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SERVIDUMBRES DE LA SOCIALIZACIÓN

SERVIDUMBRES DE LA SOCIALIZACIÓN

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Confieso haber hecho algunos brindis al sol en mi vida, proclamando la virtual aspiración a ser ermitaño posmoderno en el berciano Valle del Silencio, hospedero en cueva prehistórica lejos de las luces artificiales o personaje anónimo perdido en casa rural de olvidado pueblo deshabitado.

Pero nada de esto ha pasado, en años veinticuatro, de las musas al teatro, porque la tozuda realidad de los hechos me ha impedido cumplir el sueño de una existencia libre de ataduras, independiente del exterior, aislada del entorno y socialmente confinada, vivida en terrenales paraísos, alejados de servidumbres comunes.

Los excesivos elogios recibidos por la vida en sociedad, unido al exagerado relato de sus ventajas y continuas alabanzas a los favores que reporta hacinarnos para sobrellevar la existencia, nos obligan a recordar que no todo el monte el orégano, ni grano toda el trigal, porque la sociedad que nació para servirnos, ahora nos exige servirla sin condiciones, tiranizándonos.

Vivir en comunidad nos obliga a pagar gravámenes esclavizantes en beneficio del bien común. Requiere dependencias mutuas inevitables, forzadas relaciones estériles, continuas servidumbres alienantes, frecuentes conflictos indeseables, perturbadores vecinos y clara reducción de libertades personales, para hacer posible la convivencia social con seres de la misma especie.

La vida socializada demanda calzar las libertades con rígidos corsés privativos, traducidos en normas coactivas sostenedoras de valores colectivos. La agrupación convivencial obliga a seguir direcciones obligatorias, prohibiendo el paso a caminos emancipados. La asociación grupal donde vivimos, está conformada por fraudes vitales, exclusiones ideológicas, mandatos inoportunos, restricciones innecesarias, competencias voraces y represiones legales.

INDEPENDENCIA PERSONAL

INDEPENDENCIA PERSONAL

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No hay actitud más cercana al ejercicio de la libertad personal, como mantener independencia de criterio frente a toda injerencia externa que pretenda interferir en la intimidad moral de cada cual, con insinuaciones, amenazas o mentiras, para conseguir objetivos que sólo benefician a los interventores.

A la independencia personal se llega por el camino del sacrificio, la renuncia, el compromiso y la verdad. Servicio a la verdad por encima de todo beneficio externo, porque basta la satisfacción que produce la lealtad a sí mismo, aunque tan noble testimonio lleve aparejado el desencuentro con quienes buscan complicidad para doblar la vara de la justicia, engañar ignorantes, manipular argumentos y disfrazar la realidad en beneficio de los censores.

Hoy, más que nunca, es necesario proteger la autonomía individual de los ataques subliminales procedentes de quienes pretenden someter la voluntad ajena a la propia, doblegando los principios éticos de conducta personal.

Hoy, más que nunca, se necesita emancipación mental que distinga el grano de la paja, la verdad de la mentira y la objetividad de la manipulación, para evitar encadenamientos a servidumbres y esclavitudes indeseables.

Hoy, más que nunca, debemos mantener autodeterminación subjetiva para librarnos de las maliciosas comadres que nos fustigan tras los visillos de las ventanas sociales con  doctrinas, consignas, ideologías y credos.

Hoy, más que nunca, hay que saber leer un periódico, oír un discurso, escuchar una declaración pública, presenciar un espectáculo y atender promesas, con mente despierta que delate el engaño que ocultan los estafadores mentales.

Hoy, más que nunca, es preciso imponer el propio juicio sobre criterios ajenos; dominar los sentimientos y tener voz propia ante la despersonalización  que pretenden imponer quienes juegan con la voluntad de los demás.

Hoy, más que nunca, necesitamos aunar voluntades independientes de toda imposición externa, para limpiar el sistema de tumores y adherencias, liberándonos de dictados de conciencia ideológicos, sociales o políticos.

Hoy, más que nunca, la independencia es la gran presea de la individualidad, lo que justifica nuestra libertad, nos define y particulariza, alejándonos del redil donde el gran pastor cobija a las ovejas sin criterio propio, ni personalidad definida.

SERVIDUMBRE DEL MORBO

SERVIDUMBRE DEL MORBO

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Leo con estupor que la “Princesa del pueblo” se ha travestido en escritora de éxito según Wikipedia, aprovechando su elemental educación, vulgar dicción, grosera expresión, escueto vocabulario, deficiente cultura y dificultad lectora, llegando a liderar la lista de libros más vendidos, con una obra de cuyo nombre yo tampoco quiero acordarme.

Es difícil pensar que los miles de lectores de las páginas redactadas por esta escribidora, lo hagan para deleitarse con su manejo del lenguaje, recrear el espíritu con sus descripciones narrativas o disfrutar con la originalidad del argumento, porque nadie puede dar lo que no tiene, y a esta mujer le falta sabiduría y le sobra desparpajo.

¿Qué ofrece, pues, el libro de “La Esteban”? Sin ánimo de ofender a los responsables de Espasa, ni al prologuista-entrevistador Izaguirre, ni a la protagonista, ni siquiera a San Judas que la resucitó a la vida, el libro de “La de San Blas” no ofrece sino morbo a los lectores aficionados a insultos, gritos, soecidades, llanto, amenazas y uñas afiladas.

Esta famosilla, cuyo mérito en la vida ha sido tener un hijo de soltera con un torero, ha tenido a bien seguir los consejos de su representante, apoyarse en los amigos “salvadores” y dejarse empujar por la familia, para tomar su telenovelada vida por bandera y lanzarse a las estanterías, recordando a los morbosos su origen humilde, su lucha, su embarazo por un hombre rico, los desprecios sufridos, su drogadicción y la amenaza de muerte por su hija.

Este icono postmoderno de la España morbosa, negra, profunda, cutre y zafia, se embolsa miles de euros por cada sonido gutural que emite sin vergüenza en los platós televisivos comerciales, asegurando que está “de puta madre”, mientras llama “cabronazo” al yerno real y afirmando por sus “cojones” que los españoles saben hacer el amor, siendo los periodistas de la prensa rosa “unos hijos de…”, porque a ella le sale “del potorro o del chichi lavado en el bidel, ¿vale?”.

CARTA A UN EXALUMNO PARADO

CARTA A UN EXALUMNO PARADO

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Mi inolvidable Raúl:

Difícil se me hace explicarte la contradicción que supone compartir el desánimo y la desesperación que destila tu carta y mantener los consejos que que me oíste decir en clase durante los años que pasamos juntos, que hoy repito sin quitar una coma porque sigo creyendo en los valores que siempre he defendido, por mucho que te cueste aceptarlos en la situación que te encuentras.

Sigo creyendo que con dinero no puede adquirirse nada que valga la pena, como la amistad, el amor o un soplo de felicidad, porque las esencias de la vida no se venden en taquilla alguna, aunque ahora me llegue tu queja por invitarte a soñar en un mundo que nada tiene que ver con el ambiente que predomina a tu alrededor.

No, Raúl, sigue haciendo caso a este viejo profesor y organiza tu vida en torno a valores que te ayuden a salir del entorno decadente que te envuelve, moralmente empobrecido y éticamente arruinado, donde la traición, el abuso, la desvergüenza y la mentira campan por sus respetos, violando las fronteras de la honestidad, el honor, la dignidad y la verdad.

Debes saber que comerciar en la vida con platos de lentejas a cambio de valores duraderos, sólo conduce a la desdicha, aunque luzcan el dinero y la fama su belleza disfrazada en el escenario, antes de tornarse en llanto, soledad y desconsuelo cuando se apagan las candilejas y baja el telón.

No, Raúl, no creo que te hubiera ido mejor afiliándote a un partido para garantizarte un buen futuro sin esfuerzo, como dices en tu carta, porque las servidumbres personales son muchas y escasa la libertad de pensamiento, en un dominio de mentira y codicia, sometido a la ambición de poder, que mutila sentimientos nobles inundando el alma de miseria.

Tampoco debes lamentarte, en estos momento de negro futuro, de haber optado por el duro camino del esfuerzo sin buscar atajos en cartas patrocinadoras, porque el trabajo te abrirá camino y al buzón de tu vida llegarán cartas de amistad sincera y amor compartido, que compensarán la falta de liquidez en tu cuenta corriente.

No dejes que el desánimo anude tu voluntad a la derrota, ni tires la toalla, y sigue estudiando, leyendo y luchando para ganar el futuro que mereces, gozando de tu pequeña, abrazando a tu mujer, enganchado a la vida y manteniendo los valores que compartimos, porque la felicidad doméstica vale más que todas las sonrisas de porcelana que recibas.

Persevera en el esfuerzo, confía en tus posibilidades, afánate y no te canses de bregar cuando apenas llevas unos años combatiendo con la vida, por mucho que la amarga realidad del paro haya llamado a tu puerta, sin tener cuenta el título de ingeniero que ganaste a base de renuncia y sacrificio.

No cabe, Raúl, el desánimo ni la desesperación, aunque te toque sudar en tierra extraña como me sucedió a mí durante muchos años, para ganar el futuro que deseas entregarle a tu familia, porque te sobra fuerza interior para hacerlo, entusiasmo para lograrlo y el amor incondicional de las personas que te quieren, entre las que me encuentro.

Recibe un abrazo de tu profesor, que no te olvida.