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Etiqueta: usureros

REBAJAS MORALES

REBAJAS MORALES

Unknown

El comienzo de las rebajas comerciales me da pie a reflexionar sobre el escaso parecido que éstas tienen con las rebajas morales que se expanden por la sociedad como mancha de aceite, sin que nadie se ocupe de aplicarle un antigrasa para evitar la pandemia de inmoralidad política, financiera y mercantil de amenaza con llevarse por delante la escasa salud ética que nos queda.

Hoy harán cola en los grandes almacenes muchas personas ávidas por comprar a bajo precio la blusa o chaqueta que vieron en el escaparate días antes, etiquetada con un precio muy superior al de la oferta que hoy hace el vendedor, rebajando sus beneficios para evitar quedarse con la mercancía en el almacén.

Con igual deseo, pero intención diferente, llevan años acudiendo los depredadores sociales a las rebajas morales puestas en venta por politiqueros y usureros, dejándose en la gatera la dicha que persiguen, pues la felicidad no puede comprarse en taquilla alguna, por mucho que se empeñen los propietarios del negocio democrático en poner a la venta en almoneda valores eternos que no admiten rebaja alguna.

DESAHUCIOS Y SUICIDIOS

DESAHUCIOS Y SUICIDIOS

Anoche he tenido que apagar de nuevo el televisor ante el espanto que me ha producido un nuevo intento de suicidio en Burjassot, tras el ocurrido dos días antes en La Chana granadina, cuando ambos ciudadanos iban a ser desahuciados por terroristas usureros.

Ese, y no otro, es el calificativo que merecen los asesinos de guante blanco, pues quien provoca el suicidio de un ciudadano por un afán de usura desmedida, mientras perdona deudas millonarias a los partidos políticos, es un terrorista financiero. Depredadores que no matan para sobrevivir como hacen los animales, sino para darle unos metros más de eslora al barco que atracan en Puerto Banus.

No obstante, amigos, por mucho que la realidad se empeñe en demostrar lo contrario, sigo pensando que la naturaleza humana se dirige espontáneamente hacia la armonía, el equilibrio, el afecto y la concordia. La depredación no es propia de la raza humana y sólo anida en corazones rotos de extraños homínidos todavía por catalogar, que van por los despachos en taparrabos morales.

Nada hay bueno detrás de la usura, ni el cumplimiento de una ley de 1909 consuela el estrago social que provoca. El desahucio espanta los más nobles sentimientos del ser humano. Conculca los derechos naturales básicos. Enaltece la sinrazón. Y lo que es peor, despierta malos instintos en los desahuciados, provoca el desprecio ciudadano y abre las puertas a la guerra social, como advirtió Schiller al ver que los sajones se transformaban en caníbales.

La enfermedad de nuestro tiempo no se llama cáncer, ni infarto, ni parálisis, sino codicia, ambición y poder, detestable trinidad que ha llevado al matadero a 85 millones de personas en el siglo pasado, y amenaza con mejorar la cifra en el presente.

Nada hay más importante que la vida, amigos, nada. Y los jóvenes tienen que gritarle a los ángeles exterminadores en las narices que su principal misión es existir, ser, y que sus ocupaciones con la vida no les dejan tiempo libre para morir. Ese es el principio del ser humano, porque con la muerte todo termina. Por eso, incluso una larva acomodada en las entrañas de un cadáver, representa algo más que los restos de carne que le han dado vida.

CAMALEÓNIDES

CAMALEÓNIDES

Los humanos hemos imitado costumbres de animales a lo largo de la historia, pero nunca como ahora se han reproducido actitudes camaleónicas con tanto vigor y fidelidad, por parte de los camaleónides.

Cubrirnos con pieles, golpearnos el pecho implorando el “mea culpa”, guturalizar sonidos y aparearnos al aire libre, son costumbres imitadas que han pasado a segundo plano, desde que los camaleones han tomado posición en jaulas domésticas y terrarios escolares, contaminando de camaleónides los escaños parlamentarios y consejos de administración.

Saurópsidos escamosos que modifican el color de la piel a su antojo para ocultarse, mueven los ojos en todas las direcciones en busca de la presa y alargan con rapidez su pegajosa lengua para cazarla.

De tan pacíficos animalitos, muchos han aprendido a cambiar de chaqueta política según convenga a la cartera. Se han mimetizado en la selva social en busca de carne fresca para alimentarse, nutriendo con ella sus ambiciones de poder y dinero.

Hoy se llama culto a quien mejor oculta el dinero y la miseria moral que le invade. Hoy se dedican vítores y aplausos a culturetas disfrazados de intelectuales. Hoy se venera a predicadores del lenguaje ambiguo, creyendo sus palabras, sin poner atención en los comportamientos que manifiestan y aceptando el falso testimonio de vida que disimulan engolando la voz en púlpitos y tribunas sociales.

Hoy se admira a los usureros condenados en sentencia firme, desviando la vista de su doble contabilidad. Se inclina el tronco ante sujetos que practican doble moral. Se elogian sotanas y capelos de profesionales de la virtud, sin ejemplaridad alguna.

Es hora, pues, de abrir la veda y lanzarnos, ética en mano, a la caza moral de los camaleónides que infestan las Instituciones y las cúpulas sociales.

TERRORISMO IMPUNE

TERRORISMO IMPUNE

Los ciudadanos que maldicen el terrorismo sangriento, continúan poniendo su  dinero en manos de multimillonarios de levita que ejercen el pestilente terrorismo bancario que ha arruinado los bolsillos de los impositores.

El gobierno que abomina el terrorismo pistolero, pervierte la política económica esquilmando las huchas de los vecinos para entregar el dinero a los terroristas de guante blanco que toman con ellos chocolate con churros por las tardes.

La Iglesia que condena el terrorismo violento, bendice en sus ceremonias litúrgicas a los depredadores bancarios que se dan golpes de pechos en los reclinatorios, mientras el pueblo tirita de frío alrededor de la iglesia esperando la excomulgación de los usureros.

Los fiscales que imputan delitos a los matarifes del tiro en la nuca, no fiscalizan graves acciones punibles de especuladores sin escrúpulos que han llevado a los ciudadanos de este país a una crisis sin precedentes en la historia.

Los policías que persiguen a los asesinos de policías y reprimen brutalmente a ciudadanos que piden pan, trabajo y justicia, no investigan ni ponen ante los jueces a los terroristas bancarios que se han llevado por delante la dignidad del pueblo que paga su sueldo.

Los políticos que vituperan el terrorismo de capucha y bomba lapa, otorgan medallas y aplauden en actos oficiales a los estafadores bancarios, esperando obtener de ellos los beneficios que no llegan a los votantes.

Los periodistas que agotan la tinta de sus bolígrafos censurando a quienes doblegan con sangre la voluntad popular, no tienen problemas en elogiar a los terroristas bancarios que van por las ciudades dejando familias en la calle y robándole el pan a los huérfanos.

INDEMNIZACIONES CIUDADANAS

INDEMNIZACIONES CIUDADANAS

Con más mérito que los aterciopelados usureros bancarios y políticos de bisutería, reclamamos los ciudadanos las indemnizaciones personales que nos corresponden, tras oírle decir a un popularísimo dirigente popular que tales concesiones sólo se otorgan a directores de empresa, consejeros de entidades bancarias y dirigentes políticos de alta gama.

Este desvergonzado politiquero desconoce la hermosa leyenda medieval de Gonzalo Fernández, cuando el católico Fernando exigió cuentas al de Córdoba, y éste le remitió la factura detallada con la misma indignación que reclamamos, siglos después, las siguientes indemnizaciones a cada ciudadano:

Por pañuelos gastados en enjugar lágrimas de impotencia al ver incompetentes depredadores en Cajas de Ahorro cobrar sueldos e indemnizaciones insultantes: solicitamos un millón de euros.

Por vendajes y cicatrizantes para curar heridas en las palmas de las manos de tanto apretar los puños ante las injusticias sociales, económicas y políticas: requerimos dos millones de euros.

Por antiinflamatorios para gargantas desgastadas y rotas de tanto gritar en las manifestaciones tras de las pancartas, sin ser escuchados: pedimos millón y medio de euros.

Por empapaderas para recoger las secreciones de pesadillas nocturnas y el sudor de los trabajadores que nutre las cuentas corrientes de los patrones: demandamos cinco millones de euros.

Por trajes protectores contra porrazos indiscriminados, arrastres por el suelo y pelotazos de goma disparados contra el pueblo indefenso: queremos tres millones de euros.

Y por la resignada paciencia de bueyes mansos con que toleramos los ciudadanos el hundimiento de la economía doméstica y el humillante paro, mientras políticos, banqueros, defraudadores, corruptos y usureros, mantienen sus privilegios, ingresos y beneficios: exigimos doscientos millones de euros.

Estas indemnizaciones pedimos, y sabed gestores de nuestro patrimonio, que nos sobra sangre para reclamarlas.

PRIMEROS BROTES DE ESPERANZA

PRIMEROS BROTES DE ESPERANZA

Lo he dicho en varias ocasiones y vuelvo a repetirlo de nuevo, porque así lo siento, lo deseo y lo espero. Nuestra salvación nunca llegará de la clase política y sindical que infestaba las Cajas de Ahorro, ni de los regidores de este sistema corrupto que muchos soportamos con la resignación de mansos bueyes.

La redención sólo puede venir de la justicia y del pueblo desesperado. La primera, a través de jueces valientes, honrados, justos y solidarios, dispuestos a poner entre barrotes a corruptos y estafadores, recuperando el dinero robado; y la otra vía de salvación colectiva vendrá de la mano encallecida de ciudadanos que viven desahuciados y a la intemperie, sin nada que perder por haberlo perdido todo,  que terminarán linchando a polítiqueros, usureros y  especuladores.

Ya sé que no hay en la cárcel ni uno sólo de los imputados en casos de corrupción política; que seis dirigentes condenados en sentencia firme desde hace años, no pisarán la cárcel; que la justicia no es igual para todos;  que muchas actuaciones judiciales son lavados de imagen social para consolar a los ingenuos. Lo sé todo.

Pero dejadme soñar en que las  actitudes de los jueces de la Audiencia Nacional Javier Gómez Bermúdez y Fernando Andreu, van en serio. El primero, citando a declarar en calidad de imputados a cinco antiguos directivos de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) por presuntos delitos societarios, estafa y manipulación del precio de las cosas. Y el segundo, acusando a 33 consejeros políticos y sindicalistas de Bankia, con Rato, Olivas y Acebes a la cabeza, de apropiación indebida, estafa, falsedad y fraude.

Permitidme creer que la hostilidad pública, insultos y reproches que hicieron el viernes los accionistas de Bankia a la mesa presidida por Goirizolzarri, es el punto de inflexión que terminará con la resignación silenciosa de la mayoría que permanece escondida tras los visillos, esperando que otros hagan la tarea de limpieza.

Dadme la oportunidad de pensar que el arrepentimiento y perdón solicitado por el director de una sucursal de Bankia, Francisco Xavier Carbelleda,  es el camino que seguirán el resto de bancarios que fueron obligados a engañar a los clientes, presionados por banqueros sin escrúpulos.