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ROMANTICISMO DEPORTIVO

ROMANTICISMO DEPORTIVO

La situación que viven en Salamanca los aficionados al fútbol con motivo de la eliminación “del Coruña” por parte de los “Unionistas” salmantinos, me ha animado a informarme del problema por boca de mi querido amigo Vicente, socio, forofo y defensor de dicho club, provocando con su relato mi adhesión a ese grupo de románticos que se niega a dejar su “casa” y llevarse el balón a campo ajeno, perdiendo con ello el dinero que tanto necesitan, pero salvando el alma que inspiró su fundación, según relato del hispano-brasileño amigo.

De nada han servido los alegatos de muchos ciudadanos para ver correr por el césped a los jugadores que vengan “del Madrid” dispuestos a darles un previsible disgusto a ritmo de chotis a los del tamboril y la dulzaina. Tampoco el ofrecimiento de los descendientes de Bernabéu para jugar el partido en su finca ha servido de nada. Ni las palabras institucionales les han hecho cambiar de opinión.

Los socios unionistas han decidido que sus muchachos jueguen el polémico partido en su prado de “las pistas” y sin grada supletoria, recordando que a este campo llegaron tras dar sus primeras patadas al balón en el campo de tierra de “La Sindical” hace siete años, con la ilusión por bandera, hasta llegar hace dos años al grupo II de la Segunda División B del fútbol español, con gestión democrática interna haciendo valer cada socio su voto, por encima de otros intereses y presiones externas, apoyados por pequeños granos de arena económicos procedentes de múltiples marcas comerciales salmantinas.

Todas las críticas recibidas por los “unionistas” que vestirán la camiseta blaqui-negra contra los jugadores del Real Madrid que vengan a sus pistas el próximo miércoles, no han podido romper la voluntad de permanecer en su sitio sin utilizar las gradas prestadas por el mejicano del Helmántico, ni el aforo madrileño de la Castellana, salvo que autoridades judiciales o federativas desautoricen el encuentro por intentar jugarlo en una instalación sin licencia para desarrollar la actividad que llevan practicando desde hace años, según denuncia hecha pública en la prensa salmantina por un edil municipal.

JUBILACIÓN DEL SENTIDOR

JUBILACIÓN DEL SENTIDOR

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Hace hoy 155 años que vino al mundo en su bochito bilbaíno un vasco-castellano universal que pasó por la vida agonizando contra el Misterio, agitando conciencias, luchando contra todos, contra todo y contra sí mismo, defendiendo de verdad por encima de la paz, dando ejemplo de honradez, siendo esposo fiel, amigo leal y político comprometido con la sociedad de su tiempo, llegando a ser el más grande intelectual que ha tenido Vizcaya y la Universidad de Salamanca en sus 800 años de historia.

Hace hoy 85 años que Miguel de Unamuno recibió en Salamanca el homenaje mayor que imaginarse pueda con motivo de su jubilación en la cátedra universitaria que ocupó durante 39 años, excluyendo los seis que estuvo desterrado en Fuerteventura, París y Hendaya, por el dictador Primo de Rivera y Martínez Anido, al cumplir los setenta años.

Estas dos efemérides en el mismo día hacen inevitable el recuerdo a un sabio singular, que quiso ser por encima de todo sentidor con el alma en vilo sobre las cabezas de sus vecinos, derramando pensamientos y sentires en estrofas, páginas, proscenios, tribunas, periódicos y cartas, con sabiduría profunda, compromiso social y generosidad desconocida por los creadores de la falsa mitología unamuniana que se expande sin redención posible.

A este personaje, que supo conciliar crítica con diálogo; oposición con acuerdo; benevolencia con exigencia; compromiso y lucha; paz y rebeldía; rigor y tolerancia; sacrificio y disciplina; austeridad y complacencia. A tan singular hombre público que pasó la vida en agonía-lucha permanente, peleando sin desmayo por la honradez en la gestión pública. Al diputado que fue rebelde a la disciplina de partido y al caciquismo. A quien dejó oír su voz contra las fuerzas vivas. A quien defendió a los obreros exigiéndoles al mismo tiempo compromiso en el trabajo. Al ciudadano, ejemplo de honestidad y trabajo. Al político ejemplar, que supo ser serio y simpático; maestro y discípulo, como anunció a sus hijos espirituales el día de su jubilación, diciéndoles que enseñar era ante todo y sobre todo, aprender. En definitiva, al hombre cabal que fue rendimos con estas páginas un homenaje filial de respeto, admiración y profunda gratitud, por cuanto dio a la Humanidad.

MEMORIA DE UNA MADRE EN INCIVIL GUERRA

MEMORIA DE UNA MADRE EN INCIVIL GUERRA

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Con premio en el VI Concurso Literario Internacional “Memoria del corazón”, convocado por La Gaceta de Salamanca y titulando su narración como “Recuerdos de una niña de la guerra y de la post-guerra civil española”, describe Mercedes lo que fue la represión en Salamanca, mojando su pluma en la dolorida memoria de su madre.

Sin valorar la calidad literaria del relato sobre la historia personal vivida por una niña de seis años en años de barbarie, resulta sobrecogedora la descripción real de los hechos acontecidos en nuestra ciudad en aquellos días negros, donde no hubo guerra pero sí una represión implacable y despiadada contra los disidentes del golpe militar, como escribió Unamuno a su amigo Quintín de Torre el 13 de diciembre de 1933:

Me dice usted que esta Salamanca es más tranquila, pues aquí está el caudillo. ¿Tranquila? ¡Quiá! Aquí no hay refriegas de campos de guerra, ni se hacen prisioneros de ellas, pero hay la más bestial persecución y asesinatos sin justificación. Y encarcelan e imponen multas –que son verdaderos robos- y hasta confiscaciones, y luego dicen que juzgan y fusilan. También fusilan sin juicio alguno.

La denuncia de un vecino llevó al abuelo de la narradora a la cárcel por ser de izquierdas, no tener bautizados a sus hijos y ser acusado de manchar con tinta la placa que daba nombre a la calle Generalísimo. En la prisión de la Aldehuela vino el tormento de la incertidumbre por el fusilamiento, si el caprichoso azar decidía que le tocaba al abuelo formar parte del grupo de fusilados que esperaban “en capilla” turno de matanza al día siguiente, acabando en la basura la cacerolita de comida que su esposa le llevaba cada día.

Jornadas de racionamiento donde la familia del encarcelado tenía que subsistir con una panilla de aceite, algo de azúcar, un poco de harina y el bollito de pan diario, para sobrevivir malamente hasta que el detenido salió de la cárcel y volvió a su empleo en la RENFE, con la oportunidad de encontrar un escondite donde guardar la comida, que la madre de Mercedes llevaba en un pucherito para despistar a los vigilantes con su infancia.

Estremecedor relato extensivo a tantas familias salmantinas que pasaron por similar trance, muchas de ellas con peor desenlace del que la autora del relato nos cuenta en dos páginas cargadas de vida, historia y dolor, que nunca debieron producirse y que jamás deben repetirse en nuestra ciudad, ni en cualquier otra parte del planeta donde continúan hoy sucediendo hechos semejantes.

IN MEMORIAM

IN MEMORIAM

Tuvo Manuel Calvo Úbeda corazón grande, honestidad en bandolera, sabiduría con toga, alma generosa, cultura inquieta, memoria para el olvido, ágil pluma, espíritu disconforme, talento sustancial, vitalidad oratoria y fortaleza acorazada para luchar por la justicia.

Siendo la muerte inseparable de la vida y consecuencia de ella, no es posible acomodarse a su presencia por más que anuncie con antelación la visita, sin sublevarnos ante nuestro efímero paso por el mundo, sabiendo que impondrá su negra voluntad a nuestra inalcanzable aspiración de eternidad.

En el cementerio de cruces que guardo en el corazón desde niño, donde reposan las personas queridas que han partido, clava hoy la parca su estaca poniendo un aspa en la vida de mi querido Manolo, con vocación de permanencia en la memoria de quienes tuvimos ocasión de convivirlo, amigarlo y disfrutarlo, cuando entre nosotros estuvo.

Un nuevo manotazo tan cercano como certero, nos ha hecho rodar por la desesperanza, ante la huida de quien tuvimos cerca estimulando nuestro ánimo con tertulias inacabables, certeras reflexiones, generosidad de alma, sabia cordura y respetuosa discrepancia, que pincelaron de amistad nuestro camino hacia la paz y buen entendimiento.

Fue Manolo hombre de bien en su caminar por la tierra, que seguirá peregrinando en la memoria de quienes compartimos su vida, negando resurrecciones en consoladores paraísos celestiales, anunciados por el profeta en infantiles catequesis, sin propósito de enmienda.

Incansable en su empeño por estrechar amigos y enlazarlos, reunía a los jesuses con afanoso celo en el café mediamañanero del Bianco, donde acudía este intruso cariñosamente acogido y requerido para compartir fraternal tertulia, con receta asada de manzana reineta que el hortelano brindaba, tras cambiar la secretaría judicial por tierra jerteña.

Murió Manolo sin hacer públicas las cuartillas escritas durante años, hoy dormidas en carpetas precintadas por el silencio, donde hablaba sobre los grandes temas de la vida, como me dijo por teléfono poco antes de morir, advirtiéndome que la vida era simplemente un usufructo del cual gozábamos pasajeramente hasta que la parca nos llevaba al país de nunca jamás, donde el sueño imposible vigila la frontera para impedirnos llevar al otro lado lo que no sea recuerdo en la memoria de quienes nos amaron.

Ocupan espacio en mis estanterías varios libros puestos allí por él, y es buen momento para releer juntos el “catolicismo comentado a las ovejas”, y sonreírnos con respetuoso humor de lo contenido en sus renglones, como hicimos algunas tarde estivales en nuestras vecinas residencias de Varikyno, parando el tiempo en los relojes y haciendo de la tertulia un monte de Tabor donde agrupar a los buscadores de esperanza alejados de su paradero.

Hoy también doblan las campanas por muchos de nosotros viendo marchar a un gran humanistas de la abogacía salmantina, lector incansable en su tebaida doméstica, donde María Pilar puso todo lo necesario para hacer hogar, en medio de querellas, reclamaciones, herencias, defensas, capitulaciones, arbitrajes, representaciones y sentencias, entremezcladas con noches de insomnio, infatigable trabajo, decepciones judiciales, fatiga crónica, renuncias familiares, … y grandes satisfacciones, hasta hacer del despacho un santuario, donde el patriarca hubiera querido morir con un legajo entre las manos.

Vaya el testimonio público de sincera gratitud por su amistad, mi respeto a su honestidad profesional, la admiración a su obra, mi gratificación por su estímulo constante, el devoto reconocimiento a su empeño en leer mis libros y la gratitud por revelarme secretos de su alma grande, sin merecer por mi parte tanta generosidad.

Pierde Salamanca un talento natural, experto jurista, escritor anónimo, vecino singular, mentor de aprendices, juicioso ciudadano y sabio vital, que con su testimonio de honradez personal y celo profesional supo conciliar seriedad y simpatía, detestando el caciquismo para darnos oportunidad de seguir sus pasos.

Hijo de Miróbriga, que emigró a la capital norte arriba tras pasar por el seminario, en busca de futuro, conquistado en territorio hostil, siendo hombre machadianamente bueno que desafió el futuro con toga recién estrenada, sin padrinos, mecenas ni patronazgos.

Enemigo de pompas, vanidades, chatarrería social, halagos gratuitos y escaparate. Amante de la amistad y defensor de la verdad, hizo Manolo del trabajo su deleitosa religión esforzándose a ello cada día en incansable horario, acuciado por la gran pasión de su vida, a la que todo dio y de ella fue deudor, levantando con su trabajo un futurista puente a Eduardo, Elena y Charo, dignos continuadores y albaceas de su legado.

Como saben los que conmigo están, se me ha muerto de un zarpazo Manolo Calvo, prestigioso jurista, corazón descreído y hombre honrado, con quien tanto conversé, ideas compartí, deshonestidad condené, cinismo reprobé, noticias comenté y amistad disfruté, convencidos ambos que la vida es usufructo pasajero, obligándonos la muerte a emprender el gran viaje sin llevarnos nada de lo logrado y ligeros de equipaje con don Antonio, casi desnudos, como los hijos de la mar.

POZO DE LAS NIEVES

POZO DE LAS NIEVES

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Los amantes de la intrahistoria unamuniana salmantina tienen una ventana donde asomarse a ella, llevados por la encantadora y sabia mano de la arqueóloga Elvira en el rotulado “Pozo de la Nieve”, que nuestro querido Jotamar enmienda, advirtiendo que debe titularse “de las nieves”, porque es donde se cogían las nieves procedentes de las sierras de Béjar y Candelario, traídas al galope a tal Pozo de la Vida en carretas nocturnas aisladas con paja, para ser conservada y compactada sobre capas de 40 centímetros de espesor durante el invierno, con el fin de que los salmantinos pudieran conservar los alimentos y medicinas en verano, pagando una pequeña cantidad por ello.

Espacio de visita obligada para todos los charros amantes de la historia local, donde puede recrearse el espíritu entre pasadizos subterráneos del antiguo convento de San Andrés, siete picones inéditos de la muralla y el singular “frigorífico” de la ciudad, en tres discursos históricos complementarios de la piedra que habla con humilde sabiduría.

Asombro de la “parrilla” que horada la tierra hasta el “lago” donde se llega por secretos túneles del “pequeño Escorial” desaparecido, junto a restos de la antigua muralla medieval de la ciudad que permiten observar los avatares sufridos por ella a lo largo del tiempo, junto a la “cocina” abovedada del convento, en la que un grupo de padres dominicos elevó al cielo su gregoriano canto hace unas semanas en homenaje a los frailes que en él vivieron.

Este paseo por la mitológica Salamanca perforada de túneles y galerías subterráneas concluye en los restos de la torre noroeste del convento de San Andrés que fue casa de peón caminero y taller de electricidad del automóvil, hasta que los sucesivos ayuntamientos salmantinos decidieron recuperar esa página de nuestra historia, que ha culminado el actual consistorio con sabio y afortunado criterio.

Visitar el Pozo de las Nieves con amigos de Unamuno es placer añadido, pues a las doctas explicaciones Elvira, se añadieron acertadas preguntas y oportunos comentarios del geólogo Emiliano y el periodista Jotamar, enriqueciendo con sus intervenciones la historia salmantina que compartimos durante las dos horas y media que duró la visita.

SALAMANCA LA BLANCA

SALAMANCA LA BLANCA

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El azar puso frente a mí una columna de humo blanco que oscilaba a merced del viento, llevando la curiosidad mis pasos hasta un monstruo de hierro que bufaba echando humo por diferentes respiraderos como si de una inmóvil máquina de vapor se tratara, a punto de expandir sus cenizas por los aires.

Dice bien la canción cuando dice que a la blanca Salamanca la mantuvieron los carboneritos rurales que iban y venían de un lugar a otro, en tiempo se sequía social, cuando los troncos de encina se ahumaban en túmulos cubiertos de tierra, hoy sustituida por el hierro que deja toberas al descubierto para liberar el humo en dispersas nubes blancas, sin otro oficio que carbonizar la madera vegetal que aún templa cuerpos en invierno con cisco en brasero removido donde la badila “firma” “escarbones”, alimenta fraguas y vitaliza pucheros en cocinas abiertas el cielo, ahumadoras de embutidos milagrosos.

Negrura vegetal de carboneritos entrañados en Villalba, Matilla de los Caños, Robleda y otros pueblos salmantinos que atestaban los vagones ferroviarios llevando el carbón de encina y cisco de roble a diferentes puntos de la geografía española, manteniéndose los carboneritos en el insomnio de las cabañas, con carne de matanza y vino de pitarra.

Oficio en extinción por empuje de combustibles fósiles líquidos y kilowatios de centrales eléctricas, que han enterrado las carboneras rurales en musgo y barro, olvidándose los enterradores de recordar a los pupitres que fue el carbón durante siglos sustento de vida, cuando la electricidad era inalcanzable quimera, los gases combustibles desconocidos, la respiración vaho doméstico y los sabañones amigos.