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ASESORES POLÍTICOS

ASESORES POLÍTICOS

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Gozamos en España la fortuna de pagar entre todos las nóminas y privilegios del colectivo parasitario que conforman los miembros de un gremio infraprofesional y extravagante, sin catalogar aún en el prontuario de caraduras, comesopas y gandules, cuya pertenencia al mismo no precisa estudios, ni requiere preparación alguna, ni autoestima personal, ni respeto social, ni titulación universitaria, ni capacidad de trabajo, ni dotes intelectuales, ni dignidad, ni vergüenza.

Basta con tener poca estatura moral, cara de cemento armado, tronco flexible a las reverencias, falta de escrúpulos, sumisión al padrino y mandíbula de acero para recibir inmerecido sueldazo por chivatear al padre-padrone lo que ocurra, aplaudir sus necedades, elogiar sus torpezas, justificar sus errores, pelotear por los pasillos y cotillear en despachos.

Estos agremiados han sido bautizados en la pila del amiguismo oficial y nepotismo institucional con el apodo de “asesores”, y son nombrados en el papelín oficial por “libre designación”, conculcando los principios básicos de todo acceso a la función pública, ya sea mediante contrato, interinidad o carrera funcionarial, porque todos ellos descienden de la pata de su poderoso Cid.

El número de tales “cargos de confianza”, conocidos popularmente como “mamporreros del visir”, es incalculable en España, pero una estimación de los mismos contabiliza 20.000 asesores señalados por el dedo mágico del patrón correspondiente, sin percibir la incompetencia evidente que los jefes demuestran con tanto asesor suelto por los despachos, sin oficio ni beneficio, de los cuales 550 son altos cargos que se llevan al año 82 millones de euros por la jeró.

¿ SENTIRÁN VERGÜENZA ?

¿ SENTIRÁN VERGÜENZA ?

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Me preguntaba ayer un amigo si Xavier Trias, Ana Botella y Rita Barberá sentirían vergüenza al ver que han estado llevándose de la hucha que llenamos los demás un sueldazo asignado por ellos mismos, varias veces superior al que se han autoimpuesto Ada Colau, Manuela Carmena y Joan Ribó, por hacer las mismas funciones y asumir idénticas responsabilidades.

Mi respuesta fue que el castizo alcalde y las populares alcaldesas no han sentido el menor pudor ni cargo de mala conciencia, por esa estafa disfrazada con una legalidad impuesta por ellos mismos en los reglamentos internos municipales y en decisiones tomadas por la mayoría dominada por él y ellas.

Tampoco creo que su cara de cemento armado sufra rasguño alguno por la incompetencia demostrada al necesitar cientos de asesores para su gestión, cuando los sucesores prescinde de la mayoría de ellos, empleando el dinero que se llevaban los amigos chupaeuros, en asuntos que benefician directamente a los ciudadanos.

Algo se mueve, amigos, cuando el coche oficial y chófer usado por el alcalde y las alcaldesas cesantes para ir a la peluquería y a fiestas privadas en hoteles de lujo que pagábamos todos, ha quedado aparcado en el garaje, y los nuevos jefes van al trabajo andando, en metro o bicicleta.

Algo se mueve, amigos, cuando se declara públicamente la vocación de servicio a la comunidad, se paran desahucios, se pide trato familiar con ellos y se pretenden cambiar las paredes de granito en los ayuntamientos por mamparas de cristal para que los vecinos podamos ver qué hacen los gestores con el dinero que les entregamos.

Eso sí, que se anden con cuidado los nuevos ediles porque el día que dejen la bici, el Metro o no paren un desahucio, serán acusados de demagogos, farsantes y cínicos, por quienes permanecen impasibles ante la salvaje corrupción que pasa delante de ellos, haciendo realidad aquella broma del Perich exigiéndoles que no denuncien las vigas que vean en ojos ajenos porque los perdedores les recordarán que en los suyos tienen una paja.

ESTAMPIDA

ESTAMPIDA

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El bochornoso espectáculo ofrecido por nuestros padres políticos, saliendo en estampida del Congreso de Borregistán, como chiquillos al recreo o animales huyendo del fuego, sin levantarse la sesión ni confirmarse el resultado de la votación, no es más que el reflejo de la poca estética política de nuestros diputados, que no puede redimirse con las trampas dialécticas que han utilizado para justificar tan lamentable escapada.

A nadie se niega el deseo de regresar a casa y estar con la familia, pero el respeto al Parlamento y a los ciudadanos exige a los diputados cumplir formalidades que no pueden eludirse diciendo que ya se había trabajado bastante durante el día o que se perdía un tren o un avión, para justificar los empujones y las carreras hacia la puerta de salida.

Es una cuestión de ética política, estética social, buen gusto, respeto al pueblo y compromiso informativo, que los diputados obviaron en la jornada donde se aprobó el fraudulento e inmerecido castigo a todos los santos jubilados, que indignados apagaron los televisores al ver que los diputados huían a uña de caballo por los pasillos, con un descaro impropio de quienes viven a costa nuestra.

Esperpéntica imagen que algunos han querido justificar de manera injustificable, como el arrogante sindicalista de izquierdas Joan Coscubiela, diciendo: «Cuando he terminado mi trabajo tengo derecho a volver a casa como me apetezca». Y tiene razón en lo de volver a casa como quiera, pero no cuando quiera, y siempre después de terminar su trabajo, no antes de que se levante la sesión y sin dar las explicaciones pertinentes, que no son pérdida de avión ni derecho a dormir con su familia, que nadie le niega.

El espíritu infantil que anida en nosotros nos invita a pensar que tal vez huyeron en desbandada por remordimiento de conciencia. Pero si todos llegaron con tiempo al avión de Air Europa o al tren de Renfe, deben saber que en la estampida perdieron el vuelo del honor y el tren de la vergüenza, el respeto, la educación y el compromiso ciudadano.

VERGÜENZA AJENA

VERGÜENZA AJENA

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En ocasiones sentimos vergüenza por la desvergüenza que algunos exhiben públicamente sin vergüenza alguna, con cara de cemento armado, descarada sonrisa y torpes gestos, mientras pronuncian palabras inoportunas como respuesta a preguntas inexistentes que flotan en el limbo de su mente, acompañando a la única neurona perdida que hace eco en su cerebro.

Los de provincias sufrimos bochorno con los balbuceos verbales de nuestra compatriota en el estrado. Las personas serias, honradas y capaces del Partido Popular madrileño se sonrojaron con la actitud de su compañera de filas. Y los madrileños están recuperándose de la vergüenza que pasaron al ver el ridículo tan espantoso que hizo su representante en la rueda de prensa ante los medios de comunicación mundiales, para convencer al COI de que Madrid se merece los Juegos Olímpicos de 2020.

Fue penoso ver a nuestra abanderada hacer uso de los cascos de traducción cuando preguntaban en castellano los periodistas y quitárselos ante las preguntas de reporteros ingleses, pretendiendo mostrar unos conocimientos del idioma anglosajón que no tiene, como evidenció con la respuesta que dio a la pregunta formulada por un periodista inglés, ajena totalmente a la cuestión planteada por el interrogador.

Decir que Madrid tiene la mayor parte de accesos, edificios, pistas, auditorios, etc. puestos en marcha, no responde a la pregunta de si el país está en condiciones de preparar eventos deportivos de la magnitud de unos Juegos Olímpicos, con una tasa del 26 % de parados que deambulan por las calles madrileñas, de contenedor en contenedor, con la desesperación a cuestas, el estómago vacío y la indignación en el alma.

Tampoco merece disculpa la poca atención y escasa memoria de doña Ana Botella, que comenzó su respuesta afirmando que el 80% de las infraestructuras ya estaban levantadas, para terminar asegurando que el 90 % de las mismas estaban en marcha, provocando la sonrisa de propios y extraños, ante la imdiferencia de la alcaldesa.

Conseguir en un minuto aparentar un dominio inexistente del idioma inglés, no responder a las preguntas y falsear datos estadísticos sobre la realidad, merece felicitación pública por batir el record olímpico en desvergüenza, sin necesidad de pisar la pista ni competir con la sabiduría, prudencia, humildad y talento, necesarios para convencer al COI de que merecemos los Juegos Olímpicos de 2020.

PRIMER BROTE NEGRO

PRIMER BROTE NEGRO

 La torpe visión de la realidad, unida a la pasividad y falta de capacidad de los gobiernos a lo largo de la historia para captar la situación real de los países que gobernaban, ha llevado en varias ocasiones a violentas revoluciones que podrían haberse evitado si quienes ocupaban las cúpulas del poder hubieran realizado los cambios que demandaban los ciudadanos.

En un Estado de Derecho, las leyes son el armazón que sostiene la estructura organizativa del mismo, pero cuando el hambre llama a la puerta y la supervivencia familiar depende de un mendrugo de pan que no llega, la legalidad huye por la ventana. Cuando el hambre provoca el llanto de los hijos y la angustia es la oración de cada día, no cabe la resignación.

Hemos visto el primer brote negro en Andalucía y la respuesta del Gobierno no ha sido atajar las causas que han llevado a la rebelión, sino condenar a galeras a los rebeldes, haciendo un alarde de ceguera poco común, si tenemos en cuenta que un periódico ha publicado los resultados de una encuesta en la que el 89,5 % de ciudadanos aprueban la incautación de alimentos que han hecho los Robín Hoods del SAT.

Vergüenza nacional que a todos avergüenza menos a los sinvergüenzas que ahora claman justicia represiva sin tener en cuenta que la supervivencia no entiende de leyes cuando el estado de necesidad exige alimento, sin importarle en camino a seguir para evitar la hambruma.

SOMALIA, NUESTRA VERGÜENZA

SOMALIA, NUESTRA VERGÜENZA

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Viendo en la televisión las imágenes de la hambruna en Somalia se me ha descompuesto el alma, encogido el corazón y acrecentado la incredulidad, porque mi entendimiento no puede aceptar el Dios todopoderoso y creador  que me presentaron en la infancia, mientras la fatalidad de la cuna determine la vida humana de forma tan contundente.

Juan Arias no podía creer en un Dios complaciente con los ricos a cuya puerta yace el hambre y la miseria, ni yo tampoco. Y rechazo con Cifermann el Dios que hace la vista gorda a injustas distribuciones de riqueza, que llevan a criaturas inocentes a la muerte por inanición, mientras otros desperdician la redención de estas muertes.

“Más cornadas da el hambre” comentaba un famoso torero para explicar su desprecio a la vida ante el toro, pero la cornada que el hambre ha dado al cuerno de África llevándose por delante a millones de personas de un lado para otro en un éxodo vergonzante para el primer mundo, supera toda consideración.

No es la sequía de dos años sin lluvias la consecuencia del exterminio, sino el olvido y la falta de alimentos la causa de las moscas que devoran el rostro de los niños en Somalia, Kenia, Yibuti, Uganda y Etiopía, ante la indiferencia de los dueños del mundo que alimentan a sus perros con filetes de ternera y agua envasada en recipientes esterilizados, mientras discuten la calidad del chocolate.

Morir de hambre en un mundo donde hay alimentos para todos une a la crueldad de la muerte por inanición, el insulto de la deshumanizada raza humana que contempla impasible el rosario de cadáveres en las cunetas y el acecho del buitre al niño moribundo.

Debo confesar que esta situación de hambruna me indigna más que la denunciada por nuestros “indignados”,  porque la muerte de miles de niños por carecer de un mendrugo de pan que llevarse a la boca, silencia toda reivindicación.

Caravanas de ancianos que no pueden dar un paso, mujeres sin fuerzas para incorporarse, adultos desnutridos y niños famélicos, caminan desperdigados decenas de kilómetros rumbo a la muerte, entre pestilentes animales muertos, sin los cuales se encoge aún más su futuro, porque las cabras, burros y camellos son necesarios para sobrevivir.

En el campo de refugiados de Dadaab, se hacinan 400.000 hambrientos, en la región de Turkana el índice de desnutrición alcanza el 50 % y en Somalia no pueden contabilizarse los muertos, donde cuatro millones de personas necesitan ayuda urgente paz, en un país sin ley atormentado por una guerra incivil.

Y mientras esto ocurre en el sur, en el norte sufrimos enfermedades por sobrepeso y la FAO denuncia que 1,3 billones de toneladas de comida acaban cada año en los vertederos.