ALGO SE MUEVE EN CATALUÑA
El baile de cifras y la interpretación que cada cual hace de los resultados numéricos obtenidos en la consulta catalana, recuerda la afirmación de Borges advirtiendo que la democracia es un abuso lamentable de la estadística, donde los números permiten el manejo de voluntades opuestas a los resultados electorales de los vencedores.
El fracaso proclamado por quienes argumentan que dos tercios de silenciosos catalanes están en contra de la independencia, contrasta con la euforia de los que se abrazan celebrando el éxito del 80 % de vecinos representantes del tercio catalanista que quiere segregarse del resto del país, por considerar que están metidos en un negocio español que no les parece rentable.
Mientras unos y otros debaten sobre tales asuntos, sobrevuela por encima de toda discusión una realidad que nadie sensato puede obviar, porque algo importante se mueve en Cataluña que no puede resolverse con un plasma informativo, saliendo por la puerta de atrás de Congreso o manteniéndose en el centro de la escalera, confundiendo al personal sin saber si se sube o se baja.
La taurina figura del Tancredo inmóvil en el centro de la plaza, pretendiendo que el toro de la realidad social no se fije en él, es un grave riesgo que puede acabar en peligrosa cornada que se lleve por delante la femoral de la convivencia, provocando una hemorragia de irritación ciudadana de consecuencias históricas inimaginables.