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CONSEJEROS DE CONSEJOS

CONSEJEROS DE CONSEJOS

El desaparecido Jaume Perich escribió en 1970 su libro “Autopista”, inspirado en el “Camino” de monseñor Escribá, como parodia de similar estructura, formada por ácidas máximas, entre las que figuraba: “la mejor prueba de que en los Estados Unidos cualquiera puede llegar a presidente, la tenemos en su presidente”. Mordaz ironía sobre el democrático orgullo americano que solo imponía como condiciones constitucionales para ser presidente: haber nacido en el país o vivido en él por lo menos 14 años y ser mayor de 35 años de edad.

En España se lo ponemos también fácil a los ciudadanos aspirantes a ministros, pues según el artículo 11 de la Ley del Gobierno, para ser ministro se requiere simplemente ser español, mayor de edad, disfrutar de los derechos de sufragio activo y pasivo, así como no estar inhabilitado para ejercer empleo o cargo público por sentencia judicial firme. Algo que en palabras “del Perich” significa que a ministro/a del gobierno español puede llegar cualquiera que tenga más de 18 años y no esté señalado por el dedo judicial.

Las condiciones exigibles para ser miembro/a del más importante consejo de administración del Estado no son seguidas por los consejos de administración de las grandes empresas, que se niegan a imitar los pasos del Gobierno, exigiendo a sus miembros méritos profesionales y competencias demostradas para el ejercicio del cargo, sin que comprendamos por qué les requieren cualidades no demandadas a los componentes del máximo consejo rector del país.

Consideramos que la actitud de tales consejos privados es un abuso de poder contra el que debe querellarse la fiscala general del Estado, porque las grandes empresas no tienen derecho a pedir a los miembros que las gobiernan, cualidades no requeridas a quienes se sientan en el Consejo de Ministros, como son, por ejemplo: garantía para abordar con éxito los aspectos de su gestión, experiencia previa, aptitud profesional, idoneidad para el cargo y sólida formación.

 

CENTENARIO DE LA DESTITUCIÓN

CENTENARIO DE LA DESTITUCIÓN

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El 20 de agosto de 1914 el ministro Bergamín decidió retirar su confianza a Unamuno y destituirle del rectorado, justificando la decisión con hipotéticas faltas administrativas cometidas por el rector al convalidar expedientes académicos de dos estudiantes hispanos, cuando en realidad fue una operación política de antipopular calado, motivada por las revolucionarias campañas agrarias llevadas a cabo por Unamuno y otros catedráticos universitarios durante los años 1912 y 1913, a las que se añadió su negativa a aceptar una caprichosa senaduría que le ofreció el Gobierno y apoyar al escaño de senador universitario al aspirante opuesto al candidato gubernamental.

Tres meses después de la sustitución, el exrector pronunció el 25 de noviembre una conferencia en el Ateneo madrileño con el título “Lo que ha de ser un rector de España”, dejando clara su opinión sobre ello, prodigándose en discursos y artículos críticos contra los autores de la defenestración política, siendo apoyado en las protestas por el pueblo, la Federación Obrera y compañeros de claustro, mostrándose favorables a la destitución los conservadores, patronos, terratenientes y beneficiarios de la arbitraria decisión ministerial.

El sentidor vasco no fue restituido en el cargo hasta volver del exilio, con el triunfo republicano, siendo elegido rector el 18 de abril de 1931 y nombrado para el cargo el 22 de mayo, para ser destituido de nuevo por el Gobierno republicano el 22 de agosto de 1936 por su inicial adhesión los “nacionales”, restituyéndole en el rectorado la Junta de Defensa Nacional el 1 de septiembre y terminando Franco por eliminarlo definitivamente el 22 de octubre, ante la anuencia del pueblo salmantino atemorizado por la brutal represión a que fue sometido.

Estas idas y venidas de don Miguel en el cargo de rector por lealtad a sus ideas, son la imagen de un hombre honrado, que pasó la vida luchando contra “hunos” y “hotros” en defensa de la verdad por encima de la paz, dando testimonio de político honesto, profesor ejemplar, entrañable padre y rector excepcional, que antepuso el interés de la Universidad a su propio beneficio, cuyo recuerdo en el centenario de su destitución como rector bien merece el homenaje que “El Norte de Castilla” le rinde hoy en sus páginas al mayor intelectual que ha tenido el Estudio salmantino.

UNAMUNO EN EL RECUERDO

UNAMUNO EN EL RECUERDO


Tal día como hoy, a las cuatro de la tarde del jueves 31 de diciembre de 1936, caía herido de muerte sobre la camilla de su casa don Miguel de Unamuno y Jugo, a causa de “mal de España”, aunque el doctor Adolfo Núñez certificara su muerte por una hemorragia bulbar que se lo llevó sin previo aviso.

Ese día enmudeció una de las voces más sabias de nuestra historia, un socialista con ideario político sin ataduras, un intelectual comprometido con la liberación de obreros y campesinos, un republicano decepcionado con los gobiernos republicanos, un padre espiritual de sus alumnos y un profesor excepcional que hoy estaría a la cabeza de todas las manifestaciones, sosteniendo la pancarta a favor de la enseñanza pública.

A este personaje, que supo conciliar la bondad doméstica con la firmeza paterna; la lealtad política y la noble censura; la benevolencia en la cátedra y la exigencia de trabajo; la formación de espíritus rebeldes y la disciplina escolástica; el rigor académico y la tolerancia de errores, rendimos con esta página un homenaje filial de respeto, admiración y cariño.

A este luchador por la patria,  político honrado, profesor ejemplar y rector diligente, que supo ser a la vez maestro y discípulo. Hombre sabio, rebelde, honrado, generoso, inconformista, sincero, familiar, incomprendido y, sobre todo, leal a sí mismo, a su familia, a su profesión y a sus amigos, cuya memoria todavía hoy se disputan hunos y hotros, va dedicado con profunda gratitud por su legado este recuerdo.

A quien fue Catedrático de la Universidad de Salamanca, Rector vitalicio de la misma, Diputado nacional en las Cortes Constituyentes de la segunda República, Concejal electo del Ayuntamiento de Salamanca, Alcalde honorario perpetuo del mismo, Presidente del Consejo de Instrucción, Ciudadano de Honor de la República, Doctor Honoris Causa por las Universidades de Oxford y Grenoble; Presidente de la Liga de Derechos del Hombre; Presidente de la Junta de Defensa de los Derechos Humanos; Candidato a Premio Nobel; Presidente del Ateneo; Presidente del Casino; Presidente de la Federación Obrera; novelista, poeta, dramaturgo, ensayista, filósofo, articulista, crítico literario, prologuista y dibujante, lo evocamos hoy en esta humilde bitácora al cumplirse el setenta y cinco aniversario de su muerte.

A este luchador contra todo y contra todos, incomprendido de todos, víctima mortal de la guerra y protagonista sin pretenderlo de la tragedia griega que le tocó vivir entre dos cruentas guerras civiles, vaya este abrazo filial hasta el nicho donde descansa su cuerpo cansado de tanto bregar, mientras su alma deambula por los corredores de un misterioso hogar, sin encontrar respuesta a los interrogantes que atormentaron su vida.