer, un clavel en el ánima del fúsil y la felicidad de vivir con honradez entre tanta miseria. Incluso las lágrimas derramadas en postreros adioses, forman la sustancia de nuestra vida.

Con estas armas intentaremos derrotar la muerte aunque no lo consigamos.

Esto quería dejar escrito hoy en mi bitácora, tras recibir ayer la noticia de que un amigo de juventud se ha olvidado de vivir, dejándonos su mochila llena de esperanzas frustradas y proyectos por cumplir, en un recodo del camino.

Hasta siempre, Jesús.