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CLASES DE MUERTOS

CLASES DE MUERTOS

Consuela saber que las 400 bombas láser vendidas a Arabia Saudita, son material bélico de alta precisión que solo mata seres humanos previamente seleccionados, sin daños colaterales que exterminen a personas alejadas del rayo láser, porque ante la muerte no somos todos iguales; es decir, que si la bomba mata a sujetos sentenciados todo va bien, reciben felicitaciones los matarifes, aplausos los ordenantes del exterminio y dinero los mercaderes de la matanza.

Por eso, masacrar a 29 niños yemeníes a bombazo limpio, nos lleva a los golpes de pecho; pero si son sus padres los descuartizados, el éxito es reconocido, aunque la orfandad sea más dolorosa que la propia muerte del progenitor, porque el asesinado deja de sufrir, y a los hijos les queda el dolor de la miserable vida que les espera.

Beneplácito, pues, aunque los niños abandonados en la cleptocrática Saná, pasen toda su vida mendigando por las calles, durmiendo al abrigo de rincones y compartiendo mendrugos con los perros en las desiertas ruinas de Sayhut, Mocha o Aden, siendo presa fresca para depredadores sin escrúpulos que les pondrán un fusil en sus manos a cambio de un jergón y tres mondas de patatas.

No obstante, siempre queda a los mercaderes la macabra posibilidad de negociar con Abd Rabbuh Mansur al-Hadi la acogida de niños huérfanos yemaníes, como refugiados en el país de los vendedores de las bombas que han descuartizado a sus padres, siendo irónicamente inaceptable negarles una litera en los CARs. donde se hacinan los desheredados.

Para evitar más problemas bélico-comerciales entre las partes contratantes de las bombas láser matanceras, cabe sugerir al saudí rey Salmán que compre bombas neutrónicas para garantizar la aniquilación total de personas, preservando intactas las casas, puentes, dólares, corderos, trenes, pozos de petróleo y mezquitas, porque esos explosivos solo matan congéneres, limpiando las ciudades de miserables ratas humanas.

Quienes ordenan las matanzas y aprietan botones deben saber que la vida es el don más preciado de los bípedos humanos, y privarles violentamente de ella es el mayor delito que cometerse puede, por muy degradante que sea el comportamiento de los aniquilados, inmoral su actitud, deleznable su violencia, indecente su cinismo y obscena su conducta.

MATANZA DE GATOS

MATANZA DE GATOS

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El periodo comprendido entre la caída del Imperio Romano y el descubrimiento de América fue el más tenebroso de la historia humana, caracterizado por persecuciones, matanzas, guerras y condenas, bajo el dominio de la cruel y siniestra Inquisición, de cuyas fechorías no se salvaron ni los gatos.

Estos felinos fueron acusados de ser desleales, falsos, diabólicos y cómplices de las brujas, que debían ser exterminados por su relación con el maligno, de las formas más espantosas, como decapitación, apaleamiento, desuello, lapidación, despellejamiento, descuartizamiento o aplastamiento.

Estas atrocidades se mezclaban con otras más elocuentes, como hogueras donde los gatos eran quemados vivos; con ollas, donde eran hervidos en aceite; con iglesias, desde cuyas espadañas eran arrojados contra el suelo; o con casas, donde eran emparedados vivos para ahuyentar los malos espíritus.

La superstición rural llevó a los campesinos a incinerar gatos para fertilizar el campo, arrojando sus cenizas sobre la tierra cultivada, al tiempo que aseguraban  la fecundidad de los animales que pisaran las cenizas, siendo acusadas de herejes, expropiadas y torturadas, las personas que tuvieran felinos.

Pero los inquisidores no repararon en las consecuencias de la aniquilación, pues el exterminio de los gatos provocó una proliferación incontrolada de ratas de tal calibre que se llevó por delante a treinta millones de personas, con motivo de la peste negra transmitida por tales roedores.

TAMBIÉN SE NOS FUE MARÍA TERESA

TAMBIÉN SE NOS FUE MARÍA TERESA

Era previsible, pero también se nos fue María Teresa sin haber comenzado a vivir, cuando la juventud de sus veinte años era preludio de larga felicidad junto a su familia y amigos. Ha volado María Teresa de esta vida al encuentro de Katia, Rocío, Cristina y Belén, dejándonos huérfanos de justicia, mientras los culpables señalan con el dedo al que tienen enfrente para eludir el castigo que merecen.

El dolor, indignación y lágrimas que el aplastamiento de cinco niñas en el Madrid Arena ha provocado, contrasta con la impunidad y cobardía de quienes pudieron evitar esas muertes y no lo hicieron. Empresarios sin escrúpulos, cegados por la codicia, en complicidad con irresponsables políticos que ahora huyen de la quema como las ratas de un naufragio.

La muerte ayer de María Teresa ha provocado la suspensión temporal de la falsaria comisión de investigación municipal con que los populares pretenden engañar a los ciudadanos, maquillando el incumplimiento de obligaciones legales de los compañeros políticos que pastan con ellos en el pesebre del cinismo, la soberbia y la mentira.

La imágenes de la tragedia son tan elocuentes que no admiten discusión posible sobre los hechos que se empeñan en negar los organizadores del funeral. Las declaraciones de policías, sanitarios y bomberos evidencian la negligencia política de los que pretenden escurrir el bulto. Y las palabras de los supervivientes niegan el indulto a los comisionados de la farsa y cierran las puertas de la misericordia hacia quienes asientan sus posaderas en inmerecidas poltronas municipales.