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CLASES DE INMIGRANTES

CLASES DE INMIGRANTES

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Inmigrante es toda persona que emigra a otro país para instalarse en él, sin distinguir a los desplazados por su color de piel, sexo, ideología o procedencia, ni establecer clasificaciones entre ellos en función de los méritos acreditados, las habilidades demostradas, el conocimiento adquirido, la cultura mostrada, el pedigrí garantizado o la cuenta corriente exhibida.

Pero la realidad es bien distinta para muchos ciudadanos, políticos, financieros y publicistas del país de acogida, empeñados en distinguir unos inmigrantes de otros, dejando clara su preferencia por los que llegan a nuestra tierra en avión privado, frente a quienes desembarcan en patera huyendo de la hambruna.

Es oficio de los sectarios sociales, condenar, explotar, abusar, maltratar, encerrar y expulsar del territorio a los desterrados de su país por la miseria, al tiempo que aplauden, agasajan, elogian, respetan y glorifican a los inmigrantes de lujo que se inscriben en los censos y abren todas las puertas institucionales para obtener permisos de residencia que se niegan a los emigrantes de cayuco.

Poned el oído en el pecho de un exiliado por el hambre para oír los latidos de su corazón, y escucharéis el grito silencioso de su soledad, la voz ronca de su queja resignada, su dolor por la marginación, el abuso de las espuelas en sus entrañas y veréis sus pupilas enrojecidas por el llanto que palpita en la jaula del pecho.

Sabed que pasean por las calles inmigrantes protegidos por su cuenta corriente, junto a desvalidos emigrantes llegados sin zapatillas, que soportan en los costillares latigazos de desprecio por los mismos que se rompen las manos aplaudiendo a millonarios balompédicos llegados al césped de los estadios, sin otro mérito que saber golpear con el pie una bola llena de aire.

SECTARIOS

SECTARIOS

Si en vuestro deambular por la vida encontráis algún congénere que milite fanáticamente en un partido político, defienda irracionalmente una doctrina religiosa, abandere una ideología prestada o acaudille opiniones ajenas, con intransigencia desmedida, tened la seguridad que estáis ante un sectario.

Siniestros personajes heréticos de la democracia que pervierten el sistema desde dentro, como hicieron con el catolicismo los herejes que militaron en sus filas, desde Pablo de Samosata hasta William Colenso.

Buscad entre familiares, amigos y conocidos, algún sectario y si dais con él, miradle de perfil, y estad prevenidos para evitar el peligro inminente que os acecha si seguís a su lado.

Estos hemipléjicos mentales apuestan por la exterminación del contrario al precio que sea, haciendo sucias trampas en el juego democrático. Con cinismo paralizante ponen todos los medios y servicios a disposición de su partido, religión o líder, para que triunfe el proyecto ideológico que defienden.

Para conseguir el éxito inhabilitarán a todos los que se opongan en su camino, desprestigiarán al adversario, manipularán la información, distribuirán injustamente favores y comprarán con platos de lentejas la voluntad de los necios, sin reparar en humillaciones, desprecios, pasteleos y componendas nocturnas.

Sí, porque muchas actuaciones sectarias se gestan entre bastidores, mientras el resto de ciudadanos están ocupados en su oficio, sin apercibirse de los cambalaches, cambios de vestuario y modificaciones del guión que planifican los maniobreros en las tinieblas.

La función principal de los sectarios es apartar, separar, disgregar, discriminar a los que no saltan a la comba con ellos, a quienes piensan diferente, a los que no comparten su proyecto, a los discrepantes y a cualquiera que mire para el lado contrario y no aplauda sus errores.

Fieles seguidores de la doctrina implantada en el siglo III por Manes, su ideología no admite más que dos límites vitales, ocupando ellos el del bien y estando el restos de los mortales en el mal, que es necesario exterminar. Maniqueísmo que les  impide perseguir la unión de los extremos para transformar la lucha entre iguales, en bien común para todos.