FRAGILIDAD DE LA VIDA

FRAGILIDAD DE LA VIDA

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No ha muerto el padre de un amigo de grave enfermedad irreversible ni de un golpe de sangre que le haya reventado el corazón o comprimido el cerebro, sino por simple fragilidad de la vida, ya que ésta se vuelve quebradiza como un delgado vidrio a medida que la edad va desgastando el cuerpo, haciéndose dueña de él y acosándolo hasta dar el último soplido a una vela que irremediablemente se extingue, sin que la ciencia pueda hacer algo para evitarlo.

Una simple caída doméstica y el olvido del cuerpo en cambiar de posición en la cama mientras recuperaba fuerzas, han bastado para que unas malditas escaras agotaran la posibilidad de supervivencia a quien fue roble en su vida, capaz de superar asedios de gérmenes y huracanes de enfermedades sin ayuda de medicina alguna.

“Por fin va a descansar”, me ha dicho Julio con voz cansada recordando el dolor del herido durante los últimos días, cuando las llagas se apoderaron a traición de su cuerpo cansado de vencer estigmas durante noventa años, más fuertes que las úlceras provocadas por la inmovilidad de su espalda contra las sábanas.

La noticia de su muerte ha vaciado el ánimo, succionado la poca esperanza que a todos nos quedaba en su fuerza vital para vencer una vez más la adversidad de unas muescas en la piel, por profundas que estas fueran. Pero no ha sido posible la victoria para un cuerpo frágil, roto y descompuesto por los años que pasó bregando con la vida.

No por previsto el desenlace, ha sido menos doloroso, y abrazo a Julio, viudo y ahora huérfano en medio de un túnel, pero no abandonado ni solo porque su enorme cuerpo guarda un corazón grande cuajado de personas que le quieren, animan, ayudan, consuelan y acompañarán siempre, entre las que me encuentro, dispuestas a desterrar la precariedad del futuro y hacer posible la luz redentora que aleje el dolor provocado por la inevitable parca que a todos busca, hasta encontrarnos.

La discreción y entereza con que este amigo ha llevado su dolor desde el día que presintió inevitable el recorte inmediato de la vida en quien vida le dio, es un ejemplo de fortaleza para los que estamos a su lado, y el mejor homenaje a la memoria de quien aceptó remar a su lado en el proceloso río de la vida, hasta llegar a un mar ennegrecido que a los dos se les antojaba muy lejano.

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