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ESTOY AVERGONZADO

ESTOY AVERGONZADO

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Mi estado de ánimo ha pasado por distintas fases agudas de intensidad variable, evolucionando desde la discrepancia a la indignación, pasando por la queja, el vituperio y la incitación a la rebeldía. Ahora me encuentro en un estado nunca imaginado y desconocido en sesenta y cinco años, debido a las despreciable imágenes que impresionan mi retina.

Pasar la tijera por donde no hay nada que cortar, mientras que políticos y banqueros se parapetan bajo el paraguas de salarios desmedidos, indemnizaciones escandalosas, pensiones vitalicias y privilegios inmerecidos, hiere el espíritu más insensible, porque al mismo tiempo que masacran derechos intocables de los vecinos condenan al pueblo a remar en galeras, descalifican a los funcionarios, humillan a los médicos, desprestigian a los profesores, irritan a los militares, ofenden a jueces y fiscales, desprecian a los parados y obligan a los cuerpos de seguridad a reprimir violentamente al pueblo que defiende sus intereses.

Estoy avergonzado de ver trabajadores en la morgue del suicidio, por carecer de lo más elemental para la supervivencia.

Estoy avergonzado de ver a titulados universitarios buscando restos de alimentos en los contenedores de basura de los supermercados.

Estoy avergonzado de ver a jóvenes adultos deprimidos y condenados a la humillante dependencia familiar por falta de trabajo.

Estoy avergonzado de ver el ensañamiento que emplean algunos policías en reprimir a los vecinos que piden trabajo, pan y justicia.

Estoy avergonzado de ver a los médicos entrar en los hospitales con la fiambrera bajo el brazo, dispuestos a trabajar durante veinticuatro horas seguidas por nuestra salud.

Estoy, en fin, avergonzado de vivir en un país gobernado desde hace muchos años por politiqueros de tres al cuarto cuyo mérito no pasa de lucir gaviotas o rosas en la solapa.

DEL SUICIDIO AL HOMICIDIO

DEL SUICIDIO AL HOMICIDIO

La defensa que hacen del “sistema” los beneficiarios del mismo, y  los ajustes de pantalón que el Gobierno está imponiendo al pueblo, terminarán por conseguir que los ciudadanos arruinados por el modelo y los recortes acaben con los autores de ambos sin miramiento alguno, cambiando simplemente los suicidios por homicidios.

En principio, algunos desfavorecidos han optado por la autoinmolación a los pies del Partenón, el suicidio en las escalinatas romanas o la muerte lenta por objeción al copago farmacéutico, como ha hecho Agustí Aguilar, un jubilado con incapacidad permanente que morirá no tardando mucho por negarse a pagar las múltiples medicinas que necesita para sobrevivir.

Estos suicidios y los que están por venir, no han afectado a los dirigentes del sistema, sean políticos, banqueros o grandes empresarios, que se mantienen firmes en sus privilegiadas posiciones sin mover una pestaña, ni tener en cuenta el riesgo que corren si se invierte la voluntad de los suicidas.

Quiero decir que puede llegar un día en que estos ciudadanos desesperados decidan abandonar la vida acompañados por quienes les han puesto la soga al cuello. Pretendo avisar a la impasible clase dirigente del riesgo que corre si los suicidas que viajan al valle de Josaphat acuerdan llevarse por delante algún ministro, consejero de empresa o diputado que aplaudió la ruina, para dar utilidad a su muerte, garantizándose al tiempo un espacio eterno en el altar de mártires por redimir a sus hermanos de los depredadores.

CÉLULAS INCONTROLADAS

CÉLULAS INCONTROLADAS

Escribía Unamuno en su Diario íntimo: “Cuando uno está tísico evita su familia el decírselo y trata por todos los medios de engañarle para no decirle que le queda un año o unos meses de vida. ¿Son más cuatro, cinco, diez años, que uno? ¿No somos todos tísicos? Pocos piensan en que todos estamos condenados a muerte”. Haced con esta reflexión lo que mejor os parezca.

En tiempos bíblicos, el cáncer sería una plaga enviada por Dios para castigar anualmente a ocho millones de sus hijos e hijas por los pecados cometidos. Hoy, en cambio, sabemos que es un torpe certificado de defunción, firmado por unas células incontroladas que deciden crecer y multiplicarse de forma enloquecida, desafiando toda lógica y conculcando las leyes de reproducción celular.

Células incontroladas que van a su antojo paseándose por vasos linfáticos y sanguíneos, haciendo impunemente de las suyas, plantando el campamento base donde se les antoja sin solicitar permiso al propietario del terreno, arrasándolo todo como caballos de Atila, inoculando temores en los corazones afligidos y destilando lágrimas de impotencia en propios y extraños.

Células incontroladas que se agrupan en una masa amorfa llevándose por delante todo lo que encuentran a su paso y lo que está al borde del camino.

Células incontroladas que se reproducen más allá de lo razonable invadiendo los tejidos del huésped donde se alojan y el alma de quienes le rodean.

Células incontroladas que humillan la sabiduría humana, incapaz de dar con el líder de la manada escondido en la sangre, para llevarlas a todas al suicidio.

Células incontroladas que se cuelan de rondón en nuestras vidas sin que nadie las invite ni previo aviso de llegada, para amargarnos la fiesta de la vida.

Detestables células incontroladas que controlan caprichosamente nuestra vida y los sentimientos de las personas que amamos.

A quienes ya recibieron la visita desalentadora de tan repugnantes criaturas y fueron con dolor despedidos, vaya nuestro recuerdo inolvidable. A las personas que hoy conviven con ellas en silencio, enviamos nuestro apoyo solidario esperando que tales bichos sucumban a la radio-quimio. Y a los que estamos en la sala de espera nos queda la inevitable resignación de saber que si no vienen ellas a buscarnos, alguien se acercará a por nosotros.

Pero a todos los que aún estamos por aquí, envío el deseo de que tengamos un feliz tiempo de espera en este solidario sábado 4 de febrero en que celebramos la jornada mundial contra el cáncer.

ANTORCHA HUMANA

ANTORCHA HUMANA

Me han conmovido el alma y sublevado el espíritu, las imágenes de la joven monja budista Palden Choetso ardiendo inmóvil en una calle de Tawu, hasta caer al suelo desmadejada en  cerro de cenizas, para reclamar los derechos de un Tibet libre.

Novena inmolación en poco tiempo, rociada con inflamable espíritu de 35 años vividos en la impotencia y frustración, sin más más salida de protesta que el suicidio.

Palden se plantó sobre el asfalto con el bidón de gasolina, una caja de cerillas y la voluntad firme de mantenerse ardiendo en pie para gritarle al mundo que la libertad de credo no puede ser aguijoneada por espuelas de intolerancia ni abuso de inquisidores .

El suicidio de esta monja ha transformado el ciclo de reencarnaciones en su credo, pero ella ha preferido perder posiciones en el mismo a cambio de golpear la moral de los despachos políticos, con el fin de lograr la libertad de sus hermanos tibetanos y los “programas de reeducación patriótica”.

No ha sido la locura causa de la expiación, ni tampoco el desamor a la vida, sino el deseo de emancipar a los hermanos de yugos y humillantes servidumbres, la causa que la ha llevado a ofrecer su vida por la patria y la fe, haciendo que la responsabilidad del acto caiga sobre quienes la obligaron a inmolarse para exigir libertad.

Ha pretendido Choetso hacer con su pira un arma contra el invasor y dar un tremendo aldabonazo a las conciencias occidentales que toleran silenciosas el atropello de un pueblo indefenso.

Por eso, quiero desagraviar mi dolor inmolándome con ella para hacer más llevadera mi estancia en esta magnífica cloaca, así definida por Marcuse y denunciada hace pocos días en el Parlamento Europeo por su seguidor Daniel Cohn-Bendit, en una histórica intervención que está dando la vuelta al mundo, de ordenador en ordenador.

Para los occidentales es difícil comprender la consolación que producen tales suicidios en el espíritu de quienes los practican, desde que el monje budista Thich Quang Duc se quemó vivo en una calle de Saigón el 11 de junio de 1963.

Por eso, me consuela pensar que para Choetso la muerte no ha sido una tragedia, ni un sufrimiento físico, porque se inmoló convencida que morir bien es mejor que vivir mal, pues malvivir es el mayor sacrificio.

Alguien que se prende fuego por un ideal, sin dar un solo grito, es un héroe al que todos debemos respetar.

Por eso, me inclino ante Palden ahogando lágrimas de dolor, mientras deposito en el asfalto chamuscado esta vela de adviento cristiano que hoy ilumina mi bitácora.

RENOVACIÓN SOCIALISTA

RENOVACIÓN SOCIALISTA

No pretendo hacer leña del árbol caído ni recrearme en el dolor ajeno, pero tampoco voy a eludir arrimar el cuerpo a los pitones aunque me lleve una cornada de quienes no apartan su vista del espejo, recreándose en la belleza que sólo ven los protagonistas de la desgracia, sin atender la voz de los defraudados socialistas vocacionales.

Negar la tozuda realidad conduce al suicidio, y el injustificado desprecio al adversario acaba siendo la antesala de la desgracia. Sesudos analistas deben tener los abanderados oficiales de la rosa para no darse cuenta de la realidad y pensar que la culpa es de otros o de otra, cuando la carcoma puede ser interna, impidiendo que circule el aire por sus galerías al mantener cerradas las ventanas.

No merece la pena hacer el esfuerzo de bucear en hemerotecas para saber que los socialistas han perdido elecciones más por errores propios que por méritos ajenos, y esto no parece importarle mucho a los cabecillas que no se dan por aludidos, culpando a la crisis del hundimiento.

Ahora está la pelota en el tejado de los militantes que tienen la responsabilidad de hacer lo necesario para devolver a los “huidos” la confianza que un día tuvieron en el proyecto socialista. Tienen que atreverse a decir en voz alta lo que es de dominio público en mentideros y tertulias de todas las ciudades. Tienen que forzar las ventanas, abrirlas de par en par y dejar que corra el aire. Tienen que aparecer caras nuevas, sinceras, honradas, luchadoras, generosas, solidarias y fuertes, capaces de ilusionar y de convencer a los decepcionados. Rostros con auténtica vocación de servicio público, sin atisbo de interés por perpetuarse en los cargos, ni hacer de la política un modo de vida.

Ante las urnas no basta con tener razón, si los votantes piensan lo contrario, y la sordera social puede llevar a nuevos fracasos electorales. No vale mirar para otro lado, ni silenciar las críticas, ni esconder la crisis bajo las alfombras, ni poner parques Sor Virginia, ni hacer creer a los ciudadanos en ficticias elecciones primarias.

Creo llegada la hora del relevo en el socialismo, de la renovación sin paliativos, de la regeneración, del rearme moral, de la imaginación para reinventar un nuevo partido con los cinco valores que han sustentados tantas décadas esta ideología.

Cumplida su misión, la vieja guardia debe retirarse a los cuarteles de invierno. La catarsis era para los helénicos el mejor camino hacia la depuración. Y para alcanzarla empleaban tres elementos purificadores: agua, fuego y sangre. Especialmente este último, hasta el punto que la higienización exigía el sacrificio de algo por la causa. Pero no de alguien enfermo o malherido. Se necesitaba sacrificar alguien sano que representara los valores de la colectividad que pretendía sanearse porque si no se hacía esto ocurría el efecto contrario, pues sacrificar desperdicios no limpiaba, manchaba.

Mi respetado Felipe González ya dio ejemplo de ello el 20 de junio de 1997 ofreciéndose él mismo como víctima para el sacrificio, pero su ejemplo no fue bien seguido por los que todavía siguen. Abandonó la Secretaría General para forzar una renovación del partido que aún esperan muchos socialistas ajenos a la temerosa disciplina interna, deseando que se les ofrezca la oportunidad de votar una rosa con pétalos renovados en las próximas elecciones generales, porque están cansados de ver durante más de veinticinco años las mismas caras en los carteles.

Basta echar un vistazo a su Comité Federal para comprobar lo que digo. Apellidos que tienen que  dar paso a nuevos nombres si no quieren caer en la contradicción de haber criticado históricamente lo que ahora practican.

SUICIDIO POLÍTICO

SUICIDIO POLÍTICO

Confieso que ver en televisión la imagen del portavoz socialista Alonso escoltado por Benegas, – ¡34 años en el sillón! – y Marugán – ¡29 años de poltrona! – me ha obligado a pedir el urgente relevo de dinosaurios en las filas socialistas, para evitar las añejas fotografías en sepia que contradicen la igualdad de oportunidades que proclaman en su ideario. Relevo que también deben acometer los seguidores de la gaviota.

Según todos los sondeos, los populares aventajan holgadamente a los socialistas y éstos se contentan pensando que sus adversarios no despegan como les gustaría, sin tener en cuenta que son incapaces de alcanzarlos, a pesar de toda la escoria que se oculta bajo el bigote del “bigotes”. Esto me lleva a compartir la opinión de quienes ven necesario el suicidio político de olorosos dirigentes, aunque la autoexclusión no sea posible dado que estos megaterios se han fosilizado en mecedoras públicas de diferente textura y color.

No voy a pedir a los militantes de base que inoculen toxoplasmas en las glándulas de los tapones políticos que impiden el flujo de nuevas ideas, bloquean la presentación de ilusionantes proyectos y evitan el cumplimiento de sinceros compromisos políticos, pero me quedo con ganas de hacerlo, aunque a lo peor se cuelen de nuevo «miembras» o «hilillos», porque los ciudadanos queremos ser gobernados por mentes jóvenes en odres viejos que hayan acreditado competencia, honestidad, madurez y generosidad en su vida, sin exigirle pedigrí alguno ni pureza de sangre azul o roja.

La mayoría de españoles somos personas sensatas, libres de ataduras políticas y herencias ideológicas asentadas en el pasado más negro de nuestra moderna historia. Y muchos de nosotros tenemos claro lo que va a suceder en las próximas elecciones generales, pero nos falta la convicción de que los militantes de uno y otro signo condenen a galeras del olvido a los dirigentes que llevan lustros enquistados en el poder.

Sabemos que muchas ballenas mueren varadas en las playas por seguir a la desorientada timonela hacia el suicidio. Como hicieron las cuatrocientas ovejas turcas que se fueron tras el carnero que las guiaba cuando decidió arrojarse por un acantilado. Pero este no es el caso de los dinoterios rojoazulados, porque estamos viendo  los intentos de sus líderes por reforzar los anclajes al poder, encaramados en las cabeceras de las listas, – sin las cacareadas elecciones primarias en ambos casos -, tras llevar más ¡26 años! el cántabro, y ¡30 años! el gallego, ocupando sillones oficiales.

Estos profesionales del poder se caracterizan por tener una salud psicopolítica rota, debido a su ambición desmedida por dominar voluntades ajenas. La aparente frialdad externa que muestran contrasta con su calenturienta actitud interior. Impulsivos y con un nivel cero de tolerancia ante el fracaso político, son interdependientes en su soledad y mantienen expectativas tan ambiciosas como irreales, fruto de la distorsión mental que padecen desde aquel lejano día en que, –  unos primero y otros después -, participaron en la fiesta democrática que atufó de frustración y amargura al adversario.